Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
Historia:
El principal motivo que llevaron a Felipe II a
construir el Monasterio de El Escorial fueron básicamente dos: de una parte el
deseo de cumplir la promesa de construir un templo en acción de gracias por la
victoria de la Batalla de San Quintín contra los franceses, acaecida el 10 de
agosto de 1557, día de San Lorenzo; en segundo lugar los deseos de su padre
Carlos I, que quiso ser enterrado junto con su esposa Isabel de Portugal en el
Monasterio de Yuste, pero dejando la decisión final en manos de su hijo Felipe
II. Éste decidirá que el monasterio deberá convertirse en el Panteón Real de la
dinastía de los Austria comenzando por su padre.
El lugar escogido para la construcción fue una zona
situada en la Sierra de Guadarrama que llevaba el nombre de Escorial, nombre
que parece venir de las escorias (restos de fundición) que allí existían debido
a las numerosas herrerías allí instaladas.
Las explanadas que recorren los lados norte y oeste
del monasterio reciben el nombre de Lonjas. Pues bien bajo la lonja norte
discurre un pasadizo o túnel subterráneo, llamado La Mina, y que servía para el
transporte de personas y materiales en los fríos días de invierno desde las
cercanas casas de los oficios situadas frente a la fachada norte y el zaguán
del palacio, lo que permitía trabajar en días fríos al resguardo de las
inclemencias del tiempo. Este paso subterráneo sería construido en tiempos del
rey Carlos III por fray Antonio de San José Pontones según un proyecto del
conde de Montalvo.
El monasterio está regido por una congregación de
monjes agustinos, pero desde su creación los encargados del Monasterio fueron
los monjes jerónimos, orden muy ligada desde siempre a la monarquía española.
No olvidemos que fueron monjes jerónimos los que acompañaron a Carlos I en
Yuste. Estos hicieron su entrada en el monasterio del Escorial en el año
1571.
Las obras comenzaron en 1563 y finalizaron en 1584. La
obra la comenzó Juan Bautista de Toledo, pero al fallecer este en Madrid el 21
de Mayo de 1567 se hizo cargo Juan de Herrera, artífice y creador de esta magna
obra que incluso llegaría a dar nombre a un estilo propio de arquitectura: el
herreriano. La primera piedra fue colocada el 23 de abril de 1563 y la última
el 13 de septiembre de 1584. Junto a los arquitectos colaboró con ellos fray
Antonio de Villacastin que colocaría la última piedra del
monasterio. El propio rey Felipe II participaba en la ejecución de
las obras, supervisaba los planos y acudía con frecuencia a comprobar el
desarrollo de las obras. Fue sin duda una obra personal del monarca.
El material utilizado en la construcción fue el
granito, material muy abundante en la zona. Sobre las fachadas este y sur
encontramos las zonas ajardinadas, en la fachada sur encontramos
el estanque del monasterio o alberca, en el conocido como Jardín de
los Frailes y la Galería de los Convalecientes, por ser este lugar donde se
encontraba la enfermería.
Fachada occidental (oeste) Con 207 metros de longitud y 20 metros al altura es la
principal del monasterio. Está flanqueada por dos torres de 56 metros de
altura. En el centro se encuentra la portada de acceso principal.
Fachada meridional (Sur) Con una longitud de 161 metros, está considerada la
más hermosa de las cuatro. En ella podemos encontrar una galería porticada de
dos pisos con 77 arcos.
La base del monasterio es un rectángulo de 207 x 161
metros (35.000 m2). En cada uno de sus ángulos se alza una torre de
55 metros de altura cubierta por un chapitel puntiagudo de pizarra. Sobre
la torre una bola de metal de 1,40 metros de diámetro, veleta y cruz. La
planta adopta la forma de una parrilla, objeto del martirio de San Lorenzo en
cuya memoria esta erigido el monasterio. Las cubiertas se cubren a
doble aguas con ventanas y chimeneas.
En el centro del monasterio se alza la Iglesia o Basílica. Delante de la
iglesia se alza el conocido como Patio
de los Reyes, gran espacio descubierto que junto con la iglesia articula a
derecha y a izquierda todos los elementos básicos del monasterio. Frente a las
fachadas norte y oeste, las más imponentes y las más visibles se alza una gran
explanada que recibe el nombre de La Lonja, mientras que en las fachadas este y
sur se abren a zonas ajardinadas.
Entre los elementos principales que encontramos en el
monasterio nos encontramos: el Palacio de los Austrias, el Palacio de los
Borbones, el Colegio de Alfonso XII, la Biblioteca, las Salas Capitulares, las
Pinacotecas y los Panteones Reales. Complementan el conjunto las conocidas como
el la Casita del Príncipe y del Infante y la Universidad de María
Cristina.
El monasterio dispone de 9 torres, 15 claustros, 16
patios, 88 fuentes, 86 escaleras, 1200 puertas y 2600 ventanas, agregando obras
de arte, lienzos y elementos muebles el monasterio se convierte en todo un
mundo.
La Casita
del Infante o Casita de Arriba,
fue construida entre 1771 y 1773 por Juan de Villanueva para Gabriel de Borbón
hijo de Carlos III, como lugar de descanso.
La Casita del
Príncipe o Casita de Abajo fue
construida por Juan de Villanueva por orden del príncipe de Asturias, futuro
Carlos IV, para servirle de lugar de reposo y descanso entre cacerías.
Construida en 1772 sorprende un poco su gran parecido estético con el Museo de El Prado obra también de Villanueva.
El Real Colegio
de Alfonso XII y la Universidad de
María Cristina se hallan bajo la supervisión de los monjes agustinos que
residen en el monasterio desde el año 1885 en sustitución de la Orden Jerónima
que rigió el Monasterio hasta su desaparición.
La fachada
occidental (Oeste) es la principal de todo el monasterio. En ella se abren
tres entradas a distancias simétricas. Una portada a la izquierda sirve de paso
al Colegio de Alfonso XII, la otra a la derecha a la zona conventual y la
tercera y principal en el centro es la que permite el acceso a la zona noble
del convento compuesta por el Patio de los Reyes y la Basílica que hacen de eje
vertebrador del monasterio. La entrada del público visitante se realiza por una
puerta más pequeña situada en la fachada norte, que da entrada a un gran patio,
para continuar por diversos pasillos abovedados que rodean el Patio Norte, en
las paredes de estos pasillos podemos encontrar numerosos cuadros de diversa
calidad, representando en su mayoría escenas de batallas donde intervinieron
los españoles.
La portada
principal construida por Juan de Herrera, se caracteriza por una pequeña
puerta adintelada a la que rodea ocho columnas dóricas que sostienen un
entablamento también dórico. Entre los intercolumnios diversas hornacinas
vacías y ventanas algunas de ellas cegadas. Sobre este cuatro columnas jónicas
sostienen un frontón triangular. Sobre el primer juego de columnas por encima
de la puerta vemos dos parrillas símbolos totémicos del monasterio,
mientras que en el piso superior vemos el escudo real de Felipe II
realizado por Juan Bautista Monegro y por encima la imagen en bulto redondo
de San Lorenzo obra también de Juan Bautista Monegro de 4 metros de
altura, en granito y mármol blanco. Algunos adornos piramidales con bolas
completan la escasa decoración de la portada, ya que el resto de la fachada
está ocupado por ventanas.
En 1671 un incendio destruyó parte del monasterio y
Carlos II ordenó reconstruir el edificio dándole en las partes dañadas un
cierto aspecto barroquizante propio de la época, situación que sin embargo no
desentona con la magna obra que es El Escorial. El incendio se prolongó desde
el 7 al 22 de junio y destruyó gran parte del monasterio. La reconstrucción del
mismo fue llevada a cabo por el prior fray Marcos de Herrera y consta que en el
año 1676 las obras ya estaban finalizadas.
Traspasada la portada entramos en un zaguán de 8
metros de ancho y 23 metros de largo con una puerta a cada lado. Se cubre con
bóveda de piedras que apoya en pilastras y arcos resaltados. Desde aquí
entramos en el Patio de los Reyes.
Patio de los Reyes Recibe este nombre por las esculturas de los seis
reyes de Israel que decoran la fachada principal de la iglesia situada al fondo
del patio: David, Salomón, Ezequías, Josafat, Josías y Manasés, obras del
escultor Juan Bautista Monegro realizadas entre 1580 y 1583 y colocadas en este
emplazamiento en 1584. Las figuras miden 5 metros de altura y se alzan sobre
altos pedestales con inscripciones que figuran en la base y que fueron puestas
en 1660. Están realizadas en piedra berroqueña (granito) con algunos detalles
en mármol blanco. Los atributos reales y las coronas son en bronce dorado
realizados por Sebastián Fernández y Gregorio de Salazar. La elección del
nombre de los reyes de Israel no es casual, ya que los mismos representan a
aquellos reyes que de una u otra manera intervinieron en la construcción del
Templo de Jerusalén.
Los nombres, atributos y cartelas de
los reyes son los siguientes:
• Iosaphad con
cetro y un hacha, a su lado un cordero. Inscripción: Lucis ablatis legem
propagavit (Destruidos los bosques idolátricos, propagó la Ley).
• Ezechias con
cetro y una nave, a su lado un macho cabrío. Inscripción: Mundato domo phase
celebravit (Habiéndose restaurado y limpiado el Templo, celebró la Pascua).
• David, con
cetro, arpa y espada. Inscripción: Operis exemplar a domino recepit (Recibió
del señor el modelo del templo).
• Salomón con cetro y un libro. Inscripción: Templum dño aedificatum dedicavit (Dedicó al Señor el Templo que le edificara).
• Salomón con cetro y un libro. Inscripción: Templum dño aedificatum dedicavit (Dedicó al Señor el Templo que le edificara).
• Iosias con
cetro y el libro de la ley. Inscripción: Volumen legis domini invenit (Encontró
el libro de la Ley del Señor).
• Manasses con
cetro, escuadra y compás. Inscripción: Contritus altare D.instauravit
(Arrepentido, restauró el altar del Señor).
Este gran patio de 64 x 38 metros bien podría hacer de
antesala descubierta para que los visitantes, embajadores, reyes, nobles y
personajes ilustres que visitaran al monarca pudieran hacerse idea de la
dimensión del lugar en que iban a penetrar.
En la pared izquierda de este patio entre la octava y
la novena ventana a la altura de la cornisa, se puede observar con cierta
dificultad una piedra con una cruz negra grabada, pues bien es la última piedra
que fue colocada en 1584 como ya hemos indicado.
Basílica La
Basílica fue comenzada el 14 de junio de 1575 y su consagración tuvo lugar el 9
de agosto de 1586. La fachada recayente al Patio de los Reyes, se articula
en dos cuerpos horizontales y una torre de planta cuadrada en cada uno de sus
extremos. El estilo predominante es el orden dórico. Seis semicolumnas adosadas
enmarcan un total de cinco entradas formadas por arcos de medio punto. Sobre
cada uno de los arcos se encuentra un balcón adintelado con antepechos de
hierro. Sobre la cornisa de este primer cuerpo se alzan las esculturas de los
reyes que hemos mencionado más arriba.
El segundo cuerpo que hace funciones de frontispicio
se remata con un frontón triangular cortado por una gran ventana que ilumina el
interior, además del coro. Entre los pedestales de las estatuas y recorriendo
todo el frontal encontramos una barandilla de hierro. Entre los pedestales de
los Reyes tres ventanas adinteladas guardando alineamiento con los tres
balcones inferiores. Las torres laterales de planta cuadrada se alzan
hasta los 72 metros de altura. Están formadas por tres cuerpos, los inferiores
ocultos por las construcciones conventuales. La torre de la derecha dispone de
reloj, mientras que su espacio en la torre izquierda lo ocupa el óculo tal
cual.
Subiendo siete escalones y a través de cinco arcos de
medio punto, entramos en un vestíbulo cubierto. Las puertas centrales permiten
el paso al templo, mientras que la de los extremos conducen a otras estancias
del monasterio.
El templo de planta cuadrangular fue realizado por
Juan de Herrera siguiendo los planos que Bramante proyectara para la Basílica
de San Pedro del Vaticano. Rodeando la cabecera de la iglesia y alrededor del
Altar Mayor se hallan las habitaciones de Felipe II y su familia. Felipe II
ordenaría construir los panteones funerarios debajo del Altar Mayor. Así en
1573 pueden recibir sepultura los restos de Carlos V, su esposa la emperatriz
Isabel de Portugal y la reina Isabel de Valois (tercera esposa de Felipe II),
así como el príncipe Carlos. Sería no obstante durante el reinado del rey
Felipe IV cuando los panteones serían acabados en su forma definitiva.
Destacan en su Capilla Mayor los dos grupos orantes,
uno a cada lado del Altar Mayor, realizados en bronce, cobre y latón dorados al
fuego, representado a Carlos I (lado del evangelio) y a Felipe
II (lado de la epístola). En ellos se representan a los reyes arrodillados
y con las manos en actitud de oración, acompañados de toda su familia. Los
conjuntos funerarios son de los conocidos como cenotafios, es decir representan
a los difuntos pero sus restos no están en ellos. Fueron realizados por
Pompeo Leoni y se encuentran en el interior de dos grandes arcos situados cada
uno a ambos lados de la Capilla Mayor.
El cenotafio de Carlos I está compuesto por cinco
figuras arrodilladas frente a un reclinatorio y con las manos juntas en actitud
orante. El rey está acompañado de su esposa y madre de Felipe II, doña Isabel
de Portugal, la hija de ambos doña María, doña Leonor de Francia y doña María
de Hungría, ambas hermanas del rey. Este conjunto fue colocado en 1597. Las
figuras se encuentran formando parte de un arquitrabe con un gran frontón
triangular en donde destaca el escudo imperial del emperador Carlos (el águila
bicéfala de los Austria). En el centro una inscripción en letras doradas en
latín dice: "A honra y gloria de Dios Omnipotente y Máximo (D.O.M). Carlos
V, emperador augusto, rey de estos reinos, de Sicilia y de Jerusalén,
archiduque de Austria y buen padre lo dedicó su hijo Felipe II. Están también
aquí enterradas Isabel, su esposa, y María su hija, emperatrices; Leonor y
María, sus hermanas, reinas: la primera de Francia, la otra de
Hungría".
El segundo conjunto situado frente al primero guarda
la misma estética que el anterior. Vemos el gran escudo de los reinos
hispánicos de Felipe II. Las figuras que en él encontramos son: Felipe II,
la reina doña Ana de Austria (su cuarta mujer y madre de Felipe III), la reina
doña Isabel de Valois (tercera mujer), doña María Manuela de Portugal (su
primera mujer y madre del príncipe don Carlos), y por último el príncipe don
Carlos, primogénito del rey. Este conjunto fue colocado en 1600 y lleva un
epitafio que dice traducido del latín: "A Dios Omnipotente y Máximo
(D.O.M.). Felipe II rey católico de todos los reinos de España, de Sicilia y
Jerusalén, archiduque de Austria, viviendo aún, las mandó poner en este sagrado
templo que erigió desde sus cimientos. Junto con él descansan Ana, Isabel y
María, sus mujeres, y Carlos, príncipe, su hijo primogénito". Hay que
hacer constar que en el cenotafio del rey Felipe II está ausente su segunda
esposa María Tudor, por no estar enterrada en este monasterio.
La Basílica
formada por un cuadrado de 50 metros de lado, es el nexo de unión de todo el
conjunto monacal. Concebida en un principio por Francesco de Urbano, sería Juan
de Herrera quien modificaría los planos originales. De planta centralizada, sus
cuatro pilares dóricos de 8 metros de lado cada uno, colocados en el centro
forman tres naves en sus cuatro direcciones. En el centro una gran cúpula de 17
metros de diámetro, con tambor apoya sobre pechinas. Las naves se cubren con
bóvedas de cañón y dispone de coro alto a los pies. Toda la obra está realizada
en sillería de granito mientras que el pavimento es de mármol blanco y
gris.
La Capilla
Mayor es de planta cuadrangular de 19 x 18 metros. El presbiterio se
encuentra situado a varios niveles respecto al suelo de la iglesia. A la
Capilla Mayor se accede por una corta escalera formada por doce peldaños de
mármol que nos lleva al presbiterio cuyo suelo está revestido por mármoles y
jaspes de color blanco, verdes y rojos. Cinco escalones más nos llevan a un
segundo nivel donde encontramos el Altar
Mayor realizado en mármoles y jaspes. El Retablo
Mayor de 30 metros de altura está compuesto por un zócalo y cuatro cuerpos
horizontales. Es diseño de Juan de Herrera con pinturas de Tibaldi y Zúccaro y
esculturas de Leone Leoni y su hijo Pompeo Leoni, realizadas en bronce doradas al fuego. Todo
el retablo está realizado en jaspes y mármoles. El zócalo sirve de
sustentación al resto del retablo, en el mismo se abren dos puertas de madera
de caoba que dan paso al trassagrario que se encuentra detrás del Retablo
Mayor.
El primer cuerpo del retablo está formado por seis
columnas estriadas de orden dórico de mármol rojo que sostienen un arquitrabe y
que forman cuatro calles donde se encuentran las hornacinas. En el centro el
tabernáculo diseñado por Jacome Trezzo, y a ambos extremos dos pinturas al óleo
de Peregrin, alias Tibaldi, La Adoración de los
Pastores y la Adoración de los Reyes. Acompañan a los lienzos cuatro
esculturas de bulto redondo de Pompeo Leoni representando a San Jerónimo
y San Agustín, San Ambrosio y San Gregorio, realizadas en bronce dorado al
fuego. Las pequeñas figuras del tabernáculo son obra de Leoni Leone realizadas
entre 1579 y 1586.
El segundo cuerpo lo forman seis columnas estriadas de
orden jónico en mármol rojo que sostienen un arquitrabe y que conforman cuatro
calles. En el centro un lienzo representando El martirio de San
Lorenzo de Peregrin, y a su lado dos lienzos salidos de la
mano de Federico Zúccaro y que representan uno de ellos La flagelación de
Cristo y el otro a Cristo con la cruz a cuestas. Le acompañan cuatro
esculturas de Pompeyo Leoni representando a los cuatro evangelistas: San
Marcos, San Lucas, San Mateo y San Juan, obras realizadas en bronce
doradas al fuego.
El tercer cuerpo tiene cuatro columnas estriadas de
mármol rojo de orden corintio que sostiene un arquitrabe que conforman tres
calles. Tres lienzos, en el centro La Asunción de la Virgen y a su
lado La Resurrección del Señor y La Venida del Espíritu Santo, las tres obras
de Federico Zúccaro fechadas en 1587. Les acompañan en los extremos dos esculturas
de Pompeyo Leoni, San Andrés y Santiago el Mayor.
El cuarto cuerpo lo forma un Calvario: Cristo en
la cruz, San Juan y la Virgen, conjunto encuadrado en un marco arquitectónico.
Fuera de este marco dos figuras representando a San Pedro y San Pablo. En este
lugar encontramos la firma del autor: Pompeius Leoni (fecit) 1588.
Detrás del Retablo Mayor se encuentra el trassagrario,
sala decorada con pinturas al fresco de Peregrin de Peregrini con escenas del
Antiguo Testamento: Los israelitas cogiendo el maná, La cena del cordero,
Abraham ofreciendo el diezmo a Melquisedec y Elías a quien el ángel da el pan
subcinerario.
Las pinturas de la bóveda de la Capilla Mayor son obra
del italiano Luca Cambiaso "Il Luchetto" o "Luquetto" y
representan La Coronación de la Virgen y bordeando los lunetos Los
Cuatro Profetas Mayores. La bóveda del coro pintada al fresco por
Luca Cambiaso es una representación de La Gloria celestial. En el lugar más
alto la Santísima Trinidad y bajo ellos toda una corte celestial de papas,
sacerdotes, nobles, santos, ángeles, militares, ángeles músicos y toda una
gloria de ángeles en alabanza a la Santísima Trinidad. En los muros laterales
que soportan la bóveda se encuentran representados La Anunciación, Las cuatro
virtudes teologales, San Jerónimo y San Lorenzo.
El coro de 14 x 26 metros está situado en alto sobre
el coro bajo. En el mismo encontramos el facistol, diseño de Juan de Herrera,
realizado en bronce y madera de ácana. Los sitiales del coro son de madera y
completan un total de 124 asientos a dos alturas, realizados por el ebanista
italiano Giuseppe Flecha.
En una primera fase se pintaron al fresco las bóvedas
de la Capilla Mayor y del Coro, y en una segunda un nuevo pintor se hará cargo
de la pintura al fresco del resto de las bóvedas del templo; pero esta ya sería
bajo Carlos II que escogió para terminar la pintura al fresco de la Basílica al
italiano Luca Giordano o Luca Jordan, el cual pintó entre septiembre de 1692
y abril de 1693 la bóveda de la escalera principal del palacio con un fresco
titulado La Gloria de la Casa de Austria. En el templo pintó un total de ocho
bóvedas al fresco entre abril de 1693 y julio de 1694. La temática es la
siguiente:
• El misterio de la
Encarnación.
• Los israelitas
atravesando el desierto y el Mar Rojo.
• El triunfo de la
iglesia militante.
• El juicio final y la
resurrección de los muertos.
• La pureza de la Santísima
Virgen.
• La victoria de los
israelitas sobre los amalacitas.
• El juicio de San Jerónimo
y los doctores de la iglesia.
• La muerte y el entierro
de la Virgen.
Una de las joyas que encontramos en la Basílica es
un Cristo en la Cruz cincelado en mármol blanco obra de Benvenuto
Cellini y realizado en 1562. Fue donado al rey por el gran duque Francisco de
Toscana, y está considerado como una de las obras maestras del siglo XVI
florentino. Se da la circunstancia que este Cristo originalmente estaba
completamente desnudo, pero en la actualidad lo podemos contemplar con un
lienzo de pureza que tapa su desnudez.
Como ya hemos comentado la Basílica cuenta con dos
torres campanarios gemelos de 72 metros de altura cada uno, y sobre el crucero
se levanta una gran cúpula de 92 metros de altura que es el punto más alto de
todo el monasterio.
Sacristía La
sacristía está formada por dos salas, la antesacristía y la sacristía
propiamente dicha. La antesacristía se cubre con una bóveda decorada al estilo
pompeyano, obra de Nicolás Granello. Los suelos son de mármol. En uno de sus
muros encontramos una gran pila lavamanos con cinco grifos en forma de
cabecitas de ángeles. Es una sala rectangular de 30 x 8 metros. Se cubre con
una bóveda decorada con grutescos salidos de la mano de Nicolás Granello y
Fabricio Castello. Destaca una soberbia cajonería de maderas nobles (ácana,
caoba, ébano, cedro, terebinto, boj y nogal) que forma de base a una gran mesa
corrida que recorre todo lo largo de la sala. Destacan sus catorce ventanas que
le permiten una luminosidad sorprendente. El Retablo del Altar se cubre
con un lienzo bocaporte, obra maestra de Claudio Coello, que lleva por título
Carlos II adorando la Sagrada Forma. El pintor está retratado en el ángulo
inferior izquierdo de perfil, siendo el personaje que lleva patillas.
Panteón de Reyes, Panteón Real o Cripta Situado bajo el Altar Mayor, para llegar hasta el
mismo hay que bajar dos escaleras. La primera de ellas formada por 13 escalones
nos lleva a una puerta de bronce dorado a fuego con una inscripción que dice: A
Dios Omnipotente y Grande (D.O.M). Lugar sagrado dedicado por la piedad de los
Austrias a los despojos mortales de los Reyes Católicos, que aguardan el día
ansiado, bajo el Altar Mayor, del Restaurador de la Vida. Carlos V, el más
esclarecido de los Césares, deseó este lugar de reposo postrero para sí y para
los de su estirpe; Felipe II el más prudente de los Reyes, lo eligió; Felipe
III, príncipe hondamente piadoso, dio comienzo a las obras; Felipe IV, grande
por su clemencia, constancia y religiosidad, lo agrandó, hermoseó y terminó en
el año del Señor de 1654.
Bajando 34 escalones más llegamos a la cripta no sin
antes pasar por dos descansillos, en el primero encontramos dos puertas falsas,
mientras que en el segundo descanso las dos puertas se corresponden con los
pudrideros, uno de ellos el de reyes y el de enfrente el de los
infantes. La cripta es una habitación de traza poligonal de ocho lados, en
uno de cuyos lados figura un pequeño altar y en el de enfrente la entrada,
quedan por tanto seis lados libres donde se albergan los sarcófagos
distribuidos en diversas alturas con los restos de los reyes y reinas de
España. En total cuatro sarcófagos por lado que multiplicados por seis lados,
dan un resultado de 24 sarcófagos de mármol de reyes y reinas.
La disposición de los difuntos siguen un orden
concreto, así en el lado izquierdo figura el rey o la reina y en su misma
colocación pero en el lado derecho la reina o el rey consorte, pero a condición
que sea reina madre de un rey. Existe alguna excepción como la reina doña
Isabel de Borbón primera mujer de Felipe IV que sin ser madre de rey, fue
enterrada en el panteón de reyes por expreso deseo de su esposo el rey Felipe
IV. También está enterrada Victoria Eugenia de Battenberg esposa de Alfonso XIII que no fue madre de rey, aunque por deferencia hacia su nieto el rey Juan Carlos I está enterrada en el panteón. También lo serán los padres del rey Juan
Carlos que aunque no han reinado se considera que mantuvieron los derechos
sucesorios (en la actualidad se encuentran en el pudridero). Don Juan de Borbón y María de las Mercedes de Borbón y Orleáns.
También existen dos reyes de España que no
están enterrados aquí, uno es Felipe V, que está enterrado en La Granja de San Ildefonso, y el otro Fernando VI que lo está en el Monasterio de las Salesas
Reales de Madrid (Iglesia de Santa Bárbara). Además otros dos reyes no están
enterrados en este lugar, Amadeo I que lo está en Italia y José Bonaparte que lo está en Los Invalidados de Paris.
Felipe V de la Casa de Borbón no quiso ser enterrado
en el Panteón de los Austrias con los que había luchado por la Corona de España
y Fernando VI no tuvo hijos con su esposa Barbara de Braganza, por lo que al
morir ésta no pudo ser enterrada en el Panteón. Al morir el rey, quiso ser enterrado
junto con su esposa a la que amaba profundamente.
El Panteón de Reyes fue construido por Juan Gómez de
la Mora según planos de Juan Bautista Crescenzi. Las obras comenzaron en 1617
en tiempos del rey Felipe III aunque no llegaron a ser terminadas y acabaron
siendo abandonadas. En 1645 se hizo cargo de ellas fray Nicolás de Madrid que
las acabó en 1654 en tiempos del rey Felipe IV. Preside la estancia un pequeño
altar de mármol verde de Génova con un crucifijo de bronce dorado obra de
Domenico Guidi realizado entre 1657 y 1659. El frontal del altar es de bronce
dorado y ostenta un bajorrelieve del entierro de Cristo de gran calidad.
Al morir los reyes no pasan directamente a este lugar,
previamente y durante 50 años descansan en una sala cercana conocida como el
Pudridero. Pasado el tiempo los restos pasan al Panteón de Reyes donde son
enterrados en urnas todas iguales donde se esculpen sus nombres. Existe un
protocolo muy estricto, por el cual el difunto es entregado a los monjes del
monasterio y pasado el tiempo preceptivo pasan al Panteón Real. De todos estos
actos se levantan diversas actas notariales, con intervención de médicos,
patólogos, miembros de la familia real, monjes e incluso instituciones del
Estado. El acceso al pudridero está totalmente prohibida, incluso para los
monjes del monasterio, pudiendo entrar exclusivamente los debidamente
autorizados. Las urnas funerarias de mármol pardo reposan sobre cuatro
patas con forma de garras de león en bronce dorado. Sobre el frontal de los mismos
figura las inscripción del difunto en latín en una cartela dorada.
Además del Panteón Real, en 1862 por orden de la reina
Isabel II se construyó el Panteón de
Infantes para dar sepultura a los hijos de reyes que al no ser primogénitos
no podían ser sepultados en el Panteón Real y también a las esposas reales que
no habían tenido descendencia coronada. El proyecto fue llevado a cabo por José
Segundo de Lerma entre 1862 y 1888 sufriendo un largo periodo de interrupción,
por lo que el panteón fue acabado ya en el periodo del rey Alfonso XII. Está formado por nueve salas, cinco por debajo de la
sacristía, una por debajo de la celda prioral y las tres últimas por debajo de
las salas capitulares. Destacan las estatuas de los heraldos que dan entrada al
Panteón de infantes niños, excelentes obras del escultor Ponciano Ponzano
Gascón. Del total de 60 sepulturas de los que consta el panteón de infantes
sólo están ocupadas 36.
Destaca entre los allí enterrados y en un lugar de
honor (5ª cámara), el féretro de don Juan de Austria, hijo natural de Carlos I
y por lo tanto hermanastro de Felipe II. Se trata sin duda de una tumba de
extraordinaria importancia, no sólo por el personaje de que se trata sino por
la maestría de la talla. Realizado en mármol blanco de Carrara, en él vemos la
efigie de don Juan con la espada entre sus manos. La delicadeza de la talla y
los detalles son verdaderamente asombrosos. La obra está tallada por Giuseppe
Galleoti según modelo de Ponciano Ponzano.
Además del Panteón de Infantes, se construyó otra sala
conocida como Panteón de Párvulos o Infantes niños, en ella están
enterrados todos los niños muertos en edad infantil o antes de llegar a la
pubertad. Son un total de sesenta nichos y su principal característica es que
tiene forma de tarta, por aquello de darle un cierto aire infantil,
característica muy criticada. Hay que decir que la mitad de los sarcófagos de
esta curiosa tarta están vacíos y que está realizada en mármol de Carrara.
Patio de los Evangelistas Cuando hablamos del Patio de los
Evangelistas en realidad hablamos del claustro monacal del convento.
Realizado por Juan Bautista de Toledo en estilo renacentista, se compone de dos
pisos formados por arcos de medio punto, las del piso inferior sostenidas por
columnas dóricas mientras que las del piso superior son de orden jónico. Cada
lado tiene una longitud de 46 metros y dispone de un total de 88 vanos que
llenan los claros de los arcos. Por encima del cuerpo superior corre un
antepecho abalaustrado de piedra con adornos de bolas. En el centro del
patio se disponen cuatro estanques y en el centro de estos un templete
octogonal, obra de Juan de Herrera. Construido en piedra al exterior y mármoles
en el interior, ocho columnas dóricas sostienen un entablamento con un balcón
en su parte superior. Remata todo el conjunto una cúpula con linterna ciega. En
cuatro de los paños del templete, cuatro estatuas representando a los
Evangelistas en sendas hornacinas, y a sus pies los animales simbólicos que los
representan. Así encontramos a San Lucas, San Mateo, San Juan y San
Marcos, todos ellos con un libro abierto entre sus manos y realizados en
mármol. Los evangelistas son obra de Juan Bautista Monegro. De las cuatro
figuras de los evangelistas toma prestado el patio su nombre.
Sobre la parte occidental del Patio de los
Evangelistas encontramos una gran escalera, en ella podemos encontrar las
pinturas que Luca Giordano (Lucas Jordán) pintó en el siglo XVII en la bóveda
representando La Gloria de la Casa de Austria. Destaca porque en ella podemos
ver pintado un balcón donde se encuentran el rey Carlos II, a su
esposa María Ana de Neoburgo y a la madre de este Mariana de Habsburgo,
contemplando la escena en la que los reyes Carlos I y Felipe II en presencia de
San Lorenzo se encuentran ante la Santísima Trinidad. En otro lugar
aparecen sendas representaciones de la batalla de San Quintín, la fundación del
Monasterio del Escorial, Felipe II, Carlos I y alegorías de la iglesia en un
gran canto a la grandeza y piedad de la Casa de Austria. Los frescos fueron
encargados por el rey Carlos II un siglo después de ser construida la
escalera. Esta escalera construida por Juan Bautista Toledo consta de 52
peldaños y son de las conocidas como de tipo imperial, es decir la escalera
nace en un sólo tramos y en el descanso se divide en dos tramos a derecha e
izquierda. La escalera sirve de comunicación entre ambos pisos del claustro y
es conocida sencillamente como la escalera principal.
Sala de las batallas También
conocida como Sala de los Alabarderos. Se trata de una gran sala
alargada de 55 metros de largo, cubierta con bóveda de cañón. En las paredes de
la misma encontramos diversas escenas de batallas, así encontramos escenas de
la Batalla de San Quintín, de Higueruelas, la Batalla de Pavía, la Batalla de
Lepanto y la Expedición a las Islas
Terciarias o de las Azores, todas ellas ganadas por los españoles. Los
autores de las pinturas realizadas al fresco fueron Nicolás Granello, Fabrizio
Castello y Lazzaro Tavarone entre otros. Realizadas entre 1584 y 1589. La más
interesante de todas ellas sea tal vez la Batalla de Higueruelas, porque
representa fielmente los estandartes y la organización del ejército en la época
de la batalla y permite conocer de manera histórica los participantes en la
batalla, ocurrida el 1 de julio de 1431 entre las tropas castellanas del rey
Juan II y los musulmanes.
Las bóvedas del techo fueron pintadas al fresco según
la técnica del grutesco, con dibujos caligráficos, guirnaldas, amorcillos,
pájaros en vuelos y lunetos ornamentales, por los mismos autores. La sala
de planta rectangular, está iluminada por nueve vanos o
ventanas situados en el muro sur y que conforman un total de diez
espacios, en cada uno de los cuales se representa una batalla. El muro norte no
tiene ventanas y forma una ininterrumpida y larga sucesión de batallas,
formaciones militares y hechos históricos en los que han intervenido las armas
hispanas.
Real Biblioteca de El Escorial Se encuentra en una sala superior situada sobre la
entrada principal de la fachada de poniente. En la entrada hay una inscripción
que amenaza con pena de excomunión a todo aquel que saque algún libro u objeto
depositado en la sala. Destaca en el centro una esfera armilar de madera
fechada en 1536 y realizada en Florencia por Antonio Santucci. La esfera
armilar era utilizada antiguamente para determinar la posición de los astros en
el cielo. También cinco mesas cuadradas de mármol con cercos de bronce del
siglo XVII. Se cubre la estancia con bóveda de cañón y los suelos con mármoles
blancos y pardos. La estancia tiene unas medidas de 54 metros de largo x 9
metros de ancho y 10 metros de altura. La iluminación de la biblioteca se
realiza por una serie de vanos distribuidos en cinco ventanas y cinco balcones
que asoman al Patio de los Reyes y siete ventanas que recalan al exterior de la
explanada de la fachada de poniente.
En sus estanterías encontramos libros en latín,
hebreo, árabe, provenzal y otras lenguas, fechadas entre los siglos XIV y XV.
Miniaturas del siglo XIII y encuadernaciones del siglo XVI en oro y policromía,
así como incunables de un valor incalculable. Todos los libros depositados en
estanterías de madera con el lomo vuelto al revés según la creencia de la época
de que así los libros se conservaban en perfectas condiciones. Los fondos
documentales se resumen en cuarenta mil impresos, dos mil manuscritos árabes,
dos mil noventa en latín y lenguas vernáculas, setenta y dos en hebreo y
quinientos ochenta en griego.
La bóveda de la sala esta compartimentada en siete
espacios o tramos; cada uno de ellos representa a una de las siete artes
liberales: la Gramática, la Retórica y la Dialéctica que se corresponden con el
"Trivium" (tres caminos) y la Aritmética, la Música, la Geometría y
la Astrología que se corresponden con el "Quadrivium" (cuatro
caminos). Cada una de las artes está representada en forma de matrona o
alegoría a la que acompañan dos historias relacionadas con ella.
Las pinturas al fresco de las bóvedas del techo son de Peregrin de
Peregrini (Tibaldi) con la participación de Incola Granello, siendo realizadas
entre 1588 y 1592 según un programa iconográfico de fray José de Sigüenza. Los
testeros de la sala se decoran con frescos del mismo autor representando en uno
de ellos a la Filosofía (el saber adquirido) mientras que en el otro la
Teología (el saber revelado).
Sobre un zócalo de mármol se levantan las estanterías
de madera donde se encuentran los libros, fue diseñada por Juan de Herrera y
ejecutadas por Flecha, Gamboa y Serrano entre otros. Esta confeccionado en
maderas nobles como son el cedro, la caoba y el ébano.
La biblioteca nació en 1575 con una entrega inicial
por parte del rey Felipe II de 4000 volúmenes procedentes de su biblioteca
personal. Con el tiempo ésta fue aumentada con diversas compras y donaciones,
entre las que destacamos la realizada en 1576 por don Diego Hurtado de Mendoza,
a cambio de algunos favores. En el plano negativo hay que destacar el incendio
del monasterio ocurrido en 1671 que se llevó al mundo de las cenizas muchas de
las obras allí depositadas y el saqueo que hicieron los franceses durante la
Guerra de la Independencia. También tuvo entrada en 1612 con cerca de 4000
volúmenes que el capitán de las galeras españolas don Luis Fajardo arrebató a
Muley Zidan emperador de Marruecos, escritos en árabe, turco y persa. Muchos de
estos volúmenes sucumbieron al incendio de 1671.
Salas Capitulares En sus techos podemos observar pinturas de Urbino,
Granello y Castello. Son grandes salas donde se reunían los monjes en capitulo
para tratar los temas habituales de la orden. Se sitúan en el lado sur del
Patio de los Evangelistas. En el centro de la sala mayor encontramos un
gran atril adornado con un águila símbolo de San Juan. Es obra de Juan Simón de
Amberes y fue realizado en 1571.
Palacio de los Austrias Además de monasterio el edificio es residencia
palacial, aunque podríamos decir que comparado con el total de la superficie
del monasterio las zonas de palacio son ínfimas. Destaca el Palacio de los
Austrias, que ocupa un lugar de privilegio alrededor o junto a la Capilla Mayor
de la Iglesia, de hecho desde sus habitaciones pueden ser seguidos los actos
religiosos que se realizan en la iglesia. Concretamente esta zona palaciega ocupa
la parte de la cabecera de la iglesia, aquella que podríamos considerar como el
mango de la parrilla cuya forma adopta el monasterio.
Destaca por su extrema sencillez, lo pequeño y
sencillo de sus habitaciones y la total austeridad de los aposentos, muy en
consonancia con su creador, el rey Felipe II. Entre las estancias destacan las
conocidas como la habitación de la infanta Isabel Clara Eugenia, el Salón de
Trono y el dormitorio y despacho de Felipe II. A destacar que en su alcoba
encontramos la cama donde falleció el rey de un Imperio donde no se ponía nunca
el sol. Ocurrido un 13 de septiembre de 1598. En las habitaciones podemos
encontrar unos pocos muebles y algunos retratos, algunos de ellos son
originales del siglo XVI mientras que otros son representaciones modernas de
mobiliario de la época. Destacamos un lienzo salido de la mano de Juan Pantoja
de la Cruz y que representa al rey Felipe II ya muy viejo y próximo a su
muerte, datado en 1594. El pavimento de las habitaciones son de ladrillo, mientras
que las paredes están lucidas en blanco, a excepción de un zócalo de un metro
de altura con azulejos de Talavera.
Unos de los adornos y elementos originales a destacar
sin género de duda son las puertas de marquetería que el emperador
Maximiliano regaló a Felipe II y que se encuentran situadas en las habitaciones
de recepción de embajadores y paso de autoridades. Las habitaciones del
Palacio de los Austria giran alrededor de un pequeño patio conocido
como Patio de los Mascarones, porque en sus muros se encuentran una serie
de mascarones formando parte de las fuentes que bordean al mismo.
Palacio de los Borbones Con el advenimiento de la dinastía Borbón, Felipe V y Fernando VI, reyes de gusto afrancesado no tuvieron excesivo interés por el monasterio que quedaba muy austero para su tren de vida, llena de lujo, fastuosidad y fiestas; es por ello que estos reyes prefirieron el Palacio de Aranjuez, La Granja y El Pardo para sus jornadas de descanso y reposo.
Con Carlos III y Carlos IV, la vida del monasterio
tuvo un pequeño renacimiento pero por causas distintas a las que pudiéramos
imaginar. Su emplazamiento favorecía el ejercicio de la caza y los paseos
campestres, por lo que modificaron el primer piso del ala norte para dotar a
estas estancias de todas las comodidades dignas de los reyes. Así adornaron las
habitaciones con muebles, relojes, lámparas de arañas y sobre todo con
tapices realizados por la Real Fábrica de Santa Bárbara y otros traídos de
Flandes, Francia e Italia. Los autores de los tapices españoles brillan con luz
propia, Goya y Bayeu, además de Castillo, Teniers y Wouerman. Al Palacio
de los Borbones se accede por una monumental escalera construida en tiempos de
Carlos IV por Juan de Villanueva.
Museo de Arquitectura y Pintura Uno de los elementos sobresalientes del Monasterio es
su Pinacoteca de Pintura, en sus salas se exponen cuadros de los más
prestigiosos pintores de los siglos XV, XVI y XVII, así encontramos cuadros de
El Bosco, Durero, Coxcie, Tiziano, Bassano, Lucas Jordán, Tintoretto, Valdés
Leal, Velázquez, Rubens y El Greco. De éste último conviene citar el único
cuadro existente en el Monasterio y es el que lleva por título San Mauricio y
la Legión Tebana, cuadro que no gustó a Felipe II y fue arrinconado a una
sacristía hasta que nuevos tiempos han devuelto a un lugar de honor. Además de
la Pinacoteca de Pintura, encontramos el llamado Museo de Arquitectura donde se
recogen toda una serie de utensilios e instrumentos utilizados en la
época para la construcción del monasterio.
Panteón de Reyes (enterramientos reales)
- Carlos I e Isabel de Portugal.
- Felipe II y Ana de Austria (Cuarta
mujer).
- Felipe III y Margarita de Austria.
- Felipe IV e Isabel de Borbón
(Primera mujer) y Mariana de Austria (Segunda mujer).
- Carlos II
- María Luisa de Saboya (Primera
,mujer de Felipe V).
- Luis I.
- Carlos III y María Amalia de Sajonia.
- Carlos IV y María Luisa de Parma.
- Fernando VII y María Cristina de Borbón (Cuarta mujer).
- Francisco de Asís e Isabel II.
- Alfonso XII y María Cristina de
Habsburgo (Segunda mujer).
- Alfonso XIII y Victoria Eugenia de
Battemberg.
Absolutamente hermoso
ResponderEliminar