Carlos IV, rey de España desde 1788 a 1808
Pasó su infancia y juventud en Italia, puesto que había nacido en Portici, localidad cercana a Nápoles el 11 de noviembre de 1748, era hijo de Carlos III y María Amalia de Sajonia, fue bautizado como Carlos Antonio Pascual Francisco Javier Juan Nepomuceno José Januario Serafín Diego. En 1759, tras la muerte sin descendencia de su tío Fernando VI, su padre pasó a ocupar el trono de España, convirtiéndose en heredero y siendo jurado Príncipe de Asturias el 19 de junio de 1760. Los esfuerzos del conde de Floridablanca, ministro de Carlos III, por interesarle en los temas de gobierno, fueron infructuosos. Desdevises du Dezert lo describió así: “Era de elevada estatura y de aspecto atlético; pero su frente hundida, sus ojos apagados y su boca entreabierta señalaban a su fisonomía con un sello inolvidable de bondad y debilidad”.
En 1765 casó con María Luisa de Parma, intrigante e indiscreta y que dominó por completo a Carlos, manteniéndole apartado de la política, mientras ella asumía los asuntos de estado, como caprichosa que era, pronto delegó las tareas de gobierno. Pronto la reina encumbró a su favorito y amante, Manuel Godoy, con quien ya mantenía una relación amorosa desde antes de la muerte de Carlos III, este intentó evitar los escándalos de su nuera pero, una vez reina, María Luisa uso de toda su influencia para hacer de Godoy el hombre más poderoso de la corte. Parece indudable que algunos de los catorce hijos que tuvo la reina, lo eran también de Godoy. De ellos sólo llegaron a adultos seis, entre ellos el Príncipe de Asturias, Fernando, y el infante Carlos María Isidro.
Carlos sucedió a su padre el 14 de diciembre de 1788, con cuarenta años de edad, este antes de morir le pidió que mantuviera a Floridablanca al frente de la Secretaría de Despacho, aunque la reina le hizo saber que quién reinaba era ella. Con el estallido de la Revolución Francesa en 1789, Floridablanca intentó cerrar España a cualquier infiltración del pensamiento revolucionario, mientras que el conde de Campomanes intentaba en las Cortes de ese mismo año, algunas reformas de carácter progresista. Floridablanca reforzó las medidas antifrancesas y en enero de 1791 presentó una Memoria al papa Pío VI que era una ardiente invitación a la cruzada contrarrevolucionaria. Según Godoy, Floridablanca era aborrecido en la corte por su acumulación de funciones; en febrero de 1792 Carlos IV lo destituyó, y nombró en su lugar al conde de Aranda, con la misión de preparar una transición hacia el gobierno de Manuel Godoy. Floridablanca fue procesado y encarcelado, al parecer por instigación de la reina María Luisa, quien amenazó a su marido con marcharse a Parma, así en noviembre de 1792 Aranda fue depuesto y sustituido por Manuel Godoy, a quien Carlos IV otorgó la orden del Toisón de Oro y el título de duque de Alcudia.
El ascenso de Godoy había sido sorprendente. La primera relación con los Godoy de María Luisa de Parma fue siendo aún princesa de Asturias, el hermano de Manuel, Luis, servía como guardia de corps de Carlos IV. La reina se prendó de Luis. Carlos III tratando de evitar el escándalo, envió a Luis Godoy fuera de la corte. Durante su ausencia, Manuel aprovechó para ocupar el lugar de su hermano en la cama de la reina. Tras la muerte de Carlos III el idilio de la reina fue de dominio público. Godoy pronto demostró su incapacidad en los asuntos de Estado. Carlos IV estaba muy preocupado por la suerte de su pariente, Luis XVI no deseando comprometer más la suerte del monarca francés. Así las cosas las relaciones con la Asamblea Nacional francesa fueron ambiguas. La Convención amenazó con la ruptura de las relaciones diplomáticas si Carlos IV no reconocía el régimen revolucionario. Aranda se decantó por una política de neutralidad. Una vez llegado Godoy al poder, trató de evitar la ejecución del rey francés, cuando finalmente se produjo el magnicidio, Godoy declaró la guerra a Francia, en enero de 1793, la declaración de guerra suponía la violación de las alianzas tradicionales españolas y el fin de la neutralidad.
Godoy dispuso tres ejércitos, uno en Guipúzcoa y Navarra al mando de Ventura Cano, otro en Aragón con el príncipe de Castelfranco a la cabeza y el tercero en Cataluña al mando del general Ricardos. Ventura Cano y Castelfranco fueron derrotados, obligando a la firma de la Paz de Basilea el 22 de julio de 1795. Carlos IV nombró a Godoy "Príncipe de la Paz". Esta paz con Francia dio lugar a la guerra con Inglaterra, el 19 de agosto de 1796 Godoy selló el Tratado de San Ildefonso con El Directorio, que preveía la alianza militar francoespañola. La armada española sufrió un importante revés en el cabo de San Vicente, los ingleses se hicieron con la Isla Trinidad y sometieron a Cádiz a un duro asedio, además de conquistar Menorca. Esta situación produjo una nueva crisis de gobierno y Godoy fue depuesto, siendo sustituido por Francisco Saavedra, a continuación le siguieron Mariano Luis de Urquijo, en 1799, y Pedro Ceballos en 1800.
En octubre, siendo Napoleón Bonaparte primer cónsul, Carlos IV selló la paz de Luneville, entregando la Luisiana a Francia, a cambio se creaba el reino de Etruria para el yerno del monarca español. España se vio implicada en la Guerra de las Naranjas de 1801, tropas españolas y francesas mandadas por Godoy invadieron Portugal. La guerra trajo consigo desastrosas consecuencias económicas y graves crisis internas, como la rebelión de Valencia de 1801. En marzo de 1802 la paz de Amiens, firmada entre España, Francia, Inglaterra y Holanda, nos devolvió Menorca, España adquirió asimismo la plaza de Olivenza, en la frontera con Portugal, a cambio de lo cual Carlos IV reconoció el dominio francés sobre Trinidad. La paz no fue duradera y en mayo de 1803 Francia entraba de nuevo en guerra con Inglaterra. La destrucción de tres fragatas españolas por los ingleses obligó a Carlos IV a declarar la guerra a Inglaterra en diciembre de 1804, la armada española sufrió las derrotas de Finisterre y Trafalgar.
El 1 de noviembre de 1806, Napoleón decretó el bloqueo continental contra Inglaterra, exigiendo a Carlos IV el envío de un ejército auxiliar para sus campañas en Alemania, aunque poco después, en julio de 1807, firmaba la paz de Tilsit con Alejandro I de Rusia, en la que se reconocía a José Bonaparte como rey de las Dos Sicilias, violando impunemente el derecho dinástico de los Borbones españoles. A pesar de todo, Godoy y Carlos IV no protestaron. Carlos IV y Godoy aceptaron, en el acuerdo de Fontainebleau de octubre de 1807, prestar su apoyo a los proyectos napoleónicos. Este acuerdo incluía la división del reino de Portugal en tres partes, una de las cuales sería entregada a Godoy como príncipe de los Algarbes. Carlos IV sería reconocido como emperador de América. Una de las cláusulas del acuerdo determinaba que las tropas francesas encontrarían franco el paso por territorio español en su camino hacia Portugal.
Una carta anónima descubrió la conspiración que Fernando tramaba contra Carlos IV, a pesar de todo salió indemne al parecer gracias a la mediación de su madre y a la famosa carta que escribió a su padre y que comienza con las palabras: “Señor: Papá mío: He delinquido, he faltado a V.M. como rey y como padre..”. El odio popular hacia la reina y Godoy y la escasa popularidad de Carlos IV trajeron como consecuencia apoyo general hacia el Príncipe de Asturias, mientras continuaba el avance de las tropas napoleónicas. La presencia de un ejército extranjero hacía crecer el desasosiego popular. Carlos IV deseaba huir de España, sin embargo, el 16 de marzo de 1808 emitió una proclama en la que tranquilizaba a sus súbditos acerca de las intenciones de Napoleón. La toma de Pamplona y Barcelona, y el rápido avance de las tropas francesas hacia Madrid, desmintieron al rey.
En Aranjuez, donde se encontraba la corte, los preparativos de la huida de la familia real y la hostilidad popular hacia Godoy propiciaron el motín del 17 y 18 de marzo de 1808. La muchedumbre invadió la casa de Godoy, que se salvó por esconderse dentro de una estera. Carlos IV, que le creía huido, lo destituyó el día 18. Cuando Godoy se atrevió a salir de su escondite, se produjo una nueva algarada salvando la vida gracias a la intervención de la guardia real y del príncipe Fernando.
El 19 de marzo de 1808, Carlos IV, abdicó en su hijo, al conocerse la noticia se produjo un nuevo motín en Aranjuez, que se extendió rápidamente por España como una explosión de alegría por la caída de la monarquía de Carlos IV y de Godoy. Tres días después, Carlos IV invalidó su renuncia mientras pedía apoyo a Napoleón en estos términos: “Señor mi hermano: V.M. sabrá, sin duda con pena, los sucesos de Aranjuez y sus resultas; y no verá con indiferencia a un rey que, forzado a renunciar a la corona, acude a ponerse en los brazos de un grande monarca aliado suyo, subordinándose totalmente a la disposición del único que puede darle su felicidad, la de toda su familia y la de sus fieles vasallos. Yo no he renunciado en favor de mi hijo sino por la fuerza de las circunstancias, cuando el estruendo de las armas y los clamores de una guardia sublevada me hacían conocer bastante la necesidad de escoger la vida o la muerte, pues esta última se hubiera seguido después de la de la reina. Yo fui forzado a renunciar; pero asegurado ahora con plena confianza en la magnanimidad y el genio del grande hombre que siempre ha mostrado ser amigo mío, yo he tomado la resolución de conformarme con todo lo que este mismo grande hombre quiera disponer de nosotros y de mi suerte, la de la reina y la del Príncipe de la Paz". Napoleón se desentendió jugando con la torpeza de la familia real española, ofreciéndose a arbitrar en el conflicto. Organizó una entrevista personal con Fernando en Bayona, el 20 de abril de 1808. Unos días después llegaban, por separado, Carlos IV, María Luisa y Godoy, liberado éste por orden expresa de Napoleón. El resto de la familia real debía llegar en mayo. Pero el pueblo de Madrid, temiendo la marcha definitiva de los reyes y el regreso al poder de Godoy de la mano de los franceses, inició un movimiento insurreccional que inauguró la Guerra de la Independencia el 2 de mayo de 1808.
Con estallido de la rebelión, Napoleón exigió la renuncia a la corona de España, del príncipe Fernando y de Carlos IV. Ambos haciendo gala de mezquindad y servilismo, renunciaron a la corona con dos condiciones: que respetase la integridad territorial de España y el imperio del catolicismo. Napoleón entregó el trono español a su hermano, José Bonaparte, ahora José I. Mientras tanto la insurrección contra la ocupación francesa se extendía a toda España con inusitada fuerza y el gobierno efectivo quedaba en manos de una Junta Central.
Carlos IV ya no regresaría a España, Fernando era reconocido por Napoleón como rey de España en 1813 y aclamado por el pueblo al grito de “¡Vivan las cadenas!”, el viejo rey se desentendió de los acontecimientos, como había hecho el resto de su vida. Napoleón dispuso el traslado de Carlos al palacio de Compiègne, a 80 km al norte de París. Al poco tiempo, el rey solicita poder establecerse en Niza, el emperador acepta el traslado, aclarando que el mismo se produce "por propia cuenta del rey", incumpliendo las promesas de compensaciones económicas hechas al monarca. No encontraron los reyes españoles acomodo en Niza, y agobiados por las deudas, se establecen en Marsella. Pero no pasará mucho tiempo hasta que Napoleón mande a Carlos, su esposa y su corte, al palacio Borghese de Roma, en donde se instalarán en el verano de 1812.
Al caer Napoleón en 1814, Carlos y María Luisa se trasladan al palacio Barberini, también en Roma, donde permanecerán viviendo de la pensión que les enviaba Fernando, quien ya repuesto en el trono de España, negó a sus padres el retorno. Carlos viajó a Nápoles para visitar a su hermano Fernando I de las Dos Sicilias, dejando en Roma a su esposa postrada en la cama con las dos piernas rotas y un estado de salud extremadamente deteriorado. Tras haber recibido la extremaunción el 1 de enero de 1819, muere al día siguiente María Luisa de Borbón-Parma. Cuando Carlos, informado del fallecimiento de su esposa, se disponía a volver a Roma el 13 de enero, se vio acometido por un ataque de gota con fiebre del que no se recuperaría, muriendo el 19 de enero de 1819.
Ramón Martín
En Cd. de México se conserva una estatua ecuestre de Carlos IV en la plaza Tolsá. En una placa se deja aclarado que se conserva por su calidad artística y no por el personaje que representa.
ResponderEliminarCorrecto. Es una forma de reconocer la política nefasta que desarrolló este gobernante, que perjudicó a todos los españoles.
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