Mariana de Neoburgo, segunda esposa de Carlos II
La futura reina Mariana de España nació el 28 de octubre de 1667 en el Palacio de Benrath de Düsseldorf, que en aquella época pertenecía al Condado Palatino del Rin, siendo la duodécima hija de Felipe Guillermo del Palatinado, Duque de Neoburgo, y de Isabel Amalia de Hesse-Darmstadt. Como era habitual en la época, la joven Mariana, al igual que sus hermanas María Sofía, Dorotea Sofía y Eduvigis fue criada por su nodriza, Frau von Klau. Pronto Mariana comenzó a destacar por su belleza, habida cuenta su notable altura, su esbelta figura y, especialmente, su característico cabello, intensamente pelirrojo.
Mientras Mariana se convertía en una joven de radiante atractivo, en la corte española se vivían momentos adversos. La reina María, Reina de España desde 1679, fallecía en 1689 a causa de una apendicitis aguda tratada de forma negligente. Pese a que el matrimonio con Carlos II no había sido un camino de rosas, la presión sobre la pareja para que tuviera descendencia había sido extrema, la Reina falleció rendidamente enamorada de su marido, un sentimiento recíproco por parte de su esposo, quien quedó desolado tras enviudar.
Los consejeros de Palacio se pusieron en marcha urgentemente a buscar una nueva Soberana que pudiera dar al reino el tan ansiado Príncipe heredero. Es en ese momento cuando el nombre de Mariana de Neoburgo salió a relucir. Mariana no era la única candidata, sino una más entre aproximadamente una decena de pretendientes. El hecho de que la madre de Mariana hubiera tenido veintitrés hijos parecía ser signo inequívoco de la capacidad para fecundar de la joven germana. Finalmente este argumento fue el que decidió la elección de la nueva Reina, pese a que Carlos II hubiera preferido a Ana María Luisa de Médici.
El matrimonio por poderes del Rey de España con Mariana de Neoburgo se celebró el 28 de agosto de 1689 en la ciudad de Ingolstadt, escoltada por el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Leopoldo I. Al año siguiente la ya Soberana española se trasladará a su nuevo país y conocerá en persona a su esposo. La boda religiosa se celebrar el 14 de mayo de 1690 en el convento de San Diego de Valladolid.
Mariana se encontró con un rey, conocido popularmente como “el Hechizado”, con todo tipo de problemas físicos e intelectuales y con una ostentosa incapacidad de gobernar. Tanto es así que la nueva Soberana, diligente y ambiciosa, decidió tomar las riendas políticas de España. La reina conocerá a uno de los consejeros de su marido, Juan Tomás Enríquez de Cabrera, Duque de Melgar, con quien comenzaría una relación extramarital.
Entretanto la corte, una vez más, apremiaba a los Reyes para que engendraran a un sucesor en el trono. Algunas voces apuntaban a la posible infertilidad de la Reina, incapaces de asumir que era el Rey el origen de la esterilidad de la pareja. La Reina llegó a fingir once embarazos. Asimismo fue la protagonista de un extraño episodio en la biografía de Carlos II, el exorcismo al que fue sometido para liberarlo de una supuesta maldición que le impedía ser padre. En la calle se murmuraba que la Reina además de mujer era “demonio”. En cualquiera de los casos estos tratamientos no solo no solucionaron la infertilidad del Soberano, sino que menoscabaron su salud hasta el punto de conducirle a sus últimos estertores.
El 1 de noviembre de 1700 el rey Carlos II, a los 38 años, fallecía en Madrid sin descendencia. Su sucesión, por tanto, la cuestión más capital en España no se había resuelto. La dinastía de los Austria llegaba a su fin en España, siendo sustituida por la Casa de Borbón, cuyo primer Soberano sería Felipe V. Éste aceptó que la reina Mariana, viuda del Rey, tuviera una pensión vitalicia, tal y como estipulaba el testamento de Carlos II, pero quiso que desapareciera de la corte. Así, sintiéndose humillada por el nuevo Monarca, la reina Mariana se trasladó a vivir al Alcázar de Toledo, donde fue profundamente infeliz, quejándose siempre de la escasa cuantía de su dotación, de su incapacidad de costearse el servicio y atemorizada por posibles complots en contra de ella.
En 1706, tras la invasión de Toledo por el sobrino de la Reina viuda, Carlos de Austria (1685-1740), el rey Felipe V, decidió mandarla a Francia. La antigua Reina de España, denostada por la nueva corte y olvidada por el pueblo español, se instaló en Bayona. Allí sería donde la reina Mariana conocería el amor, en la persona del miembro de su séquito Jean de Larrétéguy con el que, si bien en el más estricto de los secretos, finalmente sí tendría descendencia.
Pasarían más de treinta años hasta que la reina Mariana volviera a España. Sería tras el matrimonio en segundas nupcias del rey Felipe V con Isabel de Farnesio, sobrina de Mariana y favorable al regreso de la antigua Soberana. La reina Mariana, muy mayor y enferma, se instaló en el Palacio del Infantado de Guadalajara donde apenas residiría un año, tras el cual fallecería. Los restos mortales de la reina Mariana de España descansan en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
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