Guerras de España en Marruecos
Las guerras contra los musulmanes
comienzan el 19 de julio del año 711, cuando las tropas mandadas por Táriq,
liberto de Muza, derrotaron, a orillas del río Guadalete, al ejército visigodo
del rey don Rodrigo. Serían siete siglos largos de continuas peleas en
territorio peninsular, hasta su partida hacia el norte de África, a raíz de la
conquista de Granada, el 2 de enero de 1492.
Pero
en este artículo me voy a centrar únicamente, en las que tuvieron lugar en el
norte de África. Para ello nos vamos a remontar al 30 de mayo del año 1252,
cuando el rey Fernando III de Castilla, muere de hidropesía en el Alcázar
sevillano, y aunque no llegó a poner un pie en territorio africano, lo cierto
es que estaba preparando a su ejército para emprender una expedición contra los
sultanes merinidas de Marruecos.
Ocho
años después, su hijo Alfonso X al frente de la flota castellana se
enfrentó en septiembre de 1260 con los musulmanes del puerto norteafricano de
Salé. La ciudad fue ocupada y saqueada durante dos semanas, retirándose los
castellanos incendiándola.
El
17 de septiembre de 1497, cinco años después de haberse tomado Granada -último
reino musulmán en la Península, don Juan Alonso Pérez de Guzmán, duque de
Medina Sidonia, conquista Melilla. Pero en el reino cristiano, en 1501, debido
a la insurrección de los moros que habían quedado en la sierra de Granada,
renació la obsesión de la amenaza musulmana, y la reina Isabel la Católica, a la hora de redactar su testamento
el 3 de septiembre de 1504 en Medina del Campo, ordenaba a sus sucesores: «que
no cesen de la conquista de África e de pugnar por la fe contra los infieles».
A consecuencia de lo cual, en 1505 el arzobispo Jiménez de Cisneros, encomendó
al alcaide de los Donceles, Diego Fernández de Córdoba, la conquista de
Mazalquivir, una plaza situada en el reino de Tremecén cerca de Orán, que era
la base de los piratas berberiscos.
En
1506, Gonzalo Mariño de Ribera, alcalde de Melilla, se apoderó de Cazaza, y dos
años más tarde Pedro Navarro, conquista el peñón de Vélez de la Gomera. Animados
por estos éxitos, en 1509, los ejércitos españoles emprenden —bajo bula de
cruzada—, la que sería la primera gran campaña en África que, bajo el mando de
Pedro Navarro conquistarán Orán, Bugía, el peñón de Argel y Trípoli. Al año
siguiente, un ejército expedicionario al mando del primogénito de la casa de Alba
sufrirá en la isla de los Gelves el conocido como «desastre de los Gelves»,
que será el primero de los serios reveses que sufrirán nuestros ejércitos en
territorio africano, y que trajo como consecuencia que, el rey Fernando el Católico dejara de prestar apoyo a Cisneros y
su empresa africana. A pesar de lo cual, en 1516, Cisneros sufrirá otro sonado
fracaso en su intento de conquistar Argel.
Por
su parte, Carlos I, dejó de lado los intereses africanos
ya que estaba más preocupado por los europeos de la casa de Austria. Pero,
cuando, el pirata Barbarroja —al servicio de los turcos—, nos arrebata el peñón
de Vélez de la Gomera, en 1535, organizó una gran armada para prestar socorro,
y restituir en el trono, a su vasallo Muley Hassan, rey de Túnez, que había
sido derrocado por dicho pirata.
Seis
años después, en 1541, volvemos a sufrir un nuevo fracaso de una expedición
encaminada a acabar con las bases de la piratería turcoberberísca; lo que
alentó a Hassan Pacha, hijo de Barbarroja a recuperar Tremecén, Mostaganem,
Trípoli y Bugía.
Pasaron
33 años y perdimos las plazas de Túnez y la Goleta.
En
1610 reinando Felipe III, el sultán Muley Xeij nos cedió la
ciudad de Larache.
En 1668
Tras la Paz de Portugal, Ceuta quedará definitivamente en poder de España y
cinco años después los ejércitos españoles se apoderan de los peñones de
Alhucemas.
En
1708 se perdieron, ante los turcos, Orán y Mazalquivir, que serían recuperadas
en 1732. Plazas que, en 1791 Carlos IV cedió a la regencia de Argel. Situación
que aprovechó Francia para hacerse con el control de ambas plazas.
En
1848 se ocuparon los islotes de Chafarinas, al tiempo que, los marroquíes
hostigaban a Ceuta y Melilla. Este hostigamiento siguió hasta 1859, cuando los
graves incidentes que se produjeron en Ceuta constituyeron la excusa necesaria
al general O'Donnell, para emprender la primera y más
seria guerra de África. Da comienzo la Guerra de Tetuán (1859-1860), poco después tendrán lugar dos
hechos históricos para el Ejército Español: La Batalla de Wad-Ras y La Batalla de Castillejos.
El 27 de octubre de 1893,
el general Juan García Margallo es abatido en el fuerte de Cabrerizas Altas.
Esto exacerbó los ánimos en la Península, por lo que, el ministro de la Guerra,
el general López Domínguez, ordenó movilizar a 112.000 hombres, de los que
23.000 fueron enviados a Melilla. La campaña, poco cruenta y aparentemente
victoriosa, tuvo, en realidad, repercusiones negativas para España, ya que, desde
1893 hasta 1909, se suceden los enfrentamientos. Precisamente, el 5 de julio de
1909, en el zoco de Mazuza, una junta de tribus hostiles planteo la ruptura con
los españoles y con las cabilas que les apoyaban. El 9 de julio, los rifeños,
atacaron las obras del ferrocarril a seis kilómetros de Melilla, por lo que el general Marina ocupó las alturas de Sidi Ahmed
el-Hach, Sidi Musa y segunda Caseta, en las laderas del Gurugú y en el Atalayón
en la Mar Chica. Daba comienzo la Campaña de Melilla de 1909, y con ello la larga guerra del Rif.
Un hecho desastroso para nuestras fuerzas, y que luego dará lugar a una
reacción popular contraría a lo que estaba aconteciendo en África fue el muy
conocido Desastre del Barranco de El
Lobo.
En
el enlace referido a la Campaña de Melilla de 1909, hemos podido seguir
los acontecimientos que tuvieron lugar, hasta que, el 23 de julio de 1910, El
Mokri y García Prieto firmaron en Madrid un nuevo
acuerdo. El triste balance para los españoles en el aspecto de las bajas sufridas
considerando el periodo desde el 18 de julio de 1909, hasta el 12 de
septiembre, y la acción del 30 de octubre, ascendieron a 2.235, de las que 358
fueron muertos. Al alto mando de nuestro ejército le llovieron las críticas por
haber utilizado a las tropas peninsulares nada más llegar a Melilla. Hubo
elemento de esas fuerzas que no habían utilizado ni una sola vez un fusil. Los
ataques se dirigieron principalmente al general Marina.
La guerra de 1909 y la
ampliación del campo exterior de Melilla, para lo cual se establecieron nuevas
posiciones defensivas, al tiempo que se fortificaban las ya existentes, no
liberó a la plaza de la amenaza de algunas cabilas hostiles cuya pacificación
había sido algo puramente formal. Comenzará entonces la Campaña del río Kert.
A
comienzos de 1912, Fernández Silvestre fue ascendido a coronel, con lo que
las fuerzas a su mando aumentaron. No tardaron en aparecer las desavenencias
con el Raisuni. El 17 de agosto de 1912, las tropas
que se encontraban acampadas en Aox, se trasladaron al interior de Arcila, lo
que supuso el enfado del jerife. La cabila de Ahl Sherif pidió protección
contra las exacciones efectuadas por el Raisuni, razón por la cual, Silvestre
le solicitó que disolviera la mehala que oprimía a los cabileños. El Raisuni
respondió con evasivas, por lo que, el 30 de agosto fuerzas españolas
dispersaron en Ulad Bu Masia a los hombres de la mehala. En enero de 1913
Silvestre liberó a los prisioneros marroquíes encarcelados por el Raisuni. El
gobierno español intentó apaciguar las pésimas relaciones entre el Raisuni y
Fernández Silvestre, pero todo fue inútil, el Raisuni se trasladó a Tánger, y
en mayo de 1913 a Zinat, su casa natal, para ponerse al frente de la
insurrección contra los españoles.
Al
aumentar la inseguridad, el grupo de Regulares de Melilla, mandado por el
teniente coronel Dámaso Berenguer, es trasladado en junio a la zona occidental
del Protectorado, recrudeciéndose los combates. El día 18, el coronel Silvestre
se puso al frente de dos columnas para llevar a cabo una operación de
represalia. Poco a poco se fueron generalizando los combates, y las
operaciones, por parte española, de acciones de demostración y castigo.
El 15
de agosto de 1913 el general Felipe Alfau Mendoza, dimitió de su cargo de alto
comisario, o posiblemente fue obligado a dimitir por las discrepancias surgidas
con el Gobierno de Álvaro de Figueroa y Torres,
Iº conde de Romanones, siendo substituido por el teniente
general José Marina, que se vio en la obligación de atender a dos frentes: el
primero en las inmediaciones de Ceuta; y el segundo en la zona de Tetuán. El
año 1913 se cerraría en dichas zonas, con el establecimiento de una línea
defensiva que asegurara la comunicación: Ceuta-El Rincón, El Rincón-Tetuán y
Tetuán-Río Martín. Por otra parte, en la zona de Larache, Fernández Silvestre,
había conseguido aislar con una línea de posiciones, el territorio que aun
continuaba insumiso. Las tropas españolas se hallaban muy cerca de Zinat, donde
se encontraba el Raisuni con el grueso de sus fuerzas.
El
inicio el 28 de julio de 1914, de la Gran Guerra Europea, supuso una
ralentización de las operaciones, ya que España se mantenía neutral, y no era
conveniente entrar en las intrigas de los agentes de las potencias implicadas
en dicho conflicto. En cuanto al bando enemigo, las cosas no marchaban
demasiado bien para el Raisuni, al que se acusaba de estar vendido a los
españoles. En abril de 1915 las cabilas de Anyera, Beni Ider, Haus y Wad Ras,
se enfrentaron en combate, con la jarca de El Raisuni, saliendo éste mal
parado. Mientras tanto Fernández Silvestre, al que se mantenía alejado de las
conversaciones de paz con el jerife, continuaba su incansable acoso a las
fuerzas rebeldes. El 8 de mayo fue asesinado Ali Akalai, enviado de El Raisuni,
con la participación de oficiales españoles. El alto comisario dimitió y
Fernández Silvestre fue nombrado ayudante del rey, siendo alejado de Marruecos.
El 25 de diciembre de 1912 es nombrado comandante general de Melilla el general Francisco Gómez-Jordana, decidido a no emprender empresas bélicas, debido a la escasez de medios. Comienza entonces una estrecha colaboración con el Raisuni, que permite la repatriación de 20.000 hombres. A lo largo de 1917 y 1918 las relaciones vuelven a sufrir un descalabro progresivo, pues Dámaso Berenguer, nuevo alto comisario, consideraba una necesidad prescindir de El Raisuni, por lo que asumió la táctica de someter pacíficamente a cabilas que estaban en situación dudosa. Algo que no fue bien visto por el Raisuni, que se proclamó, de nuevo, sultán de Yebala y líder de la guerra santa contra los españoles. En marzo de 1919 tropas españolas ocuparon posiciones en territorio de Anyera.
En enero de 1920 el general Manuel Fernández Silvestre se hizo cargo de la Comandancia General de Melilla, hasta entonces titular de la Comandancia General de Larache. A su llegada tuvo conocimiento de unos informes favorables para emprender un avance hacia Tafersit, primera etapa para conseguir el ansiado objetivo que le llevara a la conquista de la bahía de Alhucemas. Tras conferenciar con Berenguer en febrero, el 15 de mayo dieron comienzo las operaciones, con la ocupación de Dar Drius. Operaciones que se extendieron hasta el 12 de agosto, siendo ocupadas diversas posiciones. El general Fernández Silvestre quiso aprovechar las favorables circunstancias para someter Beni Said; pero el alto comisario Berenguer, desde Tetuán, no compartía las prisas de Silvestre, el cual insistió y Berenguer autorizó la reanudación de las operaciones.
Por muchas vueltas que
le doy, no soy capaz de asegurar algo que aparecería el 18 de abril de 1922 en
el informe entregado por el
general Picasso.
En el Xavier Casals destaca el trato íntimo existente entre el rey y el general
Fernández Silvestre el cual contaba con el apoyo del soberano para sus planes
en la bahía de Alhucemas, que terminarían con la catástrofe de Annual y Monte
Arruit. El general Silvestre era un hombre popular y “campechano” como
el mismo rey, que permitía a la tropa que le tutease. Los oficiales, más próximos
a él, eran conocidos como “los manolos”. En julio de 1921, Alfonso XIII envió un telegrama a Silvestre
incitándole a llegar hasta Alhucemas, del cual no se ha encontrado el original:
«Olé, los hombres, el 25 (25 de julio Santiago Apóstol, patrón de
España) te espero”, aunque según otros historiadores, como Luis
Carlos Rejón, habría dicho: “Ole tus cojones”
A partir del 5 de
diciembre de 1920, las tropas españolas fueron ocupando diversas posiciones.
Los éxitos obtenidos por Silvestre animaban a pensar en la posibilidad del
desmoronamiento de la resistencia en el Rif. En marzo de 1921 Fernández
Silvestre, envió, a petición del alto Comisario, un informe que contenía un
plan político-militar a desarrollar en Alhucemas, apoyándose en el informe
anterior de Morales (responsable de la Oficina Indígena), aunque bastante más
optimista. Según el general Fernández Silvestre era preciso avanzar hacia el
rio Nekor, y a través del territorio de Beni Urriaguel, plantear una acción
hacia Alhucemas. El 30 de marzo el alto comisario y el comandante general de
Melilla, mantuvieron una breve entrevista a bordo del Giralda en aguas
de la bahía de Alhucemas, donde Silvestre informó a Berenguer de la buena
disposición de algunas cabilas. La situación permanecía tan tranquila que
Silvestre abandonó Melilla, para disfrutar unas vacaciones en la Península.
A su
regreso, el comandante general envió a Berenguer una carta en la que le
informaba de ciertos movimientos hostiles por parte de los Temsaman, que se
habían aliado con los Beni Urriaguel, en contra de las cabilas adeptas a los
españoles. Pero, cuando la carta llegó a manos del alto comisario, Silvestre ya
había sufrido su primer revés en Abarrán.
La jarca, envalentonada
por el éxito obtenido en Abarrán no tardó en atacar la posición de Sidi Dris,
pero allí la guarnición pudo repeler el ataque gracias al apoyo del cañonero Laya.
Silvestre, previsor esta vez, estableció en la loma de Talilit, una posición
intermedia entre Annual y Sidi Dris, que pudiera proteger la comunicación entre
ambas posiciones. La situación en El Rif se complicaba y Berenguer y Silvestre
mantuvieron una entrevista a bordo del crucero Princesa de Asturias, en
la que ambos estimaron oportuno reforzar la línea con puestos complementarios,
y volver al plan de Berenguer que suponía la pacificación de Beni Arós y
descartar nuevos avances en la zona de Melilla. Ambos jefes, por separado, informaron
al gobierno, con opiniones encontradas, puesto que mientras el alto comisario
era optimista, el jefe de la Comandancia de Melilla era más bien pesimista tras
el éxito de la jarca en Abarrán.
A
pesar de todo, tras el fallido ataquen a Sidi Dris, solo hay que registrar un
pequeño tiroteo al ocupar Igueriben, posición situada a 6 kms de Annual
destinada a aumentar la seguridad en el camino Annual-Ben Tieb. Mientras los de
Beni Tuzin y Temsaman se reforzaban para iniciar un ataque a las posiciones
españolas. El alto comisario, informado de estos movimientos de la jarca, no
quiso darle demasiada importancia. El 14 de junio Silvestre notificó a Tetuán,
una gran actividad de la jarca. Pronto los grupos enemigos tuvieron que ser
batidos por la artillería de Igueriben, Buimeyan y Annual. El 16 de junio el
enemigo logró interrumpir la comunicación entre Igueriben, Annual y la aguada,
al hacerse con la Loma de los Árboles, que protegía la aguada de Buimeyan.
Nadie en Marruecos ni en
la Península dio la menor importancia a estos enfrentamientos, mientras la
jarca se mantenía alerta a lo largo del frente del Amekrán, para oponerse a
cualquier avance.
En
esta situación llegamos a otro de los desastres sufridos por nuestras fuerzas
en territorio de El Rif. Me estoy refiriendo a la pérdida de Igueriben. Pero no acabarían aquí la serie de
desastres sufridos por las fuerzas españolas en el Protectorado, ya que se
produjo un “repliegue” hacia la posición de Annual. Y digo un “repliegue”
cuando, en realidad, quiero decir una “vergonzosa huida”, en ningún momento
organizada y mucho menos planificada de antemano. Esta huida tan, mal tratada, por
el general Fernández Silvestre y el resto de los jefes y oficiales que allí se
encontraban, se resolverá con otro trágico y vergonzoso revés del Ejército
español, el desastre de Annual. Los elementos que pudieron salvar la
vida y llegar a la posición, se encontraron con que allí tampoco se podía
organizar una defensa que diera garantías de salvar el pellejo. Con una difícil
aguada, faltos de municiones y, lo que es peor, sin nadie que pusiera orden en
semejante desbandada. A pesar de los esfuerzos de algunos oficiales, el miedo
provocó una nueva desbandada: era necesario llegar a Melilla, aunque en el
camino se encontraba la posición de Monte Arruit, allí el general Navarro
intentaría organizar un punto de defensa con las fuerzas que iban llegando en
desbandada. Pero su objetivo no se pudo cumplir, y de nuevo la catástrofe se
enseñoreo del territorio. De nuevo surgió la masacre en Monte Arruit.
El día 23 de julio de
1921, llega a Melilla el alto comisario, general Berenguer, e inmediatamente se dispone a tomar las medidas necesarias
encaminadas a solucionar la crítica situación en que se encontraba la plaza.
Resuelto el problema con la llegada de refuerzos desde la Península y Ceuta, el
Ejército español se encuentra en disposición de emprender nuevas operaciones encaminadas
a recuperar el territorio perdido. En esta situación, Abd el-Krim con una serie de ataques
había abierto un nuevo frente contra Francia. Los franceses, desde el comienzo
de la rebelión rifeña, habían mantenido una actitud tolerante con ella, pero
los reveses sufridos provocaron que, el gobierno francés se decidiera a emprender
una acción conjunta con España en contra de Abd el-Krim. Primo puso una
condición: que el alcance de la colaboración hispanofrancesa no fuera más allá
de un desembarco en Alhucemas.
El 8 de septiembre de
1925, el Ejército español, junto a las Armadas Española y Francesa,
emprendieron el desembarco en la bahía de Alhucemas. Llegar a Alhucemas era el
objetivo ansiado por Fernández Silvestre, cuando en enero de 1920 se incorporó
como máximo responsable de la Comandancia de Melilla. Fueron cinco años de luchas
y combates, pero, sobre todo, de pérdidas de hombres, material e ingentes
cantidades de dinero, de un país que carecía de todas esas cosas.
¿Fue
un intento de olvidar y hacer que la opinión pública recuperara la confianza en
su gobierno y en su ejército tras la debacle producida en las provincias de
ultramar a finales del siglo XIX, cuando se perdieron los escasos restos de los
que fue, en su tiempo, un Imperio colosal?, ¿o quizás proteger las inversiones
capitalistas en las minas del Rif? Opiniones habrá para todos los gustos, y no
seré yo quien habrá el melón, ya que la critica hacia mi querido país, a todos
los niveles, podría ser demasiado dura y poco comprendida por aquellos que aún
en el siglo XXI siguen viviendo en tiempos pasados.
Desde Snada, donde se
había refugiado, Abd el-Krim inició gestiones para entregarse a los franceses,
los cuales aceptaron su rendición a condición de la liberación de los
prisioneros franceses y españoles que se encontraban en su poder. Tras ser
liberados el día 26 de mayo 283 prisioneros, al día siguiente, el caudillo
rifeño, se presentó en Izemmuren a 15 kilómetros de Targuist, desde donde fue
conducido a Taza, y posteriormente a Fez. Esta rendición causó malestar en las
autoridades españolas, ya que se les dejó al margen de las negociaciones, a
pesar de haberse acordado que, cualquier negociación se llevaría de manera
conjunta.
Solo
quedaba someter a los últimos núcleos de resistencia, que se concentraban en
Yebel Hamman. El día 29 se emprendió una operación conjunta hispanofrancesa, y
el 31 el jerife Hamido de Snada fue sometido, con lo que los Beni Urriaguel
depusieron las armas. El 10 de junio la cabila se sometió ante el Gran Visir
del Protectorado, Ben Azug. Las tropas francesas que habían penetrado en el
Rif, fueron relevadas por el Ejército español.
Una vez derrotado Abd el-Krim, solo quedaba someter a las cabilas a
las que nunca antes se había dominado: la de la región de Gomara a occidente, y
las de Ketama y la confederación de Senhaya, en el confín meridional del Rif.
La
zona de Gomara, por abrupta, dificultaba cualquier acción de una fuerza militar
importante, por lo que se puso al mando de un millar de harqueños al teniente
coronel Capaz, que partió de Cala Iris el 12 de junio de 1926, recorriendo el
litoral hasta la antigua posición española de M’Ter. El 6 de julio, Capaz se dirigió a la costa para caer sobre Tiguisas
y cortar, de raíz, los primeros brotes de rebeldía en la cabila de Beni Siat.
El 2 de agosto Capaz marchó sobre Xauen, a donde entraría el día 10. El 11 lo
hizo el general Sanjurjo. Tan solo quedaba por someter en la primavera
siguiente, a las cabilas de Beni Arós, Sumata, Beni Isset y Ajmás.
Tras la muerte de Jeriro,
la resistencia quedó reducida a núcleos dispersos. Entre el 29 de abril y el 7
de mayo, 15.000 hombres, a las órdenes de Federico Berenguer, comandante
general de Ceuta, sometieron, sin apenas resistencia, a la cabila de Beni Arós.
Entre el 28 de junio y el 5 de julio el Temsamani se rindió a los españoles. El
8 de julio el último jefe de la resistencia, Ali el-Slitan, cruzó la frontera y
se entregó a los franceses. El 10 de julio con la entrega de armas por parte de
los de Ajmás, quedaban sometidas las 66 cabilas existentes en el Protectorado
español. Ese mismo día el general Sanjurjo daba por terminada, tras 18 años de
una guerra nunca declarada formalmente, la Campaña de Marruecos.
Será este ejército de
África, con sus fuerzas de choque: Legión Extranjera y Regulares Indígenas, quienes,
empleando los mismos brutales métodos utilizados en Marruecos, lo que acabaron
con el sueño democrático de la Segunda República Española, estableciendo una
dictadura militar que durará 40 años, personificada en el más representativo de
esos oficiales africanistas.
Proclamada
en España la Segunda República, el 1 de mayo de 1931 los obreros marroquíes organizaron
manifestaciones pidiendo la igualdad con los españoles. Con el nuevo gobierno,
en 1933 se concluyó el tramo central de la carretera Tetuán-Melilla, junto a
los más de 2.400 km de carreteras; el 5 de abril de 1934 se ocupó Ifni. En
julio de 1936, España tenía en Marruecos un ejército de 34 000 hombres, en
el que estaban incluidos los nativos. Ejército con el que, el 17 de julio de
1936 se inició en Melilla la sublevación militar que posteriormente se
extendió por el resto del protectorado. En 1940, el régimen franquista
aprovechó la derrota de Francia para ocupar la Zona Internacional de Tánger;
ocupación que duraría hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945.
Con
el desembarco aliado en el Marruecos francés en 1942, se fundaron partidos
políticos por todo Marruecos, mientras en el Protectorado español surgieron
el Reformista y el Unionista, que se acabarían
fusionando en el Partido Reformista, pidiendo la independencia. En 1944, el
sultán de Marruecos Mohammed V rehusó, por primera vez, las decisiones del
residente francés. Era un síntoma de la creciente agitación nacionalista
en contra del dominio extranjero. En 1946 el Partido Reformista reclama poder explotar
las riquezas de su país en empresas mixtas con los españoles, al estilo de lo
que ya se permitía en el Marruecos francés. En 1948 los nacionalistas
marroquíes forman un Frente Nacional con el objetivo de lograr la independencia,
objetivo compartido por el sultán; razón por la cual, en 1952 Francia le depuso,
lo desterró y lo sustituyó por otro. España mostró su descontento por no haber
sido informada. La situación en el Marruecos francés fue deteriorándose, por lo
que, los franceses permitieron el regreso del sultán en 1955. El 2 de marzo de
1956, Mohammed V consiguió el reconocimiento de la independencia por parte
de Francia, y el 7 de abril de 1956 lo hacía el gobierno español, a pesar de
las protestas del Ejército. Finalizaban así los protectorados ejercidos por
Francia y España en Marruecos. Cabo Juby no pasó a soberanía marroquí hasta
1958, en tanto que Ifni, que se había convertido en provincia española, hizo lo
propio once años más tarde, siguiendo las resoluciones de Naciones Unidas.
Muchas
las familias españolas y marroquíes relacionadas con el protectorado español de
Marruecos trasladaron su residencia a Ceuta o Melilla, puesto que ambas
ciudades y los Peñones o Plazas de Soberanía no habían sido parte del
Protectorado, ya que eran parte de España desde antes del establecimiento de
éste. España y Marruecos organizaron un repliegue del Ejército español que
terminó el 31 de agosto de 1961. Acababan así las guerras entre ambos países.
OTRAS PÁGINAS DE ESTA MISMA SERIE:
La Batalla de Castillejos de 1860: LEER
AHORA
La Batalla de Wad Ras de 1860: LEER
AHORA
La Guerra de Tetuán de 1859-1860: LEER
AHORA
La Campaña de Melilla de 1909: LEER
AHORA
El desastre del Barranco del Lobo de 1909: LEER
AHORA
La Campaña del Kert de 1911-1912: LEER
AHORA
La pérdida de la posición de Abarrán de 1921: LEER
AHORA
La pérdida de Igueriben de 1921: LEER
AHORA
El desastre de Annual de 1921: LEER
AHORA
La masacre de Monte Arruit de 1921: LEER
AHORA
Tras la debacle de 1921, nuevas operaciones militares en Marruecos: LEER
AHORA
Desembarco de Alhucemas de 1921: LEER
AHORA
La derrota final de Abd el-Krim: LEER
AHORA
El expediente Picasso: LEER
AHORA
Juan Picasso González: LEER
AHORA
BIBLIOGRAFÍA
El sueño colonial – Las guerras de España en Marruecos. Federico
Villalobos
En el Barranco del Lobo – Las Guerras de Marruecos. María Rosa de
Madariaga
Morir en África – La epopeya de los soldados españoles en el Desastre
de Annual. Luis Miguel Francisco
Annual el desastre de España en el Rif 1921. Manuel Leguineche
Lloverá Tierra Seca sobre Annual. Santiago Díaz Morlán
El Desastre de Annual. Ricardo Fernández de la Reguera y Susana March
Diversos capítulos de mis Blogs Personales: COSAS DE HISTORIA Y ARTE y
Una biografía en tu pantalla. Ramón Martín Pérez
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