Batalla de Atapuerca
Transcurría el año 1035, cuando Sancho III el Mayor, antes de morir, repartió el Reino de Pamplona entre sus hijos, al primogénito, García, le fue entregado el reino de Pamplona más Álava y una gran parte de Castilla; el resto del condado de Castilla pasó a Fernando, a Gonzalo le entregó Ribagorza y Sobrarbe y a Ramiro Aragón. Este reparto de la herencia del rey Sancho, pronto fue motivo de disputa entres sus hijos.
Para entender dicha disputa, vamos a ver lo que nos dice la Crónica Silense, en palabras del monje de Silos: «García, celoso de las posesiones de su hermano, atentó contra su vida aprovechando una visita de Fernando con motivo de una enfermedad que puso a García cerca de la muerte. Al poco, para hacer olvidar su atentado, o para sincerarse de él, García fue a visitarlo a su corte. Pero como era de esperar, Fernando, poco dispuesto a perdonar la afrenta de su hermano, hizo que le encerrasen. El pamplonés logró escaparse y deseando vengar la venganza que su hermano había cometido contra él, le declaró la guerra, partiendo hasta la frontera de Atapuerca, para defender las tierras del norte Burgalés, que años atrás le regaló Fernando».
Bermudo III, por entonces rey de León, deseoso de recuperar los territorios del río Cea, se movilizó contra Fernando, el cual pidió ayuda a su hermano García, pero al morir Bermudo por caerse del caballo en el transcurso de la Batalla de Tamarón, Fernando se hizo con el Reino de León gracias a su esposa Sancha, siendo coronados en el año 1038.
El 1 de septiembre del año 1054 las huestes castellanas y leonesas se encuentran en Atapuerca, a tres leguas al este de Burgos. Fue Fernando quien atravesó los límites de su reino para ir al encuentro de su hermano. Según la Crónica Silense, García contaba en su ejército con elementos musulmanes, y, es posible que también le ayudara su hermano Ramiro. En los Anales Compostelanos leemos: «En la era MLXXXII, el primer día de septiembre, fue matado el rey García, luchando con su hermano el rey Fernando en Atapuerca, por un caballero suyo, llamado Sancho Fortún, a quien había injuriado con su mujer». Sin embargo, la Najerense, nos habla de unos parientes del rey Bermudo, que, animados por la reina Sancha, se lanzaron hacia el rey García, acción contraria a la intención manifestada por Fernando de capturar vivo a su hermano. Posiblemente, aterrado el castellano por el inesperado desenlace, renunció a perseguir a los navarros. Tal vez éstos, lejos de perder la serenidad, supieron defenderse hasta la llegada de la noche; el hecho es que tuvieron ánimo, no solo para recoger a su rey y llevarle a enterrar a la iglesia de Santa María de Nájera, sino también para aclamar en el mismo campo de batalla a su hijo y sucesor Sancho, el que llevará en la Historia el nombre de Sancho el de Peñalén, y que entonces debía de ser un adolescente de quince años.
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Ramón Martín
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