El desastre del Barranco del Lobo (1909)

 


Entre el 23 y 25 de julio desembarcaron en Melilla nuevos refuerzos al mando del general Guillermo Pintos Ledesma, con lo que las fuerzas de que disponía el general Marina —que fue ascendido a teniente general y nombrado comandante en jefe del ejército de Melilla—, ascendían a 17.000 hombres.

El 26 y el 27 las cumbres del Gurugú aparecieron plagadas de hogueras (las almenaras) que llamaban al combate a los muyâhidin de las distintas cabilas.

El general Marina ordenó la salida de una columna con seis compañías de infantería, una sección de artillería de montaña y una brigada de cazadores de Madrid, destinada esta última a vigilar las entradas del Barranco del Lobo y del Barranco de Alfer. Columna mandada por el coronel Juan Fernández Cuerda.

La columna consiguió llegar a su destino, mientras que la brigada de cazadores de Madrid, mandada por el general Pintos, se encontró con los rifeños. El terreno en que se encontraba la brigada era una pendiente cortada por diversos barrancos transversales que confluían al mayor de ellos, el del Lobo. Era un terreno difícil, por el que los soldados sufrían un nutrido fuego, que les iba diezmando.




El general Pintos se puso en marcha hacia las estribaciones del monte Gurugú. El desconocimiento del terreno iba a ser letal para los españoles, puesto que los tiradores enemigos, parapetados tras las crestas rocosas y los caseríos, comenzaron a diezmar la brigada. Pintos que había emprendido el avance a caballo en la vanguardia, desmontó para ayudar a sus hombres, en su empeño de pasar de una cresta a otra. Fue entonces cuando una bala lo alcanzó en la cabeza, ocasionándole la muerte.

En el otro extremo de la línea, los batallones llegaron a la entrada del Barranco del Lobo, donde fueron recibidos por una granizada de balas. Al adentrarse en el barranco, el terreno se iba estrechando, y las bajas aumentaron vertiginosamente, veintisiete jefes y oficiales de los batallones de Las Navas y Llerena, cayeron muertos o heridos.

Un enlace enviado por el general Marina, para que no se abordara el flanco derecho del Barranco del Lobo, llegó demasiado tarde. Al morir el general Pintos y otros jefes y oficiales, el general Marina tuvo que asumir el mando, ordenando el repliegue. Repliegue que se pudo conseguir, a duras penas. La acción, de funesto recuerdo, había costado 752 bajas.

El desastre quedaría grabado en la memoria de los españoles por una canción popular que dice así:

 

En el Barranco del Lobo

Hay una fuente que mana

Sangre de los españoles

Que murieron por España.

 

 

Ramón Martín


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