Desembarco de Alhucemas de 1925
Convencidos o gobiernos de Francia y España, de
la necesidad de poner fin a las hostilidades con Marruecos de una forma tajante
y duradera, comenzaron, el 4 de junio de 1925, mediante el canje de notas, las
negociaciones necesarias para vigilar las costas y las fronteras terrestres y
evitar la entrada de armas y municiones. Por fin, el 25 de julio, las
delegaciones de ambos países reunidos en Madrid acordaron establecer una alianza
militar temporal, con un plan de futuras operaciones conjuntas, en el que se
incluía un desembarco en la bahía de Alhucemas.
Primo de Rivera y el mariscal Pétain, mantuvieron
diversos encuentros para aprobar del plan de desembarco en la bahía, puesto
que, en un principio, Pétain pretendía una concentración de medios de ambos
países para efectuar una acción que fuera decisiva en el corazón del Rif,
mientras que Primo de Rivera quería efectuar una operación que consiguiera
levantar la moral de las tropas españolas, sin efectuar una posterior
penetración en territorio rifeño. La cooperación militar hispanofrancesa
comenzó el 10 de agosto en Larache a cargo de las fuerzas comandadas por el
general Riquelme y el coronel Freidenberg. Se iban a enfrentar los
aproximadamente 45.000 combatientes rifeños, con los 300.000 soldados franceses
y españoles, que además contaban con el apoyo de sus flotas y su aviación.
El plan
preveía de la creación de una división de desembarco mandada por el general
Sanjurjo, integrada por dos brigadas: la primera de ellas concentrada en Ceuta
y mandada por el general Leopoldo Saro, con tres columnas (coroneles Franco y Martín, y teniente coronel Campins);
mientras que la segunda, con sede en Melilla, estaba mandada por el general
Fernández Pérez, con dos columnas (coroneles Goded y Vera). La reserva estaba
constituida por 1.500 hombres en cada una de las plazas, más diez batallones y cinco
grupos de artillería que permanecían en la Península, prestos a acudir al lugar
donde se les requiriera.
Ambas
brigadas y su correspondiente material, serían transportadas en 23 buques de la
compañía Transmediterránea, acompañados por las Fuerzas Navales del Norte de
África, al mando del contraalmirante Guerra Goyena, con los cruceros Victoria
Eugenia y Extremadura; los cañoneros Cánovas, Canalejas,
Dato, Recalde, Lauria y Laya; ocho guardacostas,
tres torpederos y otras naves menores; con lo que respecta a la Escuadra de
Instrucción, esta estaba compuesta por los acorazados Alfonso XIII y Jaime
I; los cruceros Méndez Núñez y Blas de Lezo, y los
destructores Alsedo y Velasco. Francia aportaría su escuadra del
norte de Marruecos, al mando del almirante Hallier, con un acorazado, dos
cruceros, dos torpederos, dos monitores y un remolcador.
En lo que respecta a los medios aéreos,
al mando del general Soriano Escudero, con 160 aparatos Breguet, Potez, De
Havilland, Bristol y Fokker; además de los hidroaviones Supermarine, Macchi y
Savoia de la aeronáutica naval, transportados en el portaaeronaves Dédalo,
y seis Farman de la aeronáutica naval francesa.
Los autores del plan tuvieron muy en
cuentas las enseñanzas negativas del fiasco de la expedición a los Dardanelos
de 1915, emprendida por Francia y el Reino Unido contra el Imperio otomano para
permitir a la flota combinada acceder al Mar de Mármara y Constantinopla (Estambul).
El desembarco
La columna mandada por el coronel
Franco, de la brigada del general Leopoldo Saro, sería la vanguardia del
desembarco; mientras a la columna Martín —con mayor potencia de fuego—, le
correspondería explotar el desembarco; quedando la columna Campins como reserva.
En lo que respecta a la brigada Fernández Pérez, con sus dos columnas, se les
permitía operar de forma independiente, principalmente a la columna Goded.
El
20 de agosto, los rifeños que ya tenían noticias de la preparación del
desembarco, cañonearon duramente el peñón de Alhucemas; dos días después el
general Sanjurjo —a bordeo del Alfonso XIII—, tuvo ocasión de comprobar
como los rifeños fortificaban las defensas de la bahía. Con todos los informes
obtenidos, el 25 de agosto, el mariscal Pétain y el general Primo de Rivera se
reunieron en Algeciras, para aprobar, definitivamente, el desembarco. El 5 de
septiembre zarparía las tropas de Ceuta, y el 6 las de Melilla. Tras una serie
de simulacros de desembarco en Uad Lau, Sidi Dris, la playa de Cebadilla, y la
playa de Sfiha. Hacia las 16:30, la Escuadra de Instrucción, a bordo de cuyo
buque, el Alfonso XIII, se encontraba Primo de Rivera y su cuartel
general, se dirigió a Alhucemas.
El
7 de septiembre —día previsto para el desembarco—, amaneció con una espesa
niebla y una fuerte corriente que imposibilitaban que los barcos llegaran al
punto de reunión, con la puntualidad necesaria, por lo que se decidió posponer
el desembarco para el día siguiente. Pero en la madrugada del día 8 se
descubrió que las corrientes habían desorganizado los convoyes, a pesar de lo
cual, a las 06:20 las unidades navales de ambos países comenzaron a bombardear
las posiciones rifeñas de la Cebadilla y Morro Nuevo, bombardeo que se mantuvo
durante seis horas, sumándose a la acción, dos horas después, los aviones de
bombardeo.
A
las 11:40 las primeras barcazas se dirigieron a la playa de la Cebadilla, pero
la fuerte corriente les desvió hacia la playa de Ixdain. Desvío que resultó ser
providencial, pues los rifeños habían sembrado la Cebadilla con bombas de
aviación. A las 15:00 la columna Saro había logrado afirmar una línea desde la
Cebadilla hasta Morro Nuevo, lo que posibilitó que el día 9, los pontoneros
instalaran un muelle provisional en Alhucemas. En la noche del día 11, Abd
el-Krim ordenó el primer contraataque, para impedir la consolidación de la
cabeza de playa. Contraataque que fue un fracaso, repitiéndose los días 12, 13
y 19.
Por
fin, el día 21 se había completado el desembarco de 21.000 hombres, con lo que
Primo de Rivera dio la orden para iniciar el avance al día siguiente, aunque
Sanjurjo sugirió aplazar algunas horas la operación. Retomado el avance, las
tropas españolas fueron terminando, uno tras otro, con los núcleos de
resistencia que habían quedado aislados. El día 1 de octubre al cruzarse el
Isly, se entró, por vez primera, en el territorio de los Beni Urriaguel.
El
13 de octubre, Primo de Rivera dio por cerradas las operaciones iniciadas con
el desembarco. Esto concedió un respiro a Abd el-Krim, que pudo reorganizar sus
fuerzas y establecer una nueva línea defensiva. A finales de 1925, se
paralizaron las operaciones a causa de la llegada del invierno.
El
6 de febrero de 1926, Pétain y Primo de Rivera acordaron reanudar las
operaciones en primavera.
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La Batalla de Wad Ras de 1860: LEER AHORA
La Guerra de Tetuán de 1859-1860: LEER AHORA
La Campaña de Melilla de 1909: LEER AHORA
El desastre del Barranco del Lobo de 1909: LEER AHORA
La Campaña del Kert de 1911-1912: LEER AHORA
La pérdida de la posición de Abarrán de 1921: LEER AHORA
La pérdida de Igueriben de 1921: LEER AHORA
El desastre de Annual de 1921: LEER AHORA
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Tras la debacle de 1921, nuevas operaciones militares en
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BIBLIOGRAFÍA
El sueño colonial – Las guerras de España en Marruecos.
Federico Villalobos
En el Barranco del Lobo – Las Guerras de Marruecos. María
Rosa de Madariaga
Morir en África – La epopeya de los soldados españoles en el
Desastre de Annual. Luis Miguel Francisco
Annual el desastre de España en el Rif 1921. Manuel
Leguineche
Lloverá Tierra Seca sobre Annual. Santiago Díaz Morlán
El Desastre de Annual. Ricardo Fernández de la Reguera y
Susana March
Diversos capítulos de mis Blogs Personales: COSAS DE
HISTORIA Y ARTE y Una biografía en tu pantalla. Ramón Martín Pérez
Más información obtenida de libros, periódicos, páginas web
y folletos, en los cuales no se hace mención alguna de titularidad de derechos.
La mayoría de las fotos están tomadas de Internet y en
algunos casos son del propio autor.
Ramón Martín
Muy interesante artículo Ramón! 😉Un período de la historia del ejército español muy duro! Saludos! 🙋♂️🙋♀️
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