La Taifa de Valencia

Dos eunucos eslavos (europeos) adquirieron gran protagonismo en Valencia al producirse la quiebra del califato cordobés, fueron Anbaru Mubárak (el Bendito) y Tahúr Mudáffar (el Vencedor). Fueron esclavos de Mujárak al-Amirí, quién, es posible, que lo fuera de Almanzor o de su hijo mayor al-Mudáffar. Antes del año 1010, los dos eunucos eran inspectores-administradores de las aguas de riego de Valencia. Consiguieron hacerse con el poder y gobernaron conjuntamente como señores absolutos. Estos dos personajes desaparecieron en circunstancias bastante oscuras, ya que hay tres versiones: una dice que Mubárak encontró la muerte al golpearse en la cabeza, cuando atravesaba, a caballo, el puente de madera de al-Warráq (actual de La Trinidad), y que al cundir el pánico, la multitud que odiaba a estos eslavos por aumentar los impuestos, corrió hasta el alcázar, donde asesinó a Mudáffar, estamos en mayo de 1017 o 1018; según otra versión, fueron unos conjurados quienes, mezclados entre el público, atacaron a Mubárak, con el mismo resultado de muerte; y la tercera versión señala que Mudáffar falleció antes que Mubárak y que los valencianos asaltaron el alcázar para asesinar a éste último, proclamando a Labib que ya era rey de Tortosa.

Labib era eslavo, y en 1019 compartió el poder con Muyahid, señor de Denia desde 1013/1014, cuando se proclamó rey de aquella taifa, aunque pronto, Labib, se retiró a Tortosa, quedando Muyahid como único gobernante.

Entre Muyahid y Abd al-Aziz, rey de la taifa de Zaragoza que a lo largo de cuarenta años, lo llegó a ser de las de Almería y Murcia, fueron constantes; aunque no fueron militares sino políticos, que se extendieron hasta el año 1041, cuando el rey de la taifa de Valencia contrajo matrimonio con una hija del de Denia, y Alí, hijo de Muyahid con una hija del rey zaragozano Musta’in.

El 15 de junio de 1045, murió en Denia Muyahid, que había nombrado su heredero a su hijo Alí, pero lo que no contaba era que Hassan, también hijo, pero de otra madre, ambicionara el trono. Pero al-Mutádid de Sevilla, que estaba casado con una de sus hermanas, hizo oídos a sus reivindicaciones, por lo que envió a un esclavo, como regalo, pero con la intención de asesinar a Alí. Pero el intento fue un fracaso y Hassan tuvo que poner pies en polvorosa.

En la catedral de Barcelona, se conserva un documento fechado el 26 de diciembre de 1057, por el cual Alí concedía al obispo de Barcelona, Gilabert, la facultad de suministrar sacerdotes a los cristianos en todos sus estados, ampliando la concesión dada por su padre Muyahid a Baleares.

Ante la debilidad demostrada por el rey de Valencia, su suegro al-Ma’mún rey de Toledo, pronto intervino en los asuntos de Valencia, exigiéndole ayuda en su lucha contra la taifa de Sevilla, que terminaría en una desafortunada acción militar del valenciano, algo que el toledano aprovechó por destronarle.

En la primavera del 1065, Fernando I conde de Castilla y rey de León, pone sitio a Valencia, al poco, simuló levantar el asedio retirándose a Paterna. El ejército de Abd al-Malik, salió de la ciudad en su persecución, pero los castellanos dieron la vuelta y les infligieron una dura derrota: Batalla de Paterna. De nuevo, los cristianos, estrecharon el cerco, pero en noviembre el rey Fernando I murió, al caer gravemente enfermo y los castellanos, esta vez sí, decidieron retirarse. Apena se hubo retirado el ejército castellano, Yahya al-Ma’mún destituyó a su yerno el 10 de noviembre de 1065, enviándole como gobernador a Cuenca e incorporando el reino de Valencia a sus estados.

El gobernador de Valencia fue tomándose, cada vez, mayores atribuciones, hasta que se desligó de Toledo. Alfonso VI rey de León, nunca aceptó esta situación, ya que si al-Qádir era tributario suyo, también lo sería Valencia, pues pertenecía a la taifa de Toledo. El 25 de mayo de 1085 entraba Alfonso VI en Toledo, y solo 12 días después fallecía Abú Bakr, siendo proclamado, el mismo día, nuevo rey de Valencia su primogénito Uzman ben Abd al-Aziz, hasta entonces qadí de la ciudad. El rey Alfonso VI puso en práctica su compromiso de apoyar al exrey de Toledo a recuperar Valencia. En febrero de 1086, cuando hacía nueve meses que al-Qádir había perdido la corona de Toledo, hace su entrada en Valencia.

La presencia de los soldados castellanos en Valencia hizo que al-Qádir tuviera que subir los impuestos para poder pagar sus soldadas. Afortunadamente para Valencia, Alvar Fáñez, requerido por Alfonso VI, tuvo que abandonar la ciudad, puesto que éste había sufrido el 23 de octubre de 1086, la derrota de Zal.laga o Sagrajas, a manos de los almorávides que habían llegado de Marruecos, requeridos por algunos reyes de taifas, encabezados por al-Mutamid de Sevilla, el cual, advertido del peligro de traer a los almorávides, dijo: “Prefiero ser camellero en África que guardar cerdos en Castilla”. Al abandonar los castellanos Valencia, al-Mundir, señor de Lérida y Tortosa, asedia la capital, por lo que su sobrino y enemigo, el soberano de Zaragoza —que se consideraba con derechos sobre Valencia—, salió hacia Valencia, acompañado por Rodrigo Díaz de Vivar, que no quería destronar a al-Qádir. La intención del señor de Zaragoza era conquistar la ciudad y que Rodrigo se quedara con el botín, pero éste no aceptó, por lo que el rey de Zaragoza se retiró, aliándose con el conde de Barcelona, Ramón Berenguer II. El conde de Barcelona puso sitio a Valencia, acudiendo Rodrigo que, tras negociaciones consiguió que levantara el sitio.

En 1089, Rodrigo devastó la zona de Alpuente, permaneciendo en Requena durante un tiempo, hasta que, en el verano de 1090, derrotó a Ramón Berenguer II en Pinar de Tévar, al norte de Valencia, haciéndole prisionero. Por su parte, Alfonso VI pidió ayuda a las repúblicas de Génova y Pisa, para que atacaran Valencia por mar, mientras él lo hacía por tierra. Temiendo que, al-Qádir entregara la ciudad, como había hecho en Toledo, la plebe asaltó el alcázar, y aunque había huido vestido de mujer, fue encontrado en los Baños del Almirante, siendo decapitado el 28 de octubre de 1092.

Rodrigo ocupó Yubaila (El Puig) en junio de 1093, fortificando su castillo y dotándole de todo lo necesario para iniciar la campaña contra Valencia, instalando su ejército en un caserío que los castellanos llamaban La Derramada, que se cree que era Mestalla. Con arreglo a su forma de actuar, arrasó la huerta, destruyó casas, molinos y acequias, antes de iniciar su ataque por el Tossal. Entonces, los sitiados hicieron una salida por la puerta de Roteros, entablándose una tremenda batalla, por lo que El Cid hubo de retirarse, ante la gran pérdida de sus tropas. Una retirada que duró muy poco, ya que, por la tarde, de nuevo El Cid atacó por el muro que protegía el Tossal, consiguiendo la rendición de los habitantes de Roteros. El mes de septiembre le llegaron a El Cid noticias de que, los almorávides se acercaban por el Sur de Valencia, razón por la cual, trasladó su campamento de Mestalla a la Roqueta, pero una fuerte tormenta, detuvo a los almorávides entre Almussafes y Silla, desde donde iniciaron el regreso.

Pasado el peligro, El Cid pudo estrechar el cerco sobre Valencia. Un cerco que ocasionó graves calamidades entre la población: apareció el hambre, se dieron casos de canibalismo, se extendieron las enfermedades y, para colmo, apareció la temida peste.

Tras una serie de entrevistas entre ibn Yahháf y El Cid, se firmaron las capitulaciones, acordándose que, los musulmanes que quisieran quedarse podrían hacerlo pagando un tributo anual; y que los que quisieran marchar podrían hacerlo, sin ser molestados. Así el 15 de junio de 1094, entraron las tropas cristianas en la ciudad, y al día siguiente Rodrigo. Pero Rodrigo no estaba decidido a cumplir las partes del pacto que no le convenían, expulsando a todos los musulmanes que manifestaban estar descontentos.

 

Los almorávides deseosos de dominar Valencia regresaron en octubre de 1094, instalando su ejército entre Manzil Ara (Mislata) y Quart. Lo mandaba Abú Bakr, que era hijo de una hermana del califa Yúsuf ibn Tasufín. El Cid ante el peligro inminente, hizo correr el rumos, el 21 de octubre de que el rey de Aragón se acercaba a Valencia para ayudarle. En definitiva, El Cid salió a pelear contra los almorávides venciéndoles. Libre de peligro, El Cid, convirtió la mezquita mayor en catedral, mientras otras nueve mezquitas eran consagradas como parroquias.

El Cid, nunca soportó bien las derrotas, y tras la sufrida en Alzira, dicen las crónicas, que se puso enfermo, muriendo al cabo de un mes, en una fecha que se desconoce, pero que pudo ser entre el 15 de mayo y el 10 de julio de 1099. El ejército reconoció a su viuda Jimena, como señora de Valencia, teniendo muy cerca a los almorávides asentados en Alzira y Xátiva. Así las cosas, a finales de agosto de 1101, el qaid Madzali, puso sitio a Valencia. Jimena pidió socorro a Alfonso VI, que, transcurridos siete meses, se supo avanzaban hacia Valencia. Enterado Madzali, levantó el sitio dirigiéndose hacia el sur. Los cristianos que estaban próximos los persiguieron hasta Cullera, entablándose una batalla, de la que Alfonso tuvo que retirarse hacia Valencia, perseguido por Madzali, que puso, de nuevo cerco a la ciudad.

Entre el 1 y el 4 de mayo de 1102, Jimena tomó el cuerpo de su marido, mientras el ejército incendiaba la ciudad, partiendo para llegar aquella misma noche a Siete Aguas, para continuar camino de Toledo. El día 5, Madzali entró en Valencia, que quedó incorporada al imperio Almoravid, con capital en Marrakesch.

En 1107 fue nombrado gobernador Abú Tahir o Tamim, con ordenes de castigar a los territorios cristianos. Comenzó con expediciones dirigidas hacia el Norte, por el Penedés y el Vallés, llegando a sitiar Barcelona, obteniendo un gran botín y cantidad de prisioneros. No se limitó Tamim al Norte, y se dirigió al Centro, así el 29 de mayo de 1108 trabó batalla con los castellanos, dirigidos por el infante Sancho de tan solo 11 años, en Uclés. La derrota castellana fue terrible, falleciendo el infante.

A partir del 1121, les surgieron a los almorávides unos nuevos enemigos —en este caso de su misma religión—, los almohades (los unitarios). Se hizo patente la debilidad de los almorávides, situación que aprovechó el conde de Barcelona Ramón Berenguer III, para poner cerco a Valencia, que tuvo que pactar la retirada de los barceloneses a costa de un importante tributo.

A finales de 1125, el rey de Aragón Alfonso I el Batallador, se hallaba a las puertas de Valencia, a la que puso sitio. No pudiendo tomar la ciudad, continuó hacia Alzira, que tampoco pudo conquistar. Tres años más tarde, en 1128, lo intentó de nuevo, sin éxito. En 1133 sería nombrado gobernador de Valencia Yahya ibn Ganiya, que terminaría con las conquistas del Batallador, al vencerle y ocasionarle la muerte, en la batalla que tuvo lugar en Fraga, el 25 de enero de 1134.

El 1 de marzo de 1145, tuvo lugar un levantamiento en Valencia que supondría el final del poder Almoravid y la expulsión de Ganiya, proclamando rey al qadí Abú Málik Marwan ibn Abd al-Aziz, al que poco le duró el poder, pues fue destituido, siendo nombrado al-Mustansir Billáh, Safadola para los cristianos, cabeza de un movimiento nacionalista, frente a los africanos.

El 29 der septiembre de 1147, fue proclamado rey de Murcia Muhammad ibn Sad al-Gazamí ibn Mardanís (Aben Sad), conocido entre los cristianos como rey Lupo, Lobo, que pronto dominó el sureste y este peninsular, incluida Valencia. Se pasó toda su vida luchando, hasta su muerte en 1172.

El 20 de marzo de 1179, en Cazorla, se firmaría un acuerdo entre Alfonso VIII de Castilla y Alfonso II el Casto rey de Aragón, según el cual, correspondía a Aragón el reino de Valencia, el reino de Denia; mientras que a Castilla le correspondía la franja comprendida desde Calpe hacia el Sur.

Siguiendo un orden cronológico, el miércoles 19 de julio de 1195, tuvo lugar uno de los mayores desastres sufridos por los cristianos. Me refiero a la Batalla de Alarcos. La batalla tuvo lugar en donde años más tarde se fundaría la ciudad de Ciudad Real. Allí Alfonso VIII de Castilla se enfrento a las fuerzas dirigidas por el califa Yaqub al-Mansur. En un principio los cristianos hicieron estragos en las primeras líneas musulmanas, las cuales supieron reponerse y atacar con una crueldad inusitada a las tropas de Alfonso VIII, lo que originó el hundimiento de todas las líneas castellanas.

La conquista de tierras valencianas comenzó en 1210 con Pedro II de Aragón, el cual tomó Castielfabib, Ademuz y Sertella. El 11 de noviembre de ese mismo año, el rey de Aragón donó a la Milicia de San Juan de Jerusalén de la alquería de Russafa, y de una torre situada cerca de ella, para cuando sus tropas entraran en Valencia.

Uno de los personajes decisivos en cuanto a animar al rey Jaime I de Aragón para que emprendiera la conquista de Valencia, fue, sin duda, Blasco de Alagón. El fue el primero en llevar a cabo la primera acción importante al tomar la plaza de Morella, lo que supuso un roce con el soberano. Este puso cerco a Burriana en mayo de 1233, que no se rindió hasta el 24 de julio de ese año. La conquista de Valencia empezó muy lentamente, hasta que, en la primavera de 1236, Jaime I tomó El Puig. En febrero de 1237, el rey consiguió que el pontífice Gregorio IX, promulgase una bula otorgando carácter de cruzada a la conquista de Valencia.

El 20 de agosto de 1237, el rey de Valencia, Zayyán, se presento ante el campamento cristiano de El Puig, a la cabeza de un numeroso ejército. La guarnición salió fuera del castillo y comenzó la lucha, siendo los cristianos, ayudados por san Jorge, los que obtuvieron la victoria, persiguiendo a los musulmanes hasta el barranco de Carraixet. A pesar de todo, Jaime I, tardó en decidirse a poner sitio a la ciudad. Fue el 20 de abril de 1238, cuando al frente de 360 caballeros y 1.000 infantes, se puso en marcha desde el campamento de El Puig. Avisado de que, algunos de sus hombres habían ido hasta Russafa, entendió que podían correr peligro, por lo que fue con todas sus fuerzas en su socorro y puso su campamento allí.

Durante los más de cinco meses que duró el asedio, fueron pocas las acciones importantes, mientras que sí se registraban, con bastante frecuencia, los desafíos. En una ocasión en que el rey se acercó en demasía a la muralla, un ballestero le acertó con una saeta en la frente, aunque sin gravedad. Zayyán envió a su secretario a solicitar ayuda de Túnez, que envió 15 embarcaciones, aunque estas no pudieron desembarcar en el Grau.

Preguntado el rey si podía recibir al sobrino de Zayyán, Abú-l-Hamlek para emprender conversaciones destinadas a rendir la ciudad, éste contestó afirmativamente, reuniéndose al día siguiente, en presencia, únicamente, de su esposa Violante de Hungría. Hubo necesidad de una segunda reunión, llegándose a un acuerdo. Jaime I pidió a Abú-l-Hamlek que, en prueba de que su tío aceptaba los términos de la entrega, debía colocar una Senyera como   la suya en la torre de Alí Bufat, cosa que así se hizo. La capitulación se firmó el 29 de septiembre de 1238, en Walaya (actual plaza del Ayuntamiento.

Los que decidieron marcharse, lo hicieron siendo protegidos por soldados cristianos, para evitar que fueran tomados para venderlos como esclavos. A los que decidieron quedarse, se les asigno una zona del arrabal de Roteros, a partir del Tossal, llamada desde entonces Morería, que fue cercada con un muro. El rey hizo su entrada en la ciudad el 9 de octubre de 1238. Finalizaba así la importante etapa de la historia de Valencia, en que estuvo integrada en el mundo árabe. A partir de entonces formaría parte del mundo cristiano.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

La Valencia Musulmana de Vicente Coscollá

Los reinos de Taifas: Al-Andalus en el siglo XI

España musulmana: califato y reinos de Taifas

Diversos capítulos de mis Blogs Personales: COSAS DE HISTORIA Y ARTE y Una biografía en tu pantalla

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Ramón Martín

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