Ramón Berenguer III, conde de Barcelona desde 1097 a 1131


           Nacido en Rodés en 1082, fue, sin duda el conde catalán más importante de su época, además de desarrollar un importante papel en los asuntos europeos. La principal característica fue la lucha constante contra los musulmanes y los, innumerables esfuerzos, dedicados a la repoblación de los territorios reconquistados. Era hijo de Ramón Berenguer II y de doña Mafalda de Pulla-Calabria, y había nacido pocos días antes del homicidio de su padre, posiblemente, por instigación de su tío Berenguer Ramón II, que heredó todos los condados, siguiendo las indicaciones del testamento de su padre Ramón Berenguer I el Viejo.

            En sus primeros años, su tío, Ramón Berenguer II el Fratricida, le negó todos los derechos correspondientes a la herencia de Ramón Berenguer I el Viejo, pero en mayo de 1085, Berenguer fue acusado formalmente de participar en la muerte de su hermano, teniendo que defenderse ante un tribunal presidido por el obispo de Vic, Berenguer Sunifredo, que entretanto tuvo la custodia del joven Ramón Berenguer. Pero en la asamblea se decidió entregar el condado de Barcelona a Alfonso VI de Castilla. Pero esta determinación, no fue del agrado de todos, por lo que al año siguiente hubo una nueva reunión de notables presidida por los Cabrera. En ella se decidió entregar la custodia del niño a su tío durante un periodo de once años, después de los cuales debería asociar al trono a su sobrino.

            En 1091 el papa Urbano II convocó a tío y sobrino, encargándoles la restauración de la archidiócesis de Tarragona, acortando así el periodo de tutoría, por lo que, al poco Ramón Berenguer III ya actuaba sin supervisión alguna y desde de 1093 tomó parte en el gobierno del condado como asociado al trono. Participó en 1095, junto a su tío en el asedio de Tortosa. Pero pronto volvieron las diferencias entre tío y sobrino. En 1096 se acusó formalmente a Berenguer, de asesinato, por lo que a finales de ese mismo año, compareció a juicio ante la corte de Alfonso VI. El conde fue desposeído de su título, que pasó a su sobrino, quien desde entonces gobernó en solitario, aunque con los colaboradores de su tío, que murió en peregrinación a Jerusalén.

            Ramón Berenguer III se unió en 1097 a Artau I de Pallars, para juntos atacar Amposta. El año siguiente puso sitio a Oropesa, posesión del Cid, acérrimo enemigo del anterior conde, y en represalia don Rodrigo atacó a los musulmanes de Morvedre, aliados de Barcelona. Al levantarse el cerco de Oropesa, ambos llegaron a un acuerdo y decidieron casar a la hija del Cid, doña María, con el conde de Barcelona, matrimonio que tuvo lugar aquel mismo año de 1098. A finales de año los recién casados viajaron al monasterio de Ripoll.


            En 1107 los almorávides se introdujeron en Barcelona por el Penedés y tomaron el castillo de Gelida, destruyendo Olérdola a su paso. Ramón, entonces, no tuvo mas remedio que, pedir ayuda a Luis VI de Francia, auxilio que nunca llegó. Desde 1109 el conde favoreció la introducción de las Órdenes Militares en Cataluña, especialmente la de los Hospitalarios. En 1111 Ramón Berenguer III se convirtió en señor de Besalú por extinción de la línea dinástica. Un año después reconquistó Carcasona y Rasés, recibiendo homenaje feudal del vizconde Ató de Beziers.

            Unos años después, en el 1114, el conde de Barcelona, comandó una expedición organizada por los pisanos, junto a hombres del Languedoc y de la Provenza, cuyo objetivo era la conquista de Mallorca e Ibiza. Debido al éxito, hubo un alto número de rescates de cristianos cautivos y un elevado botín. Pero mientras el conde se encontraba en esta campaña, el condado de Barcelona fue atacado por los almorávides por el oeste, siendo rechazados; en primavera del 1115, lo volvieron a intentar por el sur, coincidiendo con el regreso del conde, lo que contribuyó al éxito de las armas catalanas. En contrapartida, Mallorca e Ibiza fueron retomadas por los musulmanes.

            En 1116 Ramón Berenguer proyectó una gran expedición contra los almorávides y viajó a Provenza e Italia para buscar ayuda; pero en Roma, la muerte del papa Pascual II, entorpeció el proyecto, lo que sumado al ataque de Alfonso I de Aragón y de Pamplona, frustró los planes del conde, ya que el nuevo pontífice dio prioridad a los del monarca aragonés. En 1117 Ramón se convirtió en conde de Cerdaña tras la muerte de Bernat Guillem sin sucesión. Un año después encargó al obispo Olegario la repoblación de Tarragona y su comarca.

            Es por estos años, cuando se consumó la independencia eclesiástica de Cataluña con respecto a las sedes francesas, al ser nombrado Olegario arzobispo. En 1119 el conde favoreció la repoblación de Les Garrigues, en un intento de aislar a Lleida desde el sur. Comenzando entonces un periodo de rivalidad entre el conde y Alfonso I de Aragón, por la posesión de Lleida y el avance hacia Valencia y Tortosa.

            A partir de 1120, el conde volvió a tener preocupaciones en Carcasona y Provenza, viéndose obligado a firmar un acuerdo con el conde de Tolosa para establecer la jurisdicción sobre la Provenza, en el 1125. En 1128 Ramón Berenguer III se convirtió en señor del pagus de Peralada después de desposeer de el al conde Ponç II de Ampurias, hecho prisionero tras rebelarse contra él.

            Con el fin de asegurarse en el juicio divino, las ventajas de que disfrutaban los eclesiásticos, era costumbre en el medievo, ordenarse caballero de alguna Orden Militar, por lo que en 1130 Ramón Berenguer III, que debía presentir su muerte, fue ordenado caballero templario y murió un año después.

            Tras la muerte de doña María, su primera esposa, en 1104, el conde casó, en 1106, con doña Almodis, hija del conde de Mortain, con la que vivió unos cuantos meses. En 1112 casó en terceras nupcias con doña Dulce de Provenza, lo que hizo que desde aquel año Ramón se titulase conde de Barcelona y Provenza; con ella tuvo dos hijos: Ramón Berenguer IV y Berenguer Ramón I de Provenza. En su testamento cedió sus estados peninsulares, Carcasona y Rasés a su primogénito, mientras que a Berenguer le entregó el control de la Provenza. Además tuvo una hija, doña Berenguela, a la que casó en 1128 con Alfonso VII de Castilla como medio para frenar la influencia de Alfonso I de Aragón.

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