La laguna de Venecia de Antonio Muñoz Degrain


Realizado en 1886. Óleo sobre lienzo de 195 X 250 cm. 

    Una de las ciudades que más sedujeron a Antonio Muñoz Degrain fue Venecia, que visitó en varias ocasiones durante su etapa de pensionado en Roma, y cuyos rincones, canales y claros de luna inspiraron al artista algunas de sus más delirantes fantasías recreadoras de la ciudad de los canales, desbordantes de un romanticismo efectista y desaforado, con ribetes rayanos en la cursilería, pero de enorme atractivo precisamente por su singularidad, testimonio por lo demás del romanticismo exacerbado del autor, que lógicamente había de quedar prendado de la ciudad romántica por excelencia. 

    Este es sin duda, uno de sus más ambiciosos nocturnos de inspiración veneciana, tanto por su tamaño como por la audacia de sus efectos de luz de luna, verdadera especialidad del autor. Así, los reflejos plateados de la luna llena que emerge entre un cielo nublado, la lisura cristalina de las aguas del Tirreno en las que se reflejan los postes de amarre de las góndolas, el altar iluminado por un farolillo o las luces del Lido veneciano que se adivinan en el horizonte, demuestran la sensibilidad exquisita del artista en el tratamiento de la luz nocturna. Como ocurre en otras ocasiones, Muñoz Degrain introduce en la escena un enigmático elemento narrativo en la góndola que surca las aguas transportando a una dama solitaria amparada en la oscuridad de la noche, para que el espectador pueda imaginar a su antojo cuantas posibles historias, seguramente de amoríos, puedan suceder en tan inigualable escenario. 



FUENTE: Museo de El Prado

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