La Taifa de Denia
Abdállah al Amirí, rey de la taifa de Denia y de las islas Baleares, era de
origen eslavo (aqlabi, esclavos de origen europeo) y estuvo al servicio de los
amiríes, aunque terminó apoyando a Muhammad II Al Mahdi, undécimo califa omeya
de Córdoba frente al amirí Abderramán Sanchuelo, tras intentar asentarse en
Tortosa y Valencia, acabó amparándose en Denia, ciudad de la que posiblemente
había sido gobernador durante la época amirí.
Ante la amenaza de Jayrán, otro eslavo amirí establecido en Almería,
Muyahid proclamó califa en el año 1014 a un miembro de la familia omeya
conocido como al Mu´ayti y que llevó el título de al Mustasir bi´llah;
aunque no era descendiente de Abderraman III, como quraysí. La anexión de las
islas Baleares le dio el control de la flota califal y le permitió dominar el
mar, lo que tal vez explique su escaso interés por una expansión territorial en
la Península.
Entre 1015 y 1016, intentó la conquista de Cerdeña, partiendo de Mallorca
con una flota de 125 barcos y un ejército de mil jinetes, cuyos caballos
procedían sin duda de las yeguadas de las Baleares sobre las que Muyahid había
impuesto un riguroso control. La conquista de Cerdeña fracasó, por la
intervención de las flotas de Pisa y de Génova. Se vio obligado a dejar a su
hijo Alí, como prisionero de los cristianos. Durante la ausencia de
Muyahid, al Mu´ayti intentó hacerse con el poder en Denia; al regreso
del rey de la taifa, el omeya fue desterrado al N. de África y acabó su vida
ejerciendo de maestro de escuela. Muyahid supo mantener a Denia alejada de las
turbulencias políticas y militares de la época.
Labib al Fatà, rey de Tortosa, le asoció al gobierno de Valencia. Hacia el
final de su vida, Muyahid ocupó Murcia durante un tiempo, pero en general no
siguió una política de expansión territorial como hicieron los abbadíes de
Sevilla. Intervino en Córdoba cuando se apoderó de ella el califa hammudí Yahya,
requerido al igual que Jayrán de Almería por los habitantes de
Córdoba. Entraron en Córdoba en 1026, pero permanecieron en ella poco tiempo,
sin duda por fiarse poco el uno del otro y por estar sus intereses en la zona
levantina.
Muyahid parece haber intentado el dominio de las rutas comerciales del
Levante tras la muerte de Jayrán de Almería en 1028. Tuvo
conflictos con el rey amirí de Valencia, Abd al Aziz, nieto de Almanzor.
Hacia el final de su reinado reconoció al falso Hisham II, proclamado califa por
la dinastía sevillana, con la que incluso estableció lazos familiares, y mejoró
también sus relaciones con Sulayman b. Hud, rey de Zaragoza y con el rey
amirí de Valencia.
Durante su reinado la corte renació culturalmente, de Muyahid se dice que
escribió una obra sobre métrica y retórica, no conservada. Era muy crítico con
los poetas que no destacaron, no así los sabios dedicados a estudios
filológicos; cabe recordar entre ellos a Ibn Sida de Murcia, considerado el
mayor lexicógrafo de al Andalus.
Ali b. Muyahid Iqbal, Régulo de Denia, sucede a su padre Muyahid al
Muwaffaq, el creador de la taifa eslava más creativa del s. XI andalusí. Este
reino que alcanzó una notable importancia por su poder marítimo, consiguió que
el reino de Denia, que incluía las islas Baleares, alcanzara además un grado de
desarrollo cultural. Era hijo de una mujer cristiana, y pasó buena parte de su
juventud preso en tierras cristianas, posiblemente en Génova o Pisa, tras la
derrota de la armada de su padre en Cerdeña, a causa de la competencia por el
control de los mares en la primera mitad del s. XI. Aunque su padre no pudo
rescatar a Ali, su madre prefirió permanecer con sus correligionarios.
Los primeros años de gobierno se vieron afectados por las disputas con su
hermano Hasan Sad al Dawla, que durante su ausencia había ganado ascendiente en
la corte y aprovechaba las relaciones que había mantenido en este periodo con
otros reyes aliados de Denia, como al Mutadid b. Abbad, para conspirar en
contra de Iqbal al Dawla. Tras un fracasado intento de asesinato por parte de
Hasan, este tuvo que huir primero a Sevilla y luego a la corte de Valencia, Ali
mantuvo una política de alianzas matrimoniales comenzada por su padre, el mismo
contrajo matrimonio con una hija del rey de Granada. El comercio mediterráneo
fue una fuente de extraordinaria riqueza para este reino. Las relaciones con
los cristianos peninsulares parecen haber sido cordiales.
El final de su gobierno se produjo tras la intervención de su yerno, el
rey Muqtadir de Zaragoza, que conspiró con el mismo Ibn Royulo para
apoderarse del gobierno de Denia. Sin derramamiento de sangre y sin esfuerzo el
soberano de Zaragoza entró en la ciudad y se apoderó de ella, aunque dicha
ocupación no fue reconocida por el gobernador de Baleares, que se declaró
independiente. Según otra versión, la cesión de la soberanía de Denia se
produjo tras un asedio a la misma de las tropas zaragozanas. Unas sostienen que
huyó al Norte de África y otras que fue capturado por Muqtadir de Zaragoza y
vivió en un dominio cedido, tras humillarle públicamente durante la entrada en
la capital huid.
Uno de los hijos de Ali, Siray al Dawla, se rebeló posteriormente contra el
dominio huid, en su gobierno de Segura con la ayuda del conde de Barcelona, Ramón Brenguer II, pero fue envenenado. La plaza de Segura permaneció en manos del
antiguo gobernador de las Baleares, que prestó ayuda a la familia de Siray al
Dawla. Las Taifas más poderosas comienzan a absorber a las más débiles,
reduciendo su número. Tras la relevancia de Muyahid, Ali no fue capaz de
mantener el poderío militar, sobre todo marítimo, que había alcanzado Denia, y
su mecenazgo de las artes tampoco estuvo a la altura de su antecesor. Según Ibn
al Abbar, murió en la propiedad que le había cedido Muqtadir en el
año 1081-1082.
Mundir b. al Muqtadir, Régulo de Denia, de 1076 a 1090. Ocupó Tortosa en
1060-1061, tras un alzamiento de sus gentes contra el régulo eslavo Nabil,
y ocupó Denia, gracias a negociaciones, en marzo o abril de 1076.
Debió enfermar Muqtadir gravemente en 1081 y sus dos hijos, Yusuf al
Mutamin en Zaragoza, Tudela, Huesca y Calatayud por un lado, y Mundir, por
otro, en Denia, Tortosa, Lérida y Monzón se pusieron a gobernar, creándose esta
división otra vez y manifestándose aquí de nuevo la fuerza disgregadora siempre
amenazante. Enfermo, mantendría el poder teórico hasta 1082-83, manifestando
esta escisión, que resultó ser un grave problema para al Mutamin, pues al
intentar reducirla —como encomendó al Cid— se vio mermado para contrarrestar el
avance aragonés; el rey Sancho IV Ramírez, puesto de parte de Mundir,
logró considerables avances por la Marca Superior, cuyas fronteras permanecían
estabilizadas desde Sancho III el Mayor de Navarra, aunque las llanuras
estaban controladas por los musulmanes desde los enclaves de Lérida, Barbastro,
Huesca, Zaragoza y Tudela, contra los que avanzó ahora Sancho IV.
El Cid operaba a favor de al Mutamin por Morella y Olocau,
tierras de Mundir. Al Mutamin apretaba más lazos con Valencia, casando a un
hijo suyo con una hija de Abu Bakr de Valencia, en enero de 1085. En mayo de
ese año Alfonso VI ocupó Toledo, y al Qadir recibió a
cambio de su taifa toledana la de Valencia. Las tierras orientales de la taifa
de Zaragoza, Lérida, Tortosa y Denia siguieron escindidas en poder de Mundir,
hermano de al Mutamin, hasta su muerte en 1090.
Sulayman b. Mundir Sayyid, Régulo de Denia, desde 1090 a 1092. A la muerte de
Mundir le sucedió un hijo, niño aún, Sulayman Sayyid o Sa´d al Dawla, bajo la
tutoría de la familia de Betyr, también conocida como Banu.
En Denia residía Sayyid o Sa´d al Dawla y allí acuñó moneda en 1090-1092;
en esta última fecha Denia fue tomada por los almorávides; Játiva al tiempo de
ganarla los almorávides la señoreaba un Ibn Munqid, señor también de Denia y de
Tortosa, después de entrar en Valencia, en 1102, pues la ocupación cristiana
les impedía el acceso, los almorávides señorearon Tortosa.
Respecto a Lérida, una noticia refiere que en la batalla de Cuarte, en
1094, ayudaron a los almorávides, además de Sayyid al Dawla a quien ubica en
Tortosa, un Tayid al Dawla de Lérida y, entre otros, al Sanyati desde la
frontera, que ha de corresponderse con Ibn Abi l-Hayyay al Sanyati que
tenía la ciudad de Lérida, en fecha sin determinar la ocuparon los almorávides.
Ramón Martín
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