Batalla de Madrid
FECHAS: En realidad hay dos periodos, uno primero
comprendido entre el 8 al 23 de noviembre de 1936, y otro desde este 23 de
noviembre hasta el final de la guerra, el 28 de marzo de 1939.
CONTENDIENTES:
Gobierno legal: El ejército Popular
de la República, apoyado por las Brigadas Internacionales, al mando del general
José Miaja Menant con el Jefe del Estado Mayor el coronel Vicente Rojo Llull.
Bando sublevado: Ejército de
África, más algunos elementos del ejército de la República, Falange Española y Tradicionalistas,
todos apoyados por la Alemania nazi y el Reino de Italia. Mandados por los
generales Emilio Mola Vidal y Francisco Franco Bahamonde.
Primera Fase con la llegada a Madrid de las columnas sublevadas
El general Mola, desde Pamplona, Comandante
Militar de Navarra, fue el "director" de la conspiración militar
encaminada a terminar con el gobierno del Frente Popular que había obtenido el
poder, legítimamente, en las urnas en febrero de 1936, fijaba como objetivo la
capital (Madrid). Según dicho plan, comunicado a los militares comprometidos,
el 25 de mayo de 1936, se atacaría
Madrid desde las guarniciones de Valencia, Zaragoza, Burgos y Valladolid; pero
al fracasar dicho alzamiento en algunas capitales, Mola logró formar tres
columnas motorizadas desde Valladolid, al mando del coronel Serrador; Burgos,
comandada por el coronel José Gistau Algarra; y Pamplona, por el coronel
Francisco García-Escámez. La columna Valladolid que había partido el día 22 de
julio, pronto quedó detenida en el sistema Central, llegando la situación a un
punto muerto a principios de agosto de 1936. El plan inicial de Mola, sobre el
avance sobre Madrid, había fracasado.
A pesar del descalabro sufrido, en el
frente del oeste la moral está muy elevada, tras la conquista de Badajoz y la liberación del Alcázar de
Toledo y las
columnas de los rebeldes se van acercando a la capital. Ante el cariz que van
tomando los acontecimientos, el gobierno de Francisco Largo Caballero, comienza a preparar la defensa de
Madrid con la creación, el 10 de octubre, del nuevo Ejército Popular de la
República. Los hombres que lo componen ya habían mostrado su alto espíritu
combativo pero su casi nula preparación militar. El 29 de octubre tendrá lugar,
un primer contraataque republicano, en Seseña (Toledo), dónde aparecen en combate
los recién llegados T-26, a pesar de lo cual, los republicanos
son rechazados. Las tropas rebeldes, apenas transcurridos tres meses de
combates por Extremadura ya se encontraban en los lindes de la Casa de Campo,
con lo que las columnas de Castejón, Asensio, Barrón y Tella se sitúan el 6 de
noviembre a siete kilómetros de la Puerta del Sol. Las columnas rebeldes emplearon en
sus asaltos, casi siempre, tácticas similares: primero un ataque frontal
apoyado en la artillería, para pasar a ejecutar un desbordamiento por los
flancos, lo que causaba pánico a las tropas milicianas, ya que poseían poca
instrucción militar, provocando una retirada desordenada. Sin embargo, ahora el
objetivo era más extenso y
existían
posibilidades de ser abordados.
Por un lado, se encontraban los
edificios situados a la derecha del río Manzanares, barrios desde los que se
podría ejercer una considerable resistencia considerable. En cuanto a la orilla
izquierda del río, la situación era peligrosa, pues algunos edificios dominaban
dicha orilla; además aquí el cauce se encontraba canalizado desde el Puente
de los Franceses al de la Princesa. Además, el avance desde el río
es en cuesta arriba. La idea defendida por Varela, consistía en llegar a la Ciudad
Universitaria y a la Plaza de España, y desde allí avanzar a lo largo de la
ciudad hasta dominarla. Otra posible opción era estirar el frente hacia el
sureste (Vallecas) pero se desechó pues no había punto de entrada a la ciudad.
Tras evaluar las diversas opciones se decide atacar por la Casa de Campo y
desde allí, cruzando el Manzanares, penetrar en la Ciudad Universitaria;
mientras tanto, otras columnas deberían presionar sobre los puentes de Segovia,
de Toledo y Legazpi, para distraer a los defensores del escenario
principal del ataque.
El 6 de noviembre de 1936 a las ocho
de la tarde se convoca a los generales Miaja y Pozas a reunirse con Largo
Caballero, allí se les hace entrega de un oficio dentro de un sobre cerrado, en
el que pone: "para abrir a las seis horas del día 7", pero
ambos generales desobedecen dicha instrucción y abren el sobre. Su contenido
era:
El Gobierno ha resuelto,
para poder continuar cumpliendo con su primordial cometido de defensa de la
causa republicana, trasladarse fuera de Madrid, encarga a VE de la defensa de
la capital a toda costa. A fin de que lo auxilien en tan trascendental
cometido, (…) se constituye una Junta de Defensa de Madrid, (…) Esa Junta
tendrá facultades delegadas del Gobierno para la coordinación de todos los
medios necesarios para la defensa de Madrid que deberá ser llevada al límite y,
en el caso de que a pesar de todos los esfuerzos haya de abandonarse la
capital, (…) las fuerzas deberán replegarse a Cuenca para establecer una línea
defensiva en el lugar que le indique el General Jefe del Ejército del Centro.
firmado por Largo Caballero.
El oficio, que establecía defender Madrid a toda costa y al mismo tiempo replegarse a Cuenca, era, a los ojos del jefe de Estado Mayor republicano, Vicente Rojo, contradictorio desde un punto de vista militar. Este oficio da a Miaja la responsabilidad de defender Madrid mediante la Junta de Defensa y debió recibir instrucciones verbales para mantener la Capital durante al menos siete días, lo que daría tiempo para preparar una contraofensiva desde el Jarama a cargo de Pozas. El Gobierno de la República sale esa misma noche hacia Valencia, el 19 de octubre Azaña ya había abandonado la capital en dirección a Barcelona. La Junta, a partir de ese momento la responsable de las operaciones militares, y Miaja decide que Vicente Rojo sea el responsable del Estado Mayor. Con el Gobierno de la República en Valencia y el ejército rebelde llamando literalmente a la puerta, la Junta de Defensa de Madrid decide el 7 de noviembre resistir el ataque. Las tropas de Miaja fueron aumentando en diversos frentes, hasta llegar a los 30.000 hombres, y con la incorporación, el 16 de noviembre, de las Brigadas Internacionales, alcanzarían los 40.000. Enfrente, las tropas de Varela eran unos 20.000 al comienzo de la contienda.
En la primera fase de la batalla, a
primeros de noviembre la línea del frente se encuentra a las puertas de Madrid,
ya han caído en manos rebeldes la base aérea de Getafe (el día 4) y, poco
después la de Cuatro Vientos, lo que era de gran importancia por sus excelentes
pistas, lo que les permitió recrudecer los bombardeos que se venían efectuándose
desde finales de agosto. La moral dentro de la ciudad estaba hundida, pues
daban por hecho que, aunque la ciudad resistiera, acabaría sucumbiendo. Miaja,
junto a Vicente Rojo —la organización defensiva de Madrid es obra suya—, se
encargarán de organizar la defensa, empezando con la construcción de trincheras,
nidos de ametralladores y puestos de artillería a lo largo del río Manzanares.
El metro fue ampliamente utilizado para transportar municiones, equipo militar
y soldados, y también como refugio y evacuación de muertos y heridos.
El 8 de noviembre Varela ordenó el asalto
final, comenzando el avance desde la Casa de Campo al Manzanares, mientras
que desde el Sur se apoyaba el ataque desde el Oeste. La resistencia ejercidas
por las tropas al mando de Lister, Barceló y Galán, dio como resultado
poder retrasar el avance de los sublevados, con lo que los combates en la
Casa de Campo se prolongaron a los días 9 y 10; también se producen fuertes
combates en el Puente de Castilla que son rechazados y el puente es
volado. El día 9, en uno de los momentos de mayor lucha, llega a Madrid la
primera unidad de las Brigadas Internacionales, al mando de Lazar Stern,
más conocido como Emilio Kléber o general Kléber, desfilando por la Gran
Vía, más tarde se dirigirán a la Ciudad Universitaria, instalando su
cuartel general en la Facultad de Filosofía y Letras y situando sus
posiciones en torno al Manzanares y el Puente de los Franceses.
Los defensores tuvieron un golpe de
suerte cuando, un carro de combate italiano perdido dentro de la Casa de Campo
fue puesto fuera de combate y al inspeccionar su interior, se encontró una
copia del plan general de los sublevados. Puesto en manos de Vicente Rojo, este
pudo saber de antemano los movimientos a realizar por los sublevados. El
dominio del aire empieza a ser equilibrado con los nuevos aviones soviéticos Polikarpov I-15 y Polikarpov I-16, que son bautizados por los
republicanos como Chato y Mosca. Empieza a correr,
por toda la ciudad, la consigna, que se hará famosa de ¡No pasarán!, que
elevará la moral de los madrileños a medida que la resistencia republicana se
endurece.
Una segunda fase de la Batalla es la
referida a la entrada en la Ciudad Universitaria, a la que dedicaré un artículo
independiente.
En la madrugada del día 20 de
noviembre, Buenaventura Durruti muere en el Hotel Ritz de Madrid,
hospital de sangre para las tropas. El cirujano José Santamaría no logra salvar
la vida del líder anarquista. Se oculta la noticia de la muerte unas 24 horas,
pero el rumor corre pronto por las calles de Madrid. La noticia provoca la
desmoralización de la unidad que dirige el líder anarquista, que se retira del
frente, estando a punto de originar un desastre entre las líneas republicanas. Serán
relevados por otra unidad y se lanza un contraataque contra los crecientes avances
de las tropas rebeldes.
El 23 de noviembre tiene lugar una
reunión del Estado Mayor rebelde, en el cuartel de Ferrocarriles de Leganés, a
la que acude Franco junto a los generales Mola, Saliquet y Varela, para revisar
la situación. Se plantea una nueva estrategia que consiste en renunciar al
ataque frontal y a la toma de Madrid como primer objetivo. La renuncia pasaba
por estabilizar el frente y aceptar prolongar la guerra, convirtiéndola en una
guerra de desgaste. Para aislar Madrid se harán una serie de maniobras
envolventes: Batalla de la carretera de La Coruña, que continuó, en febrero de
1937, con la Batalla del Jarama y, en un último intento de abordar Madrid en
marzo de 1937, con la Batalla de Guadalajara a cargo de tropas italianas. El
centro de mando de las tropas atacantes se situó en la Escuela de Arquitectura, ya que
era el primer edificio al que se accedía desde la Pasarela de la Muerte.
Nacía una nueva modalidad de guerra, no utilizada hasta entonces: la guerra
de minas. Franco es paciente, o quizás quiere conseguir eliminar un mayor
número de enemigos, por lo que prefiere esperar a que Madrid esté agotada. Y es
que, tras los continuos fracasos por hacerse con Madrid la estrategia pasa por
hacerse con el control de la franja norte que se mantiene leal al Gobierno
legítimo.
Segunda el cerco se ha consolidado
El 6 de julio de 1937, comienza un
nuevo ataque republicano en la zona centro, para conquistar Brunete y aunque
mantiene un fuerte impulso por parte republicana, la balanza se inclinará a
favor de los sublevados que lograrán contraatacar y reconquistar Brunete. Brunete
fue la última ofensiva de la zona. Madrid, continuará aguantando el asedio durante
meses, a pesar del endurecimiento de las condiciones para la población. Los
bombardeos y el cañoneo desde el Cerro Garabitas empeoraban el día a día de los
madrileños. El Ejército Popular intentará varias ofensivas en torno a Madrid
para aliviar la presión. Entre 1937 y 1938 se realizaron numerosos ataques al Cerro
Garabitas encaminados a desalojar la artillería allí instalada, pero ninguno
logrará su objetivo. En la Ciudad Universitaria se producen continuos tiroteos
y la pasarela que comunica con la Casa de Campo es destruida, en diversas
ocasiones, por la artillería republicana; lo vual no supone un problema, pues,
tantas veces como es destruida, es levantada de nuevo.
Al caer el Frente Norte, Franco
volverá a poner la vista sobre Madrid planteando una ofensiva definitiva para
el invierno de 1937-38, pero la inteligencia republicana, se da cuenta de la acumulación
de material y, Vicente Rojo, decide atacar Teruel para distraer las intenciones
de los sublevados en Madrid. Franco suspende sus planes madrileños y acude a Teruel.
La situación en el frente de la capital permanecerá invariable, si bien con un
constante descenso en el racionamiento de alimentos durante todo el año 1938.
Al comenzar 1939 la moral de los defensores
de Madrid ha decaído aún más, debido a los reveses que se van produciendo en la
guerra y el racionamiento que cada vez va a menos. Tras caer Cataluña, se hizo
evidente que la guerra estaba perdida y empezó a crecer el rechazo a continuar la
resistencia, algo defendido por el presidente del Gobierno Juan Negrín
apoyado por los comunistas. Quien aglutinó este descontento fue el coronel Segismundo Casado,
comandante del Ejército del Centro, un anticomunista que llevaba un tiempo
disconforme con la influencia comunista en el ejército y que tras la Batalla
del Ebro había establecido contactos con miembros de la quinta columna
franquista de Madrid. Al regresar a la zona centro-sur, desde Francia, el
gobierno de Negrín, la conspiración de Casado se encontraba muy avanzada,
produciéndose el golpe de Estado, entre el 5 y el 6 de marzo de 1939. Golpe de
estado apoyado por otros jefes militares, como el general Miaja o el anarquista
Cipriano Mera y políticos como Julián Besteiro, junto a anarquistas y
republicanos que se integraron en el Consejo Nacional de Defensa que presidía
Miaja, pero cuyo hombre fuerte era en realidad Casado. En un principio, la
sublevación prosperó en Madrid y en la zona centro-sur, pero la reacción de las
tropas fieles a los comunistas no se hizo esperar: Luis Barceló Jover, tras
tener dudas, se puso al frente de la resistencia. Entre los días 6 y 8 de marzo,
se suceden los combates en las calles. Las fuerzas de Casado están a punto de
rendirse, pero la llegada de refuerzos al mando de Cipriano Mera inclina la
balanza; Luis Barceló será fusilado en las tapias del cementerio de Madrid el
15 de marzo, quedando la situación controlada por Casado.
El coronel Casado había justificado el
golpe, basándose en la promesa de que obtendría una "paz honrosa" con
Franco, pero éste, cuyos emisarios sólo habían hecho vagas promesas, reiteró
que sólo aceptaría la rendición incondicional. Las negociaciones se cerraron
con la imposición de la rendición, y las tropas franquistas entraron en Madrid
el 28 de marzo sin encontrar resistencia alguna. A Casado y al resto de
miembros del Consejo Nacional de Defensa, exceptuando Julián Besteiro
que decidió quedarse en Madrid, se les permitió escapar, embarcando en un buque
de guerra británico que les esperaba en el puerto de Gandía. De esta forma, se
daba por terminado el sitio de Madrid, el más largo de toda la guerra.
BIBLIOGRAFÍA
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Diversos capítulos de mis Blogs Personales: COSAS DE
HISTORIA Y ARTE y Una biografía en tu pantalla
Crónica de la Guerra Española de la Editorial Codex, S.A.
Buenos Aires (Argentina)
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Ramón
Martín
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