José Miaja Menant. 162º Presidente del Consejo Nacional de Defensa
Presidente del Consejo Nacional de Defensa, durante la presidencia de don Manuel Azaña Díaz, desde el 6 al 28 de marzo de 1939.
He aquí una de
las figuras más discutidas de la guerra civil española. Para algunos fue el
héroe de Madrid, el general del pueblo; para otros, un simple comparsa dominado
por los comunistas, un general mediocre, para muchos un héroe, para otros un
militar que cumplió con su deber, para algunos un traidor a la república y para
sus enemigos un molesto contrincante. Pero para todos, el personaje que evito
la caída de Madrid en noviembre de 1936. La defensa de la ciudad no la hizo
solo el general Miaja, pero a él
cabe la gloria de haberla dirigido, obteniendo por esta acción la placa laureada de Madrid.
Había nacido en
Oviedo el 20 de abril de 1878, donde estudió bachillerato, ingresando después, en
la Academia de Infantería de Toledo en el año 1896, donde hizo una carrera
normal, regresando a su tierra natal con el grado de 2º teniente. En Asturias
está un breve periodo de tiempo, ya que solicita ir voluntario a Marruecos en el
año 1900 con 22 años de edad. Durante la guerra de Marruecos destacó en diferentes acciones
obteniendo el grado de comandante de Infantería por méritos de guerra,
sobresalió como estudioso del idioma árabe.
Fue ascendido a
general en agosto de 1932, confiándosele el mando de la 2ª Brigada de
Infantería de la Primera División Orgánica, acuartelada en Badajoz.
Posteriormente, el gobierno presidido por Martínez Barrio le otorga el mando de la 1ª Brigada de
Infantería de la Primera División Orgánica, de guarnición en Madrid.
Gil Robles le pide un informe sobre los
mandos militares sospechosos de confabular con la Revolución de Asturias de 1934, Miaja le contesta con un informe,
que denuncia el peligro que representan generales supuestamente antirrepublicanos
como Mola, Franco, Goded y Fanjul. Lo
que le supone, en 1935 ser enviado a Lérida uno de los destinos alejados de la
capital, que se solían dar a militares que no gozaban de la plena confianza del
gobierno.
Republicano
convencido, contaba con buenas amistades entre los socialistas asturianos
moderados. Uno de ellos, condiscípulo suyo, gestionó su traslado a Madrid
después del triunfo del Frente Popular. Merced a esta circunstancia no le
sorprendió la guerra en Extremadura. Hay quien afirma que pudo pertenecer a
la UME, Unión Militar Española;
algunos dicen que esto es un rumor creado en los primeros meses de la guerra
civil para desacreditarle.
En el año 1936 al
formar gobierno Manuel Azaña designa
Ministro de la Guerra al general
Masquelet, pero al estar enfermo llamó a Miaja para hacerse cargo del
ministerio de forma temporal. Posteriormente, regresa a su brigada y ocupa
también la jefatura de la Primera División Orgánica por enfermedad de su
titular Virgilio Cabanellas. Al
estallar la guerra civil, varios de sus subordinados están involucrados en el
alzamiento militar, y, al parecer, él mismo parece dudar, pues su familia se
hallaba en la zona sublevada. Pero finalmente reafirma su lealtad al gobierno
legítimamente elegido. Designado ministro de la guerra por el gabinete de Martínez Barrio, es su titular por
espacio de ocho horas, y rechazará el mismo ofrecimiento de Giral, por considerar que se
trataba de un equipo débil y decaído. Durante el periodo que es ministro de la
guerra, llama a su excompañero Mola, que se encuentra en Navarra y le pregunta:
“¿Cómo se ha declarado ahí el estado de guerra sin haberlo ordenado este
ministerio?" Contestando el general Mola “Las circunstancias especiales aquí
imperantes, Sr. Ministro” a lo que Miaja le contesta “En una palabra, acabemos
pronto: ¿Está usted sublevado?" Y ante la respuesta afirmativa de Mola le dice
“Aténgase a las consecuencias” y corta la comunicación.
El 25 de julio de
1936 es nombrado Jefe de Operaciones del Sur, partiendo el 28 del mismo mes de
Albacete al mando de una fuerza de unos 5.000 hombres con la que llega a las
puertas de Córdoba, pero vacila y su indecisión le hace perder un tiempo que da
lugar a la actuación de la aviación de los sublevados, sufriendo una gran
derrota el día 22 de agosto. Tras el fracaso es trasladado a Valencia donde
toma el mando de la Tercera División Orgánica manteniendo constantes
enfrentamientos con los comités revolucionarios de partidos y sindicatos.
El 28 de octubre
de 1936, el Gobierno le devuelve la Capitanía General de Madrid. El 6 de
noviembre al evacuar el gobierno la capital ante la inminente llegada de
las tropas franquistas, fue nombrado presidente de la Junta de Defensa de Madrid. Recibiendo
él y el general Sebastián Pozas,
jefe del Ejército del Centro, un sobre cada uno con la orden ser abiertos a las
seis de la mañana del día siguiente, dándose la circunstancia de que las
órdenes que contienen los sobres están intercambiadas. El general Miaja no
espera hasta las seis de la mañana, abriendo el sobre inmediatamente y se pone
a trabajar sobre la planificación de la defensa de Madrid. El general nombra
al teniente coronel Vicente Rojo jefe
del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa.
La capital se
encuentra casi cercada, el 9 de noviembre llegan las Brigadas Internacionales y la columna Durruti, como refuerzo, ayudando en la defensa de la
ciudad y desempeñando un papel muy importante durante la batalla. Buenaventura Durruti muere el 20 de
noviembre como consecuencia de un disparo recibido en la Ciudad Universitaria,
en extrañas circunstancias. El general Miaja Junto al teniente coronel Vicente Rojo, consiguen detener a las tropas de Franco en la batalla de la Ciudad Universitaria, alcanzando una gran
popularidad, el éxito en parte se debe al hallazgo de un plan para entrar en
Madrid, en un carro de combate del ejército franquista, el general Miaja
tuvo que decidir si se trataba de una estratagema de intoxicación o de un
verdadero plan de combate. Miaja optó por creerlo verdadero y acertó. Pero la
defensa de Madrid recayó también en los milicianos que vertebraron una resistencia
heroica.
Recogemos parte
del texto de Julián Zugazagoitia en “Guerra y vicisitudes de los españoles”,
en el que describe un episodio en el que el general Miaja restablece el frente
durante la Batalla de Madrid a mediados del mes de noviembre, en las cercanías
de la Cárcel Modelo: Un grupo de
soldados retrocede, abandona sus posiciones. Miaja, qué momentos antes se ha
caído en el cráter de una bomba y lleva el uniforme sucio y mojado, se planta
ante ellos, pistola en mano y vive un momento dramático. “¡Atrás,
cobardes!" - les grita -"¡A vuestros puestos! Al que dé un paso hacia
la ciudad lo mato. ¡Atrás!". Algunos no le han reconocido, pero otros sí,
ante la gravedad del momento, todos desenfundamos nuestras pistolas y nos
aprestamos a usarlas si llega el momento. “¡Cobardes! ¡Cobardes!” – vuelve a
gritar Miaja – “¡A morir a vuestra trinchera! ¡A morir conmigo! ¡Con el general
Miaja!” Ahora sí que le reconocen. Es su general, y está en primera línea. Se
detienen, avergonzados e impresionados por lo que están viendo. La casualidad
ha querido que su general haya estado allí, pistola en mano como uno más de
ellos. Los soldados se rehacen en su moral de combate y van volviendo a sus
posiciones.
Fue nombrado
Comandante del Ejército del Centro en febrero de 1937 y dirigió las batallas de Guadalajara y Brunete, siendo uno de los militares
republicanos con más poder durante la contienda.
Durante el mes de
mayo de 1938 ocho integrantes de la escolta personal de Miaja fueron detenidos
cuando preparaban su secuestro y posterior entrega a las autoridades
nacionales. Desbaratando de esta forma el plan que consistía en actuar
durante uno de los desplazamientos al frente de Guadalajara, con el fin de
animar a las tropas y ver insitu el estado de las tropas, los secuestradores
atravesarían con el vehículo del General las líneas enemigas, incluido los
motoristas que daban escolta al coche de Miaja que también estarían
implicados. Los nacionales estarían avisados del día y la hora del plan de tal
forma que no realizarían disparos sobre la comitiva.
Al final de la
guerra el general Miaja no dudó en secundar el golpe de estado del coronel Casado en marzo de 1939,
presidiendo el Consejo Nacional de
Defensa, al ser la máxima autoridad militar. El golpe desplazó por
la fuerza al gobierno de Negrín del
poder republicano, sin conseguir la "paz honrosa" que perseguían con
el ejército de Franco. El 26 de marzo de 1939 se exilió embarcando en Gandía en
un barco británico que le llevó a Argelia, después a Francia y finalmente a
México donde murió el 14 de enero de 1958 a la edad de setenta y nueve años.
Que Manuel Azaña le llamara para hacerse cargo del ministerio de la guerra indica la valía que mantenía viva en una España tan inestable.
ResponderEliminarUna historia rocambolesca de un político y militar polifacético.
Muchas gracias por compartirla.
Saludos.
Estoy de acuerdo contigo. Fue un militar infravalorado po la mayoría de sus compañeros, cuando en realidad tuvo un importante papel.
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