Se suceden los gobiernos de derechas, con una mediocridad manifiesta y ante la actitud del presidente
Alcalá-Zamora de imponer su sueño de aglutinar las masas católicas en la República, cuando el 12 de septiembre de 1933, tras un fuerte discurso de
Gil-Robles en Covadonga, se planteó la crisis, resuelta el 3 de octubre, con tres ministros de la C.DE.D.A. y dos agrarios en el nuevo gobierno
Lerroux Lo que trajo consigo una tendencia reaccionaria por parte de las derechas. Con esta tendencia, no es de extrañar que, se acentuasen las tendencias revolucionarias de la izquierda.
En diciembre hubo un chispazo anarquista en Aragón, Extremadura y Andalucía. El partido socialista se pone abiertamente a preparar la revolución. La comisión encargada de la revolución de octubre, estaba compuesta por:
Largo Caballero, Enrique de Francisco y Anastasio de Gracia.
Indalecio Prieto, con la colaboración del financiero bilbaíno Horacio Echevarría, prepara lo que se conocerá como
"el alijo de Asturias", fantástico contrabando de armas, descubierto en
San Esteban de Pravia (Asturias) el 10 de septiembre de 1934.
Fue curioso que, en las Cortes, se dieran muestras de posibilidad de diálogo. En dos ocasiones a cargo de
Indalecio Prieto: en mayo de 1934, sosteniendo una discusión modélica con
Calvo Sotelo; y en plenos preparativos de la revolución, el mismo parlamentario, defiende a
José Antonio Primo de Rivera de un suplicatorio para procesarlo por tenencia ilícita de armas. Que pena que las dos corrientes opuestas les arrancasen de aquel abrazo que, bien pudo evitar la guerra civil.
Los problemas regionalistas seguían siendo una complicación para aquellos gobiernos radicales, de tan poco porte. Muerto Maciá, Lluís Companys ocupa la Presidencia de la Generalitat, el 25 de diciembre de 1933, produciéndose continuos choques con diversas entidades del Gobierno Central. A causa de la divergencia, cada vez mayor, entre derechas e izquierdas hacía que, el octubre rojo español, estuviera a las puertas. Aunque es bien cierto que, la culpa, es de la izquierda revolucionaria y regionalista.
El 5 de octubre, tras conocerse el nuevo gobierno, comienza, en toda España, la huelga general revolucionaria, decretada por el Partido Socialista y la U.G.T. Los partidos republicanos, e incluso el moderado
Maura, se solidarizan con la revuelta. El día 6, el Gobierno declara el estado de guerra en todo el territorio nacional. El ministro de la Guerra, Diego Hidalgo, nombra asesor especial al general
Franco, quién inmediatamente ordena al
teniente coronel Yagüe, para que envíe una columna sobre Asturias que, desde un principio apareció como foco principal de la rebelión.
En Cataluña, el presidente Companys, proclama el
Estado Catalán dentro de la República Federal Española, requiriendo el 6 de octubre, al capitán general, el catalán Batet, para que se pusiese a sus órdenes. El general declara el estado de guerra y ataca el
Palacio de la Generalidad, empleando artillería. Companys se rindió tras 25 cañonazos. La rebelión había durado diez horas. El 9 de octubre se detuvo al expresidente del consejo,
Azaña, que se encontraba en Barcelona. Su participación en la rebelión nunca pudo probarse.
La rebelión se extendió por España, triunfando, momentáneamente en León, Aragón, algunas zonas de Vascongadas y Andalucía. Pero el Octubre Rojo pasó a la triste historia española de los años treinta. El jefe de la revolución en Asturias fue el diputado socialista González Peña, que se adueñó, rápidamente, de las cuencas mineras. Mieres se convirtió en la capital revolucionaria. Comenzaron las declaraciones del comunismo libertario, y los asesinatos, indiscriminados de guardias civiles y sacerdotes.
Los mineros triunfantes acuerdan la conquista de Oviedo, apoderándose de la fábrica de armas de Trubia. El 6 de octubre, comienzan a cañonear Oviedo desde el Naranco. Al tercer día de asedio se hacen con el cuartel de Pelayo, la catedral, la calle Uria. El día 10 ocupan el monasterio de San Pelayo, fuerzan las cámaras del Banco de España. El 11 de octubre se reunió el Comité Revolucionario Provincial, representativo de la República Socialista Soviética, recientemente proclamada.
El anarquista José María Martínez, era partidario de abandonar ante el avance del ejército; los comunistas, partidarios de continuar con la rebelión, clamaron por la victoria y asesinaron a Martinez.
El día 10 ya habían llegado varios barcos a Gijón con los legionarios y marroquíes de Yagüe, saliendo inmediatamente hacia Oviedo. La noche del 11 de octubre, el general López Ochoa, jefe de las columnas que avanzaban, llegó al cuartel de Pelayo, donde se reunirá con Yagüe el día 12. La rebelión en Gijón, de raíz anarquista, había quedado dominada, antes de la partida de la columna hacia Oviedo.
Los días 14 y 15 continuaron los combates por Oviedo, que resistió hasta el día 17. Para entonces López Ochoa contaba con 18.000 hombres, con fuerte apoyo de artillería, caballería y aviación, dispuesto a aplastar la revolución en la cuenca minera. Belarmino Tomás pacta con López Ochoa la rendición de la cuenca, que quedó ocupada el 19, sin dispararse un tiro.
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