Valentia-Valencia

 


Como todos los lectores que se hayan asomado alguna vez a este Blog, la Valencia situada a orillas del Mar Mediterráneo, y regada por el Río Turia, da nombre a varias ciudades a lo largo y ancho del planeta. Pero hoy vamos a centrarnos en la Historia de esa Valencia Mediterránea, situada cerca del mar y construida sobre una isla fluvial, formada por el Río Turia.

A través del tiempo, en esta zona se han realizado diversos trabajos arqueológicos, pudiéndose encontrar, dentro de la ciudad, restos del siglo III a.C.. Dichos resto se han localizado en la zona correspondida por las calles Ruaya (prolongación de la calle del Huerto de don Vicente) y Sagunto. Siendo evidente que, ya antes de la fundación de la ciudad por Roma, ya existían pobladores en la zona. Entre los años 1985 y 2005, se realizaron excavaciones en los alrededores de L’Almoina, donde se encontraron, entre otras cosas: un pozo con ánforas que podrían procedes de zonas como Cádiz, Ibiza o en norte de África; una construcción hidráulica de forma rectangular y que se encuentra repleta de cerámicas de diversos tipos; pero uno de los objetos más interesantes es el de una moneda cartaginesa de la época Bárcida (una de las más nobles familias cartaginesas, declarados enemigos de Roma, entre los que se encuentra el famoso general Anibal).

    Con estos datos en nuestro poder, podemos afirmar que, la mayor parte de los pobladores de la que hoy conocemos como Comunidad Valenciana, eran iberos. Pero, el paso de los siglos fue cambiando una buena parte de las características geográficas; la llanura en donde hoy se encuentra la ciudad de Valencia, era muy diferente, puesto que la Albufera unía a los dos ríos más importantes de la zona: el Turia y el Júcar. Circunstancia por la cual, los poblados íberos estaban situados en fuera de dicha llanura, principalmente en lugares altos, lo que hacía que fueran más fáciles de defender, además de ser terrenos más firmes, donde poder construir. Las paredes de la vivienda constaba de unas paredes de adobes, construidos mezclando agua y paja; para, a continuación emplear madera y ramas mezcladas con barro para realizar el techo de las mismas, una mezcla que creaban una superficie bastante impermeable. En la actualidad podemos encontrar algunos poblados íberos de cierta importancia en nuestra región. Por enumerar algunos: El Torrejón, en Gátova; La Celadilla, en Ademuz; Tòs Pelat, en Moncada; Puntal dels Llops, en Olocau; Tossal de Sant Miquel i Castellet de Bernabé, en Llíria; La Seña, en Villar del Arzobispo; El Molón, en Camporrobles; Los Villares, en Caudete de las Fuentes; Castellar de Meca, en Ayora; Arse, en Sagunto; Saitabi, en Xátiva; Turís; Sucro, en Albalat de la Ribera; y La Bastida de les Alcusses, en Moixent. Estando la capital ibérica situada en la zona que hoy ocupa Llíria, con el nombre de Edeta; gozando de gran importancia hasta que fue destruida el 76 a.C. en las guerras de Quinto Sertorio.

    En lo que respecta a la ciudad de Valencia, pocas son las referencia que tenemos antes de la época romana, aunque, parece ser, que había una pequeña población fortificada con el nombre de Tyris o Tyrin, situada en una isla sobre el río Turia, del que recibía su nombre. El lugar estaba atravesado por la Vía Heraclea, un importante camino que data, al menos, del siglo VI a.C. Gran parte de su trazado constituye el origen del trazado correspondiente a lo que años más tarde será la Vía Augusta romana, y cuya utilidad era la de realizar el comercio entre las colonias griegas del Levante con los territorios de Turdetania (Bética).

    Tras esta exposición de la zona, creo interesante centrarnos en la ciudad de Valentia (Valencia).

    El año 145 a.C., el general Quinto Fabio Máximo Emiliano realizó una campaña contra los lusitanos. Campaña que tuvo un importante éxito, a pesar de no poder arrestar a Viriato, el cual en los años siguientes obtuvo una serie de victorias contra las legiones romanas. Quinto Servilio Cepión, penetró en las tierras de los vetenos y galaicos mientras que Marco Popilio Lenas pacificaba la región entre los ríos Duero y Tajo, construyendo varios campamentos para asegurarla. Pero en el año 139, cansados los romanos en su intento de doblegar a Viriato, decide Marco Popilio Lenas, sobornar a tres de los compañeros del luso. Son Audax, Ditalco y Minuro que, acaban con Viriato mientras dormía, acabando, de esta manera, con la resistencia lusa en la zona.

     Conseguida la pacificación de la zona, una parte de las tropas romanas fueron licenciadas. En su camino por la Vía Heraclea, camino que les devolvería a sus hogares, llegaron a la zona donde, en la actualidad, se encuentra Valencia. Entonces el cónsul en Hispania, Junius Brutus, decidió fundar un asentamiento, en aquel paraje, como premio a sus legionarios. Transcurre el año 138 a.C. (año 616, desde la fundación de Roma) y el nuevo asentamiento romano recibirá el nombre de Valentia Edetanorum, que pronto obtuvo el rango de colonia. El nombre de “Valentia” por la valentía de los soldados romanos licenciados y “Edetanorum” por el nombre de la región, que por aquel entonces era la edetana, nombre recibido por la principal ciudad íbera del lugar, la Edeta, situada en la actual Liria El lugar equidistaba entre los asentamientos iberos de Arse (Sagunto) y Saetabis (Xátiva), lo cual permitía un cierto control del territorio, ya que, hasta ese momento no había ninguna otra ciudad romana en toda el área, por lo que es seguro que su fundación debió provocar una conmoción en el mundo indígena. Es indudable que, desde la nueva ciudad, se ejerce una enorme influencia sobre el medio. El antiguo procedimiento de alianzas con capitales ibéricas muestra su limitación para la explotación de los recursos económicos, requiriéndose la creación de ciudades propiamente romanas para impulsar un área administrativamente adscrita a Roma, que inicia un proceso de romanización gradual y real alrededor de Valentia.

   Se calcula que, en un principio, el número de pobladores alcanzaría los mil quinientos o dos mil habitantes, que en un principio, habitaban en chozas y tiendas de campaña, mientras eran construidas las viviendas de adobe, con el suelo de mortero y cal. La ciudad estaba configurado alrededor de dos calles perpendiculares: el Cardo Máximo (de norte a sur) y el Decumeno Máximo (de este a oeste). En cada extremo había cuatro puertas para acceder a la ciudad. Estas eran: la Saguntina, al norte, la Sucronense, al sur, la Celtiberia, al oeste y la del Mar, al este. En la actualidad, el lugar donde se cruzan estas calles, se encuentra la Plaza de la Almoina.

    La ciudad llegó a tener un circo, con una extensión de 350 metros x 70 metros, que iría desde la calle de la Paz, a la altura del actual Colegio del Patriarca, hasta la calle del Almirante. El foro era la plaza pública, constituyendo el centro cívico de la ciudad. Se encontraba bajo la actual Plaza de la Virgen, la Almoina, la Basílica de la Virgen de los Desamparados y una parte de la Catedral de Valencia. A su alrededor, se situaban los edificios principales: el Templo, la Curia, la Basílica, las Termas, el Horreum o granero, las Tabernae y el Ninfeo.

    En Roma, las guerras sertorianas, forman parte de de la guerra civil entre Sila y Mario, para conseguir el control del Senado, Quinto Sertorio, que era sobrino de Mario, se hizo fuerte en Hispania con sus legiones. Finalizada la guerra civil, victorioso Sila, éste quiso acabar con Sertorio en Hispania, para lo cual, envió a su general Cneo Pompeyo Magno, que derrotó a Sertorio, que moriría en Osca (Huesca), asesinado por sus compañeros. Es el año 75 a.C., cuando se desarrolla en Valentia, la Batalla del Turia, en la que Pompeyo derrota a los generales de Sertorio, Perpenna y Herennio. La ciudad será destruida. Pompeyo, pasará a cuchillo a toda la ciudad, muriendo centenares de personas, además de quemar la ciudad hasta sus cimientos. Se han encontrado restos de la destrucción en la Almoina.

    La ciudad permaneció despoblada durante cincuenta años, hasta que en tiempos de Augusto, entre el 5 a. C. y el 5 d. C., se refunda la ciudad. La ciudad acuñó monedas de bronce, en las que se ve el emblema de la ciudad: un cuerno de la abundancia con frutos y flores (cornucopia) sobre un haz de rayos jupiterianos (del dios Júpiter). En el suelo de la Plaza de la Virgen, se colocó una placa conmemorativa, los años setenta del pasado siglo XX, que bajo el cuerno de la abundancia (el cuerno de Amaltea), dice:  

ANNO DCXVI AB URBE CONDITA 
CXXXVIII ANTECHRISTUM 
D. IUNIUS BRUTUS CONSUL IN HISPANIA IS QUI SUB VIRIATHO 
MILITAVERANT AGROS ET OPPIDUM 
DEDIT QUOD VOCATUM EST VALENTIA 
SIC XXI SIC PLURIMA SAECULA 
FELICITER SENATUS POPULUS 
QUE VALENTINUS XXI SAECULO 
EXPLETO



Valentia volvió a refundarse, llegando colonizadores de la península itálica. Serán los soldados licenciados de las legiones que, junto a los residentes en la zona que tras la destrucción se encontraban dispersos por la zona, los que levantarán nuevamente la ciudad sobre las ruinas de la anterior. Al llegar al poder Augusto, vino la deseada paz a Hispania, junto al resto del imperio (Pax Romana). La ciudad seguía articulada alrededor de las dos calles principales, en el cruce de las cuales estaba el foro, con una estatua, homenaje, al emperador Tito. Alrededor del foro y de las dos calles que formaban la ciudad, se levantaban las viviendas, construidas formando calles, en cuadriculas perfectas.

    En las cercanías del actual Palacio de las Cortes, se han encontrado restos de una vivienda romana. La casa giraba, como las que conocemos de Roma, alrededor de un patio central descubierto (atrio), en cuyo centro se recogía el agua de lluvia, en una alberca. Alrededor del patio estaban las habitaciones, de propietarios y esclavos. Las casas eran de piedra, con utilización escasa del ladrillo, cubriéndose los tejados con tejas planas y rectangulares. Se decoraban las paredes con pinturas murales y los suelos se cubrían por diversos materiales, y en las casas más ricas con mosaicos. El máximo exponente de estos, es el encontrado en unas excavaciones de la calle del Reloj Viejo, conocido como mosaico de la Medusa, y que se encuentra, en la actualidad, depositado en el Museo de Historia de la Ciudad. 

    La actividad económica de Valentia, se basaba en el comercio y en todo tipo de trabajos artesanos relacionados con la construcción. Distribuidos a lo largo del Cardo Máximo y el Decumeno Máximo, se encontraban los comercios y las termas del siglo II, un acueducto y un puerto fluvial, situado junto a las actuales Torres de Serranos. Recordemos que en esa época, el río Turia era navegable para pequeñas embarcaciones, encontrándose el mar, más cerca que en la actualidad.

    Los valentinos adoraban a los siguientes dioses: Isis, Asclepio, Ninfas, Hércules, Júpiter y la diosa Fortuna; de época imperial nos ha llegado un Ninfeo o Templo de las Ninfas, diosas asociadas a las aguas y a las fuentes. Aún no había llegado el cristianismo a tierras hispanas, aunque ya se empezaba a extender por Roma y su imperio.

    La historia de Valentia corre pareja con la del Imperio Romano. A la época de esplendor imperial siguió un periodo de decadencia que, acabaría con la irrupción, de los bárbaros de Alarico en el 410. Para entonces el poder de Roma ya no llegaba a sus ciudades y Valentia, como otras muchas, se encontraba en un periodo de decadencia, conocido como periodo Bajo Imperial o Tardo Romano. En el año 476 las tribus bárbaras destronan a Rómulo Augustulo, considerado como el último emperador romano. Es lo que conocemos como la caida del Imperio romano. Pero esto, amigos, es otra historia.


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Ramón Martín

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