La Taifa de Granada


Fue creado hacia 1013 por guerreros bereberes sinhaya de la zona magrebí de Ifriqiya, pertenecientes a una rama de los ziríes, que entraron en al-Andalus a principios del siglo XI.

Zawi ben Zirí, fue el primer régulo de la Taifa de Granada. Había llegado a la Península con sus tropas para servir como mercenario en el ejército del Abd al-Malik al-Muzaffar, hijo de Almanzor. Tras la muerte de éste y de su hermano Sanchuelo, y el inicio de la fitna, tomó partido por el pretendiente califal Sulayman al-Mustaín en contra de Muhammad II al-Mahdí, al que, con sus tropas bereberes y la ayuda de las del conde de Castilla Sancho García, derrotaron y destronaron en noviembre de 1009. En mayo de 1010, Muhammad al-Ammad II al-Mahdí recuperó el califato cuando derrotó a Sulaiman al-Mustain, ya que solamente contó con las tropas de Zawi ben Zirí. Éste con sus bereberes tuvieron que retirarse hacia Algeciras junto con el depuesto Sulayman.

En su brevísimo segundo reinado, al-Mahdí volvió a enfrentarse con los bereberes de Zawi ben Zirí y fue ampliamente derrotado. Regresó a Córdoba y la fortificó ante un posible asedio. El general Wadih, jefe de la Marca Media, urdió una conspiración con los eslavos de Levante que acabó con 

la vida de al-Mahdí y el encumbramiento, por segunda vez, de Hisham II en julio de 1010. Zawi ben Zirí, que seguía apoyando a Sulaiman al- Mustaín, se negó a reconocerlo, tampoco lo hizo una mayoría de la aristocracia omeya y gran parte del pueblo andalusí. En noviembre de aquel año, los bereberes llegaron a las afueras de Córdoba e iniciaron un bloqueo para rendirla por hambre. Ante la imposibilidad de resolver los problemas, Wadih decidió huir, pero fue descubierto y asesinado en octubre de 1011. Los magnates cordobeses resistieron un año y medio más al asedio, pero finalmente, en mayo de 1013, los cordobeses pidieron la paz, que les fue concedida, tuvieron que sufrir durante dos días la rapiña y matanzas de los bereberes. A continuación, Sulaiman al- Mustaín entró en Córdoba y comenzó su segundo califato.


Sobre la suerte de Hisham II, los cronistas musulmanes no se ponen de acuerdo. Unos creen que pudo escapar y dirigirse a Oriente, y otros afirman que fue estrangulado por sicarios de un hijo de Sulaiman en mayo de 1013. Después de haber entronizado por segunda vez a Sulaiman al-Mustaín, los bereberes, se habían adjudicado los puestos más altos del califato, para asegurar su porvenir, pidieron a al-Mustaín que les concediera feudos y ciudades en las zonas fieles al califa. Éste repartió el territorio de al-Andalus entre ellos. Los Ziríes fueron recompensados con el distrito de Elvira que también integraba Jaén e Iznájar, Zawi ben Zirí se quedó con Elvira y su sobrino Habus con el resto. Como Elvira tenía una difícil defensa, Zawi ben Zirí decidió trasladar la capital a la actual Granada. 

Igual que otros jefes políticos de al-Andalus, en la primavera de 1016, Zawi ben Zirí negoció con el gobernador bereber de Ceuta Alí ben Hammud, para que cruzara el Estrecho, con el propósito de tomar el califato. En julio de 1016, el gobernador bereber, se dirigió a Málaga y luego contra Córdoba derrotando a Sulaiman, que privado de sus bereberes ofreció una nula resistencia. A continuación ejecutó a Sulaiman por regicidio de Hisham II y se proclamó califa al día siguiente.

En 1018, los régulos eslavos de Levante dejaron de sostener al califa bereber Alí ben Hammud y apoyaron en su contra a un pretendiente omeya, Abd al-Rahman ben Muhammad ben Abd al-Malik, bisnieto de Abderramán III. Cuando se disponían a partir contra Córdoba, recibieron la noticia del asesinato de Alí ben Hammud y la entronización de su hermano al-Qasim. Los conjurados tardaron un mes en designar califa a Abderramán, que tomó el título honorífico de al-Murtada, y ponerse en marcha con un modesto ejército. Antes de ir contra Córdoba decidieron comenzar por Granada. Zawi ben Zirí recibió una cortés invitación de al-Murtada de unirse a su partido, pero aquél la rechazó. Lo intentó en forma de ultimátum, y recibió el rechazo en términos agresivos. Debido a la traición de sus aliados, con sólo un millar de jinetes Zawi ben Zirí derrotó a Abderramán al-Murtada, que fue asesinado cuando se refugió en Guadix.


Poco después, Zawi ben Zirí decidió volver a su patria magrebí, con la intención de tomar el mando de la ciudad de Qayrawan en Ifriqiya, no sin antes delegar el gobierno en sus hijos y en un consejo de ancianos, aunque quien accedió a él fue su sobrino Habus ben Maksan.

Habus ben Maksan ben Zirí, sobrino de Zawi ben Zirí y gobernador de Jaén e Iznájar, desplazó a los hijos de aquél y ocupó el poder en toda la taifa granadina gracias, al apoyo del cadí Abu Abd Allah ben Abi Zamanin. Durante su reinado tuvo un gran protagonismo el judío Samuel ben Nagrella, que en 1030 fue nombrado visir y que se convirtió en el verdadero gobernante de la taifa hasta su muerte en 1057. 

Habus mantuvo buenas relaciones con el régulo eslavo Zuhayr de Almería y reconoció al califa hammudí Yahya ben Ali al-Mutali en sus dos periodos en Córdoba desde 1021 a 1023 y desde 1025 a 1026, y en el tercero en Málaga, donde siguió conservando el título califal hasta su muerte en 1035. Este año, el régulo de Sevilla, Muhammad ben Abbad, para legitimarse, encumbró como califa a un falso Hisham II. Muchos régulos lo reconocieron, pero otros no. Entre estos últimos se encontraba Habus ben Maksan que reconoció al hermano de Yahya ben Ali al-Mutali, Idris ben Ali al-Mutaayyad que reinó en Málaga, también como califa, desde 1035 a 1039.

Formó parte del grupo de régulos que se opusieron al expansionismo del reino de Sevilla, ayudando especialmente al reino de Carmona. Habus ben Maksan murió en 1038 y fue sucedido por su hijo Badis. Su bisnieto Abd Allah, último régulo de Granada, alabó en sus Memorias su buena organización judicial, económica y militar.

Badis ben Habus al-Muzaffar, sucedió a su padre Habus ben Maksan en 1038. Su hermano Buluggin no se opuso, pero sí lo hizo su primo Yaddayr ben Hubasa que también pretendía reinar. Badis tuvo que librarse de él después de una conjura. Para gobernar estuvo aconsejado por su visir Samuel ben Negrella. Éste fue responsable del deterioro de las relaciones con el reino taifa de Almería, que acabó con la invasión de Granada por su régulo Zuhayr en 1038. Badis respondió aquel mismo año enfrentándose al almeriense al que derrotó y mató. A continuación ocupó tierras en el noroeste de Almería.

En 1039, Badis, se alió con la taifa de Málaga para repeler el ataque del sevillano Muhammad ben Abbad a la taifa de Carmona. Los bereberes derrotaron a los sevillanos en Écija y allí murió Ismail, hijo y heredero del sevillano. Seguidamente, Badis atacó Sevilla. Con estas actuaciones consolidó su posición como líder de los bereberes, aunque actuaba como aparente defensor del califato hammudí. Debido a conflictos internos en el bloque bereber, Badis realizó campañas contra Ronda, Osuna, Morón y Carmona entre los años 1042 y 1047. Pero un año más tarde, el granadino y los régulos de Carmona, Ishaq ben Muhammad; de Morón, Muhammad ben Nuh y de Arcos, Abdun ben Muhammad, reconocieron al califa hammudí Muhammad ben al-Qasim de Algeciras, apartándose del califa hammudí de Málaga Muhammad I ben Idris ben Alí al-Mahdí.

El califa algecireño murió en aquel mismo año y su sucesor al-Qasim al-Watiq perdió, en 1054, el sostén de los régulos de las taifas que lo apoyaban porque éstos habían sido encarcelados, y algunos muertos, por al-Mutadid de Sevilla. Debido a ello, y a que no consiguió otros apoyos, se vio obligado a entregar la taifa de Algeciras a Sevilla. En estas circunstancias, Badis temió una conjura en su contra de los árabes que residían en Granada y decidió aniquilarlos, pero Samuel ben Negrella consiguió disuadirlo. Las relaciones con Almería fueron restauradas tras la muerte de Zuhayr. Más tarde, en 1054, su régulo Muhammad al-Mustasim infeudó Almería a Granada a cambio de protección contra sus enemigos.

En 1056, Badis se anexionó sin resistencia la taifa de Málaga, allí colocó a su hijo mayor Buluggin como gobernador, quien acabó envenenado en 1063, por instigación de José, hijo del visir Samuel ben Negrella al que había sucedido en el cargo cuando éste murió en 1056. La inestabilidad que se produjo en el reino, fue aprovechada por otras taifas para apoderarse de Guadix que pasó a Almería. El reino quedó reducido a Granada, Almuñécar, Priego y Cabra. Tras la muerte de Buluggin, su hermano Maksan ocupó el puesto de heredero. El visir José, utilizó la conspiración para deshacerse de Maksan, consiguiendo que fuera desterrado a Jaén, donde se declaró independiente. En 1066, José ben Negrella, viéndose casi apartado del poder, conspiró con al-Mutasim de Almería para que se hiciera con Granada. Éste marchó con sus tropas, los granadinos, enterados de la traición, se sublevaron en diciembre de aquel año y asesinaron a José y a la mayoría de la población judía de la ciudad.

Al-Naya nombrado visir, al poco tiempo fue asesinado. Los bereberes sinhaya aprovecharon la situación para hacerse con los altos cargos, donde mostraron muy poca sumisión a Badis, que tuvo que hacer frente a los tumultos. Badis pidió ayuda a al-Mamun, régulo de Toledo, para luchar contra Almería, entre otras plazas, reconquistó Guadix pero perdió Baza que fue cedida a al-Mamun en premio por su ayuda, recuperó Jaén, que le fue entregada por sus habitantes, hartos de la incompetencia de Maksan. Éste se refugió en Toledo, pero cuando regresó a Granada, sus errores pasados le impidieron ser nombrado heredero. Badis había tomado los títulos honoríficos de al-Nasir y al-Muzaffar. 

Abd Allah ben Buluggin, tenía unos diecisiete años cuando su abuelo Badis murió. Su juventud fue determinante para que los jeques sinhaya decidieran otorgarle la sucesión del reino en lugar de a su hermano mayor Tamim, que regía Málaga. Tomó los títulos honoríficos de su antecesor, al-Nasir y al-Muzaffar, que aparecen en sus monedas. Para controlarlo, los jeques le pusieron, como tutor, un visir de los suyos llamado Simaya.

Su reinado se inició con la presión ejercida por rey castellano-leonés Alfonso VI, que le arrebató Alcalá la Real y le envió a Pedro Ansúrez a pedirle parias. La negativa fue aprovechada por el visir sevillano Ibn Ammar para conseguir una alianza con Castilla-León contra el reino de Ganada, su mortal enemigo. Los nuevos aliados se apoderaron del castillo granadino de Belillos. En 1075, cuando Abd Allah se disponía a pagar, se produjo la conquista de Córdoba por al-Mamun de Toledo con la ayuda de Alfonso VI. Por dicho motivo, el régulo sevillano al-Mutamid, que se había apoderado de Córdoba en 1069, tuvo que concentrar sus fuerzas y abandonó Belillos que fue ocupado de nuevo por Abd Allah. En 1078, al-Mutamid recuperó Córdoba y volvieron los problemas para el granadino. Esta vez tuvo que pagar 30.000 meticales, y se comprometió a pagar anualmente 10.000 meticales. También acordó la entrega de Estepa, Castro del Río y Martos, a cambio de recuperar Alcalá la Real.

Hacia 1082, Abd Allah prescindió de su visir Simaya y empezó a tomar las riendas del reino granadino. Sus decisiones lo llevaron a enfrentarse con los gobernadores de Almuñécar y Guadix. También tuvo choques con el reino de Almería, fomentados por su antiguo visir Simaya. En ese mismo año, su hermano Tamim, que señoreaba Málaga, empezó a atacar a Abd Allah en Almuñécar y Jete, pero tuvo que pedirle perdón cuando en un contraataque, perdió una veintena de castillos malagueños. Hacer frente a rebeldías locales y a conspiraciones palaciegas fue una constante en el reinado de Abd Allah.

En 1086, la derrota de Alfonso VI en Sagrajas/Zallaqa a manos del emir almorávide Yusuf ben Tasufin, que había sido llamado por varios régulos, entre los que se encontraba Abd Allah, abrió una brecha en Granada entre una parte de la población, que los veía como liberadores del yugo cristiano y otra que era contraria a su llegada. Abd Allah, que no veía claras las intenciones de los almorávides, optó por pactar con el castellano-leonés y pagarle parias con su propia fortuna para así acallar a los que clamaban por los altos impuestos. 

En el verano de 1090, la posición de Abd Allah, que ya era muy débil entre rebeliones y traiciones, empeoró cuando el emir almorávide cruzó el estrecho de Gibraltar y estudió el tratado en compañía de al-Mutamid en Córdoba. Éste aprovechó la ocasión para zaherir al granadino. Yusuf ben Tasufin mandó llamar a Abd Allah. Como éste no compareció, el emir escribió a todos los cadíes para que dejaran de acatar a Abd Allah y se pasaran a su obediencia con la excusa de sus tratos con los cristianos. La actitud favorables de los granadinos a los almorávides, decidió a Abd Allah a entregarse en septiembre de aquel año de 1090.

Los almorávides se hicieron con el reino de Granada y desterraron a Abd Allah al Magreb, donde acabó su vida. Posiblemente, los almorávides tomaron Málaga y desterraron a Tamim a Marrakech. Abd Allah fue un hombre cobarde, asustadizo, impopular y dado a los placeres. En el destierro escribió sus Memorias para justificar su conducta. El reino taifa de Granada tuvo el triste honor de ser el primero en caer bajo el poder de los almorávides.
Ramón Martín

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