Teresa Ansúrez, esposa de Sancho I
Nacida antes de 943 y fallecida en Oviedo el 25 de abril del 997. Era hija de Ansur Fernández, conde de Monzón, y de Gontroda Núñez. Contrajo matrimonio con el rey Sancho I antes del 28 de marzo de 959. De este matrimonio nacieron dos hijos: Ramiro III de León, que sucedió a su padre en el trono leonés, y Urraca Sánchez, que contrajo matrimonio con el conde Nepociano Díaz.
Después de fallecer el rey en 966, tomo los hábitos e ingresó en el Monasterio de San Pelayo de Oviedo donde llegó a ser abadesa. En esta situación asumió la tutela del reino de León junto con la hermana de su difunto esposo, Elvira Ramírez, durante la minoría de edad de su hijo Ramiro.
En el mismo monasterio se encontraba la repudiada reina Velasquita de León y probablemente, ahí surgió la idea del matrimonio del infante Ordoño Ramírez el Ciego, nieto de Teresa, con la infanta Cristina Bermúdez, hija de Bermudo II de León y de Velasquita, uniendo de esta forma ambas líneas reales. Teresa y Velasquita aparecen juntas el 4 de marzo de 996, roborando una donación del rey Bermudo al Monasterio de San Pelayo junto con su segunda esposa la reina Elvira.
Recibió sepultura en el Panteón de reyes de la Catedral de Oviedo, ubicado en la Capilla de Nuestra Señora del Rey Casto, junto al sepulcro que contenía los restos de la reina Elvira Menéndez, esposa del rey Ordoño II de León. En la tumba que compartía con la reina Elvira aparecía la siguiente inscripción: ET HOC ETIAM LOCULO REGINA TYRESSIA CLAUDITUR.
La reina Teresa Ansúrez logró que los restos del niño mártir San Pelayo fueran trasladados desde Córdoba hasta Oviedo. San Pelayo había sido martirizado el 26 de junio del año 925, bajo el gobierno de ‘Abd al-Rahmán III. Cuando Sancho I acudió a Córdoba a curarse de su obesidad tuvo oportunidad de conocer su historia. De este modo llegó la historia a oídos de la reina Teresa. La reina consiguió que Sancho I entablara negociaciones con Córdoba para lograr sus reliquias. Las negociaciones con al-Hakam II fueron lideradas por el obispo Velasco.
Las reliquias fueron trasladadas en el año 967, siendo ya rey su hijo Ramiro III. Se depositaron primero en el monasterio de San Pelayo de León, que había sido fundado por Sancho I y que hoy en día no existe, localizándose donde hoy está el monasterio de San Salvador. Entre los años 984 y 999 se trasladaron al monasterio de San Juan Bautista y San Pelayo de Oviedo, donde aún se encuentran hoy en día.
En el año 1059 el rey Fernando I de León y su mujer Sancha mandaron hacer un arca decorada con placas de marfil y oro para albergar los restos de la mandíbula de San Juan Bautista y restos del niño mártir San Pelayo y la donaron a San Isidoro de León donde se encuentra hoy en día. Es la llamada Arca de los Marfiles.
Asimismo, en esta época se encontraba en el reino de León el prelado papal cardenal Raimundo con numerosas reliquias. Siendo ya muy anciano y sin deseo de volver a Roma, pidió a la reina una iglesia donde depositar dichas reliquias. La reina se dirigió a su hermano el conde Fernando Ansúrez y éste indicó que lo hicieran en el monasterio de Husillos, que sería entonces fundado. Las fechas no son claras, entre los años 960 y 970. Son los orígenes del monasterio de Santa María de Husillos que posteriormente sería destruido en las acometidas de Almanzor y sería refundado en torno al año 1039, tal y como muestra una placa de la época en letra visigótica.
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