Fernán González, Conde de Castilla desde el 931 al 944
Vino al mundo en el Castillo de Lara, en la burgalesa Lara de los Infantes, aproximadamente en el año 910. Sus orígenes han estado desde antiguo mezclados con leyendas que entroncaban su familia con la de otros legendarios héroes. Existen pocos datos ciertos o verificables sobre los ascendientes del conde Fernán González. Su padre fue Gonzalo Fernández, quien aparece como conde en Burgos en el 899 y conde de Castilla entre los años 912 y 915. Su madre se llama Muniadona, noble de origen desconocido, y tuvo al menos un hermano: Ramiro González, muerto en el 936. Sus bisabuelos, por línea paterna, fueron Munio Núñez y Argilo, magnates que concedieron el Fuero de Brañosera en el 824.
Su infancia transcurre en el castillo de Lara, y en el 931 reúne en su persona los condados de: Burgos, Castilla, Álava y de Lantarón y Cerezo. Ese mismo año, surge el enfrentamiento del rey de León, Ramiro II, contra Alfonso Froilaz y sus hermanos. Enfrentamiento en el que el conde Fernán González tomó partido por Ramiro II. La victoria de éste fortalecerá la posición del conde.
El año 933, Abderramán III cruza el río Duero por Osma y San Esteban de Gormaz, invadiendo Castilla. El monarca leonés acudirá en ayuda de Fernán González, quien a pesar de ello vio como en el año 934, Álava y Burgos eran asoladas. Fernán González se unirá a León y Pamplona para luchar contra el califa cordobés. El conde castellano, tras la victoria de Simancas del año 939, cruzará el Duero y repoblará Sepúlveda un año después. Controlaba así un extenso territorio, lo que unido a su matrimonio con Sancha Sánchez, infanta pamplonesa, hija de Sancho I Garcés y Toda, quien anteriormente había sido esposa del conde de Álava, Álvaro Herramélliz. De este matrimonio nacieron Gonzalo Fernández, Sancho Fernández, Munio Fernández, García o Garcí Fernández (futuro conde de Castilla), Urraca, Muniadona Fernández y Fronilde Fernández; le hizo sentirse fuerte y adoptar una actitud de rebeldía frente al rey leonés Ramiro II. Aparentemente, la causa de esta rebeldía fue la entrega al conde de Monzón, Ansur Fernández, de las tierras comprendidas entre los ríos Cea y Pisuerga. Entrega a la que también se oponía Diego Muñoz, conde de Saldaña. A consecuencia de lo cual, Ramiro II reaccionó con dureza, encerrando en León a Fernán González y en el castillo de Gordón a Diego Muñoz. Sus dominios serán gobernados por Ansur Fernández, conde de Monzón.
Pero mientras Ramiro castiga a sus rebeldes súbditos, la actitud de Abderramán III, no daba lugar a una situación cómoda para prescindir de estos dos poderosos condes. Por lo tanto, Ramiro II optó por liberarlos al año siguiente (945) y buscar una mejor alianza con Fernán González, casando a su hijo Ordoño con Urraca, una de las hijas del conde castellano, que de esta manera se convierte en el hombre fuerte del reino de León.
Unos años después, en el 956 moría el rey Ramiro II y le sucedía su primogénito Ordoño III, pero su hermano, Sancho el Gordo, estaba dispuesto a disputarle el trono. Razón por la cual, pronto, el reino leonés sufrió una guerra interna. Fernán González aprovechó estas luchas dinásticas, para fortalecerse aún más, convirtiéndose en árbitro de la política interior del reino leonés. Apoyó la causa de Sancho el Gordo y cuando este fue vencido por su hermano Ordoño III, no tuvo otra opción que rendir pleitesía al rey. Las necesidades impuestas por las guerras contra los musulmanes, hicieron olvidar estas divergencias, obligando a Fernán González a ponerse nuevamente a las órdenes de Ordoño III. Pero la repentina muerte de éste en Zamora, propició el ascenso al trono de Sancho I el Gordo.
Pero Sancho es un rey despótico, además de tener carencias por su excesiva obesidad, que incluso no le permiten montar a caballo, lo cual trae consigo que fuera creciendo el descontento entre los nobles. Fernán González ha casado a su hija Urraca, viuda de Ordoño III, con Ordoño, hijo de Alfonso IV el Monje, de nuevo buscando consolidar su posición, y una vez más, sintiéndose fuerte, encabeza una rebelión de magnates en el año 958, que obliga a Sancho I a abandonar León y refugiarse junto a su abuela, la reina Toda Aznárez, en Pamplona.
Fernán González propone y consigue que sea nombrado rey su yerno Ordoño IV el Malo. Pero entre tanto, Sancho I, se ha trasladado a Córdoba para someterse a una cura de adelgazamiento, al tiempo que consigue la ayuda militar de Abderramán III, para contraatacar. Fernán González se enfrenta, en defensa de Ordoño IV, a una coalición de pamploneses y cordobeses, siendo vencido y hecho prisionero por los navarros, en las cercanías de San Andrés de Cirueña, el año 961, por lo que ante esta victoria, Sancho I, recupera el trono leonés.
Al-Hakam II, hijo y sucesor de Abderramán III, reclamó la entrega de Fernán González en pago por la ayuda prestada. Pero el soberano pamplonés, García Sánchez I, no está por la labor y prefirió pactar con el conde y dejarlo en libertad, no sin que antes jurara fidelidad a Sancho I. Libre Fernán González, regresa a Burgos, donde se encontraba refugiado Ordoño IV, obligándola abandonar Castilla y a separarse de su mujer y de sus hijos. Sancho I, incumplió el pacto hecho con Abderramán III para que le ayudara a recuperar el trono, por lo que Al-Hakam II se vio obligado a declararle la guerra.
Sancho I estaba convencido de que la alianza que había fraguado con Pamplona, Castilla y los condes catalanes Borrell y Miró era más que suficiente para derrotar al califa cordobés. Pero calibró mal las fuerzas que se le oponían y, uno tras otro, los aliados fueron derrotados. En el 963 Castilla perdió San Esteban de Gormaz, fortificaciones mandadas reforzar por Al-Hakam II, convirtiéndolas en una peligrosa cuña en tierras castellanas. Esta dolorosa derrota obligó a Fernán González a enviar emisarios a Córdoba para solicitar una tregua que durará hasta su muerte.
Fernán González muere en el año 970, dejando un condado mayor, unido y ligado a su familia, ya que a partir de ese momento será gobernado en exclusiva por su descendencia hasta el año 1028. Fernán González fue sepultado en el monasterio de Santa María de Lara. Posteriormente, se trasladó al monasterio de San Pedro de Arlanza y, tras su abandono por el proceso de desamortización, los sepulcros del conde y de su mujer se encuentran actualmente en la ex-colegiata de San Cosme y San Damián de Covarrubias.
El tiempo y los intereses de algunos monasterios, convirtieron a Fernán González en un personaje distinto de lo que en realidad fue la figura histórica. El Poema de Fernán González, escrito unos trescientos años después de la muerte del conde, recoge muchas de esas historias que seguramente eran cantadas por juglares de Castilla, pero que fueron escritas y amplificadas por el mester de clerecía a mayor gloria del monasterio de San Pedro de Arlanza. Es en este poema donde comienzan a aparecer multitud de hechos legendarios, sin base histórica, pero que han llegado a nuestros días confundiéndose con los datos históricos: su infancia junto a un carbonero en las montañas de la actual Cantabria; su designación como conde por aclamación del pueblo castellano frente al dominio leonés; la batalla y la conquista de Carazo a los musulmanes; la persecución del jabalí y el encuentro con el monje Pelayo en la ermita, que luego será el monasterio de San Pedro de Arlanza; las profecías de Pelayo; su victoria frente a Almanzor en la batalla de Lara; el enfrentamiento en la Era Degollada contra los navarros y sus aliados, que resultó con la muerte de Sancho de Navarra; el combate contra los tolosanos en el Ebro y la muerte de su conde; la Batalla de Hacinas, con su dragón llameante y los ejércitos divinos comandados por Santiago y San Millán; el episodio de la venta del caballo y el azor al rey Sancho de León; la prisión del conde en Cirueña y su posterior excarcelación por la infanta navarra Sancha; la efigie de piedra del conde y la batalla contra el rey García de Navarra; la acometida musulmana en Sahagún; la tercera batalla contra los navarros en Valpierre; la independencia de Castilla como pago de una deuda por la compra de un azor y de un caballo por el rey de León… Son muchas las leyendas en torno al conde castellano.
Es frecuente leer que el conde Fernán González es el responsable de la independencia de Castilla frente al reino leonés, el primer conde independiente de Castilla. Incluso existe una leyenda, que se cuenta en El Poema de Fernán González, acerca del préstamo de un caballo y un azor al rey leonés durante tanto tiempo que, cuando el rey se vio obligado a devolver los intereses, comprobó que lo mejor era que Fernán González tuviera el dominio absoluto de Castilla. La realidad es que el condado de Castilla nunca fue independiente y siempre perteneció al reino de León. Lo que sí es cierto es que Fernán González logró unificar en una única demarcación y bajo un único poder un conjunto de territorios que hasta el 931 estaban fragmentados y que, desde ese momento, conformarán siempre Castilla. Además, al participar en los distintos conflictos en torno a los reyes leoneses, adquirió un gran poder y se convirtió en el árbitro de la política leonesa y en su hombre fuerte. Así es como logró coronar a su yerno Ordoño IV frente a Ordoño III. Y, por último, estableció una línea hereditaria en el condado de Castilla que perduró hasta el conde García Sánchez.
En conclusión, con Fernán González aparece Castilla como una entidad política bien definida, en expansión y con capacidad para influir de forma decisiva en las luchas de poder que acaecen en León y para oponerse en la frontera, con éxito, a las incursiones cordobesas.
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