Toda Aznárez, esposa de Sancho Garcés I
Toda Aznárez era hija de Aznar Sánchez, señor de Larraún y de su esposa Oneca Fortúnez. En el año 912 conocemos el primer documento en que ser la nombra, en ella se registra la donación, hecha por su esposo Sancho I Garcés y ella misma, de las villas de Sarramiana y Undués al monasterio de San Salvador de Leire. Años más tarde, en el 918, donan las villas de San Vicente y Liédana al monasterio de Leire. El 28 de octubre del 924, el matrimonio, dona al obispo Galindo el monasterio de San Pedro de Usún y otras propiedades. El 5 de enero del 925 donaron a San Martín de Albelda varias propiedades en Alberite y en otra fecha cambiarán las tierras que tenían los habitantes de Viguera en el término de Albelda por otras.
También aparecen en documentos impartiendo justicia. Como uno, sin fecha, procedente de San Juan de la Peña, afirmando que don Martín pudiese poblar Bralavilla a cambio de ceder varios impuestos al monasterio de San Martín de Ciellas.
Tras la muerte de su marido en el 925, Toda siguió ejerciendo una enorme influencia en la corte pamplonesa, al ser su hijo García Sánchez I, menor de edad, Toda gobernó el reino junto a Jimeno Garcés, su cuñado. Pero Jimeno Garcés muere en el 931 y entonces, hubo un intento de rebelión por parte de otro tío suyo, Íñigo Garcés. La conjura fue abortada por la reina Toda con apoyo de Abd al-Rahman III, y Toda siguió ejerciendo la regencia, hasta que su hijo alcanzó la mayoría de edad en torno al 933.
Toda aparece en varios documentos junto a su hijo demostrando así su influencia, el 20 de septiembre del 928, la reina Toda, dona a San Martín de Albelda todas las posesiones que tenía el musulmán Abdella Iben Mochaoar en las cercanías de Tricio. Tras la mayoría de edad del rey, Toda sigue firmando documentos reales. El 9 de marzo del 933 confirma donaciones de su hijo al monasterio de San Pedro de Siresa. El 26 de junio del 933 cuando el rey da la villa de Unión al monasterio de San Pedro de Albelda, firma como Tuta regina confirmans.
Toda era tía carnal del califa Abd al-Rahmán III, ya que su madre, Oneca Fortúnez, pasó gran parte de su vida como rehén en Córdoba junto a su padre, Fortún Garcés. Oneca se convirtió en la esposa del príncipe Abd Allah, teniendo un hijo con él, Muhammad. En el año 934 Toda invocó ese parentesco para impedir una incursión califal que se dirigía a Pamplona, Abd al-Rahmán impuso una condición para firmar esa tregua: que la reina Toda se presentará en el campamento musulmán como prueba de sus buenas intenciones. Toda se dirigió a Calahorra con su séquito, siendo recibida con grandes honores. Allí rindió homenaje al califa y selló un tratado de no agresión y de colaboración. Tras esta alianza, las tropas califales tuvieron vía libre para atravesar el reino de Pamplona y arrasar Álava y Castilla.
La tregua no fue del agrado de algunos nobles pamploneses. Fortún García, alcaide de Falces, no lo aceptó, entonces Abd al-Rahmán marchó contra él, lo apresó y lo ejecutó. Pero la tregua no duró mucho tiempo. En el 937 los pamploneses apoyaron una revuelta del gobernador musulmán de Zaragoza. En respuesta Abd al-Rahmán atacó la fortaleza de Uncastillo. Y en noviembre de ese año derrotaron a las tropas pamplonesas en el entorno del castillo de Monjardín. El califa obligó a los tochibíes a enfrentarse a sus antiguos aliados pamploneses. Las tropas pamplonesas y leonesas participaron en la batalla de Simancas. Un documento de la abadía de Saint Gall, del año 956, atribuye esta victoria a la acción de la reina Toda.
El 22 de noviembre del 947 Toda y su hijo donaron la villa de Barea a San Martín de Albelda. En el 948 la reina Toda hizo una donación al monasterio de Lavasal, y ese mismo año, junto a su hijo, confirma una sentencia dada por los jueces Galindo Aznar y Jimeno Galíndez sobre una posesión disputada por los reyes y el monasterio de San Juan de la Peña en la localidad de Javierre. En el 953, García Sánchez junto a su madre y sus hermanos confirman la donación de Babigel a San Martín de Albelda. Existen además multitud de documentos adulterados, sospechosos o directamente falsificados en los que aparece también la reina Toda.
Su nieto Sancho I de León, el Craso, hijo de su hija Urraca, accedió al trono en el 956. Pero no era del agrado de los nobles leoneses y castellanos. Estos, encabezados por el conde Fernán González, lo destronaron en el 958 y nombraron rey a Ordoño IV. La reina Toda acogió a su nieto y le ayudó. Recurrió a su sobrino Abd al-Rahmán III para encontrar una cura a la obesidad de Sancho. El califa envió a Pamplona al judío Abu Yusuf Hasday quien prescribió una dieta que mejoró la condición física de Sancho. Toda logró además el compromiso de que Abderramán III ayudaría a Sancho a recuperar el trono de León a cambio de diez fortalezas fronterizas. Para afianzar el compromiso la propia reina viajo a Córdoba, donde fueron recibidos en solemne audiencia por el califa. Abd al-Rahman III cumplió su promesa y en febrero del 959 partieron hacia León. Ese mismo año Sancho I fue de nuevo coronado rey de León.
La última mención documental sobre la reina Toda es de un documento del 15 de abril del 958, de San Martín de Albelda, en el cual un tal Muza y su hermana de nombre Toda, venden tierras al obispo Tudemiro. Los últimos años de su vida Toda Aznárez estuvo en la zona de Deyo y Estella, quizás establecida en el castillo de Monjardín.
Descendencia de Toda Aznárez
De su matrimonio con el rey Sancho nacieron siete hijos. La red de alianzas matrimoniales propiciada por Toda amplió la influencia del reino vascón, notablemente en el reino de León. Sus hijos fueron: Urraca de Pamplona; Oneca de Pamplona; Sancha de Pamplona; García rey de Pamplona; Velasquita de Pamplona, casada en primeras nupcias con el conde Munio Vélaz, en segundas con Galindo de Ribagorza y en terceras con Fortún Galíndez; Munia de Pamplona; y Orbita de Pamplona, pudo ser hija póstuma, como hace suponer el significado de su nombre: la huérfana.
La reina Toda ejerció una enorme influencia en el gobierno de su hijo García y fue la artífice de una bien pensada política matrimonial que hizo que la dinastía Jimena se emparentara con las grandes casas nobles de la España medieval. En primer lugar trató de enlazar con la familia real de León. Urraca se casó con Ramiro II de León y su hijo, Sancho I, también será rey de este reino gracias al apoyo y la intervención de Toda. Por otro lado, Sancha fue la tercera esposa de Ordoño II de León. Y Oneca enlazó con Alfonso IV de León, de quien nació Ordoño IV de León.
Debido a estos parentescos, los pamploneses intervinieron en los conflictos dinásticos de León. Así, cuando muere Ramiro II, apoyan a Sancho I, nieto de Toda frente a Ordoño III; y cuando es expulsado del reino, lo acogen en Pamplona e interceden ante Abda al-Rahmán III para recuperar el trono. Por otro lado también emparentó con el conde Álava, Álvaro Herraméliz, al casar con él a su hija Sancha, una vez que enviudó de Ordoño II. Tras fallecer Álvaro Herramélliz, Sancha emparentó con otra de las familias más poderosas de la época, al casarse con el conde Fernán González de Castilla.
Velasquita se casó con otro conde de Álava, Munio Velaz. Y tras enviudar se casó con nobles de Ribagorza y Pamplona. Por supuesto también fue cómplice en la unión de su hijo con la última condesa de Aragón y con la familia leonesa al casarse con una hija de Ramiro II.
Se desconoce la fecha exacta de su muerte. Tuvo que acaecer en algún momento posterior al año 958, momento de su última aparición documental, y suponemos que tras la visita a Córdoba. Fue enterrada en el monasterio de Suso, en San Millán de la Cogolla. Su sepulcro es de sencilla factura y se encuentra en el atrio de dicho monasterio. En él existe una inscripción.
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