Batalla de Teruel

 


FECHA: Del 15 de diciembre de 1937 al 22 de febrero de 1938

CONTENDIENTES:

         República española: Ejército Popular de la República, mandado por el coronel —fue ascendido a general el 25 de diciembre de 1937—, Juan Hernández Saravia; y las Brigadas Internacionales al mando del general Walter.

         Ejército sublevado: Ejército de África, al mando del teniente general Fidel Dávila Arrondo; y la Legión Condor alemana.

 



INTRODUCCIÓN

 

La provincia de Teruel había permanecido relativamente alejada de los principales frentes de batalla de la Guerra Civil, hasta que el ejército republicano ocupó Teruel. Se trataba de la primera capital de provincia conquistada por la República, hecho de gran repercusión internacional, además de aumentar la moral del pueblo y las tropas. La respuesta de los sublevados no se hizo esperar, se suspendieron todas las operaciones previstas en Madrid, concentrando todo el esfuerzo bélico en recuperar Teruel. Fue una de las batallas más duras, tanto por la violencia empleada por los dos bandos en los combates como por la climatología adversa de uno de los inviernos más fríos del siglo; y también una de las más importantes, de gran importancia en la evolución de la guerra.

Las operaciones militares llevadas a cabo por los sublevados en 1937 les habían permitido hacerse con el control de la zona Norte, a pesar de los intentos del gobierno en: Guadalajara, Brunete o Belchite, por lo que, en los primeros días de diciembre de 1937 el Estado Mayor franquista se encontraba planeando una nueva ofensiva contra el frente del Centro, por lo que fue acumulando medios en la provincia de Soria. Pero, dicho proyecto, no llegaría a materializarse, debido a que la inteligencia republicana descubrió sus intenciones, lanzando su propia ofensiva, consistente en la conquista de Teruel capital, a la que se creía débilmente defendida. La elección de Teruel no era casual, puesto que a lo largo de lo que iba de guerra, la ciudad había sufrido numerosos ataques y se hallaba parcialmente rodeada por las tropas del Gobierno. La patente debilidad de las tropas rebeldes que operaban en el frente de Aragón lo había convertido en un objetivo apetecible para el Estado Mayor de la República, para aliviar la situación en el frente Norte.

La fuerza republicana que había sido destinada a dicha ofensiva era el Ejército de Levante que mandaba Juan Hernández Saravia, el cual contaba con unos 100.000 hombres​en tres cuerpos de ejército: el XVIII Cuerpo de Ejército, con las divisiones 34.ª y 64.ª, que estaba mandado por el coronel Fernández-Heredia, Columna Sur; el XX Cuerpo de Ejército, compuesto por las divisiones 40.ª y 68.ª, a las órdenes del coronel Menéndez López, Columna Centro; y el XXII Cuerpo de Ejército, con las divisiones 11.ª y 25.ª, y dirigido por el coronel Juan Ibarrola, Columna Norte. Con una reserva compuesta por las divisiones 35.ª (Internacional), 39.ª, 47.ª y 70.ª. Además de estas fuerzas, disponían de unas 400 piezas de artillería y unos 100 carros de combate. En lo que respecta a la fuerza aérea, pudo usar, en torno a 120 aparatos, entre cazas y bombarderos, concentrados en los aeródromos de Villafranca del Panadés y Sabadell, entre otros. Durante la primera quincena del mes, el Ejército Popular Republicano fue acumulando hombres y material en torno al sur de Teruel. El frente, en forma de cuña, tenía unos 60 km., y la conquista de esta ciudad acortaría las comunicaciones entre Castilla la Nueva y Aragón y pondría a mano la carretera de Zaragoza. El plan inicial de Vicente Rojo, consistía en rodear la ciudad usando seis divisiones, dejando dos de ellas vigilando y así poder evitar la contraofensiva enemiga.

En cuanto a la fuerza sublevada, contaba con unos 3.000 o 4.000 hombres de la 52.ª División, dentro de la ciudad de Teruel (de los cuales el 40% no eran militares) todos al mando del teniente coronel Domingo Rey d'Harcourt, habilitado para el grado superior. Teruel estaba defendida por una línea de trincheras y alambradas, preparadas, al considerar que era un saliente muy amenazado por los republicanos. A pesar de los escasos medios de que disponía el teniente coronel Rey d'Harcourt, decidió defenderse en sus posiciones en el interior de la ciudad, lo que causaría bastantes quebraderos de cabeza a las tropas del ejército gubernamental. Más adelante pudieron concentrar en la zona a los cuerpos de Ejército de Castilla, Galicia y el Marroquí, además de la 1.ª División de Caballería del general José Monasterio Ituarte. Además, harían acopio de unas 500 piezas de artillería, con el apoyo de algunos carros de combate Panzer I. La aviación y la Legión Cóndor pudieron contar con unos 140 aparatos de diversos tipos.

 

 


 

COMBATES

 

Los republicanos, confiados en obtener una fácil victoria debido a la desproporción de hombres, inician su ofensiva el 15 de diciembre sobre las 15:00 horas, bajo una intensa nevada, y hacer uso de la artillera ni de la aviación, dispuestos a no declarar sus movimientos, conquistando Concud. El día 17, al contactar la 11ª División de Lister con el XVIII Cuerpo de Ejército de Fernández-Heredia que avanzaba por el sur, conseguían cerrar completamente el cerco sobre Teruel, pudiendo avanzar hacia una cresta situada al oeste de la ciudad, la Muela, posesión decisiva en vistas a conquistar la plaza. Conquistada dicha posición, el teniente coronel Rey d'Harcourt, desistió de mantener el perímetro defensivo alrededor de la ciudad, por lo que empezó a retirar a sus hombres hacia el interior de Teruel. Mientras tanto Franco, al que insistían sus asesores alemanes, seguía empecinado en mantener sus planes para la ofensiva de Guadalajara. El ataque republicano había sorprendido a los sublevados.

El día 19 las tropas del Gobierno llegan a los arrabales de Teruel y se producen los primeros combates ya dentro de la ciudad, en el cementerio viejo y el campo de fútbol. Pero, lejos de lo esperado, encuentran una fuerte resistencia. Se suceden combates y fuego de artillería en el Ensanche, principalmente en la Plaza de Toros. El 22 de diciembre las unidades republicanas comienzan a entrar en la ciudad, apoyados por la artillería que controla el perímetro; se ven los primeros carros republicanos en la Plaza del Toríco. Aunque esta cómoda victoria, favorece la precipitación en los movimientos de las tropas republicanas, por lo que sufren un gran número de bajas, debido a la defensa que ofrecen los defensores, sabedores de un combate casa por casa es la mejor defensa contra la superioridad del contrario. Los defensores se fueron acantonando en la parte sur de la ciudad: Gobierno Civil, Banco de España, Hotel Aragón, Convento de Santa Clara y Seminario. Las bajas civiles crecen a pesar de la orden de Indalecio Prieto, consistente en proteger al máximo a la población civil, razón por la que los republicanos evacuaron a la población civil turolense antes de lanzar el asalto urbano. La artillería republicana barre los edificios donde se encuentra la resistencia rebelde. El frío afectó mucho a ambas partes, aunque los soldados republicanos iban mejor equipados. Para el día de Navidad los republicanos ya se habían hecho con la mayor parte de la ciudad, no obstante, la cantidad de bajas; los combates y el frío empiezan a hacer mella en la tropa.

 





El día 23, Franco decidió suspender la operación de Guadalajara, al convencerse de que no se podía permitir perder una capital de provincia. Organizó un contraataque frontal en un frente estrecho, apoyado por las tropas del general Aranda, que habían llegado el día 19 de diciembre, aunque siguen en inferioridad. La aviación rebelde, debido a las bajas temperaturas de hasta -10 °C, apenas puede oponer resistencia. La contraofensiva encaminada a romper el asedio no se pudo comenzar hasta el día 29. Franco pidió a Rey d'Harcourt que confiara y que resistiera a toda costa. Tras un día de bombardeos artilleros y aéreos, Varela y Aranda al mando de los Cuerpos de Ejército de Castilla y Galicia, avanzaron, y las líneas republicanas aguantaron la embestida. El último día de 1937, mientras empeoraba el tiempo, los rebeldes consiguieron llegar a la Muela. Los ataques de la aviación sobre las posiciones republicanas se pueden considerar los más duros de la guerra, empleándose con especial dureza la Legión Cóndor, debiendo paralizar sus ataques los días 31 de diciembre y 1 de enero debido a la ventisca que impide operar a los aviones.

Durante la noche del 31 de diciembre al 1 de enero hubo un momento en que algunas unidades republicanas, desmoralizadas, abandonaron las posiciones, aunque a las pocas horas volvieron a sus posiciones. El temporal de frío fue extremo, paralizando las operaciones, ya que, las carreteras y los motores se habían helado. Teruel registró temperaturas de -18.º, dejando un metro de nieve que aislaba, a ambos ejércitos, de sus centros de aprovisionamiento y de comunicación entre unidades. El día 2, los franquistas intentan romper el cerco, pero el general Saravia ordena la voladura del Puente de Hierro, evitando todos sus intentos.





 

Mientras tanto, en el interior de la ciudad prosiguen los combates, si bien los sitiados empiezan a desconfiar de que sus salvadores puedan romper el cerco a que les tienen sometidos los republicanos, que continuaron estrechando el cerco. Para el día de año nuevo de 1938 todos los defensores del Convento de Santa Clara habían muerto, a lo que siguió la caída de la Comandancia militar el día 3. El único reducto que aún resistía era el Seminario, pero sus defensores se habían quedado sin agua y medicamentos, y apenas contaban con víveres y municiones para seguir resistiendo en medio de un intenso frío. Por fin, el 8 de enero, el coronel Rey d'Harcourt, junto al obispo de Teruel, Anselmo Polanco, se rindió a los republicanos. Los rebeldes le acusaron de errores militares y traición. En la España republicana la noticia fue acogida con gran júbilo, puesto que, Teruel era la primera capital de provincia conquistada por el Ejército Popular de la República, además de haber logrado detener la contraofensiva franquista. Tras esta victoria Vicente Rojo, llegó a sopesar la posibilidad de volver al Plan P, una ofensiva en Extremadura que cortase en dos la zona sublevada, dejando aislada Andalucía. Entre los sublevados, la noticia cayó como un jarro de agua fría. Tras la rendición, se evacuó a la población civil que quedaba en la ciudad y Teruel se convirtió en una Plaza fuerte. Los republicanos pasaban a ser los sitiados y los franquistas, sitiadores.

El 17 de enero, los generales Aranda y Varela trataron de tomar las colinas que rodeaban la ciudad. La artillería italiana entró en acción, y al cabo de una hora de lucha se rompieron las líneas gubernamentales, ya que no pudieron sostener sus posiciones a pesar de sus fortificaciones. El 22 de enero, la margen izquierda del Turia pasó a poder de los sublevados. Los republicanos pasan a ser los sitiados y los sediciosos los sitiadores. Poco a poco, los republicanos fueron retirándose, perdiendo La Muela, aunque al ser la defensa de la ciudad lo suficientemente fuerte, tras una semana de continuos combates, las posiciones apenas se movieron. El 19 de enero entró en acción la 35ª División Internacional a las órdenes del general Walter, sosteniendo fuertes combates con los franquistas en las afueras de Teruel. En las filas republicanas cundía la fatiga apareciendo los casos de insubordinación: a mediados de enero de 1938, la 84.ª Brigada Mixta se encontraba de permiso en la localidad de Rubielos de Mora, tras haber tenido una destacada intervención en la toma de Teruel, donde mantuvieron una serie de luchas callejeras que resultaron una carnicería para la brigada (al terminar la lucha tenía más de 600 bajas). La contraofensiva franquista que estaba teniendo lugar, obligó al mando a echar mano de sus reservas y la 84.ª Brigada Mixta fue convocada para regresar, el 17 de enero, al Cementerio de Teruel. Ante esta decisión, los 1.º y 2.º Batallones, exhaustos tras tantos días de lucha, se negaron a seguir combatiendo y el 4.º Batallón se negó a relevarlos. La rebelión fue sofocada con severidad, y el 20 de enero, 3 sargentos, 12 cabos y 31 soldados fueron fusilados y otros 60 miembros quedaron a la espera de juicio. El comandante de la 40.ª División, Andrés Nieto asumió la responsabilidad, mientras el comandante de la Brigada, Benjamín Juan Iseli Andrés, se inhibió de la cuestión.

 

A las tropas republicanas hubo quienes se encargaron de subirles la moral en aquellos momentos, uno de los personajes de gran predicamento entre los soldados fue una de las figuras más señaladas de la generación del 27. Me refiero a Miguel Hernández, el poeta del pueblo, que no necesitaba de mucho para enardecerse y contar romances heroicos. Él vivió la epopeya del ejército popular en Teruel con el corazón ardiendo en plena nieve.

 

El 25 de enero los hombres de Hernández Saravia lanzan una ofensiva al norte de Teruel, en un intento de reducir la presión franquista, el objetivo era conquistar Singra, en la carretera de Zaragoza y situada en la retaguardia de los atacantes. La ofensiva fue rechazada, ya que los defensores descubrieron las intenciones del Ejército Popular. En la operación, la 27.ª División republicana tuvo una destacada actuación, pero los combates la dejaron muy tocada. Ambos bandos se encontraban en punto muerto, aunque el día 29 se seguía luchando cuerpo a cuerpo en los alrededores de Teruel. Al comenzar febrero los franquistas decidieron emprender una operación envolvente que consiguiera romper la bolsa republicana formada pasando el río Alfambra. Allí las defensas republicanas eran débiles, ya que eran una delgada línea de aislados puestos defensivos. A primera hora del 5 de febrero, los sublevados rompieron las líneas republicanas para converger sobre su retaguardia en el río Alfambra. La caballería de Monasterio avanzó, constituyendo la carga de caballería más espectacular de la guerra y una de las últimas en la Historia militar. Los generales Aranda y Yagüe —este al frente del Cuerpo de Ejército Marroquí—, avanzaron derrotando a las bisoñas tropas republicanas. El 7 de febrero se había logrado la victoria, antes de que el general Hernández Saravia pudiera enviar refuerzos, que cuando llegaron era demasiado tarde. Al día siguiente, los franquistas extendían sus líneas a lo largo del río Alfambra, quedando destruida la bolsa y finalizadas las operaciones bélicas. En dos días la República había perdido unos 800 kilómetros cuadrados de terreno y una decena de poblaciones, mientras 7.000 hombres fueron hechos prisioneros y otros 15.000 causaron baja por diferentes motivos. El desastre del Alfambra fue un duro golpe para el Ejército Popular y preparó el camino para la caída de Teruel, ya que su flanco norte había quedado deshecho y el río Alfambra ya no suponía una barrera defensiva.





 

La última batalla por Teruel comenzó el 17 de febrero, cuando Yagüe cruzó el río Alfambra y avanzó hacia el sur, aislando la ciudad por el norte, los franquistas iniciaron un movimiento envolvente, similar al efectuado en diciembre por los republicanos. Ante la fuerte presión franquista, el 19 de febrero llega a la zona el V Cuerpo de Ejército republicano de "Modesto", pero ya era demasiado tarde. El día 20, las comunicaciones con Valencia quedaron amenazadas, mientras que, unidades franquistas empezaban a penetrar en los arrabales de la ciudad. El Ejército Popular, consciente de la amenaza, lanzó contraataques a lo largo de todo el frente para detener la ofensiva, pero no pudieron evitar que el 21 de febrero quedase totalmente cercada Teruel, quedando el "Campesino" y su 46ª División sitiados y sin suministros. Completado el cerco por los facciosos, Hernández Saravia ordenó a "El Campesino" que abandonara la plaza. Valentín González acusó a Modesto y Líster de haberle dejado abandonado a su suerte en Teruel, mientras Líster lo acusaba de haber abandonado el campo de batalla y dejado abandonados a sus hombres. Tras la reconquista de Teruel por los franquistas, soldados de "El Campesino" fueron siendo localizados, de forma dispersa, por los caminos cercanos, mientras los heridos que habían quedado abandonados, por ser imposible evacuarlos, provocó que unos 1.500 fueran hechos prisioneros. Destaca el papel jugado por el comandante de la 101.ª Brigada Mixta, el mayor de milicias Pedro Mateo Merino, último comandante militar republicano de Teruel, tras el traspaso hecho por "El Campesino", que durante las última fase de la batalla logró evacuar a parte de la guarnición. En la mañana del 22 de febrero los franquistas entraron en Teruel sin encontrar resistencia.

 

Mientras continuaba la batalla de Teruel, continuaron los bombardeos de los sublevados sobre Barcelona, la nueva capital de la República desde noviembre de 1937. Los bombardeos comenzaron el 1 de enero de 1938, con una magnitud desconocida hasta entonces. Los bombardeos realizados por los italianos continuaron hasta el 19 de enero, cuando Barcelona sufrió el primer bombardeo aéreo de terror, por efectuarse al mediodía, porque las bombas cayeron en el centro de la ciudad y por causar más de 170 muertos. Dando pie a que las fuerzas aéreas de la República Española bombardearan, como represalia: el 21 de enero Salamanca, sede del Cuartel General de; Sevilla el 23; y Valladolid el 25. El gobierno republicano denunció como justificación que: "mientras nuestra aviación ha venido consagrándose exclusivamente a las operaciones militares de Teruel y en otras zonas a mantener servicios de vigilancia y protección, los facciosos han dedicado buena parte de sus aviones rápidos de bombardeo a agresiones que desde semanas constituyen un sistema ininterrumpido, pues no pasa día en que no se produzcan víctimas". Además de Barcelona, en enero de 1938, durante la batalla de Teruel, también fueron bombardeadas por la Aviación Legionaria y la Legión Cóndor, otras localidades: Tarragona, Reus, Figueras, San Feliu de Guíxols, Puigcerdá, Sagunto y Valencia; siendo el más terrible de los bombardeos sufridos el del 26 de enero que no buscó ningún objetivo militar, centrándose en la céntrica calle de La Paz, causando 125 muertos y 226 heridos.

Los gobiernos italiano y alemán, preocupados por la negativa repercusión internacional que habían tenido los bombardeos, especialmente el del día 30 en Barcelona, decidieron disminuir los bombardeos durante febrero de 1938, momento en que acababa la batalla de Teruel. Además, los gobiernos británico y francés presionaban para que se dejara de bombardear las ciudades alejadas de los frentes. Todo ello en contra de la opinión de Franco y del general Kindelán que insistían en intensificar los bombardeos. Esa menor actividad no significó que se suspendieran totalmente los bombardeos durante febrero, siendo bombardeadas Monzón, Barbastro, Segorbe, Reus, Figueras, Sagunto, Tarragona, Villanueva y la Geltrú, Alicante, Valencia, Rosas, Palamós y Villarreal. También, el día 22 de febrero los cruceros sublevados Canarias, Baleares y Almirante Cervera bombardearon Valencia, siendo este último alcanzado por aviones republicanos.






 

La batalla de Teruel fue una prueba para el Ejército Popular de la República frente a un enemigo mejor armado y más profesional. Las diferencias existentes entre los mandos más expertos como Saravia, Rojo y Modesto frente a los jefes de Milicias como Líster y “El Campesino”, fueron claves a la hora de organizar las acciones. La retirada de Teruel dejará a éste último, tocado por las sospechas y acusaciones de cobardía, las cuales se volverían a repetir durante la Batalla del Ebro. Aunque Teruel fue la primera y única capital de provincia conquistada por el Gobierno, lo fue durante muy poco tiempo y, además, a un precio demasiado elevado; Teruel se convirtió en una batalla de desgaste, donde ambos bandos gastaron recursos y hombres para poseer la ciudad, que hasta diciembre de 1937 era una pequeña ciudad de provincias con escaso interés.

Para la República, conquistar Teruel, significaba una victoria contra el hasta entonces invencible Ejército franquista; mientras para Franco, abandonar Teruel suponía un desprestigio político; a pesar de que, en diciembre, su objetivo era conquistar Madrid, donde los republicanos cumplieron totalmente sus objetivos, ya que, Vicente Rojo se adelantó a Franco (como ya hizo en Brunete y como haría en el Ebro meses más tarde) decidiendo el terreno de juego para la lucha. Teruel supuso la evidencia de que el camino hacia Aragón, Cataluña y Levante quedaba expedito para los franquistas.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

Crónica de la Guerra Española de la Editorial Codex, S.A. Buenos Aires (Argentina)

Diversos capítulos de mis Blogs Personales: COSAS DE HISTORIA Y ARTE y Una biografía en tu pantalla

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Ramón Martín

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