Sancho IV, rey de Castilla desde 1284 a 1295
Decimoctavo rey de esta serie.
El segundo hijo del rey Alfonso X el Sabio y de doña Violante de Aragón, vino
al mundo el 12 de mayo del año 1258 en la ciudad de Valladolid.
Los últimos años del reinado de Alfonso X desataron una crisis política en el reino castellano. La muerte del príncipe
heredero Fernando de la Cerda en el año 1275, planteó un espinoso problema
sucesorio. Según las Siete Partidas redactadas por Alfonso X, el trono
correspondía a los infantes de la Cerda, pero el infante Sancho reclamó el
trono para sí. Dos bandos se significaron rápidamente, de un lado los
partidarios de Sancho, encabezados por los Haro; de otro los partidarios de los
infantes de la Cerda, los Lara con don Juan Núñez de Lara, señor de Albarracín
a la cabeza.
Pero Alfonso que en un principio había
apoyado a su hijo Sancho, molesto con él, por su negativa a casarse con doña
Guillerma de Moncada, hija de Gastón, vizconde de Bearne, se lo retiró. Sancho
se casó en julio de ese mismo año en Toledo, con doña María Alfonso de Meneses,
nieta de Alfonso II de Aragón, conocida como María de Molina. Matrimonio no
reconocido por Alfonso X y que además no contaba con la preceptiva dispensa
papal, necesaria por el alto grado de consanguinidad.
Sancho ese mismo año convocó Cortes en
Valladolid, siendo aclamado como rey del trono castellano-leonés. Nunca trató
de usurpar el trono, manteniéndose en un segundo lugar, decidido a
entrevistarse con su padre, Alfonso X murió el 4 de abril de 1284, esto favoreció
a Sancho que se encontraba en Ávila y marchó inmediatamente a Toledo para
proclamarse rey. Tras la coronación todas las ciudades partidarias de a los
infantes de la Cerda, reconocieron la nueva situación, y el partido de los Lara
se disolvió rápidamente, exiliándose don Juan Núñez de Lara en la corte de
Francia. Este fue uno de los dos grandes problemas que tuvo que afrontar Sancho
IV en su breve reinado, el otro fue la continuación de la guerra contra los
benimerines marroquíes.
Pedro III de Aragón tenía retenidos a los
infantes de la Cerda en Xátiva, en espera de utilizarlos como prenda en una
alianza con Sancho, dirigida con su enemigo, el rey de Francia Felipe III,
condicionado Sancho por esta circunstancia se vio obligado a firmar el 10 de febrero
de 1285, un pacto con Aragón, comprometiéndose a ayudar a la corona aragonesa
en un futuro ataque contra Francia. A cambio Pedro III, se comprometió a seguir
reteniendo a los de la Cerda, además de reconocerle como rey legítimo de
Castilla y León. Sancho IV evitó este compromiso por el desembarco de Abú Yusuf
en Tarifa el 12 de abril de 1285, arrasando las tierras colindantes de Sevilla
y Jerez. Sancho intentó proteger las costas andaluzas, pero su esfuerzo fue
baldío, viéndose obligado a firmar un tratado de paz con el emir marroquí el 21
de octubre de 1285.
En el intervalo de los meses de octubre y
noviembre de 1285 murieron Pedro III de Aragón, el papa Martin IV y Felipe III de Francia. Sancho IV envió a don Gómez García, abad de Valladolid a la corte
del nuevo monarca francés. Felipe IV el Hermoso, que propuso anular el
matrimonio de Sancho y María de Molina y que este casara con su hermana, a
cambio de retirar su apoyo a los infantes de la Cerda. Se concertó una
entrevista en Bayona entre los dos monarcas, Sancho IV acudió sin saber nada
del acuerdo matrimonial, al enterarse fue tal su enfado, que dio por acabada la
entrevista y envió a don Gómez García a un exilio político, como obispo de
Mondoñedo. La caída del abad posibilitó el encumbramiento de don Lope Díaz de
Haro, señor de Vizcaya, que paso a ser el nuevo hombre fuerte de Sancho IV, tan
fuerte que consiguió que el monarca arrendara al judío Abraham Barchilón,
vasallo del favorito, todas las rentas reales.
Una parte importante de la nobleza con don
Alvar Núñez de Lara a la cabeza, junto al hermano del rey, el infante don Juan,
pidieron a Sancho que derogase el arrendamiento de las rentas. Demoró el
monarca la respuesta y los nobles partieron hacia la frontera de Portugal,
donde se encontraba el infante portugués Alfonso hermano del rey don Dionís,
que disputaba el trono. Los ejércitos portugués y castellano-leonés no tuvieron
demasiados problemas, poniendo sitio al castillo de Arroches, para hacerles
deponer las armas.
A finales de 1287, el poder de don Lope Díaz
de Haro fue decayendo, y estando en Alfaro el 8 de junio, una entrevista entre don Sancho y don Lope, que
transcurría normalmente, pasó a ser una discusión violenta entre ambos, Sancho
IV colérico atravesó con su espada a don Lope, salvando la vida el infante don
Juan gracias a la intervención de la reina María de Molina. Esta muerte provocó
la sublevación del señorío de Vizcaya, sublevación aprovechada por los infantes
de la Cerda. Sancho aceleró su acercamiento a la corona francesa el 13 de julio
de 1288 en el Acuerdo de Lyon, comprometiéndose Felipe IV a no inmiscuirse en
los asuntos sucesorios castellano-leoneses, a cambio de la ayuda en su pugna
contra Aragón. La reacción no se hizo esperar, Alfonso de la Cerda fue jurado
como rey de Castilla y León en Jaca, y el 17 de diciembre Felipe IV y Alfonso
de la Cerda firmaron un pacto de alianza. Acto seguido el rey aragonés atacó la
villa de Almazán, las tropas de Sancho IV atacaron Tarazona asolando allá por
donde pasaban. En el enfrentamiento de ambos ejércitos el castellano-leonés
sufrió una tremenda derrota, suspendiéndose las hostilidades.
A partir de 1291, pacificadas Castilla y
León, reanudó Sancho la reconquista en el sur peninsular. Pidió ayuda a los
genoveses, acudiendo el prestigioso marino Benito Zacarías, suscribió con Jaime II de Aragón el Tratado de Monteagudo, el 29 de noviembre de 1291, esbozando un
plan de ataque, para acabar con la molesta presencia de los benimerines en el
estrecho de Gibraltar. En el último momento se incorporó el sultán de Granada, Muhammad II. En dicho Tratado de Monteagudo se pacto el dominio del norte de
África: Castilla el espacio situado al oeste del río Muluya y Aragón las
comarcas orientales, hasta Bujía y Túnez. Para sancionar este tratado se proyecto
el matrimonio de la infanta Isabel, hija de Sancho IV, con el rey aragonés Jaime II.
Tras más de cinco meses, el 13 de octubre de
1292, se ocupó Tarifa, pero la paz en la frontera meridional duró poco, Muhammad II rompió la alianza con Sancho IV y pactó con el emir benimerín, Abú
Yaqub Yusuf, un pacto contra Castilla-León; la relaciones con Portugal se
enfriaron al romperse el enlace matrimonial entre la princesa portuguesa Constanza y el príncipe heredero don Fernando, que se había comprometido con la
princesa francesa doña Blanca; el infante don Juan se puso al frente de un gran
contingente de benimerines con el propósito de reconquistar Tarifa, la cual
resistió gracias al alcaide don Alfonso Pérez de Guzmán, aún a costa de la vida
de su hijo. Sancho pretendió seguir hacia Algeciras, pero encontrándose mal de
salud, se retiró hacia Toledo, a la que llegó el 29 de marzo de 1295, muriendo
el 25 de abril de ese mismo año. En su testamento nombró regente a doña María de Molina, hasta la mayoría de edad del príncipe heredero. Fernando IV.
Los restos mortales de Sancho IV, tras
algunos traslados, se encuentran en un mausoleo, junto a los de Sancho III de Castilla, al lado de la Epístola de la Catedral de Toledo.
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