Calle Bailén de Madrid
La calle Bailen de Madrid no siempre existió tal como la conocemos hoy. Nace en el siglo XIX, en una ciudad que empezaba a abrirse al mundo. Hasta entonces, la zona comprendida entre el Palacio Real y San Francisco el Grande era un caos, pues estaba llena de conventos, tapias, y callejones. La calle tuvo diversos nombres: calle Nueva, calle Nueva de Palacio, calle Nueva que va a Palacio y Regalada Nueva, esta última debía su nombre por la casa existente en la esquina con la calle del Río, que era denominada La Regalada, porque era donde se guardaban los caballos regalados a los reyes; también se llamó Caballerizas Nueva porque estuvieron situadas donde hoy están los Jardines de Sabatini. Pero, en 1808, llegó la Guerra de la Independencia y con ella la victoria, el 19 de julio de 1808, en la Batalla de Bailén, a consecuencia de lo cual, creció el deseo de inmortalizar el triunfo bautizando una de las nuevas grandes arterias con ese nombre. Así nació, en 1835, la calle de Bailén; una calle recta, elegante, pensada para unir la ciudad monumental con la popular.
Cuando accedes a la
calle desde la actual plaza de España, te adentras en uno de los tramos más
espectaculares de Madrid. En el número 3 podemos ver el Edificio del Senado,
que originalmente fue un colegio-convento fundado en 1581; en el siglo XVIII,
se amplió el convento; en 1813 se reforma para Salón de Cortes y en 1820 una
nueva reforma tras el abandono sufrido en el sexenio absolutista; en 1837, al
establecerse un sistema bicameral, el edificio quedó destinado a Senado; tras
la Guerra Civil, fue reformado el
exterior; y en 1983, ante la escasez de espacio, se aprobó la construcción de
un nuevo edificio.
Justo enfrente, en
la acera contraria, los Jardines de Sabatini, que fueron construidos en
la década de 1930, tras proclamarse la Segunda
República,
en el lugar que, hasta entonces, ocupaban las reales caballerizas junto
al Palacio Real.
Pegado a los
jardines, el Palacio Real de Madrid, uno de los palacios más grandes de
Europa. Imponente, frío y elegante. Construido por orden del rey Felipe V, sobre el solar
del Real
Alcázar,
destruido en 1734, por un incendio. El incendio justificó la construcción a
partir de 1738, de un palacio acorde al gusto de la época. Carlos III fue el primer
monarca en habitarlo. A su espalda, los jardines del Campo del Moro caen como
una cascada de verdor hacia el Manzanares.
Cara a Cara con la puerta principal de Palacio Real, podemos disfrutar de la Plaza de Oriente. Se trata de una plaza rectangular de cabecera curvada, cuyo trazado responde a un diseño de 1844, heredero de varios proyectos anteriores. Uno de sus principales impulsores fue el rey José I, quien ordenó la demolición de las casas medievales existentes. Está presidida por el Teatro Real. y en cara norte el Real Monasterio de la Encarnación. Además de los citados edificios, la plaza alberga una importante colección escultórica, en la que destaca, en su centro la efigie de Felipe IV, la primera estatua ecuestre del mundo sujetada únicamente por las patas traseras del caballo.
En la fachada sur del Palacio real, se abre la Plaza de la Armería. Y justo enfrente, la Catedral de la Almudena, un templo moderno con una historia accidentada, ya que su construcción dio comienzo en el siglo XIX, pero no se terminó hasta 1993. Fue construida muy cerca del emplazamiento de la antigua iglesia de Santa María de la Almudena, cuyos restos podemos ver en la esquina con la Calle Mayor que se levantó a su vez sobre una mezquita, la catedral está dedicada a la Virgen de la Almudena, patrona de Madrid. El nombre de la virgen y de la catedral derivan de la palabra árabe al-mudayna, que significa "ciudadela".
En la otra esquina
de la calle Bailé, con la calle Mayor, se encuentra el antiguo Palacio de los
Consejos, sede actual del Consejo de Estado, un órgano constitucional
contemplado en el artículo 107 de la Constitución española. El palacio
también conocido como palacio del duque de Uceda o palacio de Uceda, es
un edificio del siglo XVII, de traza barroca, es uno de los edificios más
representativo de la arquitectura palaciega madrileña del siglo XVII. Fue
construido por encargo del primer duque de Uceda, valido de Felipe III entre 1613 y 1625.
Al final de la
calle Bailén, nos espera una joya escondida: la Basílica de San Francisco el
Grande. Su interior está lleno de arte, silencio y frescos monumentales. Y
su historia se remonta, según la leyenda, a una visita de San Francisco de Asís
en el siglo XIII. Preside la cara occidental de la plaza de San Francisco, punto
de intersección de la calle Bailén y la Carrera de San Francisco. Forma
parte del convento franciscano de Jesús y María, fundado a principios del
siglo XIII, sobre una desaparecida ermita dedicada a Santa María. Construida
en estilo neoclásico en la segunda mitad del siglo XVIII, destaca por
su cúpula, considerada como la tercera de planta circular de mayor diámetro de
la cristiandad; por su suntuosa decoración interior, realizada en estilo ecléctico a
finales del siglo XIX; y por su pinacoteca de pintura española de los
siglos XVII a XIX.
En la plaza de San
Francisco damos por finalizada la calle de Bailén, pero permitirme una breve
reseña del Viaducto de Segovia, que cruza en alto el barranco natural existente
entre los barrios de Palacio y La Latina. El viaducto original fue construido
en hierro el año 1874, siendo el actual, una versión más robusta, realizada en
los años 30 del siglo XX y reformada en los 70. Durante décadas, se ganó una
triste fama, ya que fue escenario de decenas de suicidios, por lo que hubo que
instalar mamparas de vidrio que evitaran más tragedias. Pero el Viaducto es
mucho más que su pasado oscuro. Actualmente es un mirador urbano desde el que
se ve el viejo Madrid en todo su esplendor. Desde aquí se domina la cúpula de
San Francisco el Grande, las casas de colores que bajan hacia la calle Segovia,
y al fondo, la sierra que recuerda que Madrid también tiene alma de montaña.
Reinando Felipe II el alcázar de Madrid se encontraba situado en una colina, limitada por un lado por el río Manzanares, y por otra por el tremendo valle que suponía el descenso por la calle Segovia, situada sobre un pronunciado barranco, por el que pasaba el arroyo de San Pedro, con lo que la calle que ahora se llama Bailén finalizaba bruscamente en las lindes de las Vistillas, teniendo los viandantes que realizar el complicado descenso y ascenso para acceder a la zona del Alcázar. El acceso a la calle Segovia se realizaba por una intrincada cuesta a través de las diversas costanillas existentes. Los arquitectos de Felipe II hicieron que la calle Segovia se convirtiera en punto de acceso a la nueva capital, mediante la construcción del puente de Segovia en 1584, lo que hizo que, a finales del siglo XVI, fuera un importante punto de acceso a la ciudad. En la zona de desnivel que prolongaba Bailén se encontraban las huertas del Pozacho o del Lozacho).
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Para la realización del presente
artículos se ha consultado: NOTICIAS Tradiciones y Curiosidades – LAS CALLES DE
MADRID de Hilario Peñasco y Carlos Cambronero.
Las imágenes de Pinterest y WikipediA
Ramón Martín
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