Las Riadas del Río Turia a su paso por Valencia durante el siglo XIV

 


Hemos de ser conscientes de que, el Turia, se desbordó en numerosas ocasiones antes de que tengamos datos de ello, pues es bien sabido que, normalmente, la mayoría de los datos que tenemos de esas épocas, suelen ser por medio de la comunicación oral. Una de las primeras noticias, que hay al respecto, es la que nos plantea el antecedente, ocurrido en el año 1088, por el cual una riada del río se llevó por delante el puente conocido como de Alcántara, y que estaba situado frente a la actual calle de Sagunto.

La primera noticia documentada que tenemos de una riada del Guadalaviar (Turia), es la del día 16 de octubre de 1321, años después de que el monarca aragonés Jaime I, conquistara Valencia, y entrara en la ciudad el 9 de octubre de 1238. Ocho días después de producirse la avalancha, los Justicias, Jurados y Consejeros de la ciudad, dirigieron una carta al rey, don Jaime II el Justo, comunicándole que, debido a las abundantes aguas pluviales, se habían derrumbado muchas casas, tanto dentro como fuera de la muralla, así mismo habían caído las bóvedas de los puentes Del Real y de Los Catalanes (La Trinidad). A causa de lo cual, la población carecía de pan, ya que los hornos no tenían leña.

La segunda riada de que se tiene noticia es del 28 de septiembre de 1328, en que el río Guadalaviar llegó tan crecido que sobrepasó y derribó los puentes a su paso por la ciudad, al tiempo que caían numerosas casas en el arrabal de Roteros y en el barrio de Xerea.

El 1 de octubre se reunió el Consejo de la Ciudad (Ayuntamiento actual), para tomar las medidas necesarias que paliaran los destrozos ocasionados por las aguas, además de nombrar varios prohombres, que habrían de velar por el cumplimiento de estas. Para la obtención de los necesarios recursos, el Consejo envió una carta el 6 de noviembre, a don Alfonso el Benigno, por entonces rey de Valencia, el cual manifestó estar enterado del grave y desastroso caso acaecido en Valencia, a causa del reciente diluvio, y le aconsejaba poner los medios necesarios, para que estos hechos no volvieran a producirse, afirmando que él, como príncipe, procuraría que pudiesen aplicarse.

Enumerar los daños producidos, sería una misión prácticamente imposible, ya que eran muchos los edificios que habían caído, y muchos los que estaban a punto de caer; se habían perdido las cosechas, así como los barcos que había en la playa, junto a sus enseres y mercancías; habían caído los puentes y parte de las murallas; y además eran muchos los muertos.



Durante el siglo XIV, la ciudad seguía evolucionando para cambiar la fisonomía de tiempos de los musulmanes, aunque tuvo que soportar nuevas avenidas del Guadalaviar. Una de ellas aconteció a las 3 de la tarde del 6 de noviembre de 1340, y fue tan furiosa que el Cabildo catedralicio, mandó sacar el Lignum Crucis, para que fuese llevado en procesión, por las calles, en un intento de conjurar los peligros.

Otra riada de mal recuerdo fue la que tuvo lugar el 17 de agosto de 1358, tras una pertinaz sequía que había dejado yermos los campos. Las aguas crecieron tanto que, no tuvieron ninguna dificultad para entrar en la ciudad, con una violencia desconocida hasta entonces, barriadas enteras cayeron desplomadas, así como todos los puentes. En aquella noche murieron 400 vecinos de la ciudad, siendo el barrio de Curtidores el más afectado, ya que desapareció por completo. Se da el caso que, dos años antes, se había comenzado a construir el nuevo recinto fortificado de la ciudad.

El 24 de agosto de 1358, el rey don Pedro el Ceremonioso, se dirigió, mediante carta, al infante don Fernando, Gobernador General del Reino de Valencia, conminándole a que se ocupara de las necesarias reparaciones, de manera que todo quedara mejor que antes. Por lo que, el infante, convocó a los representantes de los tres brazos: religioso, noble o militar y popular, considerándose dicha reunión como la fundadora de la Fabrica Vella dita de Murs i Valls.

Con los fondos aportados a la Fabrica Vella dita de Murs i Valls, ésta pudo afrontar obras, tan costosas, como los portales de Serranos y de Quart, además de los primeros puentes del río; además de atender a la extinción de incendios, el costo el 1413 del reloj de la catedral.   


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Ramón Martín    


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