Tiberio (14 a.C. a 37 d.C.)

 


Tiberio Julio César Augusto, nació en Roma el 16 de noviembre del 42 a. C. en el seno de una familia patricia, era hijo de Claudio Nerón y Livia Drusila. En el año 39 a.C., César Augusto, decidió divorciarse de su esposa Escribonia, con la que tenía una hija, Julia, para casarse con Livia, la madre de Tiberio, de la que estaba realmente enamorado. Sin embargo, la boda tenía un importante significado político, ya que con ella, Augusto, esperaba poder acercarse a la facción de los Antonianos, mientras que el padre de Tiberio, al conceder a su esposa a Augusto, pretendía distanciar a su rival Sexto Pompeyo, que era tío de Escribonia, lo cual consolidó la posición política de Tiberio en la corte imperial. A los tres meses, Livia, dio a luz a un hijo a quien se le impuso el nombre de Druso.

    Tiberio recibió una educación rigurosa, mostrando gran aptitud para el estudio y la carrera pública, que le llevaría a desempeñar diversos roles en el gobierno romano. Con quince años, ya estaba vestido con una toga viril, iniciándose así en la vida civil, donde se distinguió como defensor y acusador en numerosos juicios, dedicándose, al mismo tiempo, a aprender el arte militar, en donde destacaría por sus habilidades para montar.

    Ante la carencia de escuelas militares donde adquirir experiencia, el año 25 a. C., Augusto decidió enviar a Hispania a Tiberio y Marcelo, como tribunos militares. Allí, ambos, a los que Augusto veía como sus posibles sucesores, participaron en los inicios de las Guerras Cántabras, que habían sido iniciadas por Augusto el año anterior y que sería terminadas, en el 19 a. C., por el general Marco Vipsanio Agripa. El año 24 a. C., cuando contaba dieciocho años, Tiberio fue nombrado Cuestor de la Annona, cinco años antes que lo estipulado por el tradicional cursus honorum de los magistrados. Era esta una tarea delicada, que consistía en garantizar el suministro de trigo para toda la ciudad de Roma, que en ese momento contaba con algo más de un millón de habitantes, de los cuales, unos doscientos solo podían sobrevivir gracias a la distribución gratuita de trigo por parte del estado; como cúmulo de males, por esa época, el Tíber se desbordó, destruyendo la mayoría de los cultivos en el campo del Lacio, e impidiendo que los barcos con suministros llegaran a Roma con sus suministros. Tiberio reaccionó enérgicamente: compró, por su cuenta, el grano almacenado por los especuladores y lo distribuyó gratuitamente, siendo considerado como un benefactor de Roma. Se le acusó de realizar inspecciones en las prisiones subterráneas en las que estaban encerrados esclavos y quienes buscaban refugio para evitar el servicio militar (ergastulas). Una tarea no prestigiosa, pero si delicada, puesto que, los dueños de la ergástula eran odiados por la población, lo que creó una situación de tensión.

    En el invierno de 21 a 20 a. C., Augusto le ordenó conducir un ejército reclutado en Macedonia e Iliria, hacia Armenia. Era esta una región de gran importancia para el equilibrio político de toda el área oriental, ya que desempeñaba un papel de amortiguador entre Roma al oeste y Partia al este, y que ambos querían que fuera suyo. Fue un Estado vasallo de Roma, que garantizaba la protección de las fronteras; pero tras la derrota de Marco Antonio y la caída del sistema impuesto en el este, Armenia había regresado a ponerse bajo la influencia de los partos, que favorecieron el ascenso al trono de Artaxias II. Es entonces cuando, Augusto ordenó a Tiberio que expulsara a Artaxias, y que pusiera en el trono a su hermano menor Tigranes, más orientado a Roma. Los partos, asustados por el avance de las legiones romanas hicieron concesiones y firmaron una paz con Augusto, devolviendo la insignia y los prisioneros que habían tomado después de la victoria sobre Marco Licinio Craso en la Batalla de Carras que tuvo lugar el año 53 a. C. Así, la situación armenia se pudo resolver antes de la llegada del ejército de Tiberio, y gracias al tratado de paz entre Augusto y el parto Fraates IV, el partido pro-romano pudo tomar el control, siendo Artaxias eliminado por enviados de Augusto. A la llegada de Tiberio, solo tuvo que coronar a Tigranes, quien tomó el nombre de Tigranes III, en una ceremonia pacífica y solemne celebrada ante las legiones romanas.

A su regreso a Roma, el joven general fue celebrado con grandes fiestas y con la construcción de monumentos en su honor, mientras Ovidio, Horacio y Propercio escribían composiciones en verso para celebrar su hazaña. A pesar de todo, el mérito de la victoria correspondía a Augusto, en su calidad de comandante en jefe del ejército, por lo que fue proclamado imperator por novena vez. El año 19 a. C., el rango de ex pretor, con los ornamenta praetoria, fue conferido a Tiberio, y por lo tanto, podía sentarse en el Senado, entre el resto de ex pretores.

    En el 9 a. C., Tiberio se dedicó a reorganizar la nueva provincia de Illyricum. Desde Roma, fue advertido de que su hermano Druso, a orillas del Elba mientras luchaba contra los pueblos germánicos, se había caído de su caballo y se había fracturado el fémur. El incidente parecía no tener mayor importancia, y no se prestó demasiada atención; pero la salud de Druso se deterioró repentinamente en septiembre. Tiberio acudió a Mogontiacum para interesarse por su estado, viajando más de doscientas millas en un día. Druso, conocedor de la llegada de su hermano, ordenó a las legiones que lo recibieran con arreglo a su cargo, expirando en sus brazos. La muerte de Druso, fue un duro golpe para Tiberio, que dirigió la procesión funeraria que llevó el cuerpo de Druso a Roma, situándose por delante de todos a pie. En Roma, pronunció una laudatio funebris en el Foro, dedicado a su hermano fallecido, mientras que Augusto pronunció el suyo en el Circo Flaminio. El cuerpo de Druso fue cremado en el Campus Martius y las cenizas depositadas en el Mausoleo de Augusto.

Amargado por las infidelidades de su esposa Julia, hija de Augusto, lo llevaron a retirarse de la vida pública y trasladarse a la isla de Rodas, el año 6 a. C., cuando estaba a punto de asumir el mando del Este y convertirse con ello en el segundo hombre más poderoso de Roma. Es posible que también influyera la adopción por parte de Augusto de los hijos de Julia y Agripa, Cayo César y Lucio César, a los que favoreció a lo largo de su carrera tal como había hecho con Druso y con el propio Tiberio, el cual, pudo pensar que cuando sus hijastros cumplieran la mayoría de edad le reemplazarían, sintiéndose utilizado. Según Tácito, fueron motivos personales los que le impulsaron a retirarse a Rodas, donde comenzó a odiar a su esposa y a añorar a su ex esposa Vipsania. Independientemente de los motivos, la retirada fue desastrosa para los planes sucesorios de Augusto, ya que, Cayo y Lucio eran aún adolescentes, y Augusto, con 57 años, no tenía un sucesor inmediato. Parece ser que, al caer Augusto gravemente enfermo, Tiberio navegó hacia Roma desembarcando en Ostia; pero al enterarse de que Augusto había sobrevivido, volvió a Rodas, desde donde cursó cartas al emperador solicitándole volver a Roma, cosa que Augusto le negó en diversas ocasiones. Con la retirada de Tiberio, la sucesión recaía en los dos jóvenes nietos de Augusto, pero la situación se complicó con la muerte de Lucio el año 2 d. C., entonces, Augusto, a petición de Livia, permitió a Tiberio regresar a Roma, unicamente como ciudadano romano. Dos años después, Cayo murió en Armenia y a Augusto no le quedó más remedio que recurrir a Tiberio, ya que se inició una frenética actividad en palacio: Tiberio fue adoptado como hijo y heredero de pleno derecho, siendo obligado a adoptar a su sobrino, Germánico, hijo de su hermano Druso el Mayor y de Antonia la Menor. En el año 7, Agripa Póstumo fue repudiado por Augusto y se exilió en la isla de Pianosa.

    Augusto murió en el 14, a la edad de 76 años, siendo enterrado con todas las ceremonias establecidas de antemano y se le deificó mediante el nuevo rito de la apoteosis, que heredarán sus sucesores. Tiberio por su parte fue confirmado como único sucesor.




Tiberio tuvo la precaución de evitar ponerse en evidencia por la extensión de su poder personal; por lo que decidió no adoptar el nombre de Imperator: solo añadió el epíteto de Augusto a su nombre de Tiberio Julio César; y, en las inscripciones y las monedas el nombre de Tiberius Caesar Augustus sucedió al de Imperator Caesar Augustus. Pero, detrás de esta actitud, se apartaba cada vez más de las instituciones republicanas. Desde un principio, intentó gobernar en colaboración con el Senado, pero la animosidad que existía entre ellos se fue intensificando, y la relación entre ambos estuvo marcada por el conflicto y la conspiración. Su reinado se vio empañado por las intrigas palaciegas. A medida que iban pasando los años, Tiberio cayó bajo la influencia de Lucio Elio Sejano, un prefecto del pretorio, que llegó a ser una figura clave en la corte romana. Conocido por su ambición y falta de escrúpulos, utilizó su poder para manejar los asuntos del Imperio y, a medida que su influencia crecía, la figura de Tiberio se fue debilitando. El año 27 d.C., Tiberio se retiró a la isla de Capri, dejando en manos de Sejano la administración de Roma, lo que permitió que Sejano se consolidara como el hombre más poderoso de Roma. Situación que le permitió conspirar para suplantar a Tiberio. Enterado éste de las maquinaciones de Sejano, orquestadas por Antonia, madre de Germánico, decidió tomar medidas drásticas. El Senado condenó a Sejano y a sus seguidores, y el prefecto fue ejecutado. A consecuencia de dicha purga, además de eliminar a los traidores, Trajano pudo consolidar su poder, aunque su imagen pública ya se encontraba gravemente dañada.

    El reinado de Tiberio llegó a su fin en Miseno el 16 de marzo del año 37 d.C., cuando sufrió un ataque cardíaco. Sin embargo, el prefecto Macrón, se aprovechó de la situación, ahogando a Tiberio, con lo que aseguraba la sucesión de Calígula, que era nieto de Augusto y heredero de Tiberio. Aunque Tiberio había dejado el poder a su sucesor, la sombra de su reinado siguió pesando sobre Roma durante años. Calígula, conocido por su temperamento impredecible y sus excentricidades, tomará el trono en un contexto de gran tensión en el Imperio.

    En la actualidad, el reinado de Tiberio es recordado como una época de gran complejidad. Por un lado, sus logros militares y administrativos consolidaron el Imperio Romano, pero, por otro lado, su gobierno estuvo marcado por la paranoia, las intrigas y la falta de apoyo popular. El hecho de su retiro a Capri, dejando el poder en manos de Sejano refleja su falta de confianza en los funcionarios romanos y en la política imperial. Su figura ha sido objeto de numerosos estudios históricos y literarios, y su legado sigue siendo un tema de debate entre los historiadores. Mientras algunos lo ven como un emperador competente que hizo avanzar el Imperio en tiempos difíciles, otros lo critican por su gobierno autoritario y su creciente aislamiento.

    Podemos considerar que Tiberio fue un hombre atrapado entre sus responsabilidades como líder del Imperio Romano y la desconfianza de aquellos que le rodeaban. Su vida estuvo marcada por la lucha por el poder y las traiciones, lo que le convierte en una de las figuras más intrigantes de la historia de Roma.


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Ramón Martín

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