Las Riadas del Río Turia a su paso por Valencia durante el siglo XIX
Llegamos
al siglo XIX, aunque las noticias de riadas del Turia, en su primera mitad, son
escasas. Aunque no podemos obviar la que se produjo entre los días 16 y 17 de
noviembre de 1805 y la delos días 22 a 25 de octubre de 1845.
Ya,
en la segunda mitad del siglo, pocos daños causó la avenida del 17 de noviembre
de 1855, lo mismo que la sobrevenida en febrero de 1857.
Parecía
que el río se tomaba un descanso en su actividad destructora, a pesar de las
tres avenidas de 1860; cuando en la segunda quincena de 1870, con las
autoridades de la ciudad, muy preocupadas por la probabilidad de un brote de fiebre
amarilla, tanto es así que, decidieron aislar dentro de la Plaza de
Toros, a todas aquellas personas que, procedentes del exterior, llevaran en
regla la documentación sanitaria, cuando la noche del 30 de septiembre al 1 de
octubre, el río bajó tan crecido, que las aguas se desbordaron en diversos
puntos, siendo lo peor lo que aconteció en la orilla derecha, ya en la zona
marítima.
Esta
riada también produjo daños en los Jardines del Real, quedando
interrumpidas las líneas de ferrocarril entre Valencia y Almansa y entre
Valencia y Tarragona; además de la comunicación telegráfica con Madrid.
Otra
consecuencia de las fuertes lluvias fue la rotura de la presa que, en Manises,
establecía el suministro de aguas potables de Valencia. Anta la escasez de
ellas, la población acudió a proveerse al pouet o pocito de la casa Natalicia de San
Vicente.
Pasaron
siete años y, el 25 de noviembre de 1876, tras varios días de intensas lluvias,
se produjo otra avenida del Turia, aunque de escasas proporciones.
Tras
unos años de tranquilidad, llegamos al año 1897. El año iba transcurriendo de
forma tranquila, destacando las noticias que llegaban de Cuba y Filipinas. El
verano había sido muy seco, y poblaciones como Sagunto había carecido de agua
para su uso doméstico. Es a partir del 15 de octubre de 1897, cuando se produce
un cambio en el tiempo, apareciendo abundantes lluvias.
La
noche del 1 de noviembre de 1897, la noticia de que el río viene crecido, se
extiende por la ciudad de Valencia. Pronto los vecinos, curiosos, se asomaron a
los pretiles, para ver la llegada embravecida de las aguas, las cuales
inundaban ya, la zona de Campanar.
La
pertinaz sequía sufrida, junto a los vientos de levante, fueron los causantes
de que se formara, próximo a la desembocadura, una barra de arena que obstruyó
la salida de las aguas, inundando estas, los barrios de San Roque, en el Grau y de Cantarranas; Nazaret quedó aislado.
Por
suerte, la riada, no duró más que una hora, y a las ocho de la noche, comenzó a
bajar el nivel de las aguas. Pero el tiempo parecía no estar de acuerdo con
esta bonanza, y el 10 de noviembre, se levantó un viento huracanado, acompañado
de fuertes lluvias. A eso de las siete de la mañana, el río comenzó a crecer
rápidamente, todo indicaba que, una nueva avenida importante estaba por llegar.
Las
aguas comenzaron a desbordarse por la margen izquierda, al la altura del puente de San José, el cual fue
durante mucho tiempo una defensa para la ciudad, ante las avenidas. Ante dicho
puente, las aguas llevaron animales, árboles, puertas, muebles, e incluso, una
barraca entera, o grandes porciones del puente de Villamarchante. A las once de
la mañana, las aguas habían invadido los barrios de Marchalenes y el Llano de
Zaidía.
Por
la orilla derecha, a las doce de la mañana, el agua llegó a la calle de Na
Jordana y Blanquerías. El Pont de Fusta, se desgajó por la parte que
recaía a la estación, se hundió por el centro y los restos se vieron
arrastrados por la corriente. A las once y cuarto, las aguas se habían salido
del cauce a la altura del puente del Mar, inundado la
Alameda, los cuarteles de Caballería e Infantería de San Juan de la Ribera, así
como el antiguo de la Guardia Civil.
Las
aguas penetraron a través de las alcantarillas en el cuartel de Santo
Domingo, saliendo a la plaza de Tetuán que, de nuevo, se
convirtió en un lago. Las inundaciones producidas por la riada encontraron
propicio campo en las barriadas marítimas, causando graves daños en el Puerto. Nazaret quedó incomunicado
durante tres días.
El
día 11, mostró una relativa calma, pero a las cinco menos cuarto, el Gobernador
Civil de Teruel, anunció mediante telegrama, que el Guadalaviar experimentaba
una crecida mayor que la del día 10. Pero, por fortuna, aquella avenida no
llegó a Valencia de forma peligrosa.
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