La revolución de septiembre de 1868. La Gloriosa
El próximo 30 de septiembre se cumplirán 157 años de esta Revolución. La última de las revoluciones del siglo XIX, que abrirá paso al Sexenio Democrático. Un periodo de gran inestabilidad, aunque fecundo, que se cerró con la Restauración Borbónica de 29 de diciembre de 1874. Pero, en realidad, la Gloriosa procede de otro pronunciamiento, de signo muy distinto, me refiero al dado el 18 de septiembre de 1868 por el brigadier Juan Bautista Topete, al que se unirán Juan Prim y Francisco Serrano.
La Batalla
del Puente de Alcolea librada el 28 de septiembre, donde
el general Serrano venció a las fuerzas de la reina
mandadas por el general Novaliches abrió a los revolucionarios el
camino a Madrid, y fue decisiva para que Isabel II abandonara el
país. La Revolución de Septiembre impulsó el ensayo de un régimen
democrático, garantista y avanzado, protector de los derechos
individuales. Un régimen que quedó plasmado en el artículo 33 de
la nueva
constitución, un antecedente de la actual monarquía
parlamentaria española. Debido a su carácter democrático, la
revolución permitirá el acceso a la ciudadanía efectiva de todos
los españoles varones mayores de 25 años, algo completamente nuevo
en la España liberal, ya que el hecho de poder gozar de los derechos
políticos, había venido determinado por la posesión de un
determinado nivel de riqueza. Como consecuencia, los españoles
pudieron ejercer sus nuevos derechos en las elecciones municipales de
diciembre de 1868, y en las constituyentes de enero de 1869. El
gobierno provisional, debido a los compromisos adquiridos por las
Juntas revolucionarias promulgó una serie de decretos por los que se
reconocían y regulaban en el sentido más liberal, los derechos
fundamentales de la persona: no solo el derecho a participar en la
vida política a través del sufragio universal, sino también el
derecho de reunión, de asociación, y la libertad de prensa, entre
otros. De todos estos derechos, quizás sea el que cobre un mayor
significado histórico, dada la trayectoria religiosa de una España
asumida hasta entonces en la intolerancia y el fanatismo, será la
libertad de conciencia y culto. Se puede decir que la esfera pública
en España se ensancha y vuelve mucho más compleja.
Aparece un nuevo partido: el Partido Demócrata Republicano Federal surgido tras las reuniones celebradas en el Circo de Price de Madrid, a lo largo del mes de octubre de 1868. Este nuevo partido capitalizaría la frustración de un sector de los revolucionarios ante la opción monárquica del Gobierno Provisional, pero también el descontento de los sectores urbanos ante el incumplimiento de algunas promesas como la abolición de las quintas. En las zonas de latifundio, la Federal se volverá un mito movilizador para las ansias de tierra de los campesinos. En cualquier caso, ambos proyectos liberales: el monárquico y el republicano, tuvieron como primordial objetivo democratizar y secularizar el Estado y el espacio público para poner a España a la altura de las naciones más prósperas de Europa.
La revolución promovió un cambio en la unidad monetaria, adoptando la peseta; y llevando a cabo una modificación en la política arancelaria que sustituirá el proteccionismo por un librecambismo moderado, debido al influjo de la Escuela economista. Se propuso variar el enfoque de la política educativa, legislando a favor de la libertad de enseñanza, para poder desmontar la rigidez que el último moderantismo en ligazón con la Iglesia católica había impuesto sobre el sistema escolar, muy en especial sobre las Universidades, favoreciendo el desarrollo de nuevas iniciativas, emanadas de los propios docentes, de ciudadanos privados o de los entes locales. En todo ello se notaba el influjo del Krausismo.
El clima de libertad instaurado, permitió la constitución de núcleos obreros radicalizados, que giraron en la órbita del anarquismo, inaugurando así una de las corrientes más poderosas en el movimiento obrero español. A las pocas semanas de iniciarse la Gloriosa se inició una insurrección anticolonial en la Isla de Cuba contra el poder colonial español que condicionó el desarrollo del proceso político revolucionario y que agudizó en las movilizaciones en contra de las quintas y a favor de la abolición de la esclavitud.
La falta de titular en el trono español, careciendo de un candidato español a la Corona (el general Espartero, rechazaría el ofrecimiento) dio alas al carlismo y a su nuevo pretendiente, Carlos VII, que promovió una intensa agitación en su favor, y llevó a los dirigentes monárquicos a iniciar una afanosa búsqueda de rey entre las casas reinantes europeas. A estas gestiones se adhirieron los que promovían la Unión ibérica que aceptaban la llegada al trono de un miembro de la dinastía gobernante en Portugal.
La Revolución de 1868, abre una etapa de interesantes novedades en el plano cultural, como la aceptación de la novela como género literario; el auge del teatro político; los comienzos de la educación de la mujer; el desarrollo de la sociabilidad adoptando formas muy variadas; la apertura a la ciencia moderna (con la penetración del darwinismo); las tensiones entre la aversión a las novedades y la apertura al exterior.
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Ramón Martín
BIBLIOGRAFÍA: Wikipedia, Conversación sobre la Historia, Historia de España en el siglo XIX.
IMÁGENES: Wikipedia y Copilot.
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