William H. Taft, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica entre 1909 y 1913
Nacido el 15 de septiembre de 1857, en Cincinnati
(estado de Ohio), pertenecía a una acaudalada familia de Ohio. Era hijo de
Alphonso Taft, fiscal general y secretario de Guerra bajo la presidencia de Ulysses S. Grant. Taft por la posición
de su familia, pudo acceder a una educación esmerada, así, tras graduarse en la
Hight School de Woodward, en el año 1874, ingresó en la Universidad
de Yale para estudiar Derecho, licenciándose con el número dos de su
promoción en 1878. Ese mismo año, regresó a Cincinnati, donde se matriculó en
la prestigiosa Cincinnati Law School. Dos años después, fue admitido
para ejercer la abogacía, con el deseo de convertirse en miembro del Tribunal
Supremo de los Estados Unidos. Después de un breve período ejerciendo la
abogacía, en 1881 fue nombrado ayudante del fiscal del condado de Hamilton
(estado de Ohio). A finales de ese mismo año, fue nombrado recaudador
federal de impuestos por el presidente Chester A. Arthur, cargo que abandonó
para ocuparse de su próspero bufete. En el año 1887, el gobernador de Ohio,
Joseph B. Foraker, lo llamó para cubrir un puesto vacante de magistrado en la Corte
Suprema de Ohio, de donde pasó, en 1890, a ocupar el cargo de fiscal
general de Estados Unidos, gracias al nombramiento del presidente Benjamín Harrison. Dos años después,
fue nombrado juez del Sexto Tribunal de apelaciones, en el que
permaneció hasta 1900. De ideas conservadoras, pero con un talante moderado, supo
ganarse la amistad y el respeto de los miembros más poderosos de su partido y
entablando una amistad política fructífera con los futuros presidentes William McKinley y Theodore
Roosevelt.
Cuando Estados
Unidos adquirió las islas Filipinas tras la guerra mantenida con España, el
presidente McKinley puso a Taft, entre los años 1901 a 1905, al mando de la
comisión encargada de gobernar el nuevo territorio. Convirtiéndose en el primer
gobernador civil de las islas, con la misión de establecer un gobierno fuerte con
una administración bien organizada, tareas que desarrolló a la perfección:
estableció sistemas de gobierno locales y judiciales; levantó todos los
servicios sociales mínimos e imprescindibles de la isla, carreteras, colegios,
oficinas postales y bancos; y fomentó tratados de reparto de tierras con los
dirigentes indígenas y con la Iglesia Católica.
En 1904, Roosevelt lo nombró secretario
de Guerra, cargo desde el que no dejó de supervisar el proceso de
colonización en las islas Filipinas, además de ser enviado a Roma, en 1902,
para negociar con el papa León XIII la compra de los bienes de las órdenes
religiosas en Filipinas; también fue: director y supervisor de las obras de
construcción del Canal de Panamá; mediador en la negociaciones que
pusieron fin, en el año 1905, a la Guerra Rusojaponesa; y, por último,
enviado a Tokio para solventar el conflicto surgido con Japón tras la
limitación por parte de Estados Unidos de la entrada de inmigrantes de origen
nipón y chino. Taft rechazó, por dos veces, el ofrecimiento de Roosevelt para
nombrarlo juez vitalicio de Panamá. Su reputación intachable y
sus grandes dotes como administrador convencieron al presidente Roosevelt, para
apoyar su nombramiento como candidato republicano a la presidencia en la Convención
Nacional del partido, celebrada a finales de 1908. En las elecciones
presidenciales, Taft acabó ganando con un amplio margen de votos al candidato
demócrata William J. Bryan.
Nada más acceder a la
presidencia, demostró un talante opuesto al de su predecesor y mecenas
Roosevelt, quien se arrepintió por haber nombrado Taft. Hombre conservador y
prudente, con un concepto muy estricto de la presidencia y de su papel como
administrador del país, ocasionó una brecha dentro del partido entre los
progresistas y los conservadores, estos últimos apoyados por el propio
presidente. Las primeras fricciones entre Taft y su partido comenzaron con el
intento de éste de revisar los impopulares y elevados aranceles
proteccionistas. A comienzos del año 1909, convocó una sesión especial del
Congreso para discutir una bajada sustancial de los aranceles. La Cámara de
Representantes aprobó sin problemas la reducción, pero no así el Senado,
dominado por demócratas y republicanos progresistas, quienes obstaculizaron el proyecto
de ley. Finalmente, se consiguió aprobar la Payne-Aldrich Act, la cual
había sufrido 800 enmiendas, hasta el punto de que en muchos casos los
aranceles habían sido todavía más elevados. Taft no tuvo más remedio que
refrendar la ley, con lo que se ganó la enemistad de todo el Medio Oeste, el
más perjudicado por la nueva ley. La desunión definitiva con los progresistas
republicanos se consumó cuando Taft, asesorado por su secretario de Interior,
Richard A. Ballinger, volvió a abrir al público ciertos saltos de agua y
reservas forestales que Roosevelt había convertido en parques nacionales
restringidos a la caza y a cualquier tipo de explotación económica. La medida
suscitó la pronta reacción del jefe de los Servicios Forestales del país,
Gifford Pinchot, amigo personal de Roosevelt, quien no dejó de protestar
airadamente por la decisión, acusando al secretario de Interior de cohecho y de
utilizar el cargo para enriquecerse. Taft intentó arreglar el conflicto
destituyendo a Pinchot por insubordinación. El asunto degeneró en una
controversia que acompañó a Taft hasta el final de su mandato presidencial y
provocó un enfrentamiento entre él y los partidarios de Roosevelt.
Las consecuencias políticas de
la escisión republicana no tardaron en aparecer. En las elecciones al Congreso
del año 1910, el Partido Republicano sufrió una tremenda derrota, lo que
permitió el control de las Cámaras a los demócratas, cosa que no sucedía desde
al año 1894. Aun así, la presidencia de Taft arrojó algunos éxitos, pues durante
sus cuatro años de Gobierno, duplicó los procesos basados en la Sherman Act,
ley antitrust aprobada por la administración de Roosevelt para controlar la
peligrosa expansión de los grandes monopolios financieros del país. Entre los
demandados se encontraban la General Electric Company, la American Sugar
Company, la United States Steel, etc. También impulsó y consiguió la aprobación
de una ley que establecía bancos postales, además de crear el Departamento
de Trabajo y la Oficina Federal de la Infancia. Por último, dio el
visto bueno a dos enmiendas constitucionales, la Decimosexta, que
autorizaba un impuesto sobre la renta federal, y la Decimoséptima, por
la que se establecía la elección directa de los senadores de los Estados
Unidos.
Habida cuenta de que la facción progresista
republicana no encontró a su candidato ideal, Roosevelt volvió a postularse
como candidato en la Convención Nacional del partido, pero fue derrotado
por Taft, gracias a que éste aún controlaba la maquinaria interna del partido.
Roosevelt abandonó el partido para formar su propio grupo, el Partido
Progresista, con el que se enfrentó al candidato demócrata, Woodrow Wilson, que
venció por un estrecho margen de votos. Sin duda alguna, la inclusión de Taft
en una segunda candidatura republicana debilitó al partido y propició la
victoria de Wilson sobre Roosevelt.
Al poco tiempo de dejar la
política, retornó a sus actividades judiciales. Entre los años 1913 a 1920,
ejerció como profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Yale,
al mismo tiempo que colaboró en varias organizaciones nacionales de
reconstrucción tras la guerra. En el año 1921, vio coronadas todas sus
ambiciones, tanto personales como profesionales, al ser nombrado por el
presidente Warren G.
Harding presidente del Tribunal Supremo, cargo que conservó
durante el resto de su vida y desde el que imprimió eficacia y rapidez en la
maquinaria judicial del país. Su salud se fue deteriorando gradualmente durante
el ejercicio de su cargo de presidente del Tribunal Supremo. Al fallecer
su hermano Charles, Taft insistió en ir a Cincinnati para asistir al
funeral la tensión no mejoró su propia salud, y cuando el tribunal volvió a
reunirse el 6 de enero de 1930, Taft no había regresado a Washington, ya que
fue a Asheville (Carolina del Norte), a descansar. A finales de enero apenas
podía hablar y alucinaba. Renunció como presidente del Tribunal Supremo
el 3 de febrero de 1930, pero al regresar a Washington, apenas tenía fuerza
física o emocional. Murió en su casa en Washington D. C., el 8 de marzo de
1930, a los 72 años. La capilla ardiente fue instalada en la rotonda del Capitolio
de los Estados Unidos. El 11 de marzo, se convirtió en el primer presidente
y miembro de la Corte Suprema en ser enterrado en el Cementerio Nacional de
Arlington (Virginia).
Bibliografía
- WikipediA,
CNN en español y Biografías MCN.
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Ramón Martín
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