Warren G. Harding, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica entre 1921 y 1923

 


Nacido el 2 de noviembre de 1865 en Blooming Grove, condado de Corsica (Ohio). Miembro de una familia de granjeros de clase media, fue el mayor de los ocho hermanos habidos en el matrimonio formado por George Tyron Harding, físico de profesión, y Elizabeth Dickerson. Tras asistir a la escuela rural de su localidad natal y atender los trabajos cotidianos de la granja, en 1879 fue enviado al Ohio Central College, donde se graduó en 1882. Al año siguiente, su familia se trasladó a la localidad de Marion (Ohio), entrando a trabajar en el periódico local Democratic Mirror. Dos años más tarde, era editor en el Marion Star, periódico que más tarde compraría junto a unos amigos, y al que convirtió en un periódico respetable y con influencia en el estado, cambiándole el nombre por el de Marion Daily Star. En 1891 contrajo matrimonio con una de sus colaboradoras, Florence Kling DeWolfe. Harding comenzó a colaborar con el Partido Republicano en Ohio, poniendo el periódico al servicio de la causa, lo cual le convirtió en uno de sus líderes estatales más poderosos e influyentes.

Su estrecha amistad con el senador de Ohio Joseph B. Foraker le abrió las puertas de la política activa, siendo elegido, en 1899, senador de su estado, cargo que abandonó en 1902 para presentarse y ser elegido vicegobernador de Ohio. Desde dónde sacó adelante 17 enmiendas positivas para la población, lo que le dio gran popularidad y contribuyó para que, en 1914, fuera elegido senador por el estado de Ohio en el Congreso de Washington. Su época como senador coincidió con la Primera Guerra Mundial; en la que se opuso, como la mayoría de republicanos, a la política exterior seguida por el presidente Woodrow Wilson y, en especial, contra los Catorce Puntos propuestos por el presidente en la Conferencia de París de 1919, tras finalizar el conflicto mundial. Aparte de la defensa pública que hizo sobre la introducción del sufragio universal para toda la población, incluidas las mujeres, apenas se interesó en las innumerables reformas que estaba llevando a cabo el Congreso, siendo uno de los políticos más absentistas del parlamento.

Las elecciones presidenciales de 1920 dejaron claro que, el país estaba cansado de la moral predicada por el presidente Wilson y de su celo cruzadista. Los senadores republicanos decidieron presentar a la presidencia en su Convención Nacional a un candidato que fuera conservador y muy manejable, elección que recayó sobre Harding, al que acompañó en calidad de vicepresidente el gobernador de Massachusetts, Calvin Coolidge, convertido en símbolo de la ley y el orden gracias a la ruptura de la huelga de policías de Boston. La candidatura de Harding derrotó a la demócrata encabezada por James M. Cox, quien se presentó junto a un desconocido pero prometedor joven demócrata, Franklin Delano Roosevelt (futuro presidente). Harding ganó las elecciones con en un programa simple y efectivo al que bautizó Return to normalcy (Vuelta a la normalidad), en el que rechazaba cualquier aventura en el extranjero y se centraba en el equilibrio interno y en el sentimiento aislacionista y nacionalista que sacudía al país.

Harding, amable y sociable, apenas se había esforzado por superar sus orígenes, circunstancia que demostró al observar cómo los temas complejos le desbordaban. Consciente de sus limitaciones, tuvo la habilidad de nombrar a hombres experimentados para los puestos clave de su gabinete: el eminente jurista y antiguo gobernador de Nueva York Charles Evans Hughes se convirtió en secretario de Estado; Herbert Hoover, ingeniero de minas, encabezó la secretaría de Comercio; Henry Wallace, respetado editor de un periódico agrario de Iowa, fue nombrado secretario de Agricultura; y el multimillonario banquero e industrial, Andrew Mellon, secretario del Tesoro. También fue acertada la elección del expresidente William Howard Taft para presidir el Tribunal Supremo. Pero, por desgracia para Harding, adjudicó otros puestos importantes a sus compinches, la «banda de Ohio», los cuales compartían su inclinación por el póker, el whisky y el lujo, pero no su sentido de la responsabilidad pública. Sus constantes tropelías conducirían al Gobierno estadounidense a una de sus mayores crisis de identidad y de transparencia.

La principal característica del Gobierno de Harding fue el apoyo que prestó a las empresas comerciales y financieras, lo que consiguió que, los intereses de las grandes compañías se vieran satisfechos por el regreso a la tradicional política proteccionista republicana que Harding imprimió con la aprobación de la Ley Arancelaria de Emergencia, del año 1921, y la de un año más tarde, la Ley Fordney-MacCumber, que elevó los aranceles a unos niveles sin precedentes. De acuerdo con su creencia en la necesidad de llevar a cabo un política económica intervencionista lo más laxa posible, abandonó la política federal financiera de Wilson, por lo que la Comisión Federal de Comercio y otros organismos similares dejaron de funcionar. Algo similar pasó con la legislación antitrust emprendida por los gobiernos progresistas anteriores, lo que provocó una consolidación de las empresas, especialmente las del sector bancario, los servicios públicos, la industria automovilística y la venta al por menor. También apoyó a los patronos en las disputas industriales. En la huelga de mineros del estado de Virginia Occidental en 1921, no dudó en enviar tropas federales para restaurar el orden. Tras el violento estallido en los yacimientos carboníferos de Illinois, en 1922, el presidente consiguió el retorno al trabajo de los mineros mediante la promesa (incumplida) de establecer una comisión de investigación federal. Al mismo tiempo, el fiscal general del Estado puso fin a una huelga de los ferrocarriles al obtener un mandamiento judicial contra los huelguistas, al mismo tiempo, el Tribunal Supremo, presidido por Taft, propició al sindicalismo una serie de golpes que lo hicieron tambalearse y quedar sometido al control del Gobierno.




En os primeros días del año 1923 comenzaron a conocerse las consecuencias de los inmerecidos nombramientos de Harding, los cuales se tradujeron en escándalos políticos y económicos mayúsculos, todos ellos perpetrados por la «banda de Ohio». El primero de ellos afectó a Charles R. Forbes, al frente de la Oficina de Veteranos, quien fue acusado de haberse apropiado de 250 millones de dólares. El segundo en caer fue Thomas Miller, custodio de Bienes Enajenados, acusado de haber aceptado sobornos. A éste le siguió Jesse Smith, confidente principal del fiscal general, que había dirigido un floreciente negocio en el Departamento de Justicia vendiendo perdones e inmunidad judicial a los más importantes gánsteres del momento. Pero, sin duda alguna, el escándalo más sensacional fue el arrendamiento de campos petrolíferos del Gobierno a particulares. Tras una minuciosa investigación, se descubrió como principal implicado al mismísimo secretario del Interior, Albert B. Fall, que había arrendado en secreto los campos de Elk Hills (California) y Teapot Dome (Wyoming) a dos magnates del petróleo, recibiendo a cambio préstamos sin garantía.

Seguramente, el darse cuenta de que había sido traicionado por sus mejores amigos, provocó en Harding su repentina muerte durante una gira que estaba realizando por los estados occidentales del país, el 2 de agosto de 1923. Sólo la rectitud patente y contrastada de su sucesor en el cargo, el vicepresidente Calvin Coolidge, pudo restituir el buen nombre y la fama del Partido Republicano.

Como colofón a la política interna de Harding, durante su mandato se aprobaron leyes restrictivas de emigración que frenaron el flujo de emigrantes. También, las tensiones étnicas y raciales fueron en aumento, posibilitando el arraigo a nivel nacional de la organización racista, fundada en 1915 por el predicador metodista William J. Simmons, el Ku Klux Klan. A partir de los años veinte, el país se sumió en una auténtica fiebre prohibicionista, como fue, la aprobación de la Ley Volstead (Ley Seca) en 1919. Harding rechazó al internacionalismo wilsoniano, es decir, sentenció el futuro del Tratado de Versalles y el pacto de la Sociedad de Naciones. En agosto de 1921, firmó la paz por separado con Alemania, Hungría y Austria, manteniéndose al margen de la nueva organización internacional. Aun así, no fue un aislacionista extremo, ya que los Estados Unidos estaban estrechamente ligados a Europa por un conjunto de intereses económicos y empresariales. Si antes de 1914 los estadounidenses eran los principales deudores de Europa, tras la guerra se convirtieron en el principal acreedor de una suma muy importante. Harding preconizó fue un rechazo al compromiso político en Europa y a la Sociedad de Naciones, pero no así en el plano económico y financiero, ya que nunca antes habían estado tan ligados los Estados Unidos a Europa como lo estaban en 1920. Otro hecho que apoya la tesis de que Harding no era un aislacionista extremo es el apoyo que prestó en la Conferencia de Washington para la limitación de armas entre todos los países más poderosos del planeta fue crucial. La Conferencia de Washington culminó sus trabajos en febrero de 1922, con la firma de tres tratados en los que los Estados Unidos se aseguraron el freno momentáneo de la expansión que el Japón desarrollaba en el Pacífico, zona de vital importancia para Estados Unidos, a la par que mantuvo el equilibrio político en todo el Extremo Oriente, con China, Japón y Rusia enzarzados en una tremenda lucha por la hegemonía territorial.


Bibliografía

  • WikipediA, CNN en español y Biografías MCN.





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Ramón Martín

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