Theodore Roosevelt, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica entre 1901 y 1909


 

Theodore Roosevelt nació el 27 de octubre de 1858, en Nueva York (estado de Nueva York), en el seno de una familia acaudalada de origen holandés y escocés, que estaban asentados en Nueva York desde 1650, Theodore pudo vencer su salud enfermiza (asma crónica) gracias al enorme sentido de la superación que le había inculcado su padre, Fue educado por tutores particulares, ingresando, más tarde, en la Universidad de Harvard, donde se licenció en Derecho en 1880. Ese mismo año, contrajo matrimonio con Alice Hathaway Lee, quien falleció al poco tiempo. Como la carrera judicial no le atraía, decidió abandonarla y meterse en el mundo de la política. El año 1881 se postuló, por el Partido Republicano, para la Cámara de Representantes, cargo en el que permaneció entre los años 1882 a 1884 y en el que destacó por su lucha contra la corrupción y las maniobras electoralistas de los políticos neoyorquinos. Volvió a contraer matrimonio con Edith Kermith Cavow, y se presentó, en vano, para la reelección, por lo que, desencantado, determinó abandonar la política y comprar un rancho en el estado de Dakota, Llevando una vida de ganadero y donde pudo dar rienda suelta a una de sus grandes pasiones, la de escribir trabajos de Historia. En 1886, regresó a Nueva York para presentarse, otra vez sin éxito, a la alcaldía de Nueva York, dedicándose tras esta nueva decepción, a apoyar al candidato presidencial republicano Benjamín Harrison, que acabó ganando al candidato demócrata Grover Cleveland.

En 1889, Benjamín Harrison le nombró director de la Comisión del Servicio Civil. Cargo que ocupó hasta 1895, en que pasó a ocuparse del cuerpo de policía de Nueva York, donde permaneció hasta marzo de 1897, cuando tras acceder a la presidencia el republicano William McKinley, fue destituido de sus ocupaciones policiales, aunque, por sus opiniones en defensa de la agilización de la política estadounidense con respecto a Latinoamérica y por sus tesis sobre la conveniencia de crear bases navales en el exterior, el presidente McKinley le nombró secretario adjunto de Marina. Roosevelt contribuyó a la creación de la flota estadounidense, en los momentos previos a la Guerra Hispanoestadounidense, influido por las teorías expansionistas del almirante Alfred Thayer Mahan. Partidario de la Doctrina Monroe, la guerra contra España le permitió desempeñar un papel relevante, convirtiéndose en una figura conocida en todo el país, con el consiguiente beneficio electoral. Nada más desatarse el conflicto, Roosevelt dimitió de su puesto y formó, junto con el futuro general Leonard Wood, un regimiento de voluntarios, a los que dirigió como coronel. Roosevelt tuvo una importante participación, dirigiendo el asalto de la Loma de San Juan, en julio de 1898, con la colaboración de los cubanos, y en la Batalla de Santiago de Cuba, ambas acciones, decisivas para la victoria, y que le convirtieron en un héroe nacional.

De regreso a los Estados Unidos, Roosevelt no tuvo problemas para ser elegido gobernador del estado de Nueva York, cargo en el que no tardó en demostrar su talante profundamente reformista e independiente, lo que le hizo enfrentarse al jefe del Partido Republicano de Nueva York, Thomas C. Platt. Organizó un sistema de asistencia civil y se dedicó a combatir a los políticos corruptos, incluso a los de su propio partido; convirtiéndose en el líder del Progresismo que pretendía democratizar la vida política y atacar la corrupción. La cúpula del Partido Republicano decidió combatir a un miembro tan díscolo como Roosevelt, poco preocupado por amoldarse a las reglas de la política tradicional. Fue nominado por la Convención Nacional del partido, celebrada en 1900, candidato a la vicepresidencia, acompañando en la reelección a McKinley, que era más manejable por la maquinaria del partido. Las elecciones presidenciales de 1900 dieron, de nuevo, la victoria a los republicanos. Los escasos poderes de la vicepresidencia le dejaron bloqueado en unas funciones muy limitadas, sin capacidad alguna de decisión y controlado por el partido. Pero, tras el atentado del 6 de septiembre de 1901 en Buffalo contra McKinley, de acuerdo con lo previsto en la Constitución, Roosevelt se convirtió en el presidente más joven de la historia de los Estados Unidos de América.

 

 

Hombre de carácter, enérgico, temido por los líderes de su propio partido y libre de las presiones del gran capital merced a su fortuna personal, su presidencia contrastó, desde el principio, con la opacidad de sus antecesores, tras la Guerra de Secesión. Roosevelt redefinió por completo el cargo presidencial, dotándole de nuevas dimensiones, convencido como estaba de que la creciente importancia de Estados Unidos en el exterior y el surgir de complejos temas económicos, demandaban una dirección mucho más enérgica, que sólo el presidente podía proporcionar. Nunca olvidó la forma accidental en que había llegado a la presidencia, por eso, su principal objetivo fue asegurarse la reelección en las presidenciales de 1904. Para ello, nada mejor que atender las demandas populares encaminadas a controlar a los grandes monopolios y reformar el sistema de impuestos: apoyó con firmeza la lucha contra las grandes compañías impulsando la Ley Antitrust, e hizo que Wall Street se tambaleara, pidió al Congreso la disolución de la poderosa Northern Securities Company, un gigantesco holding ferroviario organizado por el magnate J.P Morgan, desempolvando la Sherman Act. Aunque el Congreso se negó a tramitar la disolución, finalmente el Tribunal Supremo ratificó la decisión del presidente y dispuso la disolución definitiva del gigante ferroviario.

Durante los siete años y medio de su mandato, amparándose en la Sherman Act, entabló juicios contra 44 grandes compañías, entre las que se encontraban, la American Tobacco Company, la Standard Oíl Company de Rockefeller, etc., por lo que se ganó la simpatía del electorado y el apelativo de trustbuster (destrozador de monopolios). El segundo paso importante, fue su mediación, en 1902, en una importante huelga de los mineros del carbón, para conseguir que empresarios y trabajadores aceptaran un arbitraje de la Comisión sobre el Carbón de Antracita que el propio Roosevelt creó, por la que se concedió a los trabajadores un 10% de incremento salarial y una reducción del horario semanal de trabajo. Alentado por el jefe del Medio Ambiente, Gifford Pinchot, inició una cruzada de éxito, para la conservación de los recursos naturales, con la que puso a disposición del estado un centenar de millones de hectáreas y creó los organismos necesarios capaces de defender las tierras y el agua del Oeste de una explotación masiva e incontrolada por parte de los poderosos grupos especulativos.

El año 1904, nada más haber sido elegido presidente, al derrotar al candidato demócrata Alton B. Parker, Roosevelt inició una serie de reformas sociales con el apoyo incondicional de la población. Este segundo mandato tuvo dos importantísimos avances: en 1906, se aprobó la Hepburn Act, por la que se autorizaba a la Comisión de Comercio Interestatal a establecer una reglamentación única para todos los ferrocarriles de la nación, ajustándoles a unas calidades mínimas y tarifas razonables. El mismo año, aprobó la Ley sobre Alimentos y Fármacos y la Ley de Inspección de la Carne, ambas destinadas a proteger la pureza de alimentos y medicinas. Sentaba así, las bases del concepto de protección al consumidor, además de diversos programas de cobertura social y protección ante las amenazas de los grupos financieros. Bajo el nombre de big stick, ejerció una política exterior que abandonó la secular política aislacionista de los Estados Unidos, colocando al país en la dinámica de las relaciones internacionales del momento y en un puesto preminente que no abandonaría a lo largo del siglo. Su filosofía se asentaba en la diferencia existente entre naciones poderosas, con una civilización superior, y las que se encontraban en declive o débiles, las cuales estaban obligadas a dejar el lugar a las nuevas superpotencias. En diciembre de 1904, en un mensaje dado en el Congreso, expuso el famoso Corolario Roosevelt, en el que reformuló la Doctrina Monroe, justificando el papel de «policía internacional» que Estados Unidos estaba obligado a ejercer, especialmente en Latinoamérica, y el derecho a intervenir en los asuntos de cualquier nación cuando considerara que, la reiteración en el proceder equivocado o la impotencia, hicieran necesaria dicha intervención. Así, con el propósito de controlar el Canal de Panamá, Roosevelt promovió una revuelta nacionalista en la zona en contra del dominio de Colombia, al amparo de los cañones de la flota estadounidense, justificando la acción por la supuesta incapacidad del Gobierno colombiano para mantener el orden político y comercial en el istmo. Así, mediante el pago de diez millones de dólares y un alquiler anual, la República de Panamá cedió a Estados Unidos los derechos de construcción y explotación del futuro canal por un período de 95 años, merced al Tratado Hay-Bunay-Varilla, firmado el 13 de noviembre de 1903. Esta cuestión, señaló el comienzo de una decidida política intervencionista en las Antillas y América Central que se concretó con la invasión militar de la República Dominicana, en 1905, y de la isla de Cuba, al año siguiente, para controlar las economías de ambas islas, y favorecer las inversiones estadounidenses. En el año 1907, Roosevelt volvió a enviar tropas a la zona, esta vez con la misión de invadir Nicaragua y así mediar en el conflicto de este país con Honduras.

En sus relaciones con los países más poderosos, Roosevelt actuó con una mayor cautela. Reclamado como mediador por japoneses y rusos en la guerra que les enfrentaba, logró que ambos Estados firmaran, en septiembre de 1905, el Tratado de Portsmouth, consiguiendo frenar el expansionismo territorial de los dos países en la China imperial. Su último gran éxito diplomático se desarrolló en el marco de la Conferencia de Algeciras, de 1906, a la que envió una delegación que participó en la ratificación de un acuerdo de paz entre Alemania, Francia y España para dirimir sus respectivas zonas de influencia en Marruecos.

Antes de abandonar la Casa Blanca, escogió a su sucesor en la persona de William H. Taft, quien, una vez en la presidencia, imprimió un giro contrario al espíritu reformista introducido por Roosevelt, en dirección a los antiguos postulados conservadores favorables a la vieja guardia del partido. Tras regresar de un viaje por África y Europa, Roosevelt encontró al Partido Republicano escindido en dos facciones. Se puso a la cabeza del ala progresista, lo que contribuyó a la desunión entre ambas posturas y que aprovechó el candidato demócrata Woodrow Wilson, para ganar por una amplia mayoría a los dos candidatos republicanos: Taft con el Partido Republicano oficialista, dominado por los conservadores, y Roosevelt, a la cabeza de una nueva y efímera formación, el Partido Progresista. Al desencadenarse la Primera Guerra Mundial, Roosevelt criticó con dureza la política de neutralidad adoptada, en los primeros años del conflicto, por Wilson y organizó una campaña por todo el país con el propósito de despertar en la población el sentimiento antialemán. También se propuso reclutar y mandar una división de voluntarios para luchar en el frente francés, pero Wilson se lo prohibió tajantemente. En el año 1918, intentó ser nuevamente nominado para las siguientes elecciones. Pero sufrió un estrepitoso fracaso. Murió repentinamente mientras dormía en su casa de Oyster Bay, el 6 de enero de 1919, meses antes del debate de ratificación en el Senado del Tratado de Versalles y del nacimiento de la Sociedad de Naciones, proyectos del presidente Wilson que no habría dejado de combatir con su habitual energía de estar vivo.



Bibliografía

  • WikipediA, CNN en español y Biografías MCN.




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Ramón Martín


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