Andrew Jackson, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica entre 1829 y 1837
Nació el 15 de marzo de 1767, en Waxhaw (Carolina
del Sur). Miembro de una familia, recién llegada de Escocia e Irlanda, su padre
murió antes de que él naciera. Asentada la familia en Carolina del Sur, tuvo
que abandonar sus estudios al estallar la Guerra de la Independencia. Se
alistó en el Ejército Continental cuando los británicos iniciaron, entre
los años 1780 y 1781, la invasión de las dos Carolinas, coincidiendo en que madre
y sus dos hermanos murieron víctimas de la guerra. Desde entonces, comenzó a profesar
un odio extremo hacia los británicos. Educado en casa de un tío materno que
poseía una pequeña plantación con esclavos, decidió, en 1784, estudiar la
carrera de Derecho en la Universidad de Salisbury (Carolina del Norte),
donde se graduó dos años después, y donde montó un bufete de abogados. En el
año 1788, fue designado fiscal de la región de Cumberland, distrito
perteneciente a Carolina del Norte que, al poco tiempo, se convertiría en
el nuevo estado de Tennessee. Ejerciendo como fiscal, se ganó una
merecida fama de hombre duro e inflexible en el cumplimiento de la ley y de las
penas contra los malhechores y deudores, lo que hizo que se granjease poderosos
enemigos.
Cuando el distrito
pasó a ser el nuevo estado de Tennessee, Jackson se convirtió en un
personaje influyente, tomando parte activa en la Convención Constituyente
y en la redacción de la nueva Constitución estatal. Fue elegido
representante de la Asamblea estatal y, más tarde, en 1797, senador de Estados
Unidos por Tennessee, cargo al que renunció, en 1798, para ocupar el puesto
de juez del Tribunal Supremo de Tennessee. Gran amigo del coronel John
Donelson Robards, acabó casándose con su hija Rachel, y se dedicó a reforzar su
carisma y popularidad entre sus conciudadanos. Nada podía hacer presagiar su
brillante carrera política, y menos aún por su vinculación con el antiguo
vicepresidente Aaron Burr, a quien el presidente Thomas Jefferson hizo juzgar en 1807
por alta traición, circunstancia a la que se unía su carácter violento, muy
dado a enfrascarse en duelos y reyertas. En el año 1802, cuando ya Andrew
Jackson era un próspero terrateniente al más puro estilo sureño, fue nombrado general
de la milicia de Tennessee, retirándose a su propiedad para dedicarse al cultivo
de algodón.
El inicio de la Guerra
Angloestadounidense, en junio de 1812, ofreció a Jackson la posibilidad de
alcanzar el primer plano político y dar comienzo a una carrera vertiginosa. Reunió
cerca de 50.000 hombres con los que se ofreció a ayudar al Gobierno federal del
presidente James Madison. Pero el gobierno
tardó en aceptar la ayuda, lo que hizo posible que los indios creeks, aliados
de los británicos, cometieran todo tipo de desmanes en las fronteras
meridionales. En el mes de agosto de 1813, fue ascendido a general, y se le
encargó, llevar a cabo una campaña militar contra los indios, a los que derrotó
en la Batalla de Tohopekc (también llamada Horseshoe Bend), el 27 de
marzo de 1817, por la que consiguió su primera aclamación nacional. Gracias a
su victoria, la tribu de los creek no volvió a traspasar los límites
fronterizos; además, consiguió anexionar al país un territorio de más de 8
millones de hectáreas. Su siguiente acción militar de relieve fue la conquista,
en noviembre de ese mismo año, de una buena parte de La Florida española,
justificando su acción por la alianza en la guerra entre España y Gran Bretaña.
Cuando se disponía a penetrar más al sur, en dirección a la ciudad de
Pensacola, tuvo que dirigirse, con urgencia, a Nueva Orleans, a donde llegó en
diciembre, con el tiempo justo para fortificarla y vencer, el 8 de enero de
1815, en la Batalla de Nueva Orleans, a las tropas del general británico
Pakenham. A raíz de este segundo triunfo consecutivo, fue considerado como un
héroe nacional, comparándosele al mismísimo George Washington. A finales de
1817, es nombrado comandante en jefe del ejército de Tennessee, y el gobierno
de James Monroe le ordenó castigar
a los indios seminolas de La Florida, incluso persiguiéndoles hasta territorio
español si fuera necesario. Aprovechando la vaguedad de sus instrucciones, inició
una invasión de La Florida oriental, tomó varios fuertes españoles, depuso al
gobernador español y ejecutó a dos oficiales británicos por incitar a los
indios contra los estadounidenses. A pesar de las fuertes protestas suscitadas
en el Congreso, consiguió el apoyo del, por aquel entonces, Secretario de
Estado John Quincy Adams (futuro
presidente), quien, mediante la compra de los territorios españoles por 5
millones de dólares, ratificada, el año 1819, en el Tratado Adams-Onís,
anexionó otro estado más a la Unión. Como premio a su labor militar, fue
nombrado gobernador del nuevo estado de La Florida.
Los triunfos
militares le convencieron para intentar dar el salto definitivo a la política.
No en vano era el personaje más popular y con más carisma de todo el país. Así
pues, en el año 1823, Jackson fue elegido Senador por Tennessee, desde
el que sus amigos le convencieron para que se presentara como candidato a las
próximas elecciones presidenciales de finales de 1824. En dichas elecciones fue
la lista más votada, con 99 votos, por delante de: John Quincy Adams, con 48;
William H. Crawford, con 41; y, por último, Henry Clay, con 47; aunque en vista
de que ningún candidato había obtenido la mayoría absoluta que establecía la
Constitución, la decisión le correspondió al Congreso. Eliminada la candidatura
de Crawford por enfermedad, decisión recayó en Henry Clay (presidente del
Congreso), quien se decantó finalmente por Adams, tal como habían pactado de
antemano, a cambio de ser nombrado por éste, una vez elegido presidente, Secretario
de Estado. Jackson, decepcionado y decidido a tomarse la revancha, junto a sus
seguidores, cada vez más numerosos y mejor organizados en el nuevo Partido
Demócrata creado por él, obstaculizaron la administración de John Quincy
Adams. Durante el transcurso de la campaña política para la presidencia del año
1828, Jackson y los suyos pusieron en práctica una serie de tácticas que
acabaron por erosionar la candidatura de John Quincy Adams, abriendo una etapa
de acusaciones, injurias, duelos, intercambios recíprocos de insultos y
descalificaciones de todo tipo. Acusaron a Adams de monárquico, hipócrita y
parásito. En diciembre de 1828, Jackson derrotó en las urnas a Adams, por 178
votos a 83. Pero la alegría por un triunfo tan querido se vio ensombrecido por
la repentina muerte de su mujer, el 22 de diciembre.
Su llegada a la presidencia
el 4 de marzo de 1829, fue considerada por el pueblo llano como una victoria
propia. Partidario de las prácticas democráticas y sabedor de que tenía al
pueblo de su parte, gobernó apoyándose en él para luchar contra el Congreso e
incluso contra el propio Tribunal Supremo. Bien asesorado por su Secretario de
Estado, Martin Van Buren, implantó el sufragio universal, suprimiendo el
injusto sufragio censitario, todo con el objeto de crearse una potente
clientela política, circunstancia que desarrolló aún mejor, al institucionalizar
el sistema Spoils System (Sistema de Despojos o Espolios), que
consistía en el reparto de los cargos más importantes de la Administración
entre amigos y fieles colaboradores del partido en el poder. Esto sentó un precedente
en las posteriores administraciones, hasta el punto de que los cincuenta años
siguientes el Spoils System asolaron la vida política
estadounidense, degradaron la eficacia de la labor del gobierno, con
incalculable perjuicio para el país, como demostraron las administraciones de Ulysses S. Grant y
otros presidentes. Jackson no dejó de recalcar la intención de su Gobierno de
no interferir en ninguna esfera política legítima de los estados. Para él era
mejor saldar la deuda nacional y redistribuir convenientemente el dinero entre
los estados para que éstos financiasen sus propias obras y mejoras. Defensor de
los derechos estatales y de la no injerencia federal era, sin embargo, un
nacionalista intransigente, opuesto a cualquier tipo de veleidad secesionista,
rebelde o contestataria, que pudiera poner en peligro la Unión. En dos
ocasiones, tuvo ocasión de demostrar ambos extremos: el año 1828, tras el
descubrimiento de un importante filón de oro en Georgia, la Asamblea del estado
declaró nulas las leyes del año 1791 por las cuales los nativos cherokees
fueron considerados como una nación aparte con todos sus derechos. Ante
semejante maniobra llevaron el caso hasta el Tribunal Supremo de los Estados
Unidos, cuyo presidente, John Marshall, acabó dándoles la razón al declarar
inconstitucionales las medidas derogativas adoptadas por los políticos de
Georgia. Cuando Georgia desafió la sentencia del tribunal, Jackson se erigió en
el paladín de los derechos estatales y apoyó la rebeldía jurídica de los
georgianos, los cuales no desaprovecharon la ocasión para expulsar a los
indefensos indios cherokees, a los que se obligó a iniciar una penosa marcha (Sendero
de las Lágrimas), de más de 6.000 kilómetros hasta asentarse más allá del cauce
del Mississippi. En dicha marcha pereció más de un tercio del pueblo cherokee. Por
el contrario, durante la llamada «crisis de la invalidación», surgida
entre los años 1832 y 1833, fruto del descontento de Carolina del Sur con la
política arancelaria proteccionista del Gobierno, Jackson no dudó en amenazar
con una intervención armada cuando supo que la Asamblea del estado estaba
dispuesta a anular la ley federal. Una vez más, Jackson salió ganando, esta vez
erigiéndose como el más firme defensor del poder federal unionista.
Durante toda la
campaña presidencial del año 1832, dirigió sus esfuerzos en la que sería otra
de sus grandes acciones como presidente, la conocida como «guerra del Banco»,
concretamente contra el Segundo Banco Nacional, fundado en el año 1816. Jackson
atacó directamente al que controlaba los bancos estatales, haciéndole odioso
para los grupos más poderosos del país, tanto sudistas como nordistas. Acusó al
Banco de inconstitucional, señalando a su presidente, Nichollas Biddle, como el
culpable de la corrupción de la vida política y de ser un instrumento en manos
de la aristocracia del dinero, además de poner al pueblo una argolla monetaria
y de oprimir a la clase trabajadora. Una vez que consiguió su triunfo
electoralista, Jackson aceleró el proceso de disolución del Banco, el cual se
llevó a cabo en el verano de 1834; fue reorganizado como un banco estatal más,
según las leyes del estado de Pennsylvania. La mayoría de los analistas
estadounidenses opinan que, el verdadero motivo de la disolución del Banco no
fue otro que el apoyo que tenía Jackson de los bancos de Wall Street, cuyo
principal objetivo era el de desembarazarse de cualquier competencia molesta, y
de la oligarquía financiera del país, molesta por el control fiscal que ejercía
el Banco Nacional sobre sus negocios y transacciones comerciales con el
extranjero. En conclusión, durante los ocho largos años que Jackson estuvo al
frente de la Casa Blanca, la autoridad del ejecutivo aumentó considerablemente;
imprimió a la labor presidencial un carácter más efectivo, espectacular y
personal, bien arropado por su grupo de asesores, con Martin Van Buren a la
cabeza.
En cuanto a política
exterior, Jackson siguió la misma línea política de los anteriores presidentes,
basada en la Doctrina Monroe (América para los americanos): exigió y obtuvo de
Francia el pago de 25 millones de dólares en concepto de indemnizaciones de
guerra atrasadas y mantuvo a raya las pretensiones territoriales de los
británicos en la frontera norte. Antes de abandonar la Casa Blanca, fue testigo
del nacimiento del Partido Whig, surgido para enfrentarse con el Partido
Demócrata. A pesar de una moción de censura promulgada y dirigida contra su
Gobierno por el presidente del senado, Henry Clay, Jackson pudo mantenerse en
el poder, ignorando la oposición del Congreso y preparando el camino a la
presidencia de su protegido y delfín político, Martin Van Buren, como así sucedió en las
siguientes elecciones.
El 4 de marzo de
1837, abandonó la Casa Blanca para retirarse a su propiedad de L´Hermitage,
donde murió el 8 de junio de 1845.
Bibliografía:
WikipediA
y Biografías MCN.
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Ramón Martín
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