James Monroe presidente de los Estados Unidos de Norteamérica entre 1817 y 1827
James Monroe, nacido el 28 de abril de 1758 en
el condado de Westmoreland (Virginia); descendiente de escoceses y galeses que
llegaron a América a mediados del siglo XVII, era miembro de una modesta
familia de plantadores. A los 16 años ingresó en el William And Mary College
de Williamsburg donde empezó a cursar la carrera de Derecho, aunque allí
sólo permaneció dos años, ya que, al estallar la Guerra Angloestadounidense, se
alistó voluntario, como cadete, en el Ejército Continental de George Washington. En dicho Ejército tuvo
ocasión de combatir en varias batallas, a las órdenes del general William
Alexander recibiendo, una vez acabada la contienda, por su brillantez y arrojo,
el grado de coronel. Una vez terminada la guerra, retomó sus
estudios de Derecho bajo la tutela del profesor y gobernador de Virginia Thomas Jefferson, quien además se encargó de
introducirle en la vida política del estado.
En 1872, fue elegido miembro de la Asamblea Legislativa de Virginia, y al año siguiente, ocupó un escaño en el Congreso Continental de Filadelfia, donde permaneció hasta 1786, cuando pasó a formar parte de la comisión encargada del proyecto de Constitución. Monroe se opuso a ratificar la Carta Magna, ya que consideraba que otorgaba demasiado poder al Senado y al Gobierno Federal en detrimento de la autonomía de gobierno de los recién creados estados. También se significó por defender los derechos de navegación en el río Mississippi, tráfico del que gozaba en exclusiva la Corona de España. En 1790, consiguió un escaño para el Senado. Debido al gran prestigio adquirido como senador, a sus conocidas simpatías por la Revolución Francesa y a los deseos de Washington por contentar a los republicanos, fue nombrado embajador en Francia entre los años 1794 a 1796. Su nombramiento fue bien visto por la Convención Francesa, aunque contrarió al Partido Federalista dirigido por Alexander Hamilton, quien se encargó, en 1794, de acelerar la firma del Jay Treaty, por el que se llegaba a un acuerdo con Gran Bretaña, bastante ventajoso para los británicos, que duraría todo el tiempo que durase la guerra entre Francia y Gran Bretaña. Al persistir en su apoyo a las protestas francesas, Monroe fue destituido del cargo, comenzando un período políticamente muy activo, junto con Jefferson y Madison, en el que no dejó de criticar y obstruir la política exterior de Washington y del segundo presidente del país, el también federalista John Adams.
Durante su presidencia y de acuerdo con su política conciliadora, puso en marcha la Era de los Buenos Sentimientos, por la que aseguró la unidad política interna del país. Con él, la joven nación superó la fase crítica de la independencia para tomar conciencia de sí misma y permanecer al margen de la política europea. Monroe supo encauzar, en beneficio del país, las distintas opiniones políticas, dándoles un carácter positivo y nacionalista, obteniendo tal éxito, que, en las elecciones del año 1820 el Colegio Electoral se vio obligado a presentarle un oponente, el futuro presidente John Quincy Adams, evitando que Monroe igualase el récord de George Washington, que fue elegido y reelegido por unanimidad. Para conseguir esa política de unión, se rodeó de los tres políticos más destacados del momento: John Quincy Adams (Secretario de Estado); William Crawford (Secretario del Tesoro); y John Calhoun (Secretario de Guerra). Fortaleció la Unión federal mediante un perfecto entendimiento entre el presidente y el Congreso de un lado, y el Gobierno federal y los estados de otro.
En lo que se refiere al tema económico,
tras una breve recesión monetaria en 1819, favoreció la expansión hacia el
Oeste, incluyendo cinco nuevos territorios en la Unión: Mississippi, Illinois,
Alabama, Maine y Missouri, migración favorecida con la construcción de
carreteras y canales que abrieron mercados nuevos en dichos territorios del
Oeste. Para proteger dichos mercados, Monroe adoptó una política proteccionista
de la que también se benefició la incipiente industria de los estados del
Norte.
No obstante, la Era de los
Buenos Sentimientos llegó a su fin por el tema de la esclavitud, que era
imprescindible para el cultivo algodonero de los estados del Sur, mientras que
los estados del Norte condenaban su práctica. El problema estalló cuando, en
1819, Missouri, uno de los cinco nuevos territorios anexionados y que tenía un
alto porcentaje de esclavos, solicitó formalmente su condición de nuevo estado
de la Unión, despertando, una vez más, el frágil equilibrio que había en las
dos Cámaras y las profundas diferencias que separaban a nordistas y sudistas.
La Cámara de Representantes votó a favor de su admisión siempre que adoptase
una política antiesclavista, pero el Senado, de mayoría sudista, vetó la
enmienda. Tras un largo período de discusiones, Monroe llegó a un acuerdo, en
1820, con la firma del Compromiso de Missouri, por el que se admitía al
nuevo estado como esclavista, mientras que Maine sería declarado abolicionista.
La esclavitud quedaba prohibida en todos los territorios situados al norte del
paralelo 36º 30′, excepción hecha de Missouri. El Compromiso de Missouri
lo único que hizo fue retrasar una cuestión que acabaría por estallar cuarenta
años más tarde con la Guerra de Secesión. Monroe que
protegía los derechos estatales en todo lo referente a los asuntos internos, en
temas de política exterior, se mostró como un ardiente nacionalista, aunque
menos agresivo que su secretario de Estado, John Quincy Adams, responsable
directo de la tendencia aislacionista de Estados Unidos, bastante influida por
el creciente nacionalismo de la época. El objetivo primordial consistió en
alejar del país cualquier amenaza o peligro proveniente del exterior.
De este modo, con el
propósito de salvaguardar las fronteras, se firmó, en 1817, el Tratado
Rush-Bagot, con Gran Bretaña, que fijaba los límites con Canadá en el
paralelo 49º, la ocupación conjunta durante diez años de los territorios de
Oregón (ampliados, posteriormente, hasta el año 1846) y reglamentó la
navegación comercial de ambos países en los Grandes Lagos. En 1824, hubo un
nuevo tratado, esta vez, con Rusia, por el que este último país renunciaba a
rebasar en el Pacífico los 54º 40′ de latitud hacia el sur y que permitía a
Estados Unidos controlar toda la actual costa del Pacífico. Monroe aprovechó las
incursiones del general Andrew Jackson en La Florida contra los indios
semínolas, en 1818, para presionar a la Corona española, que acabó cediendo con
la venta de sus posesiones por la ridícula cantidad de 5 millones de dólares,
en virtud del Tratado Adams-Onís en 1819. Pero donde Monroe
manifestó mayor espíritu nacionalista y el nuevo rumbo imprimido a la política
exterior estadounidense fue en el sur del continente americano. Cuando las colonias
españolas concluyeron sus procesos de independencia, apresurándose a reconocer
a las nuevas repúblicas, despreciando la coalición de Estados europeos (Santa
Alianza), que amenazaba con intervenir para restablecer la autoridad
española. En el año 1822, el secretario de Asuntos Externos, George Caming,
propuso al presidente una declaración conjunta angloestadounidense oponiéndose
a la posible intervención europea en el continente. Pero, finalmente, asesorado
por John Quincy Adams, resolvió dar a conocer, unilateralmente, la Doctrina
Monroe, que hizo pública el 2 de diciembre de 1823. En ésta, mucho más
contundente, se expresaba el aislacionismo estadounidense respecto a Europa, no
así en lo concerniente al continente americano, y se consideraba cualquier tipo
de intromisión o intento de establecer un gobierno por parte de las potencias
europeas como un acto contrario a los intereses de los Estados Unidos. Fue el
primero en utilizar una frase muy en boga hoy en día: América para los
americanos.
Una vez cumplida su segunda
etapa presidencial, Monroe fijó su residencia en Oak Hill (Virginia), donde
estuvo cinco años al frente de la Universidad de Virginia. Aquejado por
graves problemas económicos, la muerte le sorprendió en Nueva York mientras
estaba visitando a su hija, el 4 de julio de 1831.
BIBLIOGRAFÍA
· mcnbiografias.com
· WikipediA
Los
interesados
podéis
adquirirlos
en los
siguientes enlaces:
Tapa blanda (8,32€)
Versión Kindle (3,00€)
Ramón Martín
Comentarios
Publicar un comentario