María Teresa de Braganza, segunda esposa de Carlos María Isidro
María Teresa de Braganza y Borbón, nació en Queluz (Portugal), el 29 de abril de 1793. Era hija de Juan VI de Portugal y de la reina Carlota Joaquina, infanta española. Contrajo matrimonio con dos Borbones españoles con los que estaba emparentada. Con su primer marido, el infante Pedro Carlos, tuvo un hijo, el infante Sebastián Gabriel, y al morir su primer marido —tras veinticinco años de viudez— se casó, por poderes, con su tío, el primer pretendiente legitimista, Carlos María Isidro (Carlos V), en febrero de 1838, cuando este enviudó de su hermana María Francisca.
Podemos
decir que, la vida de la princesa de Beira fue muy accidentada a causa de las
guerras y los cambios políticos durante la transición del Antiguo al Nuevo
Régimen. Hasta cumplir los treinta y nueve años vivió en las Cortes de Portugal
(Lisboa y Río de Janeiro) y España. Durante su estancia en la de Fernando VII entre 1822 1833, fue
llevada como rehén del Gobierno a Andalucía, durante seis meses del año 1823.
Al partir de España, pasó catorce meses en Portugal (1833-1834) durante la
contienda en que sus hermanos Miguel I y Pedro V, ex emperador de
Brasil, se enfrentaron en la Guerra de los Dos Hermanos.
Entre 1834 y 1835, vivió en Inglaterra como refugiada política; de 1835 a 1838, estuvo exiliada en Eslovenia y Austria; a continuación —ya casada con el Pretendiente español—, estuvo un año en el Frente Norte durante la Primera Guerra Carlista en la Corte ambulante de su marido: posteriormente pasó a Francia, compartiendo el arresto domiciliario de su esposo durante seis años, desde 1839 a 1845; pasó después, veintinueve en el destierro en Italia (Génova y Trieste). Así, como hemos podido comprobar, los acontecimientos políticos la forzaron al exilio cinco veces.
María Teresa de Braganza siempre se identificó con la tradición política y religiosa. Apoyó a los hombres de su familia en los movimientos revolucionarios y les animó en momentos de debilidad: Juan VI, Miguel I, Fernando VII; y a los tres pretendientes tradicionalistas españoles: Carlos V, Carlos VI y Carlos VII, sustituyendo a este último al frente del carlismo durante su minoría de edad.
A
la muerte del segundo pretendiente en 1861, la princesa de Beira rechazó la
reclamación de su Juan como abanderado del carlismo, al considerar que no
aceptaba las ideas políticas del pueblo carlista. Presentó al hijo de Juan,
Carlos María de los Dolores, Carlos VII, a los legitimistas como tercer rey y
desarrolló la teoría de las dos legitimidades en Carta a Juan y Carta a los
españoles.
Según esta teoría, el pensamiento político del príncipe es un factor esencial en la sucesión al trono.
Desde
Trieste, la princesa de Beira mantuvo al pueblo carlista unido durante la
minoría de edad de Carlos VII. Fue de gran influencia en la formación política
de este, el nieto mayor de su marido Carlos V y su hermana Francisca.
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