Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén

 


A pesar de que los eruditos no se ponen de acuerdo sobre el origen de la Orden, se sabe que el fundador fue Gerard, circunstancia autentificada por la Bula de Pascal II, que está fechada el 15 de febrero de 1113. En Jerusalén antes de las cruzadas, se crearon establecimientos para albergar a los peregrinos, de diversas naciones, que acudían a los Santos Lugares. Ya se habla de un hospicio franco de la época de Carlomagno, y otro húngaro que data de la época del rey San Esteban (año 1000). Aunque el que adquiere mayor fama, fue un hospicio italiano creado hacia el año 1050 por los mercaderes de Amalfi, que ya tenían relaciones comerciales con Tierra Santa. Hay quienes han tratado de establecer una conexión del origen de los Hospitalarios de San Juan con esa fundación, pero las dudas surgen puesto que los Hospitalarios tenían a San Juan Bautista por patrono mientras que el hospicio italiano estaba dedicado a San Juan de Alejandría. Además de que los Hospitalarios adoptaron la Regla de San Agustín mientras que el hospicio tomó la Regla Benedictina. También debemos tener en cuenta que, como la mayoría de otras casas similares de esa época, el hospicio de Amalfi dependía de un monasterio, mientras que el de Gerard era autónomo.

Con los recursos acumulados por Gerard, su sucesor Raymond de Provenza, erigió unos espaciosos edificios cerca de la iglesia del Santo Sepulcro, convirtiéndose en el hospital mejor atendido por una comunidad. Debido a esta progresión, podemos decir que los Hospitalarios de Jerusalén nacieron con Raymond de Provenza, que fue el autor de la regla que establece su conducta como religiosos y enfermeros, sin mencionar la de caballeros, debiendo los hermanos realizar las funciones de enfermeros. Al seguir Raymond recibiendo donaciones, le permitió sufragar una escolta armada para defender, siempre que fuera necesario, a los peregrinos. Escolta que se convirtió, con el paso del tiempo en un verdadero ejército formado por caballeros reclutados entre los cruzados de Europa, que formaban la caballería pesada y turcoples reclutados entre los nativos, que hacían las funciones de caballería ligera armados como los turcos. Fue entonces cuando se originaron los grados militares más antiguos de la Orden: el de mariscal que dirigía a los caballeros y el de copler para dirigir a los turcoples.

Con el paso del tiempo el Gran Maestre participó en las batallas. Así Gosbert, en 1177 ─quinto sucesor de Raymond─, se distinguió como hombre de armas y Roger de Moulins pereció en el campo de batalla, en 1187. De esta forma la Orden de San Juan se convirtió en una orden militar sin perder su carácter hospitalario. Los estatutos de Roger de Moulins de 1187, tratan únicamente sobre el servicio a los enfermos, mientras que en los estatutos del noveno Gran Maestre, Alfonso de Portugal, hacia el año 1200, se hace una distinción entre los caballeros seculares, externos a la Orden, que servían por un tiempo y los caballeros declarados, unidos a la Orden mediante un voto perpetuo, siendo poseedores de los mismos privilegios espirituales que los religiosos. Desde entonces, la Orden, distinguía tres clases de miembros: los hermanos militares, los hermanos enfermeros y los hermanos capellanes.

Al contrario que la Orden de los Templarios, la Orden de San Juan se convirtió en una orden mixta. Los Templarios regidos por otra regla monástica, vestían el hábito blanco cisterciense con una cruz roja, mientras que los hospitalarios usaban un manto negro con una cruz blanca. Los hermanos caballeros, en combate, ponían sobre su armadura una capa roja con una cruz blanca. Ambas ordenes pronto se convirtieron en rivales, lo que provocó el rápido declive del reino de Jerusalén. Ambas tenían el mismo rango dentro de la Iglesia, siendo reconocidas como órdenes regulares y el pontífice les concedía una serie de privilegios. Por otra parte a ambas se les asignó la defensa de Tierra Santa, compartiendo, en el campo de batalla, los puestos más peligrosos.

Los Hospitalarios de Jerusalén compartían con el reino de Jerusalén, la prosperidad y la adversidad, disfrutando de los ingresos provenientes de más de ciento cuarenta estados (casalia) de Tierra Santa. En cuanto a sus posesiones en Europa, se llegaron a acreditar cerca de 19,000 propiedades, siendo necesario organizar una administración financiera para controlar los ingresos provenientes de ellas. Esta fue la tarea asignada a Hugo de Ravel, XVII Gran Maestre de Tierra Santa, hacia el año 1270.

Las tierras adscritas a una casa se ponían bajo el control de un caballero, al principio llamado preceptor y luego comandante. Este estaba encargado de recolectar las rentas, una parte servía para sostener a su comunidad (un capellán y algunos hermanos); mientras la otra estaba destinada a las casas de Tierra Santa, que consistía en un impuesto anual invariable llamado "responsions". Gracias a estos recursos, la Orden sobrevivió a la caída del reino de Jerusalén, a manos de Saladino en el año 1187, que supuso perder todas sus posesiones en Oriente, conservando únicamente las posesiones que tenía en Trípoli, que también perdería con la caída de Acre en 1291. Siendo sus miembros obligados a buscar refugio junto al Gran Maestre, Jean de Villiers, en Chipre donde tenían algunas posesiones desde los tiempos de Ricardo Corazón de León. El rey Amaury les asignó como residencia, el pueblo costero de Limassol, lugar donde se había casado el rey inglés con la infanta Berenguela de Navarra. Entonces, al vivir en una isla, se vieron obligados a equipar flotas. Pero fue la conquista de la isla de Rodas por el Gran Maestre Foulques de Villaret lo que produjo una completa transformación de la Orden.

Los Caballeros de Rodas, sucesores de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, se distinguían de estos de muchas maneras. En primer lugar, el Gran Maestre de la Orden fue a partir de entonces, soberano temporal de la isla de Rodas, la cual constituía un principado eclesiástico bajo la soberanía de los emperadores del Este. Aunque la primera preocupación de Villaret fue construir un nuevo hospital, el cuidado de los enfermos tomó un lugar secundario, ya que tenían poco tiempo para esa labor, por lo que el nombre de caballeros prevalecería sobre el de hospitalarios. Algo que se acentuó al fusionarse los Hospitalarios con los Templarios, tras la supresión de estos últimos en 1312 por el Papa de Avignon Clemente V, que hizo que las riquezas de la Orden se incrementaran, al serle asignadas por el Papa las propiedades de los Templarios excepto en Aragón y Portugal. En Francia, donde Philippe IV le Bel pudo haberse apropiado de dichos bienes, la Orden logró la restitución sólo mediante grandes indemnizaciones a su hijo Luis I de Navarra y X de Francia. A partir de aquí, la organización de la Orden toma su forma definitiva: dividiéndose en lenguas, prioratos y encomiendas.

Las lenguas o naciones: además de las siete iniciales: Provenza, Auvernia, Francia, Italia, Aragón-Navarra, Inglaterra (con Escocia e Irlanda) y Alemania, más la incorporación en 1462 de Castilla y Portugal, que tenían su propio administrador. A cada una se le otorgaba uno de los ocho grados supremos: a Provenza el de Gran Comendador; a Auvernia, el de Mariscal; a Francia el de Gran Hospitalario; a Italia el de Almirante; a Aragón y Navarra el de Abanderado. Castilla tomó el de Gran Canciller, Alemania el de Gran Administrador e Inglaterra el de Turcopolier. El Gran Maestre era elegido de entre los caballeros de cualquier lengua, ejerciendo una autoridad suprema, controlado, no obstante por el Gran Cabildo, siendo ayudado por varios consejeros. Cada lengua se dividía en prioratos y la cabeza de cada unió tenía derecho a recibir nuevos caballeros y visitar las encomiendas. Los prioratos eran veinticuatro y sus encomiendas 656. Los puestos eran asignados por antigüedad. Tras tres campañas, conocidas como " caravanas ", se tenía derecho a una encomienda.

Un cambio importante fue la transformación de los caballeros en corsarios. La piratería que practicaban los musulmanes fue el flagelo del comercio cristiano en el Mediterráneo. Los Caballeros de Rodas armaron naves no solamente para perseguir a los piratas sino incluso para tomar represalias contra los comerciantes turcos. Con mayor audacia, hicieron incursiones en las costas y saquearon Esmirna en 1341 o Alejandría en 1365. Pero surge una nueva fuerza musulmana –los Turcos Otomanos de Iconio─ que tomó la ofensiva contra los cristianos. Tras apoderarse de Constantinopla, Mehmet II se dirigió a destruir Rodas. Bajo las órdenes del Gran Maestre Pierre de Aubusson repelieron a las fuerzas de Mehmet II (hacia 1480). En 1522, Solimán II volvió a atacar con un poderoso ejército, sufriendo los caballeros su embestida con su habitual valor, bajo las órdenes del Gran Maestre Villiers de L' Isle Adam , no rindiéndose hasta agotar sus provisiones, por su valor les fue perdonada la vida y se les permitió retirarse, prestándoles Solimán II sus barcos para regresar a Europa, donde se dispersaron por sus encomiendas, suplicando a Carlos V que les concediera la isla de Malta que formaba parte de su reino de Sicilia, siéndoles concedida en 1530.

Los Caballeros de Malta volvieron a llevar la forma de vida que habían practicado durante dos siglos en Rodas. Resistieron a los piratas de Berbería, con una pequeña flota compuesta con, tan solo, siete galeras. Formaron un valioso contingente de fuerza durante las expediciones de Carlos V contra Túnez y Argel, y en la victoria conseguida en Lepanto. Estas empresas provocaron nuevos ataques de los otomanos, y Solimán II reunió por segunda vez a todas sus fuerzas para sacar a los corsarios cristianos de su refugio. El sitio de Malta, duró unos cuatro meses de 1565. Al retirarse los turcos se tuvo que construir una nueva ciudad ─la actual ciudad de La Valeta─ cuyo nombre se debe al Gran Maestre que resistió el sitio. Sin embargo Malta no se deshizo de su peligroso adversario hasta la gran batalla naval de Lepanto en 1571. A partir de entonces, la historia de Malta se reduce a pequeños encuentros con los corsarios de Berbería.

En 1581, el Gran Maestre Jean de la Cassière fue hecho prisionero por sus propios caballeros, que se quejaban de la expulsión decretada de algunas mujeres de conducta escandalosa. El voto de obediencia era más respetado que el de castidad. Una vez en posesión de alguna encomienda, los caballeros se independizaban de la autoridad del Gran Maestre, siendo su relación con la Orden remota. Respecto al voto de pobreza, los caballeros eran reclutados de entre la nobleza, siendo las pruebas de su ascendencia examinadas con más rigor que su disposición religiosa.

El declive de la Orden comenzó al serles confiscadas sus posesiones. Con la llegada del protestantismo, un importante grupo de encomiendas fueron asignadas a la nobleza protestante. En algunos países protestantes, la Orden fue suprimida, mientras que en los países católicos, los soberanos disponían, cada vez más, de las encomiendas ubicadas en su territorio. Finalmente Malta, centro de la Orden dirigida por su Gran Maestre el Conde von Hompesch, tuvo que rendirse al general Bonaparte durante la expedición que este llevo a cabo contra Egipto, el 12 de junio 1798.

La revolución francesa extendió la secularización de las propiedades de la Orden desde los países protestantes hasta un gran número de países católicos. El Zar Pablo de Rusia , en 1797, les asignó propiedades en sus dominios, siendo elegido Gran Maestre. Pero su nombramiento no fue reconocido por el Papa, siendo, desde ese momento éste quién nombrara al Gran Maestre. Entre 1805 y 1879 no hubo Gran Maestre, será León XIII quien restablezca el cargo, en el austríaco Geschi di Sancta Croce. En 1910, cuando Galeazzo von Thun Hohenstein se establecieron los siguientes requisitos para ingresar en la Orden: nobleza, fe católica, mayoría de edad, integridad de carácter y la posición social correspondiente. Entonces existían sólo cuatro prioratos: uno en Bohemia y tres en Italia.

La encomienda protestante Baliwick de Sonenburgo (Prusia) desapareció en 1810, tras la secularización de sus propiedades, más Federico Guillermo IV creó, en 1852, una nueva fraternidad llamada Evangelical Johannittes bajo las órdenes de un maestro elegido de entre la familia real. Para ser admitido en la Orden el aspirante debía cumplir un gran número de condiciones, entre las que destacan: nobleza por varias generaciones, posición social correspondiente, una cuota de admisión de 900 marcos, prueba de por lo menos cuatro años de caballero de honor, con lo cual se confiere el título de Caballero de Justicia. La primera obligación de los nuevos miembros era recolectar las contribuciones para el sostenimiento de los hospitales. Así, esta rama protestante  regresó al ideal de su fundador en la época de la Primera Cruzada.



No puedo dar por finalizado este artículo sin hacer una mención al conjunto históricos de San Juan del Hospital en la ciudad de Valencia.  


Comentarios

Entradas populares