Alfonso IX. Rey de León desde 1188 a 1230
Nacido en Zamora el 15
de agosto de 1171, era hijo de Fernando II y de la primera esposa de este,
Urraca, hija de Alfonso II de Portugal. Con apenas unos días, fue puesto bajo
la custodia de María Ibáñez, hasta los cuatro años de edad fecha en que dio
comienzo su educación; María fue acompañada en este cometido por el conde
Armengol de Urgel, ayo del infante, y por el notable leonés Adán Martínez y su
esposa María Díez. Grande fue la relación de Alfonso con su madre Urraca, hasta
que en junio de 1175, esta tuvo que abandonar la corte leonesa al dictaminar no
válido su matrimonio, por parte del papa.
Así pues, a los cuatro
años fue puesto bajo la tutela de Juan Arias, yerno del ayo de Fernando II, don
Fernando Pérez de Traba. Con respecto a sus madrastras, Alfonso tuvo una
relación fugar con la segunda esposa de su padre, doña Teresa Fernández de Traba, ya que esta falleció el 6 de febrero de 1180, apenas un año después de
su boda con Fernando II; diferente fue con Urraca López de Haro, ya que esta le
tenía una gran antipatía, ya desde los tiempos en que era la amante de
Fernando, agravada al nacer sus hijos, García y Sancho. García murió pronto y
Urraca y sus partidarios quisieron hacer prevalecer los derechos de Sancho
sobre los de Alfonso.
Los primeros meses del
año 1188 Alfonso se encontraba en la frontera portuguesa, cuando el día 22
fallecía Fernando II en Benavente; los principales magnates del reino esperaban
su coronación a pesar de los intentos por parte de Urraca de colocar en el trono
a su hijo Sancho Fernández, aunque sin mucho éxito. Lo primero que hizo, una
vez en el trono, fue dar sepultura a su padre en la catedral de Santiago,
cumpliendo así un deseo de este. A pesar de los sólidos apoyos con que contaba,
empezó a sentirse inseguro en el trono, no solo por los problemas económicos y
políticos, sino por las negociaciones que su madrastra Urraca quería llevar a
cabo con Alfonso VIII de Castilla. Concertaron una entrevista el 19 de marzo de
1188 en Carrión de los Condes, en la cual Alfonso VIII nombró caballero a
Alfonso IX, con lo cual este reconocía la superioridad del rey de Castilla. A
pesar de todo no puedo poner fin a la rebeldía de Urraca López hasta el año
1202, cuando con el apoyo de Alfonso VIII le arrebataron las fortalezas que
tenía tanto en León como en Castilla.
Molesto con Alfonso VIII, pues este había concertado la boda de su hija Berenguela con el príncipe alemán
Conrado, acercó sus posiciones a las del rey de Portugal, concertándose en el
año 1190 su boda con la infanta Teresa, contrayendo matrimonio el 15 de febrero
de 1191 en Guimaraes. Sintiéndose seguro, firma el Tratado de Huesca, el 12 de
mayo de 1191, con Portugal, Navarra y Aragón, en contra de Alfonso VIII; y una
tregua con los almohades, que provocó las protestas de Celestino III, que
obligó a Alfonso IX a separarse de su esposa e hizo todo lo posible para que se
firmara el Tratado de Tordehumos, el 20 de abril de 1194 entre León y Castilla.
Pero los conflictos
fronterizos eran continuos entre Castilla y León, a pesar de que se celebró una
reunión tras la Batalla de Alarcos, para fijar las fronteras de los dos reinos,
donde no fue posible llegar a un acuerdo. Alfonso IX decide marchar contra
Alfonso VIII y mediante la intervención de Pedro Fernández de Castro llega a un
acuerdo con el emir almohade, que le proporciona dinero y un importante
contingente de soldados, que llega a León en el mes de diciembre de 1195.
Alfonso invade Tierra de Campos, llegando a Carrión de los Condes, pero de nada
le sirvieron estas conquistas, ya que Alfonso VIII recupera Plasencia y tras
atacar Benavente, tomó el llamado Castro de los Judíos. Celestino III amenazó
con excomulgarle por su pacto con los musulmanes, pero él persistió en su
alianza. En el mes de abril de 1197 recupera Castro de los Judíos, aunque
pronto hubo de retirarse.
Parecía que Alfonso VIII
volvería a atacar León, pero consciente de su precaria situación, decidió
aceptar el ofrecimiento de su primo, animado por una carta que le envió la
reina de Castilla en la cual le decía que si solicitaba la mano de su hija
Berenguela, haría todo lo posible para convencer a su esposo de la conveniencia
de esa unión. Los propósitos de doña Leonor se llevaron a cabo, puesto que
Alfonso IX se desposó con Berenguela en la iglesia de Santa María la Antigua de
Valladolid a finales del año 1197. Parece que Celestino III era el único capaz
de enturbiar esta relación, ya que excomulgó a los dos, pero esto no impidió
que siguieran siendo felices con el nacimiento del primero de sus cuatro hijos
a finales de 1198. La llegada de Inocencio III tampoco sirvió para que
reconociera el matrimonio entre Alfonso y Berenguela, estos continuaron juntos
hasta el año 1204 en que se separaron de mutuo acuerdo, aunque este matrimonio
tuvo importantes repercusiones, ya que el 19 de agosto de 1201, nacería el
futuro Fernando III que unificaría los dos reinos al ocupar los tronos de
Castilla y de León, no sin importantes dificultades.
Alfonso IX en previsión
de nuevos conflictos con Castilla, reorganiza sus ejércitos. Alfonso VIII puso
sitio a Castronuño el 3 de junio de 1204 y el monarca leones acudió prontamente
en su auxilio, aunque rápidamente los monarcas llegaron a un acuerdo. El 19 de
junio de 1204 el papa levantaba la excomunión a Alfonso IX. Las relaciones
entre ambos monarcas eran cordiales y en 1206 se reunieron en Cabreros para
discutir la posesión de algunas plazas fronterizas, la cuales fueron
entregadas, para evitar conflictos, al futuro Fernando III. Es de destacar que
en 1207, tras el apresamiento de unas naves leonesas por parte de los ingleses,
Alfonso IX entro en contacto y firmo un importante tratado de amistad con Juan
sin Tierra, del que también formó parte Alfonso VIII.
Llegan unos años de
cierta tranquilidad, que Alfonso aprovecha para repoblar La Coruña y zonas
fronterizas con Portugal, así como la consagración de la catedral compostelana,
que el mismo presidió el 21 de abril de 1211. En el 1212 se realizan los
preparativos en todos los reinos cristianos de la Península Ibérica para hacer
un frente común contra los almohades, derrotándoles en la Batalla de las Navas
de Tolosa, en la cual no estuvo presente Alfonso IX.
A la muerte de Alfonso
VIII de Castilla, doña Berenguela se hace cargo del reino en nombre de su
hermano Enrique I. Alfonso fue haciendo que sus posiciones fueran haciéndose
más próximas a las de Berenguela, hasta que se produjo la muerte del joven rey
de Castilla. Tras esta muerte, en 1217, Fernando III ocupó el trono de
Castilla, cosa que ofendió a Alfonso que reclamó la corona de Castilla para sí,
amparándose en el Tratado de Sahagún, las relaciones con su hijo fueron tensas
hasta el mes de agosto de 1218, en que firmaron la paz.
Tras la firma de esta
paz, asume el mando de la cruzada contra los almohades, ataca Cáceres, aunque
la ciudad se resiste, no pudiendo evitar que Alfonso se haga con todas las
tierras que la circundan. Animado sigue sus campañas en el año 1219, se
enfrenta a los musulmanes en la batalla de Tejada, tras lo cual desbastó
Badajoz e insistió en la conquista de Cáceres, cosa que no logró hasta el año
1227.
En estos años inició una
relación con una dama leonesa llamada Teresa Gil, con la que tuvo varios hijos.
En 1229 pasa la Navidad en Alba de Tormes y conduce a sus hombres a la plaza de
Montánchez, que ocupa; pone sitio a Mérida, derrotando a Ibn Hud en la Batalla
de Alange y rindiéndose Mérida.
Se acercan los últimos
meses de su vida y Alfonso IX realiza una peregrinación a Santiago, para dar
las gracias por todos sus logros en el verano de 1230. Quiso poner en marcha
una nueva campaña, pero cayó enfermo y se vio obligado a detenerse en
Villanueva de Sarria, donde murió el 24 de septiembre de 1230. Fue sepultado en
la Catedral de Santiago de Compostela, en la Capilla de las Reliquias, donde se
halla el Panteón Real de la seo compostelana.
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