La Batalla de Úbeda

 


Tras la victoria obtenida en Las Navas de Tolosa los Reinos cristianos fueron ganando poder y avanzando hacia al-Ándalus; se les hizo esencial conquistar Baeza y Úbeda, ya que eran las llaves que posibilitarían la entrada en el valle del Guadalquivir. En vista de esta circunstancia, los musulmanes previniendo una posible rebelión de los mozárabes de Baeza, la vaciaron recluyéndose en Úbeda (Ubbadat al-arab), ya que esta población poseía unas imponentes murallas con una torre albarrana octogonal en su parte Norte. Alfonso VIII por medio de su hijo, el infante Fernando, junto a Nuño Pérez de Quiñones, IV maestre de Calatrava, había saqueado estos lugares, además de otras que tuvieron lugar en 1193 y 1194 para arrasar sus vegas. La batalla tuvo lugar entre el 16 y el 24 de julio de 1212, Alfonso VIII y los caballeros de la Orden del Temple entraron en Úbeda haciendo una gran mortandad entre los restos del ejército musulmán recién derrotado en la Batalla de las Navas de Tolosa; la toma de Úbeda era tan importante que incluso algunos cronistas llamaban a la Batalla de Las Navas "batalla de Úbeda", ya que consideraban que constituía el final de la misma.



Algunos historiadores se hacen eco de la opinión de que los musulmanes le ofrecieron al rey Alfonso VIII un millón de maravedíes, además que, ambas villas le quedaran tributarias y vasallas, evitando así males mayores, pero los arzobispos de Toledo y Narbona se opusieron, proclamando que serían excomulgados quienes hicieran tal trato. A Alfonso no le quedó otra salida que arrasar el lugar, tomando su alcázar tras ocho días de asedio, el 24 de julio de 1212. Hecho lo cual, escribió al papa Inocencio III para notificarle la victoria.



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Ramón Martín

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