Orden de Calatrava


Calatrava, conquistada por el Alfonso VIII concedió la mezquita mayor al arzobispo de Toledo, para que la consagrara, al tiempo que encomendaba la defensa de la plaza a los caballeros templarios, el año 1150. Pero una vez muerto el rey, los musulmanes vieron una ocasión para reconquistar Calatrava, y así Abd al-Mumin forzó la línea del río Guadiana, y fue tal el ímpetu mostrado que los templarios, juzgaron lo más prudente abandonarla, devolviendo la Villa al Sancho III. La situación era gravísima ya que, si se perdía Calatrava, la amenaza árabe se cernía sobre Toledo y, todo cuanto había reconquistado, el rey Alfonso VII, se perdería. Es entonces cuando el rey Sancho III, hace una proclama mediante la cual, Calatrava sería entregada en propiedad al que decidiera defenderla. Convoca a sus nobles, entre los que se hallaba don Raimundo de Fitero, abad de Santa María de Fitero.

Debido al silencio con que los nobles acogieron la propuesta, el monje Velásquez, sacó aparte al abad Raimundo y le persuadió para que pidiera Calatrava, lo que a muchos pareció temeridad.

En la Villa de Almazán, el rey Sancho III, firmó el 1 de enero de 1.158, la carta de donación perpetua de la Villa y Fortaleza de Calatrava a la orden del Cister, representada por el abad don Raimundo, a perpetuidad y para que, con la ayuda del monarca la defendieran de los enemigos de Cristo. Más tarde el rey donó a los freires de Calatrava, llamándoles ya por este nombre, el pago y aldea de Cirujales (Toledo), como señal de gratitud por haber tomado la defensa de Calatrava. Partió la comitiva, seguida de una gran multitud. Los árabes, a la vista de tal multitud, desistieron del ataque, y Calatrava pudo ser salvada.


Constituida así la Orden, la mayor parte de sus fuerzas, la formaron caballeros que se acomodaron a las costumbres del Cister, uniendo la fatiga del soldado con la abstinencia del cenobita, las fervientes oraciones con el bravo empuje de la pelea. El promotor principal de la Orden de Calatrava fue Fray Diego Velásquez. Al morir éste, cundió la división, ya que los caballeros se resistían a tener por superior a un Abad y a vivir junto a los monjes en vida contemplativa, por lo que decidieron elegir un Maestre de la Orden. Los monjes se retiraron a Ciruelos y los caballeros retuvieron a Ocana convirtiéndose en milicia para elegir su caudillo.

Fue el primer Maestre de Calatrava don García, en el año 1164. Consiguió del Cister y del Pontificado la primera regla y forma de vida para la Orden de Calatrava. Al morir, le sucedió don Fernando Escaza, cuya vida transcurrió en constante guerrear. Fueron sucediéndose los maestres y la Orden, ya convertida en un formidable ejército, siempre estuvo ayudando a los reyes cristianos.

La pujanza de la Orden, sufrió un tremendo revés, ante el Almanzor, quién con un poderoso ejército tomó Calatrava la Vieja, siendo sus defensores pasados a cuchillo. Con los últimos, el maestre don Nuno Pérez atacó la fortaleza de Salvatierra, convirtiéndola en casa de la Orden en tanto fuera recobrada la villa de Calatrava. Los Maestres se fueron sucediendo y convertida nuevamente en pujante ejército, tomó parte en la batalla de Las Navas de Tolosa, donde su maestre D. Ruy, sufrió tan herida en un brazo que no pudo volver a empuñar arma alguna. En los años siguientes la Orden, fue conquistando diversas fortalezas y villas, recobrando su antiguo esplendor, llegando su dominio desde Almadén hasta Toledo, y desde Argamasilla de Alba hasta Sierra Morena.


Emprendida la conquista de Andalucía por parte de los reyes cristianos, los caballeros de la Orden formaron siempre la vanguardia, aumentando su poderío con las numerosas donaciones de villas y fortalezas. A convento en la villa de Salvatierra, al que bautizaron con el nombre de Calatrava la Nueva, en recuerdo del baluarte del Guadiana. Fueron la fuerza de choque en los años siguientes, tomando parte en la conquista de Baeza y Córdoba. Fue tanto el poder de esta Orden Militar, que surgió el recelo entre los reyes, por lo que determinaron que la elección de maestres sería por designación real.

En los años posteriores, la Orden no solo combate a los musulmanes, sino que se enfrenta a divisiones internas. Disuelta la de los Templarios, todos los bienes que estos poseían, le fueron entregados a la Orden por el pontífice.

Desde su origen, los caballeros calatravos llevaban un escapulario debajo de la túnica, como hábito de religión. El maestre don Gonzalo Núñez creyó que aquello no diferenciaba bastante a los caballeros de los seglares y obtuvo del Pontifica Benedicto XIII, poder portar una cruz sobre las vestiduras, insignia que se pusieron todos por primera vez el día de los Santos del año 1397. La Orden fue poderosa en tierras, villas y fortalezas, posesiones esparcidas por toda España. Interviniendo también en política, inclinándose según conveniencia. Tal poder tenía que, hasta los Reyes Católicos, para aplacar la sed de riquezas del comendador Fernán Gómez de Guzmán, separaron de la Corona la aldea de Fuenteovejuna para entregársela. El pueblo, harto de soportar sus abusos, acabó ahorcándole.

Pero es sabido que, los Reyes Católicos, no eran partidarios de soportar otro poder que no fuera el emanado de la Corona, por lo que, siendo Maestre de la Orden don Garcí López de Padilla, determinaron que había llegado la hora del final de la Orden de Calatrava, incorporándola a la Corona tan pronto como muriera su maestre, vino así a ser don Garcí López el último maestre.


Para la realización del presente trabajo se han consultado diversas fuentes. Las imágenes de Pinterest.

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