James K. Polk, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica desde 1845 a 1849

 


James K. Polk nació el 2 de noviembre de 1795, en Little Sugar Creek, condado de Mecklenburg (estado de Carolina del Norte). Miembro de una familia de agricultores, originaria de Escocia. A los once años, su familia se trasladó al condado de Maury, en Tennessee, donde su padre adquirió una granja. Debido a su delicada salud, James apenas pudo ayudar en las tareas de la granja, por lo que su padre le animó a estudiar Derecho en la Universidad de Carolina del Norte, donde se graduó en el año 1818, para, dos años después, abrir su propio bufete en Nashville. Apasionado por la política y seguidor del demócrata Andrew Jackson, inició su carrera política en 1823, cuando fue elegido miembro de la Asamblea de su estado, donde destacó por sus discursos, siendo conocido con el apodo de El Napoleón de la Oratoria. Así emprendió una rápida carrera política dentro de las filas del Partido Demócrata, recién creado por Andrew Jackson y Martin Van Buren.

En enero de 1824 contrajo matrimonio con Sara Childress, y al año siguiente fue elegido miembro de la Cámara de Representantes en Washington, donde combatió la política centralista y federal del presidente John Quincy Adams, cumpliendo con el objetivo del partido de preparar el camino hacia la presidencia de Jackson. Como premio a su entrega, durante la segunda presidencia de Andrew Jackson (1829-1837), ejerció la presidencia de la Cámara de Representantes, desempeñándola con absoluta limpieza y neutralidad a pesar del intenso clima de enfrentamiento dominante en todos los debates, destacando la espinosa cuestión del Banco Nacional.


 



 

En 1839, bajo la presidencia de Martin Van Buren, Polk no presentó su candidatura a la Cámara de Representantes, siendo elegido Gobernador de Tennessee. Tanto él como su esposa, apenas participaron de la vida social del estado, ya que no eran amigos de asistir a las constantes fiestas que la oligarquía celebraba, circunstancia que le granjeó la antipatía de los poderosos y erosionó su popularidad entre el electorado, por lo que tuvo dos consecutivas derrotas para la reelección de su cargo, en los años 1841 y 1843. En 1844, la Convención Nacional del Partido Demócrata decidió postularle, por su defensa a la anexión de Texas como estado de la Unión, candidato a la presidencia, ya que el resto de los candidatos dentro del partido, James Buchanan, Martin Van Buren y Lewis Cass, no lograron reconciliar sus diferencias; pero el panorama aún se complicó más al entrar de un quinto candidato demócrata, el presidente John Tyler. Saldadas las diferencias internas y retirada la candidatura de Tyler para favorecer a Polk, éste logró la victoria con un apretado margen de votos y contra todo pronóstico, ante el candidato Whig Henry Clay. James K. Polk, escasamente conocido fuera de los círculos políticos de Tennessee, se convirtió en el primer Dark Horse (caballo negro), en ser nominado y elegido para la presidencia, es decir, lo que se conocía como un candidato tapado o sorpresa.

A punto de cumplir los cincuenta años, se convirtió en el político más joven en ocupar la Casa Blanca. Introdujo una jornada de trabajo larga, dedicando a la presidencia gran parte del día. Durante los cuatro años que estuvo al frente, apenas se ausentó tres semanas de Washington, y siempre por necesidad. Austero y con ánimos reformistas, nombró a su mujer su secretaria personal y se rodeó de un gabinete competente y afecto a su persona y con un programa político, que consistía en reducir sensiblemente los aranceles, con la aplicación de la Ley Walker (Secretario del Tesoro Robert T. Walker), la eliminación de la presión de la banca privada, el restablecimiento de una tesorería independiente y controlada por el Gobierno, la fijación de las fronteras de Oregón y la expansión territorial del país hasta alcanzar la costa del Pacífico. También supo dominar a un Congreso que no le era favorable a la hora de aprobar su programa político, y que estaba dispuesto a imponer el veto a los proyectos de ley contrarios a su política, lo que posibilitó que al final de su legislatura viera colmadas sus metas. Debido a su talante intelectual, seco y distante, fue comparado con John Quincy Adams; a pesar de que su política interior fue el polo opuesto, lo cierto es que Polk adoptó la misma dirección en cuestiones con el extranjero, como en el caso del expansionismo, lo que no dejó de suscitar una gran polémica en los círculos políticos del país, pero que, gracias al decidido impulso del presidente y aun a costa de un gran gasto, tanto en dólares como en vidas, se pudo completar satisfactoriamente.

Poco antes de abandonar la Casa Blanca, el presidente saliente John Tyler propuso al Congreso la aceleración, por medio de una resolución conjunta de las dos Cámaras, de los trámites para la anexión de la República de Texas, la cual fue aprobada sin problema alguno, pese a las continuas protestas de los abolicionistas y de los constitucionalistas más ortodoxos. Dos días antes de dejar su cargo, el 2 de marzo de 1845, Tyler firmó la admisión de Texas como estado de la Unión; y en diciembre, aprobadas por Texas las condiciones impuestas por el Gobierno, Polk firmó el acta definitiva de la adhesión. Poco después de la toma de posesión de Polk, el Gobierno de México protestó formalmente contra la adhesión, ya que, para ellos, Texas todavía seguía siendo una provincia mejicana rebelde. En el discurso de toma de posesión, Polk dejó bien claro que estaba dispuesto a llevar a la práctica el lema de su campaña presidencial «cincuenta y cuatro cuarenta o lucha» (54º 40´), en relación a los territorios de Oregón que marcaban la frontera noroeste con las posesiones británicas. Hizo ver a Gran Bretaña que Estados Unidos no dudaría en aplicar, con todas sus consecuencias, la Doctrina Monroe, no permitiendo la intervención de ningún país que no fuera Estados Unidos. En un primer momento, ofreció a los británicos la partición por el paralelo 49º, pero ante la negativa británica, no dudó en adoptar una posición más belicosa, arriesgándose a abrir dos frentes de guerra a la vez, uno por el norte con Gran Bretaña, y otro por el sur con México. Tras un breve período de tiras y aflojas entre delegaciones, se llegó a un acuerdo y se firmó, el 15 de junio de 1846, el Tratado de Oregón, por el que se establecían los límites fronterizos en el paralelo 49º. La codiciada isla de Vancouver quedó en manos británicas.

En julio de 1845, Polk mandó un destacamento militar al mando del general Zachary Taylor (futuro presidente), para tomar posesión sobre el río Nueces, en la frontera sudoccidental entre Texas y México, y desde allí avanzar hasta el cauce del río Grande. Sus intenciones pretendían conseguir la anexión de los territorios de Nueva México y California ya que, si no lo hacían los Estados Unidos, probablemente lo llevarían a cabo Gran Bretaña o Francia. Además, no se sentía seguro frente de las intenciones británicas sobre la costa del Pacífico. Por lo que, conminó al embajador en México, John Slidell, ofrecer al Gobierno mejicano una oferta de compra por dichos territorios. Aunque convencido de persuadir a los mejicanos, estaba preparado para usar la fuerza en caso de ser necesario contrario. El 13 de enero de 1846, tras recibir una tajante negativa mejicana, Polk ordenó al general Taylor que cruzara el río Nueces, sin duda buscaba provocar un incidente armado que le pudiera servir como casus belli. Este no tardó en llegar, y el 9 de mayo un destacamento estadounidense fue masacrado por las tropas mejicanas. El Congreso apoyó la petición de Polk, declarando la guerra a México. A pesar de los éxitos de los generales Zachary Taylor y Winfield Scott, la guerra contra México levantó serias protestas por parte de un nutrido grupo de congresistas, como John Quincy Adams y Calhoun, y, sobre todo, por los estados del Norte, los cuales veían la guerra como una estratagema más, urdida por los estados del Sur, para extender el esclavismo y adquirir más territorios donde practicar dicho sistema. Algunos sureños Whigs de relieve, como Abraham Lincoln, se unieron a las protestas del Norte contra lo que ya se denominaba como la guerra del señor Polk.

Las fuerzas estadounidenses, mejor preparadas que las mejicanas, obtuvieron una serie de victorias que culminaron con la toma de México capital, el 14 de septiembre de 1847. Por el posterior Tratado de Guadalupe-Hidalgo, rubricado el 2 de febrero de 1848, México aceptó la cesión de California y Nuevo México, y reconoció la frontera de Río Grande para Texas. Por su parte, Estados Unidos se comprometió a pagar quince millones de dólares como compensación y a asumir las reclamaciones de los ciudadanos estadounidenses contra México por un valor de tres millones de dólares. Tal como se preveía, la adquisición de los nuevos territorios sacó a la palestra la cuestión de la expansión de la esclavitud, rescatada por la llamada Provisión Wilmot, propuesta en agosto de 1846 por el congresista demócrata de Pennsylvania, David Wilmot, cuando, en plena guerra contra México, Polk pidió al Congreso la asignación de dos millones para negociar la paz con el general mejicano Santa Anna. La Provisión Wilmot pretendía establecer una enmienda constitucional por la que se prohibiría la esclavitud en cualquier territorio que se adquiriese a México. Aunque, como en todos los casos de ordenación territorial, no fue aprobada, lo cierto es que dividió profundamente al país ahondando todavía más las diferencias entre el Sur y el Norte.

Nada más comenzar la campaña electoral para las elecciones presidenciales, James K. Polk, tal como había prometido, renunció a presentarse a la reelección, dejando el puesto de candidato demócrata a Lewis Cass. Retirado en su casa de Nashville, Polk murió el 15 de junio de 1849, tres meses después de abandonar el cargo.


Bibliografía

  • WikipediA y Biografías MCN.

 

 


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Ramón Martín


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