Los Cien Mil Hijos de San Luis de 1823

 

    La Santa Alianza se movilizó, entrando en España para acabar con el régimen liberal y restaurar a Fernando VII como monarca absoluto. Los primeros años de su reinado, acabada la Guerra de la Independencia Española (1808-1814) fueron sacudidos por diversas revueltas encaminadas a resucitar la Constitución de 1812, que había sido derogada por el propio rey, mediante un Real Decreto, del 4 de mayo de 1814. Pero los intentos liberales no triunfaron hasta marzo de 1820, gracias a la Insurrección de Riego en Cabezas de San Juan, donde Rafael de Riego proclamó junto a otros oficiales, la Constitución de 1812.

    Tras el levantamiento, iniciaron una marcha por Andalucía que, a pesar de su escaso éxito, fue el detonante de los movimientos insurreccionales que obligaron a Fernando VII a aceptar otra vez la Constitución liberal. Aceptación hipócrita, ya que la a la vez que la juraba, estaba pidiendo ayuda a los soberanos de la Santa Alianza.

    En agosto de 1822 se reunió, en Verona, la Santa Alianza. Reunión a la que asistieron el emperador de Austria, el zar de Rusia, el rey de Prusia, Wellington representando a Inglaterra y el vizconde de Chateaubriand en representación de Francia. El motivo de esta reunión era acabar con el régimen constitucional español. Decisión tomada ante la petición de ayuda del rey Fernando VII, el 7 de febrero de 1822, para poder restaurar el absolutismo en España.

    Las tropas francesas, al mando del sobrino de Luis XVIII, el duque de Angulema, entraron en España el 7 de abril de 1823, con el objetivo de acabar con el régimen liberal y restaurar a Fernando VII como monarca absoluto, tal y como se había acordado en el Congreso de Verona por las potencias pertenecientes a la Santa Alianza. El 28 de enero de 1823, Luis XVIII fue al Parlamento para decir: “Cien mil franceses están dispuestos a marchar invocando el nombre de San Luis para conservar en el trono de España a un Borbón, para preservar ese hermoso reino de su Reina y reconciliarlo con Europa”. Cuando el monarca francés dijo esas palabras, en el norte de los Pirineos había 95.062 hombres dispuestos a invadir España.



    El encargado de dirigir a las tropas francesas fue Luis Alfonso de Artois, duque de Angulema. El 7 de abril de 1823, por la noche, cruzaron la frontera por el Bidasoa. A este contingente se sumaron, inmediatamente, los Ejércitos de la Fe, las tropas realistas que se habían sublevado contra el gobierno liberal. Llegando a un total de 120.000 hombres. Por su parte, el gobierno contaba con unos efectivos que se calculan en 130.000 soldados, aunque con una mínima instrucción y que no compartían los ideales que defendían. Los que mayor resistencia pusieron a los franceses fueron los miembros de la Milicia Nacional. Al llegar la expedición al Ebro, Fernando VII y su familia, acompañados por el gobierno, se trasladaron a Sevilla. El 23 de abril de 1823 se reunieron las Cortes en Sevilla, y mientras se intentaba, por todos los medios, mantener la normalidad, las tropas francesas eran recibidas con vítores en los pueblos a donde llegaban.

    El 24 de mayo de 1823, el duque de Angulema entró en Madrid, estableciendo una regencia y eliminando toda resistencia liberal. El Gobierno decidió trasladarse de Sevilla a Cádiz mientras Fernando VII optaba por permanecer en Sevilla. Los constitucionalistas lo destituyeron, lo llevaron a la fuerza a Cádiz, donde lo restituyeron en sus funciones. Aunque estos pretendían mantener una apariencia de normalidad, la realidad es que las cosas iban de mal en peor. Solamente El Empecinado y el general Espoz y Mina plantaban cara a los Cien Mil Hijos de San Luis. Durante la penetración de los franceses, solo se registró una resistencia eficaz en Málaga, Granada y Jaén, siempre gracias a la habilidad de Riego. A partir de entonces da comienzo lo que conocemos como la Década Ominosa, que finalizaría en 1833, con la muerte de Fernando VII, etapa que se caracterizaría por una desenfrenada represión contra los liberales.
Ramón Martín

Comentarios

  1. No sé si has llegado a escuchar la frase: ni que vinieran los cien mil hijos de San Luis. Saludos

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