Santa Alianza de 1823
La Santa Alianza fue un tratado que se celebró en
París, el 26 de septiembre de 1815, y en el que participaron: Francisco I de
Austria, Federico Guillermo III de Prusia y Alejandro I de Rusia. Nada más
terminar la batalla de Waterloo, la abdicación de Napoleón Bonaparte, y la ocupación de la ocupación de París por las
tropas de la Séptima Coalición. Fue su promotor el zar Alejandro I de
Rusia, que propuso la creación de una alianza, cuyo objetivo fuera el de
contener la implantación del liberalismo, restaurando la situación anterior a
la Revolución Francesa. Se nombró Santa Alianza, a pesar de que el pacto
tuvo un carácter claramente político; pero sus firmantes alegaron también
principios puramente religiosos, como la defensa del cristianismo, así
como la «indivisible trinidad». Es por eso por lo que se nombrara como «santa»
a esta alianza.
Los tres monarcas se comprometieron a intervenir
militarmente en donde se requiriera su actuación para aplastar cualquier
revolución que pusiera en duda la legitimidad monárquica y los principios del
más puro absolutismo.
Pero esa alianza de tres, pronto —fines de 1815—, se
vio incrementada con un nuevo miembro: Gran Bretaña, que tras adherirse pasó a ser
la Cuádruple Alianza. Pese a que Gran Bretaña era un estado
liberal, se unió a las tres potencias iniciales, para defender el equilibrio de
poderes acordado en el Congreso de Viena. Pero, tres años más tarde, en
1818, Francia también se sumó a la Santa Alianza, dando lugar así a la Quíntuple
Alianza. A partir de entonces se suceden los congresos, encaminados
a coordinar las intervenciones militares de los países miembros, en todos aquellos
territorios donde el orden absolutista estuviera en peligro.
En resumen, los objetivos de la Santa Alianza consistían
en:
-
Establecer una unión entre los tres
monarcas firmantes, los cuales se comprometieron a prestarse asistencia y ayuda
mutua para, de esta manera, proteger la religión, la paz y la justicia.
-
Preservar el necesario equilibrio
entre las potencias europeas, que se había acordado en el Congreso de Viena.
-
Defender la monarquía absoluta como
única forma de gobierno.
-
Devolver a la nobleza y al clero,
todos los privilegios que les habían sido arrebatados, tras la aplicación de
medidas revolucionarias.
-
Poner freno al avance del
liberalismo y del secularismo que se había ido extendiendo a partir de la
Revolución Francesa.
-
Y por último, Crear un sistema de
seguridad conjunto, que fuera capaz de impedir cualquier revolución que
intentara modificar el statu quo acordado en el Congreso de Viena de
1815.
En 1818, la Santa Alianza se reunió en el Congreso
de Aquisgrán, acordándose la retirada de las tropas de ocupación que se
mantenían en suelo francés, la unión de Francia a la Santa Alianza y la
intervención militar en algunos Estados alemanes donde se habían producido
agitaciones antimonárquicas.
En 1820, tras la unión de Gran Bretaña (1815) y
Francia (1818), la Quíntuple Alianza se reunió en el Congreso de
Troppau, donde se trató de llegar a una solución en la situación italiana. A
pesar de las protestas británicas, se llegó a un acuerdo por el cual, Austria
invadiría la península itálica, sofocando las revueltas liberales que se habían
desencadenado en el Reino de Piamonte y en el Reino de las Dos Sicilias. Un año
más tarde, en 1821, se celebró el Congreso de Verona, donde se acordó la
invasión de España por las tropas francesas de Luis XVIII, también con la oposición de Gran Bretaña. El objetivo de esta expedición
(Los Cien Mil Hijos de San Luis, consistía en poner fin al Trienio Liberal (1820-1823) y reponer la monarquía absolutista de Fernando VII. La postura contraria de Gran Bretaña a las intervenciones en Italia y en
España se fundamentaba en que sus intereses comerciales no se habían visto
afectados por las revoluciones liberales, y a que la movilización de sus tropas,
a diferencia de sus aliados, debía ser autorizada por el Parlamento, ya que era
una monarquía parlamentaria. Estos también fueron los motivos por los
que, el gobierno británico, rechazó apoyar a la Santa Alianza cuando ésta
autorizó una intervención para restablecer el dominio colonial de los Borbones españoles;
puesto que, Gran Bretaña mantenía un activo comercio con los nuevos estados
americanos y temía que la restauración del poder español en América trajera
consigo la vuelta del monopolio comercial.
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