Francisco I rey de Francia de 1515 a 1547

 

CASA DE VALOIS

Nacimiento: El 12 de septiembre de 1494 en Cognac.

Fallecimiento: El 31 de marzo de 1547 en Rambouillet.

Padres: Carlos de Orleáns y Luisa de Saboya

Reinado: Desde el 1 de enero de 1515 hasta el 31 de marzo de 1547.


Francisco nació en la localidad de Cognac, el 12 de septiembre de 1494. Era hijo de Carlos de Valois, conde de Angulema, y de Luisa de Saboya. Su educación estuvo dirigida por su madre y su hermana Margarita, siendo poderosa la influencia de ésta última sobre el monarca. Como príncipe, su formación fue muy completa, gracias a hombres como Pierre de Rohan, el mariscal Gie, François Rochefort y otros. Su primera intervención política y bélica la realizó con 18 años, luchando contra la Liga Santa, que estaba encabezada por  Fernando el Católico, En 1516, con 21 años, fue declarado rey de Francia, una vez que su suegro Luis XII muriera sin descendencia masculina, comenzando un largo reinado del que, con posterioridad, sería conocido como Príncipe del Renacimiento.

La mayor parte de las acciones políticas de Francisco se canalizaron en el exterior, ya que el siglo XVI fue un período convulso, con continuos enfrentamientos entre las monarquías más poderosas del continente europeo, en busca de la primacía continental; acentuados por el problema religioso suscitado a raíz de la Reforma emprendida por Martín Lutero. A raíz de su acceso al trono francés, Francisco, una de sus primeras acciones fue organizar la regencia del gobierno mientras él estuviera fuera, la cual recayó en su madre, que estaría auxiliada por el condestable Carlos de Borbón. Pronto partió hacia Italia con el propósito de continuar la política de expansión emprendida por sus predecesores. Esto motivó las protestas de las principales potencias, lo que no impidió que reconquistara, a los suizos, la importante plaza del Milanesado. Ante esto, las potencias europeas montaron una liga contra él, formada por Enrique VIII de Inglaterra, Maximiliano de Austria, el papa León X y el archiduque de Flandes don Carlos (futuro rey de España y emperador de Alemania).

Debido a la rápida victoria obtenida por Francisco, la liga se vino abajo. El papa León X, temeroso de la presencia de Francisco en Milán, se separó de ella, firmando, el año 1516, con éste el Concordato de Bolonia, por el que le reconocía su autoridad sobre Milán y le concedía el privilegio de nombrar a sus propios obispos. Como contrapartida, Francisco I, se comprometía a no atacar las posesiones papales en Italia. Otro éxito fue la firma de la Paz Perpetua con los suizos, por la que obtenía el derecho a reclutar tropas en los cantones suizos. El año 1519 murió el emperador Maximiliano, quedando vacante el trono imperial. Francisco se presentó como candidato, contando a su favor su importante situación económica y sus recientes éxitos italianos. Pero los banqueros alemanes y el propio pueblo, no le prestaron su apoyo, por lo que fue elegido fue apoyado por los banqueros alemanes ni por el propio pueblo. Fue elegido Carlos I de España, surgiendo, a partir de ese momento, una constante rivalidad entre ambos, plasmada en una serie de guerras entre ellos, por la posesión de Italia, y sobre todo por dirimir quién sería el líder político del continente. Francisco, rodeado por los extensos territorios heredados por Carlos, buscó la alianza con Enrique VIII con el que se entrevistó, en 1520, en el Campo del Paño de Oro (llamado así porque las tiendas del campamento estaban bordadas con hilos de oro). Enrique VIII no sólo no aceptó la alianza, sino que apoyó abiertamente a Carlos V; por lo que Carlos y Enrique, firmaron un tratado de amistad en el castillo de Windsor.

Pronto estallaron las hostilidades entre Francisco y Carlos, donde el rey francés fue de fracaso en fracaso. En 1521 perdió Milán, Parma y Piacenza; en 1522 el general Lautrec fue derrotado en la batalla de Bicocca, teniendo que evacuar el Milanesado y Génova. Para colmo de males, el condestable Carlos de Borbón se pasó al bando del emperador. En un último intento de salvar la campaña, Francisco decidió atacar Pavía, el año 1525. Las tropas mercenarias suizas le abandonaron, y Francisco fue hecho prisionero y conducido a Madrid, donde permaneció preso en las Torres de los Lujanes, y posteriormente en el Alcázar. Francisco I se vio obligado a firmar, en 1526, el exigente Tratado de Madrid, por el que cedía varías provincias francesas, renunciaba a sus pretensiones sobre Italia y se prometía en matrimonio con Leonor de Austria, hermana de Carlos V. Tras recuperar su libertad, olvidó los acuerdos hechos, ya que solo cumplió con el matrimonio, y en tres meses organizó, el 22 de mayo de 1526, una liga contra el emperador, conocida como la Liga de Cognac. Esta alianza contra Carlos V estaba formada por el papa Clemente VII, las ciudades de Milán, Florencia y Venecia, el propio Francisco y Enrique VIII, que se había desligado de su alianza con el emperador, debido a su intención de divorciarse de su tía, la reina Catalina de Aragón.

El pacto comenzó con una campaña que se prolongó desde 1527 a 1529, donde las tropas mercenarias de Carlos V llevaron a cabo el famoso Saco de Roma. Francisco invadió Nápoles, por mar y por tierra, pero gracias a Andrea Doria, que se había pasado a las filas del emperador, se pudo mantener la plaza. La larga duración de la campaña hizo necesaria la firma de una paz, que se firmó, el año 1529, en Cambrai, siendo conocida como La Paz de las Damas, ya que fue negociada por Luisa de Saboya, madre de Francisco, y Margarita de Austria, tía del emperador. Carlos, desistía de sus pretensiones sobre Borgoña, mientras que Francisco se comprometía a abandonar definitivamente Italia, y a pagar 12 millones de ducados, por el rescate de sus dos hijos, los cuales seguían cautivos en Madrid como rehenes.

Al morir el duque de Milán, Francisco Sforza, el año 1535, sin descendencia, las hostilidades entre ambos monarcas volvieron a reanudarse, ya que el francés aspiraba a colocar un duque que fuera favorable a sus intereses italianos, mientras que el emperador, se negaba, puesto que tenía los mismos intereses. La guerra estaba nuevamente servida. Si los anteriores enfrentamientos no habían servido de mucho, territorialmente hablando, esta lo fue menos, sirviendo tan sólo para desgastar a ambos ejércitos, sin poder conquistar plazas importantes, a consecuencia de lo cual, no tuvieron más remedio que firmar la Paz de Niza, en el año 1537, por la que se acordaba una tregua de diez años.

La tan deseada tregua fue rota por Francisco, buscando, siempre, cualquier posibilidad de desgastar el poder de su rival. Francia estaba amenazada por las posesiones europeas de Carlos, por lo que, Francisco no podía estar tranquilo con esa presión. El estallido de los enfrentamientos fue causado por el asesinato, por los españoles, de dos agentes franceses, lo que fue aprovechado por Francisco para volver a montar una liga antiimperial. Las circunstancias se presentaban propicias, ya que Carlos V acababa de regresar de una desastrosa expedición contra Argel. Francisco I, no tuvo inconveniente en firmar alianzas con el sultán turco Solimán el Magnífico, con el duque de Cléves y con los reyes de Dinamarca, Suecia e Inglaterra. Preparó sus ejércitos para invadir los dominios del emperador en Artois, Brabante, Países Bajos, Rosellón y el Piamonte. El ejército que debía entrar por el Rosellón fue comandado personalmente por Francisco, pero fue frenado por el duque de Alba. No así el resto de las fuerzas, donde Enrique VIII invadió los territorios del norte, consiguiendo capturar Boulogne. A continuación, Francisco obtuvo, el año 1544, la victoria de Cerisoles. Carlos V contraatacó con un ejército que se encaminó, imparable, hacia París.

Ante esta amenaza a París, Francisco tuvo que firmar la Paz de Crêpy, el 18 de septiembre de 1544. Los reyes acordaron devolver los territorios conquistados. Francisco renunció a sus pretensiones sobre Flandes y Nápoles, y Carlos V a sus intereses sobre Borgoña. Se ponía así, punto final a las luchas que habían dominado la primera mitad del siglo XVI. Francisco, sin embargo, aún prolongó dos años más la guerra contra Inglaterra, ya que Enrique VIII se negaba a devolver la plaza de Boulogne, puesto que no se había contado con Inglaterra para la firma del Tratado. Enrique VIII, solo cedió a cambio de una pensión anual. Francisco pasó el resto de su vida, hasta su muerte acaecida el 31 de marzo de 1547, en medio de los placeres de su lujosa corte.

Torre de Los Lujanes, prisión en Madrid de Francisco I


En cuanto a la política interior, el monarca francés, en principio, se mostró indulgente con los reformistas franceses, los Hugonotes, ya que sus convicciones religiosas no eran muy profundas. En sus alianzas, no tuvo reparo en unirse con musulmanes o protestantes, siempre con el objetivo de sacar algún beneficio en su pelea contra el emperador. Pero, en el momento en que fue consciente de que los hugonotes —en su mayoría pertenecientes a la nobleza—, representaban un peligro político, se opuso a ellos, lo que culminó con el Edicto de Fontainebleau, del 1 de abril de 1540, por el que prohibió el credo protestante.

Fue un celoso defensor de la supremacía regia, imponiendo su autoridad sobre la Iglesia, sobre todo a raíz del Concordato de Bologna, firmado con el Papa, que le permitía nombrar a los obispos franceses. La injerencia de los monarcas en los asuntos eclesiásticos era cada vez mayor, en la mayoría de las monarquías europeas, signo inequívoco del surgir de las monarquías centralistas y autoritarias, donde el rey se situaba en la cúspide del organigrama político, con un poder incuestionado. Francisco redujo el poder que tenían los nobles, sobre todo en el ámbito judicial.

Reorganizó el ejército e impuso el empleo de la lengua francesa en todos los actos y documentos oficiales. Su preocupación por la cultura fue algo indiscutible, como correspondía a un príncipe imbuido del espíritu renacentista. A lo largo de su reinado se registró en Francia un notable desarrollo económico, consecuencia de los metales preciosos procedentes de las Indias, que llegaban a Francia a través de España. Esta gran circulación de moneda impulsó las industrias metalúrgica y textil. En cuanto a su propósito de favorecer la navegación, no tuvo el éxito apetecido.

Sus constantes luchas con Carlos V provocaron la ruina periódica de su administración, a pesar de lo cual, fue un monarca querido por su pueblo que le veía como la encarnación del héroe perfecto francés.

Ramón Martín

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