Manuel Fraga Iribarne
Nacido
en Villalba (Lugo), el 23 de noviembre de 1922. Fue el mayor de doce hermanos.
Su padre Manuel Fraga Bello, fue un emigrante que recaló en Manatí (Cuba),
donde conoció a la navarra, también emigrante, María Iribarne, con la que se
casó en Francia. Tras una estancia en Francia volvieron a Cuba, dejando al hijo
al cuidado de la abuela y de su tía, hasta que viajó a Cuba donde ya tenía dos
hermanos. Al cumplir seis años, toda la familia regresó a Villalba. Durante
la dictadura de Primo de Rivera, su padre fue
nombrado alcalde de su pueblo natal.
Fraga fue un gran estudiante,
tanto en primaria como en bachillerato, obteniendo el Premio Extraordinario en
el examen de Estado, que daba acceso a la Universidad. El primer año lo cursó en
la Universidad de Santiago, con matrícula de honor en todas las asignaturas,
trasladándose después a la Universidad Complutense de Madrid, donde culminó su
licenciatura en Derecho con Premio Extraordinario fin de carrera, galardón
también obtenido en el doctorado, versando su tesis sobre Luis de Molina y
el derecho de la guerra. Ingresó por oposición (número uno), en el Cuerpo
de Letrados de las Cortes, y poco después, también por oposición y también con el
número uno, en el Cuerpo Diplomático. Obtuvo la cátedra de Derecho Político de
la Universidad de Valencia, en el año 1948, en dura competencia con Enrique
Tierno Galván. Contrajo matrimonio con Carmen Estévez, matrimonio que tuvo
cinco hijos. En 1953, ganó la cátedra de Teoría del Estado y Derecho
Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid, que ocupó hasta su
jubilación.
Fraga fue uno de los hijos
favoritos del Régimen. Ingresó en la política de la mano de Joaquín Ruiz
Jiménez, por entonces ministro de Educación, que le nombró secretario del
Consejo Nacional de Educación, primero, y secretario general técnico del
Ministerio, después. En 1956, el equipo ministerial de Ruiz Jiménez fue cesado
a causa de las revueltas estudiantiles. Fraga fue designado delegado
nacional de Asociaciones del Movimiento y, en 1961, director del Instituto de
Estudios Políticos, que incorporaba la condición de procurador de las Cortes y
consejero de Estado. Sus condiciones le situaron entre los candidatos para
alcanzar una cartera ministerial. Lo que se produjo en la crisis ministerial de
1962, donde FRANCO nombró a tres
ministros jóvenes para que impulsaran la modernización que el Régimen había
emprendido, tras el Plan de Estabilización. Sin embargo, su gran protagonismo llegó
como ministro de Información y Turismo, con la nueva Ley de Prensa e Imprenta,
que abolió la censura previa y supuso una apertura política y cultural en el
ámbito del cine, del teatro, de la televisión, de los libros y otras manifestaciones
culturales.
Fraga era, indudablemente,
un valor en alza del Régimen, pero estalla el Caso Matesa, que supone un
enfrentamiento entre los tecnócratas encabezados por López Rodó, y los aperturistas
como Fraga, Castiella y Solís. La crisis la ganan los tecnócratas, por
lo Fraga es cesado, llegando a pensar en pasarse al sector privado. Sin
embargo, poco después aceptó el cargo de Embajador de España en Londres.
El cargo le permitió observar, in situ, el funcionamiento del Parlamentario
Inglés, el más antiguo del mundo. Permaneció dos años en Londres, madurando sus
ideas sobre la reforma y el cambio político, en una concepción cercana a la de Cánovas,
que pudiera crear un partido de centro cuando falleciera el dictador.
Al
morir Franco, regresa a Madrid, siendo
recibido por don
Juan Carlos. Allí aceptó el ofrecimiento del presidente Carlos Arias para ocupar la vicepresidencia del Gobierno y el Ministerio de
Gobernación, mientras Areilza aceptaba la cartera de Exteriores, los dos
ministros se convirtieron en la imagen de la apertura política. Pero pronto llegó
la decepción, ante el inmovilismo del presidente. Un vez cesado Carlos Arias Navarro, y de acuerdo con el Rey, el presidente de las Cortes, Torcuato Fernández Miranda, planteó una nueva fórmula para la reforma de las Leyes
Fundamentales. Era necesario nombrar a un Presidente de Gobierno joven, siendo
designado Adolfo Suárez. Esto supuso una gran decepción para Fraga, que no quiso formar
parte del nuevo Gobierno, decidiendo preparar un partido político para llevar
adelante la reforma democrática. De forma poco comprensible, tendió la
mano a siete figuras del franquismo, constituyendo la Federación de Alianza
Popular (AP). Llegadas las elecciones, la Federación sólo obtuvo dieciséis
diputados y dos senadores.
Elegido
diputado por Madrid decidió participar en el proyecto constituyente, siendo uno
de los siete ponentes del texto constitucional que se entregó a los diputados y
senadores. Esta participación en la Comisión Constitucional precipitó la
ruptura en AP de los nostálgicos del franquismo. Tras la ruptura de AP, emprendió
la reconstrucción del partido de la derecha, dado que el centro lo había
ocupado UCD. En las nuevas elecciones la Coalición Democrática de Fraga y
Areilza, solo obtuvo nueve escaños. Un nuevo desastre que le hizo pensar en abandonar
la política, pero la crisis de UCD, que ocupaba el centro político del país, le
hizo continuar y emprender el nuevo camino de la derecha en pro de “la mayoría
natural”.
La dimisión de Suárez, a comienzos de 1981, y el golpe de Estado del 23-F, pudieron servir para una alianza del centro y la derecha. Pero las elecciones gallegas de 1981 y las andaluzas de 1982 indicaron claramente que la UCD iba a ser sustituida por Alianza Popular. Las elecciones generales de 1982 dieron un triunfo arrollador al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con doscientos dos escaños, UCD desapareció prácticamente y la Alianza Popular se erigió en la alternativa con ciento siete diputados. Las elecciones sucesivas, fueron configurando un bipartidismo flanqueado por partidos nacionalistas y el Partido Comunista, pero iban también dejando, la impresión de un lejano horizonte para gobernar. Las nuevas elecciones generales las volvió a ganar el PSOE por mayoría absoluta y los votos de AP parecían estancados. Para colmo de males, los democristianos de Óscar Alzaga, la misma noche electoral, al conocerse los resultados, anunciaron su abandono de la coalición, para pasarse al grupo mixto.
Esto unido
a las conspiraciones para sustituirlo, le llevaron a anunciar su dimisión, en
una carta dirigida a los militantes de AP, el 2 de diciembre de 1986. El
partido eligió a Hernández Mancha para sucederle, aunque él continuó en su
escaño y, al celebrarse las elecciones al Parlamento Europeo, le ofrecieron
encabezar la lista de AP, para aprovechar su tirón. Aceptó y permaneció dos
años trabajando en las Comisiones de Asuntos Políticos y Relaciones Exteriores
del Parlamento. Mientras, a lo largo de 1988, el partido de AP sufría un
progresivo deterioro. Se generaron movimientos para que Fraga volviera a
pilotarlo, mediante una refundación con un cambio de nombre, pasando a
denominarse Partido Popular. En febrero de 1989, se celebró un congreso,
donde fue elegido presidente del refundado partido y empezó a preparar su
participación en las elecciones autonómicas de Galicia, previstas para el otoño
de 1989, dando paso a un nuevo líder nacional del PP, que fuera avalado y
tutelado por el fundador. La convocatoria adelantada de las elecciones
generales en el mes de agosto, precipitó el nombramiento de José María Aznar como candidato a la presidencia del Gobierno y del partido, al
encabezar la lista por Madrid. Las elecciones de Galicia, de diciembre de 1989,
dieron a Fraga la victoria por mayoría absoluta. Cedida la presidencia
del Partido Popular a José María Aznar, en el Congreso de Sevilla en abril de 1990, volcó su actividad
en Galicia y en la organización autonómica del Estado establecida en la
Constitución.
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