Juana II, reina de Navarra desde 1328 a 1349



    Hija de Luis I el Hutín y de Margarita de Borgoña. Nació el año 1311 en Conflans, cerca de París. A la muerte de su padre, fue excluida de los tronos de Francia y de Navarra, era entonces una niña de corta edad y sobre ella recaían sospechas de ser hija bastarda. Por otra parte, la segunda mujer de LuisClemencia de Hungría, se hallaba embarazada y, a la espera del alumbramiento, asumió la regencia Felipe de Poitiers, hermano menor de Luis. Durante esta regencia, Felipe promulgó la ley Sálica y, de esta forma, al morir a los pocos días de nacer el único heredero varón al trono, el regente se erigió rey como Felipe V de Francia. Asimismo se proclamó rey de Navarra aún cuando el cumplimiento de la ley sálica no afectaba a la monarquía de este reino. Felipe II de Navarra y V de Francia gobernó hasta su muerte en el año 1322. Sus dos hijas fueron apartadas del trono en virtud de la ley sálica y le sucedió su hermano Carlos I de Navarra y IV de Francia.

    El rey Carlos, no llegó a realizar el juramento ante los navarros, falleciendo en 1328 y, al igual que su hermano Felipe, no dejó descendencia masculina, pero si, una hija de su segundo matrimonio, y su tercera mujer se hallaba embarazada, si bien, al nacimiento de su segunda hija el 1 de abril, diversos ricohombres, caballeros y representantes de las villas del reino, reunidos en Cortes, ya habían nombrado heredera al trono.

    En el intervalo de tiempo comprendido desde el fallecimiento del rey Carlos hasta el nombramiento de la nueva reina, se produjo la matanza de judíos de Estella, la judería de Estella fue asaltada del 5 al 6 de marzo, y fueron asesinados gran parte de los judíos de Funes y San Adrián.

    Desde el reinado de Juana I, Navarra venía siendo gobernada por una serie de monarcas franceses que, dejaban su administración en manos de funcionarios franceses. Las fuerzas internas de Navarra no estaban conformes con esta política de gobierno, por lo que, infanzones y representantes de las principales villas se coaligaron para defender intereses comunes. Además de ello, en Navarra se habían levantado voces cuestionando la legitimidad de Felipe II y de su hermano Carlos I.

    En la junta celebrada en Puente la Reina el 13 de marzo de 1328, infanzones y representantes de las villas, acordaron cuestiones de importancia para el reino, en concreto, el compromiso de ayuda mutua en torno a la defensa del reino, solicitar al monarca que entrase a reinar que prestase juramento según los fueros, y la ayuda para garantizar el respeto de los fueros, usos, costumbres, privilegios y libertades del reino. Asimismo acordaron destituir al gobernador de Navarra, Pedro Remón de Rabastens, y nombraron como regentes al alférez del reino Juan Corbarán de Lehet y a Juan Martínez de Medrano. En esta misma reunión se presentó la candidatura al trono de Juana y Felipe de Évreux, y en el caso de que éstos no aceptasen, los asistentes a la junta se comprometieron a reconocer como rey a la persona que el reino decidiese siguiendo la línea de Juana I.

    Los regentes convocaron Cortes el 1 de mayo y en ellas tomaron la decisión de nombrar reina a Juana, separando así, el reino de la monarquía francesa, en la cual se había proclamado recientemente como rey a Felipe VI de Valois. Los asistentes a las Cortes decidieron enviar embajadores a la reina Juana para solicitarle su presencia en el reino y los reyes acudieron a prestar juramento. El acto de juramento se organizó, con Juana y Enrique presentes, en las Cortes de Larrasoaña el 27 de febrero de 1329, y tuvo lugar el 5 de marzo en la catedral de Pamplona. Los navarros quisieron sostener la titularidad del reino en doña Juana, si bien, Felipe de Évreux consiguió que le reconociesen ejercer el gobierno del reino a él en representación de su mujer. Entre las cláusulas convenidas para la sucesión se estableció que, una vez fallecida la reina Felipe debía entregar el reino al hijo mayor, al cumplir éste la edad de 21 años. En el caso de que la reina falleciese sin dejar hijos, Felipe habría de dejar el reino para que los tres Estados deliberasen sobre el heredero legítimo al trono.

    Los nuevos monarcas residieron en París y, al igual que sus predecesores, volvieron a dejar el gobierno del reino en manos de gobernadores y funcionarios. Entre las medidas que adoptaron, al comienzo de su reinado, constituyeron un tribunal para investigar y castigar a los culpables de los asaltos y matanzas producidas contra los judíos en marzo del año 1328: este tribunal culpó de los sucesos a ciertas villas, poblaciones y particulares del reino, se encarceló a bastantes personas por participar en los sucesos e, incluso algunos, fueron ejecutados. Más de 83 villas y poblaciones de Navarra fueron condenadas a pagar multas, y se ordenó la devolución de todas las pertenencias, ropas y bienes que fueron robados a la población judía. Las aljamas de los judíos aportaban unos ingresos considerables al reino y con las multas impuestas a poblaciones y a particulares los monarcas resarcían en parte las pérdidas ocasionadas a su fisco; las sumas de dinero procedentes de las multas no fueron destinadas a indemnizar a los judíos supervivientes, sino que pasaron a aumentar las arcas del reino. Es más, la reina, como garante de la protección real que recibían los judíos por parte de los monarcas navarros, era a su vez la heredera de los bienes de todos aquellos judíos que morían sin descendencia.

    Por otro lado, durante el reinado de Juana y Felipe, fue aprobada la reforma de los fueros cuyo resultado es conocido como el Amejoramiento de los Fueros de Navarra. Al parecer, aconsejado por personas cercanas, Felipe constituyó una comisión que tenía como fin tratar algunos capítulos de los fueros; aclarar algunos de ellos, rectificarlos en su caso, y añadir nuevos capítulos. El año 1330 la comisión se reunió en varias ocasiones y la reforma fue aprobada en las Cortes de Pamplona del 10 de septiembre de ese año. Desde ese momento las cortes fueron convocadas en distintas ocasiones para llevar a cabo mejoras en este cuerpo legislativo y esta labor se completó con la aprobación de sus últimas modificaciones en las Cortes de Olite de 1342.

    El año 1330 Felipe de Evreux concordó la paz con el rey de Castilla, Alfonso XI y entabló negociaciones para casar a su hija mayor, Juana, con el hijo primogénito del rey de Aragón, Pedro. Finalmente el enlace se celebraría el año 1338 entre Pedro, que reinará posteriormente como Pedro IV de Aragón, con otra de las hijas de los reyes de Navarra, María. Al año siguiente se produce un episodio que podía enturbiar las relaciones con Castilla; el pretendiente a este reino, Alfonso de la Cerda, hijo del infante Fernando de la Cerda, reconoció el derecho histórico de Navarra sobre la Rioja y las Vascongadas. Con este reconocimiento pretendía atraerse al monarca navarro para ganar apoyos en sus pretensiones. Los partidarios del infante, buscaban apoyos en Francia para llevar adelante sus reclamaciones dinásticas al trono castellano, y Felipe de Évreux se encontraba entre los allegados del rey francés. Llegó incluso a participar en la guerra que Francia mantenía contra Inglaterra en favor del monarca francés. En la proposición realizada por el infante de la Cerda a los reyes de Navarra, Alfonso declaró que, si él tomaba la posesión de los reinos de Castilla, posesión que se le había usurpado, devolvería los territorios de la Rioja y las Vascongadas a Navarra. Si bien, no tenemos constancia de que los reyes de Navarra aceptasen este ofrecimiento.

    Por otro lado, las relaciones entre los reinos de Navarra, Castilla y Aragón se vieron comprometidas por las disputas en torno al monasterio de Fitero y Tudején, llegando a producirse enfrentamientos armados. Tanto Navarra como Castilla alegaban que el monasterio de Fitero pertenecía a sus territorios, y la comunidad religiosa de éste se encontraba dividida entre uno y otro reino. La situación era tensa desde el año 1332 y Tudején y Fitero llegaron a ser ocupados por los castellanos. El 28 de febrero de 1336 se reunieron embajadores de ambos reinos en la aldea de Cuevas, cerca de Viana, y allí acordaron aceptar la decisión de dos árbitros elegidos por cada reino, en el caso de que no hubiese acuerdo, dejaban la decisión en manos de Jacobo Gaetano, cardenal de la iglesia de Roma. El litigio todavía seguía pendiente en el año 1373, fecha en la que intervino como mediador un delegado del Papa, el cardenal Guido de Bolonia. Este cardenal sentenció que el monasterio y el castillo de Tudején se encontraban en los términos de Tudela y Corella, y por tanto, que pertenecían al reino de Navarra.

    Desde el comienzo de su reinado Felipe de Evreux quiso participar en las cruzadas contra los musulmanes y, colaborar con los reinos vecinos en la lucha contra los musulmanes de Granada. En julio del año 1343 acudió en ayuda del monarca castellano Alfonso XI, el cual había iniciado la toma de Algeciras. Al poco tiempo contrajo una enfermedad y falleció a causa de ella el 26 de septiembre de ese mismo año en Jerez. Fue enterrado en la catedral de Pamplona. Su hijo Carlos, futuro sucesor en el reino, tenía alrededor de 11 años de edad, pero no se abrió la cuestión sucesoria hasta años más tarde porque Juana seguía siendo la legítima reina de Navarra. Juana, de educación francesa, apenas residió en Navarra. Una vez viuda optó por reinar desde Francia, con el apoyo de su tío, el monarca francés, a través de gobernadores. De esta forma, el reino de Navarra, que con su ascenso al trono había logrado separarse de la corona francesa, seguía en cierto modo vinculada a la política de este reino.

    Durante su gobierno en solitario la reina tuvo que restablecer las relaciones de la monarquía con la jerarquía eclesiástica, deterioradas a causa de un litigio en relación a la aportación militar que debía realizar el obispo. Otra medida adoptada fue la ejecución del gobernador Jacques Licras, acusado de cometer irregularidades en su cargo. Asimismo volvieron a reabrirse los incidentes con Castilla en la zona fronteriza, incidentes que fueron pacificados al poco tiempo por voluntad de ambos reinos. Juana murió en Conflans el 6 de octubre de 1349 y su cuerpo fue enterrado en la iglesia de Saint-Denis de París. El príncipe Carlos, su sucesor, contaba entonces con 17 años de edad.

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