Margarita de Borgoña, primera esposa de Luis I de Navarra y X de Francia


    Nacida en 1290, era hija de Roberto II de Borgoña y de Inés de Francia, por lo que era una princesa de la primera rama borgoñona de los Capetos. Se casó el 23 de septiembre de 1305, en Vernon, con Luis I el Obstinado, rey de Navarra, que a su vez era el rey de Francia Luis X. De este matrimonio nacerá Juana de Navarra, que recobrará una parte de los derechos sobre Navarra en 1328, mediante un acuerdo entre su marido Felipe de Évreux y el rey de Francia Felipe VI.

    Al parecer, las tres nueras de Felipe IV se habían convertido en grandes amigas, tan íntimas que, parece ser que, compartían placeres y pecados, cosa que fue destapado por Isabel, reina de Inglaterra, quizás por celos. Isabel acusó a Margarita, Juana y Blanca de mantener relaciones con dos caballeros normandos, escuderos de Felipe IV, Gauthier y su hermano Philippe d’Aunay. Ante esta acusación, el rey mandó detenerlos, los hermanos d’Aunay fueron llevados a Pontoise, al norte de Francia, donde fueron torturados ferozmente, castrados, colgados de las axilas en el cadalso y finalmente decapitados en público. Sus cuerpos. O lo que quedaba de ellos, fueron paseados por las calles de París mientras sus genitales fueron entregados a perros callejeros hambrientos. Como consecuencia, los hermanos d’Aunay confesaron ser amantes de las princesas.

    Acusadas de alta traición, Margarita de Borgoña y su cuñada fueron juzgadas y declaradas culpables de adulterio. Despojadas de sus honores principescos, se les afeitó la cabeza y se les sentenció a cadena perpetua. Juana, en tanto, fue declarada inocente, en gran parte gracias a la influencia de su marido Felipe, conde de Borgoña, aunque se dijo que podría haber estado presente en alguno de los encuentros y que, sabía todo lo que sucedía.

    Cualquiera que tuviera elegancia y atractivo podía concretar una cita con Margarita y Blanca en la Torre, accediendo por un pasadizo. Pero el precio a pagar era muy alto: tras la noche de fiesta, aparecían un tabernero y su cómplice, que mataban a puñaladas a los galanes, arrojando los cuerpos por las ventanas de la torre, al río Sena. No dejando el menor rastro. Cada mañana, algún habitante de París podía encontrar un cuerpo flotando sobre las aguas.

    El escándalo afectaba a la imagen de la corona, ya que Felipe IV destacaba por su sentido de la moralidad y su ferviente religiosidad, sino porque a su vez, ponía en entredicho la legitimidad de la familia, ya que Carlos y Luis de Francia habían sido engañados por sus esposas.

    Margarita de Borgoña, considerada la principal responsable de poner en entredicho la filiación y paternidad real, fue enviada a la torre más alta del castillo de Andelys, abierta al viento y a la intemperie por los cuatro costados, donde murió con veinticuatro años de edad. El fantasma del asesinato sobrevuela hasta nuestros días, Luis X no guardó luto ni asistió al entierro, estaba ansioso por volver a casarse, esta vez con Clementina de Hungría, lo que hizo apenas cinco días después de la muerte de Margarita.

    El destino de las otras dos cuñadas no fue menos desdichado. Recluida en los sótanos de la misma fortaleza, Blanca, de dieciocho años, fue trasladada a un convento, donde tomó los hábitos, y nunca más pudo ver a su hermana. En 1322, su esposo fue coronado con el nombre de Carlos IV, le negó la libertad y consiguió anular el matrimonio, muriendo a los pocos años. Por último, la princesa Juana, de veinte años, fue recluida en un castillo y cuatro años más tarde, en 1317, fue liberada, siendo coronada reina junto a su marido, Felipe V de Francia.







Fuentes: WikipediA y www.secretoscortesanos.com
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