Sancho Garcés IV el de Peñalén, rey de Pamplona desde el 1054 al 1076
Se supone que nació en el 1039, era hijo de García Sánchez III el de Nájera. En 1054, con apenas 14 años, fue proclamado rey en el mismo campo de batalla de Atapuerca donde murió su padre, derrotado por su hermano Fernando I de Castilla y León. Como consecuencia del enfrentamiento, los nobles de la zona occidental del reino retornaran a Castilla. El joven rey aceptó la nueva situación y los territorios de Vizcaya y Álava pasaron a ser los últimos dominios occidentales del reino pamplonés.
Hacia 1060, Al-Muqtadir de Zaragoza dejó la tutela de Pamplona y pasó a ser tributario de Fernando I. En 1067, siendo ya rey de Castilla, Sancho II atravesó los dominios pamploneses y puso sitio a Zaragoza para exigir el abono de las parias, para ello contó con la ayuda de Rodrigo Díaz de Vivar, que ganó entonces su apodo de El Cid Campeador, al sostener un combate con un noble aragonés. Al-Muqtadir le entregó un fuerte rescate a cambio de comprometerse a defenderlo de sus enemigos. Con el fin de frenar al castellano en la conquista de nuevos territorios de la zona del Ebro, Sancho Garcés IV y Sancho Ramírez de Aragón se aliaron contra su primo. Los tres reyes eran nietos de Sancho el Mayor de Pamplona. El aragonés sitió Viana y derrotó al castellano, que tuvo que retirarse. Fue esta la llamada “guerra de los tres Sanchos”.
Aunque al principio las escaramuzas parecían decantarse del lado del castellano, finalmente los ejércitos navarroaragoneses se enfrentaron, en agosto de 1067, al de Sancho II en el Campo de la Verdad, o Valdegón, cerca de Viana, en la llamada batalla de Viana, de Valdegón o de los Tres Sanchos, tras la cual los castellanos tuvieron que retroceder de nuevo hasta el Ebro.
Una vez restablecida la situación, Sancho Garcés se dedicó a la acumulación de riquezas: explotó las parias de Zaragoza, cobró por las donaciones a monasterios e iglesias y por los privilegios que otorgaba a los magnates. Esta actitud, unida a la renuncia a hacer la guerra a los musulmanes y al favoritismo en la distribución de los distritos, tras el retroceso de sus dominios en tierras castellanas, fomentó un clima de descontento hacia el rey, por parte de los nobles y de su propia familia.
En 1076, Sancho Garcés IV de Pamplona fue asesinado en Peñalén por sus hermanos Ramón y Ermesinda. Ramón intentó proclamarse rey, pero los pamploneses se opusieron. Tampoco permitieron que se nombrara a un hijo menor del rey asesinado. El reino se dividió en dos bandos que, respectivamente, patrocinaban como sucesor al rey de Castilla y León, Alfonso VI, y a Sancho Ramírez de Aragón. Ambos reyes entraron con sus tropas en territorio pamplonés para hacer valer sus derechos. El aragonés fue elegido rey, primero en Ujué y finalmente en Pamplona. El viejo reino perdió definitivamente La Rioja, Álava, Vizcaya y parte de Guipúzcoa que fueron agregadas a Castilla con la oposición del rey aragonés.
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