Sancho II el Fuerte, rey de León, Castilla y Galicia entre los años 1065 y 1072
Nació en Zamora el año 1038 o 1039. No le sirvieron de ejemplo a Fernando I las consecuencias derivadas de la división que Sancho Garcés III el Mayor de Navarra había hecho del reino. Fernando I incurrió en el mismo error. Legó a su primogénito, Sancho, el reino de Castilla, a Alfonso el de León, a García el de Galicia, a su hija Urraca la ciudad de Zamora y a su otra hija Elvira la ciudad de Toro. Las hostilidades entre los hermanos estallaron el año 1067, año en que murió la reina madre, Sancha, que había estado reprimiendo las ambiciones de Sancho II.
Uno de los primeros actos de este monarca fue designar, en 1066 alférez del rey a Rodrigo Díaz de Vivar, con lo que el joven pasaba a poseer el mando del ejército real. Sancho II, deseoso de restaurar las antiguas fronteras de Castilla con Navarra, Invadió la Bureba e incluso Navarra. A pesar de que Sancho Garcés IV de Navarra recibió la ayuda de su primo, Sancho Ramírez I de Aragón, no pudo impedir que el monarca castellano anexionara las tierras en litigio. En esta guerra llamada de “los tres Sanchos”, se distinguió Rodrigo Díaz de Vivar, al que desde entonces se le llamo Campin-Doctor o Campeador, es decir, “vencedor en la batalla, o el campo”. Más tarde, los musulmanes le llamaron Cid o Siri (Señor).
Pero ni Sancho ni Alfonso estaban conformes con el reparto, por lo que la situación degeneró en una confrontación armada. A finales de 1068, ambos hermanos decidieron enfrentarse en Llantada, a orillas del Pisuerga, en un combate con carácter de “juicio de Dios”. La batalla, aunque no de forma decisiva, fue ganada por Sancho II. Sin embargo, Alfonso VI no reconoció el veredicto, regreso a León y las luchas continuaron. Pese a estas rivalidades, los dos hermanos llegaron a un acuerdo para desposeer al débil García de su reino de Galicia. Establecido el pacto, en Burgos o en Sahagún, marcho Sancho II a Galicia simulando una peregrinación a Santiago. En Santander hizo prisionero a García, repartió el reino con su hermano Alfonso y se hizo proclamar rey de Galicia. García, tras ser liberado, tuvo que refugiarse en la taifa de Sevilla, que había sido tributaria suya.
A pesar de todo, la situación entre Sancho II y Alfonso VI era todavía más tensa, puesto que el castellano tenía parte de su reino separado por el de León. Nuevamente se emplazaron los hermanos para la batalla, en enero de 1072, esta vez en Golpejera, junto al río Carrión. Rodrigo Díaz de Vivar. Peleaba junto a Sancho, mientras los hermanos Ansúrez lo hacían junto Alfonso. En esta ocasión, la victoria se inclinó por Sancho II, siendo Alfonso VI hecho prisionero y encarcelado en Burgos.
El 12 de enero, Sancho II era Coronado León, con lo que volvía a unirse bajo un mismo cetro el reino de Fernando I. Urraca, hermana de ambos monarcas, rogó a Sancho que pusiera en libertad a Alfonso a condición de que éste tomara el hábito de monje, a lo cual accedió. Poco tardó Alfonso VI en abandonar el claustro bajo un disfraz y buscar refugio en la corte de Toledo, junto a su amigo y antiguo tributario Al-Ma´mun. Nueve meses permaneció Alfonso en Toledo, mientras el conde Pedro Ansúrez, de acuerdo con Urraca, que residía en Zamora, preparaba la sedición de los leoneses contra Sancho II. El monarca, apercibido de estas maquinaciones, tuvo que marchar sobre Zamora y sitiarla. La ciudad, magníficamente fortificada y protegida parte por el río Duero ofreció una tenaz resistencia. No bastante, el hambre empezó hacer mella entre los sitiados quienes, desesperados, arriesgaron su suerte aun golpe arriesgado.
De Zamora salió un caballero, Vellido Delfos, que, fingiendo huir de la plaza sitiada llego al campamento de Sancho II, al que pudo clavar una lanza en el pecho, huyendo sobre un veloz caballo y entrando en Zamora por una puerta que se abrió oportunamente, por lo que es previsible que Urraca estuviera enterada del plan. Los castellanos, desmoralizados y temiendo las represalias de Alfonso VI, levantaron el cerco y regresaron a sus hogares. Algunos castellanos, dirigidos por el valeroso Rodrigo Díaz de Vivar, llevaron el cadáver del Rey, que contaba 34 años de edad, hasta el Monasterio de Oña, donde recibió sepultura.
La muerte de Sancho II dejaba el camino libre Alfonso VI, máxime cuando su esposa Berta, no le había dado descendencia. Alfonso VI, avisado por su hermana Urraca, se apresuró a abandonar Toledo y marchar rápidamente a León.
Los entresijos cristianos a mediados de la Reconquista.Muy interesantes disputas entre hermanos.
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