Los Reinos de Taifas: Capitulo 2


Los reyes de Taifas:

    Es sumamente útil para nuestro propósito exponer aquí los lazos que unían a cada una de las dinastías de reyezuelos con ALMANZOR y, en consecuencia, cómo se formaron en su escuela. Veremos a continuación las relaciones entre ALMANZOR y los fundadores de algunas de aquellas dinastías que se repartieron las tierras del Califato para transformarse en reyes de Taifas.

    Los Hammûdíes: 'Alî y al-Qâsim, hijos de Hammûd, contaban entre los jefes beréberes llamados por ALMANZOR para apoyar su dictadura. Después de la muerte de ABDERRAMÁN I, formaron parte del grupo beréber que apoyaba la causa de SULAIMAN al-Mustaîn. A la muerte de éste, se apoderó ALI BEN HAMUD AL NASIR del Califato, en Muharram 707 (julio 1016). Ninguno de aquellos pretendientes se esforzó tanto para emular a ALMANZOR, especialmente durante los primeros ocho meses de su infeliz reinado, de dos años escasos. ALI se mostró firme, justo, austero y audaz. Mantuvo a los beréberes de Zanáta con mano fuerte, y esto bastó para que los cordobeses le entregasen su corazón. Los contingentes de Zanáta eran, en aquellos tiempos, una de las causas más peligrosas de disturbios: traídos desde África por ALMANZOR, se sentían sus vasallos y no reconocían más autoridad que la de él y sus hijos. Les encumbró hasta el extremo de utilizarles para humillar el orgullo de los andaluces. Eran turbulentos, intrépidos y anárquicos. Sólo una mano firme podía sujetarles y sacar partido de ellos. ALMANZOR y su hijo Abd al-Malik al-Muzaffar supieron hacerlo, pero su segundo hijo Abderramán, no supo imponerles el debido respeto y le abandonaron a su suerte, para acudir a la capital, en donde iniciaron un largo y triste periodo de anarquía y desolación.

    Apoyaron la causa de SULAIMAN al-Mustaîn, como hicieron los otros beréberes, para luego abandonarle por ALI BEN HAMUD, y formaron parte de los mercenarios que acompañaban su cortejo cuando entró victorioso en Córdoba, el primero de julio de 1016. Era de esperar que le sirviesen con más sinceridad, puesto que él mismo era casi un zanâtí. Pero no fue así. Este hombre que subió al Califato de la manera más brutal y violenta que imaginarse pueda, una vez elegido califa quiso imitar los modos de su admirado Almanzor. Durante los primeros ocho meses de su reinado se mostró firme, justo y correcto, Exigió el orden y la obediencia a todos los beréberes, zanâtíes y de otras tribus. Mientras los cordobeses le demostraban su adhesión, los beréberes se alejaron de él. Aquí no pudo ALI BEN HAMUD seguir jugando con su papel de ALMANZOR, pues le faltaba la valentía de aquél.

    Apenas supo que los Zanatíes le habían abandonado, se sintió perdido y olvidó toda firmeza o rectitud. Para reconquistar la ayuda de los Zanâtíes les permitió toda clase de desmanes, dejándoles disponer de Córdoba y de sus habitantes a su antojo. Les permitió insultar y despojar a los notables cordobeses, tales como Abû-l-Hazm ibn Yahwar, de sus vestidos y montura en plena calle. Esta debilidad de su carácter decidió la suerte de ALI BEN HAMUD. Fue asesinado por sus propios esclavos. Si hubiera seguido con la firmeza de sus primeros meses, hubiera podido muy probablemente ganar la partida. El resto de los pretendientes de esta casa no fueron mejores que ALI BEN HAMUD en este sentido.

    
    Los Abbâdíes eran clientes de ALMANZOR y de (pretendido) origen árabe yemení como él. Se instalaron en al-Andalus, en la región de Sevilla. Ismà'il ibn Abbâd fue nombrado cadí de Sevilla por ALMANZOR y se convirtió, con su apoyo, en el hombre más rico y notable del oeste de al-Andalus. Al comienzo de la revolución fue perseguido por MUHAMMAD II. Luego, cuando los Hammûdíes se apoderaron del Califato, al ­Qâsim ibn Hammûd se aseguró la adhesión de los Abbâdíes nombrando a AL-QASIM AL-MAMUN, hijo de Ismail, su representante en Sevilla. Le devolvió las propiedades de su padre. Así empezó a brillar la estrella de esta casa. AL-QASIM AL-MAMUN siguió el modelo de ALMANZOR en todas las facetas negativas de su carácter, pero no fue capaz de emularle en lo grande o noble.

    Los Banû Sumâdih de Almería. - El fundador de esta rama de la casa Tuÿîbî, en Almería fue Muhammad ibn Ma'n ibn Sumâdih. Su madre, Burayha, fue hija de Abderramán, hijo de ALMANZOR. Además, cuando los enemigos de su casa le expulsaron de Zaragoza, buscó refugio en Valencia y se puso bajo la protección de su gobernador, Abd al-Aziz ibn Abderramán ibn Abî Amîr, su tío materno. Los dos hijos de Muhammad ibn Ma'n se casaron con dos hijas de Abd al-Aziz y uno de ellos, Ma'n, fue nombrado por él gobernador de Almería. Así empezó la influencia de esta casa sumâdihí en esta ciudad.

    Los Banû al-Aftas, de Badajoz. - El fundador de este emirato fue un esclavo âmirí llamado Sâbûr, que fue también mozo y seguidor de Fâik, el esclavón de AL-HAKAM II. Como siempre, ALMANZOR se procuraba la adhesión de los jóvenes esclavos en contra de sus dueños, y de este modo Sâbûr llegó a ser âmirí, es decir, miembro del partido del gran dictador. Abd Allah ibn Maslama, fundador de la dinastía de los Aftasíes, era un teniente de Sâbûr. Descendía también de la tribu de Miknâsa, que llegó a al-Andalus buscando fortuna y atraído por la fama de ALMANZOR. Así se formó Abd Alláh ibn Maslama en la escuela del maestro. Al estallar la revolución, Sâbûr se independizó en Badajoz y Abd Allah ibn Maslama se unió a él con los guerreros miknâsies a sus órdenes. Sirvió a Sâbûr con gran devoción y a su muerte le heredó y se instaló en Badajoz como reyezuelo, tomando el título de al-Muzaffar.


    Los Banû Razîn de Santa María de Albarnacín, llamada también la Sahla. - El fundador de esta casa fue Abd al­ Màlik ibn Hudayl ibn Razîn, de la tribu beréber de Hawwâra, confirmado en el gobierno de esta región fronteriza por ALMANZOR. A raíz de la revolución se separó de Córdoba con el mismo pretexto que alegaron Ismail ibn Dzû-1-Nûn, Mundir Ibn Yahya y otros muchos jefes de regiones fronterizas, es decir, su pretendida devoción a HISHAM II en contra del pretendiente Muhammad ibn Abd al-Yabbâr al-Mahdí. Es interesante observar cómo los Ámîríes y sus seguidores se apoyaron, en los comienzos de la revolución, en la lealtad -aparente desde luego- al califa legítimo HISHAM IIALMANZOR también se había apoyado en ella. Este rasgo fue una de las maniobras políticas que casi todos los ámîríes heredaron de su maestro.

    Los Banû Tâhir de Murcia. - Muhammad ibn Ahmad ibn Tâhir, fundador de un emirato en Murcia, fue un antiguo miembro del grupo âmirí desde los días de Almanzor. Cuando la revolución, Zuhayr el esclavón âmirí, se adueñó de Almería y Murcia. En esta última ciudad, el personaje más importante era Abû Âmir ibn Jattàb, de la familia de los Banû Jattâá, antiguos clientes y protegidos de ALMANZOR. Zuhayr, temiendo el prestigio político de Abû Âmir ibn Jattâb en Murcia, le obligó a vivir con él en Almería y nombró a Muhammad ibn Tâhir gobernador de Murcia. A la muerte de Zuhayr, Ibn Tâhir siguió como jefe independiente de Murcia, apoyado por Abd al-Azîz, hijo de Abderramán ibn abî Àmir, dueño de Valencia. Muerto Muhammad ibn Tâhir, le sucedió su hijo Abû Tâhir Abderramán ibn Muhammad, el más conocido de su dinastía. Es el famoso autor de la carta que contiene la historia del Cid, publicada por Dozy en sus Recherches (II, apéndice). Una carta que se ha convertido en un verdadero documento histórico de inestimable valor.

    Ibn Rasiq Ahmad, señor de Mallorca, fue un antiguo seguidor y partidario de Almanzor, nombrado gobernador y lugarteniente de aquella bellísima isla, por Maÿâhid, el famoso jefe de los esclavos Âmiríes.

    Los Banû Dzû-l-Nûn, de Toledo, fueron quizás, los que más sufrieron el impacto del ejemplo âmirí. El carácter del fundador de la dinastía, un beréber «andalusí» de la tribu de Hawwara, refleja más que ningún otro, las facetas negativas de la figura de Almanzor. Fue gobernador de Uclés durante el mandato de aquél y se esforzó en demostrarle su adhesión. Al morir el segundo hijo de ALMANZOR, en 1009 y al comienzo de la conflagración de la guerra civil, Ismail ibn Dzû-1-Nûn se pronunció a favor de SULAIMAN al-Mustaîn y obtuvo la confirmación de su dominio en Uclés. Su vecino por el Este era Wâdih, eslavo amirí que dominaba en Almería y Murcia, extendiéndose también su autoridad hasta Cuenca. Ismail se ganó su amistad y consiguió el gobierno de esta última ciudad. Cuando Wâdih murió, su mujer buscó refugio en Cuenca y pidió la protección del vasallo de su marido. Su interés por ella creció cuando supo que la viuda, además de los hijos de Wâdih, tenía una respetable cantidad de sus riquezas que él no tuvo escrúpulo en confiscar. Al mismo tiempo, supo añadir Santaver a sus posesiones. Luego, los Toledanos, incapaces de ponerse de acuerdo para elegir un gobernador y necesitados de alguna fuerza militar indispensable para proteger la ciudad y su provincia, decidieron llamar a Ismail, hijo de Al-Midrâs ibn Dzû-1-Nûn. Ante la invitación a hacerse dueño de Toledo llegó el ambicioso cabecilla a convertirse en el reyezuelo más importante de al-Andalus de entonces, desgarrada por completo. Además, fue el primero en declararse independiente, pues en los primeros meses que siguieron a la muerte del tercer `amirí, los restantes jefes provinciales esperaban con expectación el resultado de la contienda desarrollada entre los pretendientes marwâníes y sus secuaces.

    Ninguno de aquellos usurpadores se mostró tan fascinado y ebrio de su efímero poder como este ávido rapaz. Se diría que era como un nuevo rico que no sabe, ni puede, ni quiere comportarse con la dignidad impuesta por su cargo. Imaginándose ya ser un gran monarca, se extrañaba mucho cuando oía comentar a alguien que pronto se podría reunificar al-Andalus bajo el mandato de un marwâní. Decía entonces: «Juro por Allah que si Abú Bakr al-Siddîq me pide obediencia iré contra él. ¿Cómo voy a ceder mi poder a un pretendiente de los Banu Umayya a quienes Allah no nos obliga a obedecer? Estos descendientes de Marwan son de linaje ilegítimo; sus abuelos ni siquiera estuvieron entre los compañeros de Muhammad ni les permitían los piadosos antepasados el derecho al voto en las elecciones para el emirato». Lo mismo decía de todos los Hâshimîes y Qurashíes sin excepción. Una vez, les insultó a todos diciendo que el poder sólo pertenece a quien lo consigue.

    La actitud de este hombre es un ejemplo claro de lo que antes decíamos: estos cabecillas no temían en principio que sus tierras pudiesen caer en manos cristianas. Pensaban que se habían liberado por el momento del poder central y no tenían que hacer más que gozar del poder y de la vida. Además, Ismail ibn Dzû-1-Nùn, se vio momentáneamente engañado por la paz y la tranquilidad que reinaban en las fronteras con León y Castilla, ocupadas a la sazón en una guerra entre los hijos de SANCHO III. Pero luego, cuando FERNANDO I logró unificar el reino de nuevo, en 1037, todo cambió. El monarca cristiano continuó el avance hacia el sur y consiguió, con el ala izquierda de sus tropas, llegar hasta las tierras dependientes del reino de los Aftasíes, apoderándose de Coimbra. Pero Ismail ibn Dzû-l-Nùn no vivió hasta los tiempos de SANCHO II y ALFONSO VI. Murió en 1043 y el trono de Toledo fue a parar a su hijo Yahya, llamado Al-Mamun y luego a su biznieto Yahya, llamado Al-­Qâdir.


    Estos fueron los más importantes reyezuelos. No he mencionado aquí a los Esclavos Amiríes, pues está claro que formaban parte integrante del partido Amirí. De los ejemplos citados se desprende cómo Almanzor se esforzó con suma paciencia para preparar el terreno a fin de que su familia ocupara el puesto de los Marwaníes. Para ello formó un ejército amirí y un partido devoto a él y a su casa. Al morir en 1003, dejó a su hijo Al-Muzaffar en su puesto, pensando que a la muerte de HISHAM II el califato pasaría a su familia. Pero no fue así. A nadie engaña el destino tan cruelmente como a los dictadores que se pasan la vida engañando a los demás. Su hijo Al-Muzaffar murió muy joven, después de siete años de reinado. Su segundo hijo era un monstruo sin corazón ni piedad, que sufrió el peor de los destinos, traicionado y abandonado por sus propias tropas amiríes. Huyó de la manera más cobarde que imaginarse pueda y fue degollado por sus enemigos unos días más tarde. El ejército mercenario formado por ALMANZOR volvió a convertirse en la plaga de al-Andalus, y el partido que había formado demostró estar compuesto por hombres ingratos y rapaces sin piedad que se repartieron el país olvidándose de todo: patria, honor y dignidad.

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