John F. Kennedy, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica entre 1961 y 1963

 


John F. Kennedy, nació el 29 de mayo de 1917, en Brookline (Massachusetts), era el segundo hijo de una familia de elevada posición económica integrada por Joseph Kennedy, su mujer Rose Fitzgerald y sus nueve hijos. El padre heredó de su abuelo, Patrick Kennedy (fundador de la dinastía), y al casarse con la hija del alcalde de Boston, estableció las bases de un imperio económico. Joseph Kennedy siempre había tenido inquietudes políticas, y supo ponerse del lado del político con más proyección del momento, el demócrata Franklin D. Roosevelt, contribuyendo económicamente a su campaña política, gracias a lo cual, se convirtió en uno de los hombres más poderosos del período del New Deal. Al desatarse la crisis financiera (crack de 1929), que llevó a la ruina a miles de estadounidenses, Joseph fue uno de los pocos que pudo evitar el hundimiento de sus empresas. Su culminación política llegó tras ser elegido, como presidente, su amigo Franklin D. Roosevelt el año 1933, lo que le valió ser nombrado embajador en Londres, entre los años 1938 a 1941. Ante el ascenso político que se iba produciendo, Joseph, preparó a sus hijos varones, con el objetivo de que alguno de ellos llegase, en un futuro, a ocupar el sillón de la Casa Blanca.

El joven John pasó sus primeros años bajo la sombra de su hermano mayor Joseph Kennedy, en el que su padre había puesto sus esperanzas para llevar a cabo su ambición política y cumplir así su gran sueño. John nació con una pequeña deformación en la columna vertebral, creciendo como un niño tímido y débil, con constantes problemas de salud. Después de cursar sus primeros estudios en el Croate College de Wallinford, en Connecticut, ingresó, en 1936, en la Universidad de Harvard para estudiar Derecho. En los veranos de 1937 y 1938, aprovechando la estancia de su padre en Londres como embajador, realizó un viaje por varios países de Europa y Oriente Medio, en el que, animado por su padre, fue recabando todos los datos posibles sobre la situación social y política de los países visitados. A raíz de la observación directa de la Guerra Civil Española, John comenzó a interesarse por la política. De vuelta a su país se licenció en 1940, pero no en Derecho, sino en Ciencias Políticas, con una excelente tesis, titulada Why England Slept? (¿Por qué dormía Inglaterra?), en la que intentaba analizar los motivos de la Política de Apaciguamiento desplegada por el primer ministro británico Chamberlain ante las continuas amenazas belicistas de Adolf Hitler.

Cuando Estados Unidos se implicó en la Segunda Guerra Mundial, John. intentó alistarse como voluntario en la Marina de guerra, en diversas ocasiones, pero siempre fue rechazado, debido a su lesión de columna; aunque, gracias a la influencia de su padre, logró ser admitido como comandante de una lancha torpedera con la que llevó a cabo varias misiones de riesgo, en la zona del Pacífico, hasta que, el 2 de agosto de 1943, el destructor japonés Amagiri partió su embarcación en dos. J.F.K., que tuvo un comportamiento heroico, al arrastrar hasta la costa a uno de sus hombres herido, salió con su lesión dorsal muy agravada, siendo condecorado con sendas medallas de la Marina y de la Infantería de Marina, lo cual hizo feliz a su ambicioso padre. De regreso a Estados Unidos, en un largo periodo de convalecencia, pensó seriamente dedicarse a labores periodísticas, pues su futuro como político, parecía haberse acabado. Pero, cuando llevaba trabajando unos meses en la International News Service como corresponsal político, la repentina muerte, el 12 de agosto de 1944, de su hermano Joseph, en un accidente aéreo cuando intentaba destruir unas bases alemanas de bombas volantes, trastocó todos sus planes de futuro, ya que su padre decidió que John Fitzgerald Kennedy ocupase el puesto dejado por su hermano en la lucha por conquistar la presidencia de los Estados Unidos de América. J.F.K., se vio obligado a convertirse en un político profesional, dominador de todos los resortes estratégicos para conseguir los votos necesarios que le llevaron, en 1946 al Congreso, en el que representó a un distrito de Massachusetts por el Partido Demócrata. Una vez elegido, se unió al ala progresista de su partido, con cuyo apoyo consiguió renovar el cargo en las dos elecciones siguientes (1948 y 1950). Gracias a su creciente popularidad en el Partido Demócrata y entre el resto de la clase política del país, debido a su aspecto juvenil y a la imagen de honrado universitario que nadie supo vender tan magníficamente como él, pudo fijarse una nueva meta: alcanzar un puesto como senador, lo que consiguió al ganar a su oponente republicano, Henry Cabot Lodge. Una vez más, la maquinaria propagandística de los Kennedy, junto a su dinero y el propio encanto de John, logró imponerse a sus 35 años. Ese mismo conoció, en el transcurso de una de las reuniones electorales, a una bella periodista del Washington Times-Herald, Jacqueline Lee Bouver, con la que acabó casándose por el rito católico en septiembre de 1953.

Sometido a una intervención quirúrgica en su espalda, de la que se había resentido como consecuencia de la campaña política, J.F.K., aprovechó para escribir su libro Perfiles de Coraje, con el que logró ganar el prestigioso premio Pulitzer, en 1957, en la sección de biografías. También comenzó a estudiar la posibilidad de representar al Partido Demócrata, su candidatura, como vicepresidente, acompañando al candidato designado, Adlai E. Stevenson, pero su partido lo rechazó por un escaso margen de votos. Haciendo gala de un gran sentido político, no se desanimó y, alentado por su ambicioso padre, sacó partido de su derrota y se propuso intentarlo de nuevo, esta vez como aspirante a la presidencia. Ese momento llegó, el año 1958, tras ganar su segunda elección al Senado, donde asumió el liderazgo del ala liberal de su partido, reuniendo, en torno a su candidatura a un grupo de jóvenes políticos con los que se lanzó a la conquista de la Casa Blanca; entre ellos su hermano y director de campaña, Robert. La Convención demócrata le eligió candidato en una primera votación, frente a su oponente Lyndon B. Johnson, al que designó vicepresidente para enfrentarse al candidato republicano, el entonces vicepresidente Richard Nixon. Kennedy supo rebatir al experimentado político republicano, en los tres principales defectos que aquél le había achacado: su juventud, a lo que argumentó que Nixon era tres años mayor que él; al hecho de ser senador, Kennedy alegó su honradez y el populismo de que había gozado durante todas sus legislaturas; y, por último, a su condición de católico practicante en un país mayoritariamente protestante, donde el joven candidato afirmó que, como hombre político y público que era, no se sentía vinculado a los dictámenes de la Iglesia romana. El principal núcleo de su campaña se basó en torno a la idea de una nueva época que habría de emprender Estados Unidos, denominada Nueva Frontera, la cual evocaba el espíritu pionero de la conquista del Oeste y que venía a significar una renovación total del país, empezando por una administración anquilosada desde los tiempos del New Deal de Roosevelt y manifiestamente inmovilista bajo la presidencia de Eisenhower.





Tras un escaso margen de votos, Kennedy derrotó a Richard Nixon, y el 8 de noviembre de 1960, con 43 años, fue elegido trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, algo que nunca había ocurrido hasta entonces. Las ambiciones del patriarca de la dinastía se habían cumplido con creces. Nada más tomar posesión de su cargo, formó un equipo competente y de su máxima confianza, integrado por su hermano Robert Kennedy, como secretario de Justicia (Fiscal General), Robert McNamara como secretario de Defensa y Dean Rusk en la secretaría de Estado. Su primera acción de Gobierno afectó al continente americano. Kennedy, dispuesto a adelantarse ante cualquier iniciativa del líder comunista cubano Fidel Castro, construyó una nueva política estadounidense respecto a sus vecinos continentales: la Alianza para el Progreso. Este programa, que incluía una importante ayuda económica, se cimentó en: el apoyo a las democracias contra las dictaduras; las concesiones de créditos a largo plazo, que estabilizaron los precios en la exportación; los programas de reforma agraria; el control de armamento; y, las ayudas a la investigación y el fortalecimiento de la OEA (Organización de Estados Americanos) como organismo decisorio y pleno de contenido político. Todos, excepto, el líder cubano Fidel Castro, en el poder desde enero de 1960, aceptaron con los brazos abiertos el programa del joven presidente estadounidense.

El primer acontecimiento internacional serio, fue el mantenimiento de relaciones con la URSS de Nikita Jrushchov, algo que, en un primer momento, parecía abocar hacia la distensión con la puesta en libertad, en enero de 1961, por parte de los soviéticos, de los tripulantes de un avión estadounidense espía derribado mientras sobrevolaba el espacio aéreo soviético. Kennedy intentó consolidar dicha situación y mostrar sus deseos de paz creando un Cuerpo de la Paz, organismo fundado en pro de la fraternidad mundial; pero los propósitos del presidente se vinieron abajo tras el fiasco perpetrado por un gran número de exiliados cubanos en Miami, entrenados a conciencia por la CIA, que intentaron invadir Cuba en Bahía de Cochinos el 14 de abril de 1961. Lo cierto es que, aunque era un plan diseñado por la anterior administración del presidente Eisenhower, se supo que Kennedy, tras resistirse primero al plan, acabó dando el visto bueno. Kennedy y su administración sufrieron un duro varapalo. Fidel Castro reaccionó declarando la República Democrática de Cuba y fortaleciendo su posición en la isla. A partir de abril de ese mismo año, dirigió su atención al sudeste asiático, la amenaza del comunismo de hacerse con el control de Laos. Para evitarlo, Kennedy se hizo cargo, con el apoyo de la SEATO, de la defensa militar anticomunista en toda Indochina, abasteciendo con todo tipo de material de guerra al gobierno laosiano, a la vez que enviaba los primeros «asesores militares». Su firmeza por aplicar los acuerdos de Ginebra dio como resultado un alto el fuego efectivo en la zona y una posterior entrevista en Viena, en el mes de junio, con el líder soviético, en la que ambos acordaron la neutralidad respecto a Laos, aunque, no pudieron llegar a un acuerdo en el problema de Berlín. Cuando fue levantado el muro que separó ambos sectores, uno occidental proestadounidense y uno oriental bajo la égida soviética, Kennedy no dudó en enviar contingentes bien armados para asegurar la ruta terrestre hacia el sector occidental y reafirmar los derechos de paso. Entre tanto, volvieron a surgir problemas en el Sudeste Asiático, donde la zona de conflictos se extendió de Laos a Vietnam del Sur, país ocupado por el régimen proestadounidense de Diem. Allí, trató de frenar las fuerzas comunistas del Vietcong en Vietnam del Sur con nuevas medidas. En un claro error táctico, envió más material de guerra y «asesores militares», hasta alcanzar, a finales del noviembre de 1963, el número de 16.000 hombres, lo que dio comienzo a la larga Guerra de Vietnam.

En el otoño de 1962, Kennedy se tuvo que enfrentar, sin duda alguna, a la peor crisis de todo su mandato, al descubrirse una serie de estaciones secretas de rampas de misiles soviéticos de medio alcance en la isla de Cuba. Kennedy reaccionó con una medida muy arriesgada al ordenar el bloqueo marítimo de la isla para impedir el abastecimiento nuclear de barcos soviéticos. Su temple, se puso de manifiesto cuando exigió al líder soviético el desmantelamiento de las bases. Tras unos meses en los que se temió por el estallido de un conflicto nuclear entre las dos máximas potencias del mundo, Nikita Jrushchov cedió a la presión estadounidense y mandó el derribo de las rampas de misiles. El feliz desenlace de la segunda crisis cubana constituyó un éxito indudable para el presidente. El año 1963 significó para Kennedy la culminación de su éxito en política internacional, cuando se dio un bañó de multitudes en una triunfal gira por varios países de Europa, en el curso de la cual fue recibido en Berlín occidental como un héroe. En junio pronunció un discurso en la ONU en el que abanderó los deseos de acabar con la Guerra Fría, al tiempo que estableció con Moscú el famoso teléfono rojo de línea directa entre ambos líderes. Un mes después, los Estados Unidos, la URSS y Gran Bretaña firmaron el primer tratado de prohibición de pruebas nucleares. El único hecho que enturbió su política exterior fue el recrudecimiento de la situación en Vietnam del Sur, donde tenía ya instalado un auténtico ejército de ocupación que sostenía a un gobierno totalmente corrupto.

Debido a la poca fuerza con que contaba en el Congreso, tuvo serios problemas para llevar a cabo su programa sobre estímulo económico, reforma fiscal y ayuda para la educación y el bienestar, siempre obstaculizado por la gran mayoría republicana. Durante los dos primeros años de su administración, tuvo que dar prioridad a la amenaza de la inflación. Para ello, no dudó en utilizar su poder para persuadir a la industria y a los poderosos sindicatos de que mantuvieran los precios y salarios dentro de las pautas recomendadas, como hizo en el año 1962. Kennedy logró sacar adelante varias leyes para aumentar el salario mínimo, para fomentar las obras públicas y modificar programas urbanísticos y para reducir los impuestos. También incrementó la distribución de víveres a los más necesitados y subvencionó las escuelas públicas en un país donde se rendía, y se rinde aún, un culto casi divino a la enseñanza privada. Pero fracasó sin embargo en la política de Derechos Civiles, no por sus intenciones, sino por su tardanza en adoptar un postura consistente en el tema, tal y como se encargó de recordarle, en marzo de 1963, un desencantado Martin Luther King, que acusó al presidente de establecer un programa simbólico en los asuntos raciales, más pensando en las próximas elecciones que en el problema concreto de las minorías. Aun así, Kennedy llevó a cabo serios intentos para lograr la integración plena de los negros en el sistema educativo del país, para lo cual amenazó incluso con el envío de tropas federales si no se cumplían las leyes de integración antirracistas, labor en la que destacó especialmente su hermano Robert Kennedy. La mayor parte de todos sus proyectos de ley no fueron promulgados hasta el año 1964, ya con Lyndon B. Johnson como presidente.

 

 

En el otoño de 1963, J.F.K. comenzó a preparar el terreno para las próximas elecciones. Inició una larga gira por doce estados, principalmente del sur, donde el presidente quería consolidar su candidatura. La campaña comenzó en Florida, y de allí pasó al estado de Texas. El 22 de noviembre de 1963, mientras era conducido en automóvil descubierto por las calles de Dallas, fue herido mortalmente por varios disparos. Según el posterior informe emitido por el presidente del Tribunal Supremo, Earn Warren (Informe Warren), el único responsable del magnicidio fue el exmarine Lee Harvey Oswald, con antecedentes de desequilibrio mental y de conocida tendencia prosoviética y castrista. Oswald fue arrestado pocas horas después del crimen y fue asesinado dos días después por el propietario de un bar nocturno, Jack Ruby, quien murió también enseguida en extrañas circunstancias.

A pesar del dictamen de la Comisión Warren, los enigmas y dudas alrededor del asesinato dieron pie a todo tipo de conjeturas que señalaban incluso a la CIA y al Gobierno como posibles implicados. En una posterior investigación del caso encargada por el Congreso, se llegó a la conclusión de que en el magnicidio hubiera sido perpetrado por más de una persona, lo que reforzaría varias declaraciones de testigos presenciales del hecho, convenientemente silenciadas en aquellos momentos trágicos, que oyeron varios tiros procedentes de lugares distintos.

El asesinato de J.F.K. conmocionó a la clase política de todo el mundo. Su pérdida fue más sentida en su país que la del otro gran presidente también asesinado, Abraham Lincoln. Con la muerte de Kennedy acabaron unos años muy ricos en promesas, pero realmente parcos en resultados prácticos. La Nueva Frontera había perdido a su gran líder.


Bibliografía

  • WikipediA, CNN en español y Biografías MCN.





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Ramón Martín


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