Castillo de Taradell o Castillo de Can Boix
El castillo se encuentra situado en una cima de grandes grutas, al
levante de la población del mismo nombre, dominado por el Coll de Taradell,
cerca de las ruinas de la masía de Can Boix, en un paraje que sufrió un
pavoroso incendio forestal en el verano del año 1984. Para acceder a el hay
varios caminos, difícilmente practicables para vehículos que no sean todoterreno.
Saliendo de Taradell en dirección a Viladrau, a unos 3 km de dicha población, se
inicia una pista, difícilmente practicable, siguiendo la cual, se llega cerca
de los restos del castillo.
Historia
El término jurisdiccional del castillo
comprendía los actuales términos municipales de Taradell, Viladrau y Santa
Eugenia de Berga, así como el de Tona del casal de Mont-rodón, junto con la
parroquia de Vilalleons, que hoy está incorporada al municipio de Sant Julià de
Vilatorta.
Las primeras noticias referidas al término del
castillo se remontan al año 893, cuando Tendefred y su esposa Borrella
vendieron a Gotmar, obispo de Vic, un terreno situado en el condado de Osona,
término de Taradell, en el lugar conocido como de Socarrats.
El dominio del castillo estaba en manos de los
condes de Barcelona, por lo que formaba parte de la dote que el conde Ramón Borrell dio a su esposa Ermessenda, de la casa condal de Carcasona; esta dama en
1023 puso este castillo, junto con otros, como garantía de la paz que había
jurado su hijo Berenguer Ramón I tras un tiempo marcado por las disputas
familiares. Finalmente, en 1057 la condesa vendió todos sus derechos a su nieto
Ramón Berenguer I.
De nuevo, el castillo, formará parte de una
dote, cuando en el año 1107 el conde Ramón Berenguer III lo cedió como dote de su hija Ximena, al
contraer matrimonio con el conde de Besalú, Bernat III. Al no tener sucesión,
el castillo de Taradell se incorporó al patrimonio de los condes de Barcelona.
Los primeros personajes que se presentan como
posibles condes del castillo, Witiza, quien, el año 977 compró al conde Borrell casi todo el alodio de la parroquia de
Taradell. Trece años más tarde, en el 990, aparece un Sesemond, vicario condal,
que hacía compras en el término del castillo. Después de estos señores del
castillo, en el 1002 aparece el primer señor de Taradell, Ató de
Taradell, el cual formaba parte de los próceres presentes en un pleito por el
que se enfrentaba a Sendred de Gurb y al obispo de Urgell por la
posesión del castillo de Queralt. Más tarde, en el año 1033, durante el Concilio
de Narbona, el obispo Oliba de Vic, se quejó de la existencia de varios
usurpadores de bienes eclesiásticos, entre los que se encontraba Bermond de
Taradell. Estos dos personajes son los primeros miembros conocidos de la
familia de los Taradell.
La familia Taradell no residía en el castillo
de Taradell sino en el casal de Espinzella; siendo el castillo habitado, hasta
el siglo XII, por personas a los que contrataban para cuidar de los servicios
feudales. La familia de los Taradell mantendrá su dominio del castillo
conservando el apellido, hasta que a finales del siglo XII Timburgeta de
Taradell se casó con Pere de Vilademany, siendo este apellido el que
sustituyó al de Taradell.
Los Vilademany poseyeron el castillo sin ningún
problema hasta principios del siglo XIV, ya que, a raíz de unos enfrentamientos
entre Guilleuma de Moncada, el vizconde Ramon Folc de Cardona y
Bernat de Vilademany, enmarcados en las disputas surgidas en la ciudad
de Vic entre los Montcada y los obispos, en el año 1302 los Montcada, seguramente
ocuparon el castillo, puesto que, ese mismo año, el rey Jaime II escribía a su veguer Simón de Bell-lloc para
que restituyera a Bernat de Vilademany el castillo de Taradell; cosa que
tuvo lugar, un mes después, cuando el vizconde de Cardona escribía a Guilleuma de
Moncada, para que restituyera el castillo a Bernat de Vilademany.
El mismo rey Jaime II, en 1311, pidió a Bernat de
Vilademany la potestad del castillo de Taradell a causa de la guerra que se
preveía con el conde de Empúries; algo que se repetirá el año 1320. En el 1324,
el rey Jaime II, concedía a Pere de Vilademany y a sus descendientes la jurisdicción
sobre el castillo de Taradell, como premio a su participación en la conquista
del reino de Cerdeña, algo que el rey confirmaría dos años más tarde. Los
Vilademany ampliaron sus derechos a causa de la donación que recibieron del
vizconde de Cabrera, Bernat II y su hijo, que habían recibido del rey Pedro el Ceremonioso, donación confirmada en 1352.
A lo largo del siglo XIV los Vilademany
tuvieron algunos pleitos relacionados con el término del castillo. El primero
se inició en 1324 con los consejeros de Vic y los señores de Meda y el Brull y
los obispos de Vic; el rey nombró jueces para que hicieran la delimitación,
pero los consejeros no aceptaron los resultados, hasta que, en 1325 se firmó el
acuerdo, aunque continuaron las desavenencias. En 1366 se inició un pleito
entre Vilalleons, el alcalde y los Taradell por haber levantado horcas en la
parroquia de Vilalleons, que ya era autónoma. También se produjeron pleitos en
Terrassola y otros lugares, a medida que se extendía la autonomía de estos
pequeños términos señoriales.
Los Vilademany perduraron en el dominio del
castillo de Taradell e incluso conservaron el nombre, hasta que a la muerte de
Arnau Joan sin hijos, la herencia pasó a su sobrina, casada con Ausiàs de
Cruïlles, de cuya familia, en 1634, pasó a los vizcondes de Joc por
alianzas matrimoniales.
El Castillo
El intento más serio de reconstrucción del
castillo se debe a Bernat de Vilademany, emprendido en 1398, cuando el
13 de enero, realizó un llamamiento en la plaza de Taradell conminando a todas
las personas a participar en las obras de reparación del castillo con tres
jornales semanales, día sí y día no. El día 15 hizo otro llamamiento para
trabajar, por lo que el alcalde ordenaba hacer vigías en el castillo, diez
hombres de noche y diez hombres de día. Esto motivó la protesta de los alouers
que se quejaron ya que alegaron no tener obligación de hacer vigilancia, salvo
en tiempos de guerra. Las obras por realizar consistían en levantar unas torres
y un gran edificio.
A partir del siglo XVI se inició el progresivo
abandono del castillo que se convertía más en una masía que en una fortaleza. El
asentamiento del castillo es realmente espectacular, ya que ocupa una meseta
formada por una roca. El castillo tiene una forma muy irregular. En el lado noroccidental se ha identificado
la base de una torre circular, al lado de la cual había una puerta, al lado de
la cual hay un paño del muro de unos 7,25 m de largo, perfectamente
diferenciado del resto de los muros por una esquina en el extremo de levante y
que, junto con la torre, son los restos más visitados del primitivo castillo.
Parece claro que el núcleo primitivo del
castillo estaba formado por la torre y una edificación situada al este que
forma la puerta, cuya construcción se puede situar entre finales del siglo X y
principios del siglo XI. Es muy posible que la torre y esta edificación fueran
los elementos básicos, construidos en piedra, de una estructura hecha con
materiales menos duraderos (madera, tapia) que debía ocupar todo el llano,
posiblemente con una mayor extensión que la actual, y que, posteriormente, fue
rehecha en piedra, dándole la forma actual. Su estado es ruinoso.
El castillo de Taradell, además de su
importancia estratégica conserva sedimentos de tierras en su interior. Fueron
realizadas calas en la torre circular; otra en el extremo suroeste de los muros
del castillo, otra junto a la pared de tramontana, y una última cala en medio
del yacimiento. En cada una de ellas han aparecido varios niveles
estratigráficos, con material cerámico y fauna en los niveles finales. En
noviembre de 1985, se ha identificado la planta de un edificio en el interior
del castillo, cuya función no puede precisarse con exactitud.
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Ramón
Martín
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