Francisco de Paula de Cea Bermúdez y Buzo. 4º Presidente desde 1824 a 1825 y octavo desde 1832 a 1834
Cuarto Presidente del Consejo de Ministros durante la Década ominosa (1823-1833) reinando Fernando VII, desde el 11 de julio de 1824 al 24 de octubre de 1825, y 8º desde el 1 de octubre de 1832 al 15 de enero de 1834.
Francisco
nació en Málaga, el 28 de octubre de 1779, en el seno de una familia de ocho
hermanos. Su padre era armador de barcos y comerciaba con otros países
europeos. Gracias a estas relaciones Francisco hizo sus primeros estudios en el
colegio de los jesuitas de Lieja (Bélgica), librándose de los sorteos de
quintas y de las guerras de España con Gran Bretaña y Portugal.
En los
primeros años del siglo XIX, se dedicó a ayudar a su padre. En 1810, sin decir
nada a nadie para no perjudicar a los negocios de su familia, por los franceses
que ocupaban Málaga, se trasladó a Cádiz a ofrecerse a la Regencia,
coincidiendo con la llegada de cartas de Colombí, en la que éste
señalaba la conveniencia de enviar un comisionado a la corte rusa. Cea se
ofreció para esta misión y Ranz Romanillos, miembro del Consejo de
Castilla, le consideró la persona adecuada, ya que la familia Cea era,
comercialmente, muy conocido en San Petersburgo, por lo que fue presentado al ministro
de Relaciones Exteriores de la Regencia —Bardají— al que entusiasmó
la idea de enviar a la corte del zar a un hombre de negocios.
Cea logró
del gobierno del rey José I un pasaporte que le
permitía transitar por toda Europa. En febrero de 1811, el zar llamó a Colombí
para comunicarle que estaba decidido a entrar en guerra con Napoleón firmando un tratado
con Inglaterra y España, por lo que le autorizó a comunicarlo a la Regencia.
Por lo que Colombí comisionó a Cea para llevar a ésta una carta suya con
la noticia. Cea se puso en camino y a finales de abril, llegó a Cádiz, donde
pasó los meses de mayo y junio. El 29 de junio partió de nuevo hacia San
Petersburgo acompañado por su hermano Joaquín. Una vez allí, se encontró
con que Antonio Colombí había fallecido, disponiendo en su testamento
que fuera socio de su hijo Francisco, dedicándose a gestionar los
negocios de los Colombí mientras llevaba las relaciones de la Regencia
con el mayor sigilo. Sigilo debido a que José I tenía su propio
embajador ante el zar.
Mientras
el ejército francés marchaba hacia Moscú, el 20 de julio de 1812 suscribió en
Veliky Louky un tratado de paz en nombre de las Cortes de Cádiz con Rusia. Esta
noticia fue muy bien recibida en Cádiz, así como el reconocimiento por parte de
Rusia de la Constitución de 1812, un éxito que le otorgó fama de consumado
diplomático. Permaneció en San Petersburgo durante todo el tiempo de la
invasión francesa, y el 10 de septiembre de 1812 fue nombrado cónsul general,
sucediendo al difunto Antonio Colombí.
En 1814
regresó Fernando VII, Cea seguía en San
Petersburgo con Bardají como encargado de
negocios. En marzo de 1816, viajó a Madrid y una de las primeras visitas que
hizo fue al embajador plenipotenciario ruso Tatischeff; donde se
encontró a Ugarte, a quien éste había presentado al rey. Cea aprovechó
esta estancia para convencer a la Corte española de la necesidad de restablecer
el entendimiento con Rusia; pero el ministro de Estado, Cevallos, era
contrario a tales relaciones. El 30 de junio de 1816 fue nombrado embajador
plenipotenciario residente en Rusia y caballero pensionado de la Orden
de Carlos III por los servicios diplomáticos prestados hasta entonces, y el
26 de noviembre presentó en San Petersburgo sus credenciales al zar Alejandro
I.
En
junio de 1817, España entró a formar parte de la Santa Alianza y poco después,
Tatischeff, se presentó con una carta de Cea en la que indicaba la
posibilidad de conseguir buques para frenar el proceso independentista
americano. El oficio contenía la cesión de cuatro navíos por parte del zar, sin
pago alguno. El 11 de agosto, el general Eguía y Tatischeff
firmaron un convenio por el cual Rusia cedía a España cinco navíos de línea de 74
cañones y tres fragatas, a pagar el 1 de marzo de 1818. Cuando los barcos
llegaron a Cádiz, el 21 de febrero de 1818, se comprobó que eran inservibles,
por lo que se organizó un gran escándalo popular a pesar de que Cea logró que
el zar enviara otras tres fragatas.
Cea solicitó
al zar que España fuera invitada al Congreso de Aquisgrán, junto a
Prusia, Austria, Rusia, Inglaterra y Francia, que trataría sobre el retiro de
las tropas de ocupación. Se hacía la petición por la ayuda que los
independentistas americanos estaban recibiendo de estados europeos para ocupar
los territorios españoles en aquel continente; se le contestó que la reunión
iba a analizar solamente cómo liberar a Francia de sus ocupantes y no de otros
asuntos. En 1820, Fernando VII no tuvo mas remedio que
jurar la Constitución de 1812 y Cea se dispuso a
servir desde San Petersburgo a los nuevos gobiernos liberales españoles. A causa
de lo cual, fue perdiendo influencia en la corte rusa, ya que el zar estaba
dispuesto a intervenir en España con la Santa Alianza para frenar la
revolución, de modo que pidió el traslado.
A finales
de 1820, se reanudaron los conflictos en América, y, Cea propuso a Bolívar
crear una confederación americana que estaría presidida por Fernando VII; lo que fue rechazado.
En junio de 1821 fue nombrado embajador en Constantinopla. A principios
de 1824, el conde de Ofalla —ministro de Estado— le nombró embajador
en Londres. Llegó de Londres a primeros de septiembre, siendo aceptado por
las Cortes de Europa, porque, aunque, partidario del absolutismo, estaba
a favor de una política conciliatoria, aunque no liberal, que sería denominada “ilustrada”.
Pero su tendencia moderada se vio alterada, y fueron cesados algunos ministros
por tibios, y Calomarde, por entonces, ministro de Gracia y Justicia,
defendió un absolutismo duro que incluía el establecimiento de la pena de muerte
para quienes apoyaran movimientos sediciosos. El rey optó por desprenderse de Ugarte,
medida que no fue solución para Cea.
Cea fue
introduciendo jefes militares moderados en las capitanías generales, y el 4 de
agosto de 1825, se suprimieron las comisiones militares. El 24 de octubre Cea
fue sustituido en el ministerio por el absolutista duque del Infantado, saliendo
de España hacia el destierro. El 20 de noviembre fue nombrado embajador en
Dresde, capital de Sajonia; y allí estuvo entre 1825 y 1828, siendo el 9 de
julio de ese año, destinado, por segunda vez, embajador en Londres. En
septiembre de 1832, tras la crisis de La Granja, fue llamado a Madrid para
ocupar el Ministerio de Estado y la presidencia del Consejo de
Ministros.
Una vez
que Fernando VII nombró, el 6 de
octubre, regente a su esposa, María Cristina, Cea se dedicó a
asegurar el acceso al trono de la niña Isabel, y, en general, a
“liberalizar” el régimen cuyo primer rasgo fue el Decreto de amnistía para los
exiliados liberales de 15 de octubre. Inspiró el Manifiesto de la Regente
de 15 de noviembre de 1832. Desde enero de 1833, inició el desarme de los
cuerpos de voluntarios realistas; mandó renovar los ayuntamientos, mediante un
sistema electivo que favorecía a los propietarios. Organizó la convocatoria de
Cortes de 20 de junio de 1833, en la iglesia de los Jerónimos de Madrid, al
modo del Antiguo Régimen, para reconocer y prestar juramento a Isabel como princesa de
Asturias. El 29 de septiembre de ese año falleció Fernando VII y la Reina Gobernadora le confirmó en el
cargo. Como era de esperar, Cea no cambió de ideas y el Manifiesto de la Reina Gobernadora del 4 de octubre,
redactado por él prometiendo continuidad “ilustrada”, no satisfizo ni a
carlistas ni a liberales, poniendo al descubierto las debilidades del gobierno.
En los primeros meses de la guerra dinástica, Cea consiguió que Isabel fuera reconocida por
Suiza, Dinamarca y Bélgica, aceleró la aceptación de Estados Unidos y siguió
manteniendo estrecha relación con Inglaterra y Francia.
Se
adivinaba un cambio de gabinete, por lo que la reina cesó a Cea el 14 de enero
de 1834, siendo sustituido por Martínez de la Rosa en la presidencia
del Consejo de Ministros. Cambio que supuso el fin del sistema neoabsolutista
ilustrado. Sintiendo que su presencia no era querida en Madrid, Cea Bermúdez
decidió alejarse de España, estableciéndose en Karslruhe (Alemania). En
diciembre de 1838, el duque de Frias, antes de dejar la
presidencia del Consejo de Ministros, le propuso viajar a Viena privadamente y
entrevistarse con Metternich, a fin de que Austria reconociera a Isabel como heredera y,
proponer un futuro matrimonio de ésta con un hijo del archiduque Carlos. Viajó antes a
Berlín, donde se encontró con la negativa del barón de Werther, ministro
de Estado prusiano. Incluso se comunicó con lord Palmerston, jefe de la
diplomacia inglesa, para que tratara de convencer a Werther, pero la
mediación fue en vano; tampoco logró nada con Metternich. Francia se
enteró de la propuesta de boda y señaló que si eso sucedía “sería la guerra”. En
1839 se instaló en París, ciudad que ya no dejó. Perdió a su esposa el 8 de
febrero de 1842, y, cuando en 1845 fue designado senador vitalicio, comunicó a
su presidente, el marqués de Miraflores, que no viajaría a España por su
“falta de salud”. Murió el 6 de julio de 1850 solo y lejos de sus parientes.
Está enterrado junto a su esposa en un mausoleo del cementerio del Père
Lachaise de París.
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