Castillo de Almansa


 Los orígenes de Almansa se remontan a la época romana, situada junto a la vía Heráclea y conocida como Ad-Aras, pero cuando alcanza renombre es en época musulmana. En el año 1241, una vez conquistada Chinchilla, se entrega al príncipe Alfonso (futuro Alfonso X el Sabio), bajo el reinado de su padre Fernando III el Santo. En 1248 se celebra una reunión entre Jaime I de Aragón y su yerno Alfonso X el Sabio, en la cual acordarán que el Castillo de Almansa marcará los límites fronterizos entre los reinos de Murcia (Castilla) y Valencia (Aragón).

En 1310 Almansa y sus alrededores pasan a formar parte del señorío del infante don Manuel y más tarde de su hijo don Juan Manuel, los cuales concedieron a Almansa privilegios. El señorío de los Manuel pasó a don Alfonso de Aragón, primer mares de Villena, hasta que Enrique IV en el siglo XV se lo entregará a Juan Pacheco segundo marqués de Villena, el cual dará al castillo su configuración actual y mandará construir la fantástica torre de homenaje. Pedro Juan Pacheco ha apostado por las pretensiones al trono de Castilla de Juana la Beltraneja, y esto origina que en 1476 Almansa, pase a ser patrimonio de la Corona de los Reyes Católicos. 


Llegamos así a 1707, fecha en la que en las cercanías de Almansa se dan cita dos grandes ejércitos, dispuestos a dar una batalla definitiva para sus respectivos señores. De un lado las huestes de Felipe de Anjou y del otro las del Archiduque Carlos, ambos candidatos a la Corona Española, que acabará con el triunfo del primero, acabando así la Guerra de Sucesión Española.

El castillo tiene sus orígenes en una construcción almohade, el infante don Juan Manuel al hacerse cargo de el lo reformó, pero fue don Juan Pacheco, segundo marques de Villena y cuyas armas se pueden ver en la torre del homenaje, quién transformará el castillo y le dará su aspecto actual.

El cerro del águila, donde está asentado el castillo, es una meseta alargada de norte a sur, y a ella se adapta el castillo, con 100 metros de largo y 30 metros de ancho.

De la primitiva construcción almohade solo queda un muro de tapial, las demás transformaciones se realizarán en mampostería, así está construida la muralla con tres torres semicirculares en los ángulos y una barbacana para defender la entrada.

Desde la plaza de Santa María de Almansa, donde se encuentra la Casa Grande o Palacio de los Cirat, junto a la iglesia arciprestal de la Asunción, accedemos por una amplia escalinata hasta llegar a una verja que accede a una zona ajardinada. El castillo está formado por dos recintos escalonados, defendidos por torres semicirculares y muros almenados. El recinto inferior tiene dos puertas una al lado oeste y otra en el lado norte. la del lado oeste, protegida por una barbacana y un matacán defensivo, se utilizaba tanto a pie como a caballo y es la que se utiliza para entrar al castillo, mientras que la del lado norte que se empleaba para entrar carros, está hoy en día cerrada.

Entramos al patio de armas, que en realidad era la zona reservada para los artesanos y almacenes, desde este patio se accede a las distintas partes de la fortaleza, encontrando restos de la zona palaciega de la antigua fortaleza árabe. Por una empinada escalera, sin protección alguna, se accede al segundo recinto, en el centro del cual se haya la torre del homenaje. Es este un torreón de planta cuadrada construido en mampostería y sillería. Antiguamente tenía dos pisos, hoy solo se conserva el inferior. Su bóveda tiene una cubierta interior de crucería gótica con nervios de piedra y elementos de ladrillo, a ambos lados dos ventanas, una abierta al patio de armas y la otra con bancos de piedra se asoma a la ciudad de Almansa. En las claves la heráldica de los Villena.

Desde este lugar, por una bellísima escalera de caracol subimos a la terraza almenada de la torre y punto más alto del castillo. Desde aquí podemos contemplar los lienzos de la muralla y sus torres y desde donde mejor podemos admirar la forma alargada del castillo.

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